VENEZUELA - ULTIMA ADVERTENCIA
Los ataques en contra de la
revolución Bolivariana se han intensificado en los ultímos días y semanas.
Editoriales y portadas de los periódicos en EE.UU y España denunciando el
“hambre” en Venezuela y exigiendo “interveción” contra “el régimen”. Los
problemas de escasez han llevado a casos de saqueo. La oposición de derecha
está intentando activar un referéndum revocatorio presidencial, pero al mismo
tiempo amenaza con acciones violentas y apelando a las potencias extranjeras,
en algunos casos incluyendo la intervención militar. Pero ¿qué está ocurriendo
realmente en Venezuela y cómo enfrentar esta amenaza?
Jorge Martín
- www.marxist.com
El viernes
13, el presidente de Venezuela, Maduro, extendió el “Decreto de Emergencia
Económica” el cual le dio poderes especiales en Enero, y decretó, además, un
Estado de Emergencia por 60 días que incluye amplios poderes para hacer frente
a la amenaza militar exterior y a los problemas de producción y distribución de
alimentos.
Como era de
esperar, los medios de comunicación capitalistas de todo el mundo se unieron en
un coro de denuncia, gritando histéricamente contra la "dictadura",
mientras que uno de los principales líderes de la oposición de derecha,
Capriles Radonski hizo un llamado público a desobedecer el decreto. Las
amenazas, sin embargo, son muy reales. Vale la pena mencionar algunos ejemplos.
Hace un mes, un editorial en el Washington Post llamó abiertamente a la
"intervención política" por parte de los vecinos de Venezuela. El fin
de semana, el ex presidente de Colombia, Alvaro Uribe, en el encuentro de
"Concordia Summit" en Miami, hizo un llamado abierto a
las Fuerzas Armadas de Venezuela para llevar a cabo un golpe de Estado o, en su
defecto, a la intervención militar extranjera contra "la tiranía".
La oposición
de derecha venezolana ha hecho repetidos llamamientos a la Organización de
Estados Americanos para aplicar su "Carta Democrática" e intervenir contra el presidente Maduro. Se sienten
envalentonados por el éxito de la suspensión de Dilma Rousseff en Brasil y
quieren seguir el mismo camino en Venezuela tan pronto como sea posible, por
cualquier medio necesario, legal o ilegal. El influyente periodista venezolano
de derecha y blogger Francisco Toro (editor de “Caracas Chronicles”)acaba de escribir un artículo discutiendo abiertamente los pros y
los contras de un golpe de estado, que según él sería compatible con la
constitución y "lo contrario de un crimen".
Hoy el gobierno venezolano informó
sobre la violación del espacio aéreo del país por un avión militar de Estados
Unidos.
En un
intento de sacar provecho de los graves problemas económicos que enfrenta el
país, la oposición reaccionaria ha estado haciendo todo tipo de esfuerzos para
crear una situación de caos y violencia que justificaría un golpe de estado o
intervención extranjera para acelerar la remoción del presidente Nicolás
Maduro. Se han producido incidentes de violencia en el Zulia y Táchira. Hay
constantes rumores, sobre todo falsos, de saqueos y disturbios.
Una crisis muy seria
He estado implicado en la defensa de
la revolución bolivariana desde hace más de 13 años, he visitado el país a
menudo y he escrito sobre él con regularidad. Nada de lo que acabo de describir
es realmente nuevo. Desde el principio, cuando Chávez fue elegido en 1998, y en
particular desde las leyes habilitantes aprobadas en diciembre del 2001, la
oligarquía de Venezuela y el imperialismo han participado en una campaña
constante de acoso, violencia, desestabilización, golpes de estado, mentiras y
calumnias, presión diplomática, sabotaje económico, cualquier cosa que puedas
pensar, lo han hecho ya.
Esta vez, sin embargo, algo es
diferente. En todas las ocasiones anteriores, la voluntad revolucionaria de las
masas trabajadoras bolivarianas, los campesinos y los pobres, han derrotado los
intentos contrarrevolucionarios para poner fin a la revolución. Este fue el
caso del golpe de Estado en abril de 2002 y luego el cierre patronal y el
sabotaje de la industria petrolera en diciembre de ese mismo año, incluso antes
de que la revolución fuera capaz de ofrecer cualquier mejora real en las
condiciones de vida. Luego aquellos ataques sobre todo después de que el
gobierno fuera capaz de obtener el control total de la empresa estatal de
petróleo en el año 2003.
Durante diez años, la revolución
aplicó amplias reformas y mejoró sustancialmente las condiciones de vida de las
masas. Esto fue acompañado por un proceso de radicalización política en el que
el fallecido presidente Chávez y las masas revolucionarias se empujaban mutuamente
hacia adelante. Se declaró que el objetivo de la revolución bolivariana era el
socialismo, había una amplia variedad de experiencias de control obrero, se
dieron ocupaciones de fábricas algunas de las cuales fueron expropiadas, se
renacionalizaron empresas. Millones empezaron a participar activamente a todos
los niveles en un intento por tomar el futuro en sus propias manos. La fuerza
motriz de la revolución y su principal fuente de energía que le permitió
frustrar todos los intentos de la oligarquía y el imperialismo eran las masas
revolucionarias, activas, políticamente conscientes y comprometidas a todos los
niveles.
Por supuesto, este periodo fue
ayudado por los altos precios del petróleo (que alcanzó un máximo de más de $
140 por barril en 2008). El gobierno podía utilizar una enorme cantidad de
dinero de la renta petrolera para financiar programas sociales que beneficiaron
a millones (en educación, salud, alimentación, vivienda, pensiones, etc). La
cuestión de hacerse cargo de la propiedad de los medios de producción no se
planteó.
No se puede regular el capitalismo
Se tomaron una serie de medidas que
limitan el funcionamiento normal de la economía capitalista de libre mercado
con el fin de defender la revolución contra el sabotaje de la clase dominante.
Se aplicaron controles de divisas (para evitar la fuga de capitales) y
controles de precios sobre los productos alimenticios de primera necesidad
(para defender el poder adquisitivo de las masas pobres).
Pero pronto los capitalistas
encontraron maneras de evitar estos controles. El control de cambios se
convirtió en una estafa y dio lugar a una transferencia masiva de divisas de
renta petrolera directamente a los bolsillos de capitalistas sin escrupulosos.
¿Cómo ocurrió esto? El gobierno estableció un tipo de cambio subsidiado, que se
iba a utilizar para importar productos básicos (alimentos y medicamentos
principalmente), así como maquinaria, partes e insumos para la industria.
En lugar de eso, los capitalistas
privados solicitaban los dólares preferenciales que luego desviaban al mercado
negro (que se desarrolló como un efecto secundario inevitable del control de
cambio) o directamente a sus cuentas bancarias en el extranjero. De esta manera
hemos sido testigos de la increíble situación en la que las importaciones
disminuyeron en volumen, mientras que el valor de las mismas en dólares aumentó
de forma masiva. El economista marxista Manuel Sutherland [que fue despedido de
su empleo en la Universidad Bolivariana por sus posturas críticas] ha elaborado
las cifras en relación a la importación de productos farmacéuticos:
En 2003
Venezuela estaba importando productos farmacéuticos a 1,96$ por Kg. Para el
2014 el precio había alcanzado 86,80 $ por Kg. Las importaciones colapsaron un
87% en volumen, pero se incrementó 6 veces su precio. Cifras similares pueden
obtenerse para casi cualquier otro sector de la economía en los que los
capitalistas reciben dolares subsidiados para la importación de mercancías.
Una situación similar se desarrolló
con los controles de precios. El sector privado, que todavía tiene un control
casi monopólico en el procesamiento y distribución de alimentos en muchos
artículos básicos, se negó a producir cualquier producto con precio regulado.
Por lo tanto, con el fin de eludir los precios regulados para el arroz, por
ejemplo, empezaron a producir variedades saborizadas o colorizadas, evitando
así la regulación.
Esta huelga en la producción por
parte de los capitalistas recargó todo el peso de la importación y distribución
de productos alimenticios básicos en el estado. Los alimentos importados por el
estado del mercados mundiales, pagados a precios de mercado mundial con los
dólares de la renta petrolera, son vendidos a precios muy subsidiados en las
cadenas de supermercados estatales (PDVAL, MERCAL, Bicentenario).
Durante un período, mientras que los
precios del petróleo eran altos, esta situación funcionaba más o menos. Una vez
que los precios del petróleo entraron en caída libre y la economía entró en una
profunda recesión, todo esto se vino abajo como un castillo de naipes. En 2014
el petróleo venezolano estaba todavía en 88$ por barril. En 2015 se redujo a la
mitad a 44$. En enero de 2016 había alcanzado su nivel más bajo desde hace más
de 10 años, a $ 24 dólares.
Con el fin
de seguir pagando los programas sociales (incluidos los productos alimenticios
subsidiados), el estado comenzó a imprimir grandes cantidades de dinero que no
estaban respaldados por nada. Entre 1999 y 2015, la masa monetaria circulante
(en su medida M2) aumentó en más de 15.000%.
Sin lugar a
dudas, la combinación de la fuga masiva de capitales, el desarrollo de un
enorme mercado negro de dólares, la masiva expansión de la oferta monetaria en
un momento de recesión económica (2014 -3,9; -5,7% 2015) causó inevitablemente
hiperinflación. En 2014, la tasa de inflación anual alcanzó un récord de 68%,
pero en 2015 fue incluso superior al 180%, según el Banco Central de Venezuela
(http://www.ine.gov.ve/documentos/NotasdePrensa/pdf/aviso180216.pdf ). Debemos señalar que la inflación en
los alimentos y bebidas no alcohólicas fue incluso superior a la media.
La tasa de cambio del dólar en el
mercado negro pasó de 187 bolívares por dólar en enero de 2015 a más de 1.000
bolívares por dólar ahora (después de haber alcanzado un pico de 1.200 en
febrero de este mismo año). Este es el tipo de cambio sobre el que se calculan
los precios de la mayoría de los productos.
Otro efecto de esta
dislocación económica masiva es el rápido agotamiento de las reservas de
divisas del país:
De 24.000 millones de dólares a
principios de 2015, se han derrumbado a 12.700 millones de dólares actualmente,
según las cifras oficiales del Banco Central de Venezuela.
Esta grave
situación ha llevado a una fuerte disminución de las importaciones
gubernamentales de alimentos y otros productos básicos. Las importaciones
totales se redujeron en un 18,7% en 2015. Esto ha creado la escasez permanente
de productos básicos en las cadenas de supermercados de propiedad estatal que
los venden a precios regulados. A su vez esto crea un enorme mercado negro de
estos productos. La causa principal del bachaqueo[mercado negro] es
la escasez, que luego se agrava por la existencia del propio mercado negro. El
enorme diferencial creado entre los precios regulados (cada vez más escasos) y
el mercado negro, actúa como un enorme imán para los productos hacia este último.
Esta es una
comparación de los precios de algunos productos básicos con relación a los
precios vendidos por bachaqueros (mercado negro) en marzo en
Petare, un barrio de clase trabajadora y sectores pobres en Caracas :
El gobierno ha decretado aumentos en
el salario mínimo, varias veces, en los últimos dos años, pasando de alrededor
de 10.000 Bs en noviembre de 2015 a 15.000 ahora (a lo que hay que añadir
18.000 Bs en Cesta Tickets). Sin embargo, si tienes que comprar la mayor parte
de las cesta básica semanal en el mercado negro, esto no es suficiente. Y
debido a que las importaciones estatales de alimentos ha sido disminuido, la
escasez de productos regulados ha aumentado y la gente está obligada a comprar
una mayor parte en su cesta básica en el mercado negro.
La escasez ha llevado a la
corrupción generalizada en todos los niveles, el desvío de los productos de la
cadena de distribución estatal hacia el mercado negro, desde la familia que
está en cola durante horas y luego re-vende una parte de lo que han comprado,
al gerente de un supermercado del estado que desvía gandolas enteras llenas de
productos (en colaboración con los funcionarios de la Guardia Nacional que
custodiaban el establecimiento), a las bandas criminales que contratan a la
gente para hacer cola durante horas y compra cualquier producto subsidiado que
esté disponibles (amenazando y pagandole a los trabajadores de supermercados,
guardias nacionales, gerentes de supermercados, etc.), hasta el director nacional
de la cadena de supermercados estatal Bicentenario, que desvía de cargamentos
enteros de productos.
A esto hay que añadir las miles de
formas diferentes en las que el sector privado burla el régimen de regulación
de precios. Hay escasez permanente de harina de maíz, pero las areperas están
siempre bien abastecidas. Los pollos son casi imposibles de comprar a precios
regulados, pero a los establecimientos de pollo asado nunca les falta. La
harina de trigo no se puede comprar al precio oficial, y las panaderías
utilizan la falta de harina como un argumento para no producir el pan normal
(cuyo precio está regulado), pero misteriosamente luego son capaces de producir
cualquier otra variedad de pan, pasteles, bollos y galletas, que hemos de
asumir, se hacen con harina. ¿Qué hay detrás de este misterio? El hecho de que
los productores mayoristas privados abastecen a estos establecimientos, pero
por supuesto no a precios regulados.
Cualquier intento para poner freno a
esta situación mediante el uso de medidas represivas contra el mercado negro,
aunque necesario, está condenada al fracaso. La causa de raíz del mercado negro
no son los bachaqueros grandes o pequeños, sino la incapacidad real del
gobierno para financiar el suministro necesario de productos para cubrir toda
la demanda, sumado a la falta de voluntad del sector privado para producir y
vender productos a los precios regulados fijado por el gobierno.
Una de las principales razones de
este trastorno económico insostenible es por supuesto, la rebelión "natural"
de los productores capitalistas contra cualquier intento de regular el
funcionamiento normal del "libre mercado". Este es el verdadero
significado de la "guerra económica" que el Gobierno Bolivariano ha
denunciado desde hace muchos años. Sí, hay, sin duda, un elemento de sabotaje
económico deliberado destinado a golpear a las masas trabajadoras con el fin de
socavar su apoyo a la revolución. Pero, al mismo tiempo, es fácil entender que
desde el punto de vista de los capitalistas, si pueden obtener un margen de
beneficio del 100%, 1000% o incluso más en el mercado negro, no van a vender ni
producir productos regulados con los que sólo pueden hacer una ganancia muy
modesta o a veces una pérdida.
Lo que ha fracasado en Venezuela no
es el "socialismo" como a los medios capitalistas le gusta afirmar en
su campañas. Es precisamente lo contrario. Lo que claramente ha fracasado es el
intento de introducir regulaciones con el fin de hacer que el capitalismo
funcione, aunque sea parcialmente, en el interés de las masas trabajadoras. La
conclusión es clara: el capitalismo no puede ser regulado. El intento ha dado
lugar a la crisis económica en una escala masiva.
La respuesta del gobierno: apelaciones al sector privado
La mayoría de los venezolanos son
conscientes, en un grado u otro, sobre el papel despreciable que desempeñan las
empresas privadas, como el Grupo Polar, en la creación de esta situación de
acaparamiento, crimen organizado, mercado negro, especulación, etc. En mi
última visita a Venezuela fui testigo del siguiente argumento en una cola del
supermercado:
“- Mujer A: “aquí tienen su patria
bonita” (significa: esto es lo que el chavismo te ha dado, colas).
- Mujer B: “a ver si creen que es el
gobierno que produce la Harina PAN” (de hecho es el Grupo Polar quien tiene un
control monopólico sobre la producción de harina de maíz).
El problema no es que las personas
no se den cuenta de que el sector privado está saboteando la economía. El
problema es que ellos no ven que el gobierno sea capaz ni esté dispuesto a
tomar las medidas necesarias para solucionar esta situación.
A los problemas de escasez de
alimentos y la delincuencia hay que añadir la grave sequía que afecta a
Venezuela como un subproducto de El Niño, que ha significado problemas en la
generación de energía en la presa hidroeléctrica El Guri. Esto ha llevado a
cortes de energía regulares en los últimos meses. En abril, el gobierno decretó
una jornada de trabajo de 2 días semanales en las instituciones públicas como
medida para reducir el consumo de electricidad.
Incluso en este asunto tenemos que
tomar en cuenta la campaña deliberada de sabotaje a la red eléctrica del país.
Ha habido por varios años ya, ataques explosivos regularmente contra las
plantas de generación de energía, centrales eléctricas y subestaciones en
diferentes partes del país. Por lo general, coincidiendo con las campañas
electorales y momentos de tensión política, y tienen por objetivo provocar
cortes de energía con el fin de difundir una sensación de colapso, caos,
inestabilidad, etc.
¿Cuál ha sido la respuesta del
gobierno a estos problemas extremos? Desde al menos el 2014 ha habido un
reconocimiento abierto del fracaso del modelo anterior de regulación del
capitalismo y el uso de los ingresos del petróleo para financiar programas
sociales. Se podría decir que el punto de inflexión fue la salida del gobierno
del ex-ministro de Finanzas Giordani en julio de 2014.
Desde entonces, la línea dominante
en la política económica del gobierno ha sido uno de hacer incluso más
concesiones a los capitalistas con la esperanza de ganar de nuevo su confianza
para que puedan colaborar con el gobierno con el fin de revertir la situación.
Esto se ha manifestado en toda una serie de medidas concretas que se han
tomado: la liberación parcial de divisas, levantamiento parcial del subsidio en
el precio del combustible, la creación de zonas económicas especiales para
atraer la inversión extranjera directa y la repatriación de capitales
depositados en el extranjero por los capitalistas venezolanos, la apertura del
Arco Minero (111.000 kilómetros cuadrados de terreno) para la explotación
minera, etc.
Nada de esto ha funcionado. El
gobierno mantiene conversaciones regulares con los empresarios donde se
acuerdan concesiones a sus intereses y se les hacen llamados para que
inviertan. En la siguiente ronda de conversaciones, los empresarios demandan
aún más concesiones, pero la economía permanece en un estado de profunda
crisis.
A decir verdad, las concesiones del
gobierno al sector privado son acompañadas de vez en cuando con amenazas de
expropiación. Estas amenazas no son seguidas por acciones. El viernes 13 de
mayo, cuando el presidente Maduro extendió la emergencia económica y decreta el
Estado de excepción por 60 días, advirtió específicamente que "cualquier
fábrica que cierre un capitalista, la tomaremos y la entregaremos al poder
comunal".
Menos de 48 horas más tarde, en una
entrevista con Reuters, el vicepresidente a cargo de toda el área económica del
gobierno, Pérez Abad, para tranquilizar al capital internacional, aseguró
"descartamos la toma de las plantas que están paralizados por falta de
materias primas ". En la misma entrevista, subrayó la intención de Venezuela
de continuar pagando sus obligaciones sobre la deuda externa, de forma
religiosa, en su totalidad y a tiempo. Añadió que esto significaría una
reducción adicional de las importaciones para el 2016.
De hecho, a pesar de que la
advertencia de Maduro fue destacada por los medios de comunicación
internacionales, para la gente en Venezuela no tuvo mayor impacto. Él ha hecho
la misma amenaza de expropiación, dirigida específicamente a Grupo Polar, en
tantas veces, que es como el cuento de pedro y el lobo. Siempre que los
trabajadores actualmente se han apoderado de las fábricas que habían sido
paralizadas por los patronos, se han encontrado ya sea con una cadena sin fin
de obstáculos burocráticos o la represión directa por parte de la policía
Bolivariana. En la mayoría de los casos, a pesar de que las leyes introducidas
por Chávez están del lado de los trabajadores y permiten expropiaciones y el
Control Obrero, en realidad, la mayor parte de los inspectores del trabajo
están en comprados por los patronos. En lugar de acelerar la expropiación, de
dan prórrogas permanentemente a los empresarios con el fin de que paguen los
salarios caídos y reiniciar la producción, lo que lleva a la desmoralización de
los trabajadores en lucha.
Pérez Abad es el principal representante
de la política de concesiones a la clase capitalista. Él mismo es un empresario
y ex-presidente de una de federación de empresas del país. Se convirtió en
ministro a cargo del área económica del gobierno en febrero, cuando reemplazó a
Luis Salas, quien era visto por los capitalistas como un "radical".
Justo antes de que Maduro decretara una extensión de los poderes de emergencia
económica, Pérez Abad ya había anunciado un nuevo aumento de los precios de los
productos regulados, después de discusiones con los capitalistas.
Más recientemente, en un intento de
hacer frente a la cuestión de la escasez, el gobierno intentó promover la
formación de Comités Locales de Abastecimiento y Producción. La idea es que las
propias comunidades organizadas tratarán directamente con la distribución de
los productos alimenticios subsidiados directamente a las familias. Este es un
paso en la dirección correcta, lo que podría reforzar el papel de las
organizaciones de base. Sin embargo, la medida sólo ha tenido un impacto
parcial, hasta el momento. Además, sólo se ocupa de la cuestión de la
distribución final, pero no con la cuestión más importante de la producción y
el procesamiento, que es donde está la raíz del problema.
El impacto en la consciencia
He dicho antes de que algo es
diferente esta vez. ¿Qué ha cambiado desde los intentos anteriores de la
contra-revolución de derrotar al movimiento bolivariano? El estrés constante y
la tensión de tener que hacer cola durante horas para conseguir productos
básicos, la incertidumbre creada por la escasez y la hiperinflación, el hecho
de que esta situación ha estado sucediendo desde hace más de un año y en vez de
mejorar empeora, la constatación de que mientras que las masas están sufriendo
hay algunos que se hacen llamar "bolivarianos" y están en cargos de
poder que se están beneficiando enormemente de la corrupción, el cansancio
interpuesto por tener que luchar contra la burocracia dentro de su propio
movimiento, etc. Todo esto ha tenido un impacto en la conciencia de una capa
importante de las masas que antes apoyaban la revolución.
Esta es la razón clave para entender
la derrota en las elecciones a la asamblea nacional del 6 de diciembre, que
fueron ganadas por la oposición de derecha por primera vez en 18 años. En ese
momento, la revolución bolivariana perdió alrededor de 2 millones de votos, lo
que permitió a la oposición ganar una mayoría abrumadora en la Asamblea
Nacional.
Esa derrota ha creado una situación
de bloqueo institucional. La actual Asamblea Nacional dominada por la derecha
ha tratado de aprobar algunas leyes reaccionarias (una escandalosa Ley de
Amnistía, la privatización de la vivienda), pero estos han sido bloqueados ya
sea por el presidente o por el Tribunal Supremo. Las iniciativas adoptadas por
el presidente se declaran fuera de orden por la Asamblea.
Actualmente la oposición está
tratando de activar un referéndum revocatorio presidencial (una garantía
democrática introducida por la revolución bolivariana a través de Hugo Chávez).
Necesitan obtener un determinado número de firmas para activar el proceso, y
luego, en un proceso supervisado por Consejo Nacional Electoral, deben obtener
la firma del 20% del censo electoral (3,9 millones). A continuación, se llama a
un referéndum en el que la oposición tendría que obtener más votos de los que
Maduro recibió cuando fue elegido, para lograr su remoción. Si el presidente es
removido dentro del 2016, entonces el presidente derechista de la Asamblea
Nacional se hace cargo mientras se hacen nuevas elecciones presidenciales. Pero
Maduro intentará por todos los medios retrasar el referéndum hasta el año 2017,
ya que si es removido en ese momento, el vicepresidente asume el control para
el resto de su mandato (hasta 2019). Esto también muestra cómo la dirección del
movimiento bolivariano parece ver la lucha desde un punto de vista puramente
jurídico-institucional.
La oligarquía también se está
sintiendo envalentonada por las derrotas electorales en Argentina, Bolivia y la
remoción de Dilma en Brasil. Su lado está ganando y ahora quieren
"derrocar al régimen" en Venezuela. La situación ha llegado a su
límite desde el punto de vista de la paciencia de las masas. Hace una semana,
un camarada de Catia, un bastión revolucionario en Caracas, describe así la
situación: "Hasta hace un par de semanas tenías que hacer cola por 4, 6, 8
horas, pero podías comprar para dos o tres semanas. Ahora no hay nada. El
lunes, mi mamá y yo hicimos cola y sólo pudimos conseguir arroz y pasta. El
resto hay que comprarlo en el mercado negro a precios de Bachaqueros. Los
salarios no alcanzan para sobrevivir. La guardia nacional con armas de asalto
en mano está manejando las colas fuera del supermercado, y alejaron las colas
hacia atrás unos cientos de metros para evitar que la gente intente saquearlo."
Ya ha habido incidentes a pequeña escala de saqueos en Aragua y Guarenas.
En estas condiciones, existe el
peligro de que los llamados a las masas a movilizarse contra la amenaza de la
contra-revolución puede caer en oídos sordos. Las masas han demostrado una y
otra vez su voluntad de luchar y empujar hacia adelante la revolución. Pero
ellos no pueden ver de ninguna manera que sus líderes sepan a dónde ir, ni cómo
llegar allí.
¿Un golpe militar?
La combinación del bloqueo
institucional, una profunda crisis económica, y una situación de violencia en
las calles que la oposición desea crear, también podría impulsar un sector del
ejército a intervenir "con el fin de restaurar la ley y el orden".
Durante las últimas semanas se han producido constantes rumores de un golpe en
camino. El martes, 17 de mayo el líder de la oposición reaccionaria, Capriles,
pidió al ejército rebelarse contra el presidente "con el fin de defender
la Constitución". Capriles, por supuesto, no es ajeno a los golpes,
después de haber jugado un papel en el golpe reaccionario de abril de 2002. El
alto mando del ejército una vez y otra vez ha declarado públicamente su lealtad
al bolivarianismo. Pero todo tiene sus límites. Este es un momento muy
peligroso para la revolución bolivariana. Una intervención militar, cualquiera
sea la forma que tomaría, sería el preludio de una "transición" para
volver a tomar el control del poder del Estado por parte de la oligarquía. Una
parte de los líderes bolivarianos, algunos de los elementos corruptos,
burocráticos y reformistas ya se están preparando para abandonar el barco y
estarían dispuesto a participar en algún tipo de gobierno de transición y
unidad nacional, siempre y cuando se les garantice una cierta clase de
inmunidad.
Al mismo tiempo que una capa de las
masas está cansada y desgastada, también hay una capa de los activistas más
avanzados que están muy enojados y se radicalizaron como resultado de la
derrota en las elecciones de diciembre. Hubo un movimiento de abajo hacia
arriba para exigir la radicalización de la revolución.
Si la dirección bolivariana tomara
medidas radicales y decisivas para abordar el problema de la escasez, esto
volvería a encender una ola de entusiasmo revolucionario. Tales medidas serían:
monopolio del comercio exterior; expropiación de la producción de alimentos y
la cadena de distribución bajo el control democrático de los trabajadores, las
comunidades y los pequeños productores campesinos; impago de la deuda externa;
expropiación de los bancos y las grandes empresas; un plan nacional y
democrático de producción para satisfacer las necesidades de la mayoría. Este
programa, en caso de aplicarse, provocaría inmediatamente un choque aún más
grande contra la oligarquía venezolana y sus amos imperialistas, pero al menos
tendría el beneficio de la consolidación y la ampliación del apoyo entre las
masas, que verían que sus problemas finalmente se abordan de forma seria.
No nos hagamos ilusiones. Si la
derecha llega a lograr sus objetivos de recuperar el control total del poder
del Estado (por cualquier medio), Venezuela no volvería a la democracia
capitalista "normal". No. El programa de la clase dominante en un
país plagado por una crisis económica y social masiva sería una de guerra
contra el pueblo trabajador. Irían a la ofensiva contra todas las conquistas
sociales de la revolución. Ellos se enfrentarán a una fuerte resistencia por
parte de las masas y, por tanto, que tratarían de aplastar el movimiento por la
fuerza. En esas condiciones un nuevo Caracazo podría estar en puerta.
Toby Valderrama
y Antonio Aponte lo ponen muy claramente en un artículo
reciente: "El gobierno debe entender que guerra económica,
invasión, ataques de los voceros extranjeros, que almagros, uribes, tienen un
solo nombre, ¡capitalismo!, y tienen una sola manera de enfrentarlo,
Socialismo. No es posible combatirlo desde el capitalismo, así no convence y no
hay victoria. Son tiempos definitivos, se es revolucionario o se es
capitalista, las oportunidades de la socialdemocracia, de discursos encendidos
y prácticas de bomberos, se terminan.”
Esto es correcto. Como hemos
explicado, el intento de regular el capitalismo ha fracasado. Sólo hay dos
maneras de salir: ya sea para ir de regreso al capitalismo "normal"
(es decir, para hacer que los trabajadores paguen el precio de la crisis), o
para ir hacia el socialismo (que es hacer que la paguen los capitalistas).
Aún no es muy tarde. El momento es
de peligro extremo. Esto sólo se puede superar mediante medidas extremas y con
firmeza. No más vacilaciones. Hay que llevar a la revolución hasta el final!
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