ELECCIONES GENERALES EN ESPAÑA: Inestabilidad, volatilidad y radicalizacion
El domingo 20 de diciembre, los españoles
están llamados a las urnas en la que está llamada a ser una elección
trascendental. Estas son, posiblemente, las elecciones más importantes desde la
caída de la dictadura de Franco en 1975.
Arturo
Rodriguez – www.marxist.com
Cuatro partidos, PP, PSOE, Ciudadanos y
PODEMOS, están contendiendo por el poder en un escenario político fragmentado.
Una radicalización aguda ha tenido lugar en la sociedad española. La mejor
expresión política de esta radicalización ha sido PODEMOS, un partido de
izquierda creado en febrero 2014 que unos meses más tarde estaba encabezando
las encuestas de opinión, y que ahora se erige como un contendiente serio por
el poder.
De hecho, a pesar del estancamiento que
PODEMOS experimentó durante el verano y el otoño, cuando muchas voces
declararon que el partido había agotado su potencial, ahora se ha resucitado y
está compitiendo por el tercero o incluso el segundo lugar en las encuestas.
Estos giros bruscos de la situación política son característicos de nuestra
época y reflejan los fuertes cambios en la conciencia de las masas bajo los
golpes de la crisis del capitalismo. Sea cual sea el resultado, la inestabilidad
y la volatilidad serán la norma en el próximo período.
Cuatro años de lucha de clases
Estas elecciones vienen después de cuatro
años de movimientos de masas, donde millones de personas salieron a las calles
para protestar contra la austeridad y el gobierno y defender sus condiciones de
vida. El movimiento de los indignados de 2011, las mareas de los trabajadores
del sector público y usuarios que utilizan esos servicios contra la
privatización y los recortes en la educación y la salud, la heroica lucha de
los mineros del carbón en 2012, el movimiento anti-desahucios, las huelgas
generales de 2012 y la ola de huelgas salvajes del otoño e invierno de
2013-2014, y las marchas de la dignidad del mes de marzo de 2014, han visto
despertar a millones de personas a la vida política y a dar un paso adelante
para tomar el control sobre su propio destino.
En 2013 tuvieron lugar 125 actos de
protesta en promedio cada día, y el 25% de la población declaró haber
participado en alguna forma de protesta. Si hay una característica clave que hace
que la situación actual en España sea excepcional es que las masas han entrado
en la escena una vez más, de una manera que no se había visto desde los años
1970.
Como dijo Trotsky, "En tiempos
normales el Estado, sea monárquico o democrático, se eleva por encima de la
nación, y la historia corre a cargo de los especialistas en esta materia -
reyes, ministros, burócratas, parlamentarios, periodistas. Pero en esos momentos
cruciales cuando el viejo orden establecido se hace insoportable para las
masas, ellas rompen las barreras que las excluyen de la arena política,
derriban a sus representantes tradicionales y crean con su intervención un
punto de partida para un nuevo régimen".
Estos cuatro años de crisis y movilización
fueron una dura escuela para las masas. De hecho, el proceso de movilización
fue no sólo cuantitativo, arrojando a nuevas capas de gente a la lucha, sino
también cualitativo, y vio una evolución en la conciencia de la población.
Dos conclusiones principales fueron
extraídas en el curso de estos movimientos de masas. La primera es que el
problema no es sólo esta o aquella ley injusta o el político corrupto del día,
sino que el sistema en su conjunto está podrido y tiene que ser cambiado de
raíz. Así, vimos las vagas demandas de los indignados de 2011, preocupados
sobre todo por cuestiones democráticas y por la reforma de la ley electoral,
que evolucionaron hacia las demandas más nítidas y basadas en cuestiones de
clase de las marchas de la dignidad en marzo de 2014. Aquí las consignas
lanzadas no sólo fueron democráticas sino también sociales y económicas. En
esta ronda de protestas, que agruparon hasta dos millones de personas en las
calles de Madrid, la consigna central fue ¡pan, techo, trabajo! y la consigna
extremadamente avanzada de ¡La economía en manos del pueblo!
La segunda conclusión que se extrajo en el
curso de estos movimientos de masas fue que con el fin de cambiar las cosas no
era suficiente protestar en las calles y plazas, sino que la lucha tenía que
darse una expresión política y, en definitiva, de que el poder tenía ser tomado
por el pueblo. Esta idea cristalizó con el auge de SYRIZA en Grecia después de
2012, que fue seguido con mucho interés y expectación en España.
El auge de PODEMOS
La volatilidad de la conciencia de las
masas fue expresada por el rápido auge de PODEMOS en la primavera de 2014. Este
nuevo partido, creado por un pequeño grupo de profesores universitarios y
activistas a finales de enero de 2014, se convirtió rápidamente en un punto
focal para el descontento y el deseo de cambio radical que existía en la
sociedad española.
PODEMOS consiguió 1,2 millones de votos
(8%) en las elecciones europeas de mayo 2014. A finales de 2014 estaba
encabezando las encuestas de opinión. En pocos meses, su militancia creció a
más de 300.000. Una concentración política convocada por PODEMOS en Madrid en
enero de 2015, sin ningún tipo de demandas particulares, logró reunir a unas
300.000 personas. En las elecciones locales de mayo 2015, las listas de
"unidad popular", patrocinadas por PODEMOS con una variedad de otras
fuerzas de izquierda y plataformas anti-austeridad ganaron en las principales
ciudades capitales como Madrid, Barcelona, Zaragoza,
Cádiz y Coruña.
¿Cómo fue posible todo esto? Tal auge
repentino de un nuevo partido de masas no es común en la historia. La clase
obrera ha tendido históricamente a moverse primero a través de sus
organizaciones tradicionales, como sucedió en los procesos revolucionarios de
1918-1920, y en los años 1930 y 1970. Sin embargo, en esta ocasión, la
radicalización fue extremadamente aguda y repentina y las direcciones
tradicionales de la izquierda y del movimiento obrero, a saber, Izquierda Unida
y también los sindicatos, fueron quedando muy por detrás de los acontecimientos
y, debido a sus errores y episodios de oportunismo, habían perdido legitimidad
entre algunas de las capas recientemente politizadas. De este modo, dejaron un
vacío que fue llenado por PODEMOS, que contaba con la figura carismática de
Pablo Iglesias a la cabeza. El meteórico ascenso de este nuevo partido es
testigo de la radicalización de la población y de los cambios agudos inherentes
a la situación.
PODEMOS fue capaz de conectar con el deseo
de participación popular que había surgido en las luchas de 2011 a 2014 con la
organización del partido en base a los Círculos, las agrupaciones locales para
el debate y la toma de decisiones. El lenguaje de Pablo Iglesias también
conectó con la radicalización generalizada que existía. Es común escuchar que
PODEMOS se hizo popular porque diluyó su retórica. Lo contrario es la verdad,
como una cuestión de hecho. PODEMOS utilizó un lenguaje muy simple pero fuerte,
popularizando términos tales como "el Régimen" o "la casta"
que expresaba el odio de clase contra las élites y sus representantes
políticos.
El hecho de que el éxito PODEMOS naciera
de su radicalismo en lugar de salir de alguna supuesta moderación está
vindicado por la evidencia. En el otoño de 2014, cuando el partido estaba en
auge, las encuestas de opinión mostraban que la mayoría de las personas
colocaban a PODEMOS como el partido más a la izquierda en el espectro político.
¡Incluso los votantes de Izquierda Unida lo colocaban más a la izquierda que a
su propio partido! El propio Pablo Iglesias pareció reconocer esto cuando, en
una serie de artículos escritos en mayo 2015, dijo que PODEMOS debe ser
"el partido de las clases populares" y debe alcanzar la hegemonía a
través de un "lenguaje áspero, de clase", basado en la idea no sólo
de la reforma política, sino de "democracia económica".
Meses de estancamiento
El aumento aparentemente sin límites de
PODEMOS gradualmente llegó a su fin en la primavera y el verano de 2015. El
partido pasó de líder en las encuestas, con más del 25%, hasta el cuarto puesto
por detrás del PP, PSOE y Ciudadanos, con algunas encuestas dando al partido
tan sólo el 10%.
Esto puede explicarse por varios factores.
En primer lugar, el impacto de la capitulación de Tsipras en Grecia llegó como
un duro golpe para PODEMOS. Pablo Iglesias apoyó a Tsipras acríticamente y
declaró que en su situación habría hecho lo mismo. Comprensiblemente, el
votante medio que podía simpatizar con PODEMOS se preguntaba, ¿por qué votar a
PODEMOS cuando su partido hermano en Grecia no ha sido capaz de cambiar nada, y
ha provocado un caos innecesario sólo para volver a una austeridad peor que
antes? Los medios de comunicación capitalistas, así como el PP y el PSOE,
subrayaron este punto en repetidas ocasiones.
Otra razón importante fue la creciente
moderación de PODEMOS. El partido aguó su programa, abandonando o matizando
algunas de sus propuestas iniciales, tales como la nacionalización de las
empresas de energía o la reducción de la edad de jubilación a los 60 años. Su
lenguaje y estilo se hicieron más conciliadores.
Este giro hacia el centro fue confirmado
por el respaldo a la capitulación de Tsipras. Esta moderación creciente
reflejaba el intento de la dirección de PODEMOS de llevar a la práctica un
ambicioso programa reformista que resultara aceptable para los capitalistas,
quienes a través de sus medios de comunicación habían estado machacando sobre
la "inviabilidad" de las propuestas de PODEMOS. El intento de
desarrollar un programa anti-austeridad agradable a los capitalistas, sin
embargo, es una tarea imposible que coloca a uno en una pendiente resbaladiza
que lleva a cada vez mayores concesiones, como hemos visto dramáticamente en
Grecia.
Detrás de esta moderación también había un
intento consciente de los líderes de PODEMOS de tratar de ganarse a las
supuestas capas más "moderadas" de la clase media y de la clase
trabajadora. Sin embargo, tratar de convencer a la clase media a través de un
lenguaje ambiguo evitando tomar posiciones sobre cuestiones controvertidas, es
contraproducente: esto sólo provoca sospechas entre los sectores conservadores
de la población, que ven al partido vago y poco convincente. Centrarse en
cuestiones democráticas y en temas como la corrupción también deja espacio para
los partidos populistas de derecha como Ciudadanos, que se sienten a gusto en
estos temas, pero que son arrinconados rápidamente con un discurso de clase
centrado en los problemas sociales y económicos. Por el contrario, esta
moderación desmoraliza y confunde a las capas más combativas de la clase obrera
y la juventud que forman la columna vertebral de PODEMOS.
Otra
causa del estancamiento de PODEMOS fue la burocratización del partido, que vio
una osificación del debate interno y un vaciamiento de los Círculos. La
burocratización del partido no era ajena a la disolución del discurso del
partido. La estrategia de no tomar posiciones sobre cuestiones controvertidas
ahogó la discusión política y benefició a los que estaban dispuestos a seguir
diligentemente la línea de la dirección.
Todo el énfasis se hacía en la idea de
participar por internet en lugar de que las cuestiones se discutieran y
decidieran democráticamente en los Círculos. Al final sólo una pequeña fracción
de los inscritos se molestaron en participar en las votaciones por internet.
Pablo Iglesias también cometió errores de carácter sectario, como su dureza en
reprender la idea de una coalición electoral con Izquierda Unida, que aún
conserva un capital político importante a través de su carismático líder,
Alberto Garzón. Esto hizo que muchas personas vieran a Pablo Iglesias como un
líder arrogante, y sus índices de aprobación en consecuencia cayeron en las
encuestas de opinión.
PODEMOS también se enfrentó a problemas
que estaban en gran medida fuera del control del partido. El partido de
derechas populista Ciudadanos fue inflado artificialmente por los medios de
comunicación burgueses y por las grandes empresas, que lo han estado
financiando durante meses para contrarrestar la influencia de PODEMOS. Como
planteó el presidente del Banco Sabadell, uno de los mayores bancos españoles,
hace un año, España necesita un "PODEMOS de derechas" - y llegó en la
forma de Ciudadanos, en gran medida como fue creado To Potami en Grecia para
contrarrestar a SYRIZA. Este no es un partido completamente nuevo: ha estado en
el Parlamento catalán durante casi diez años, donde ha votado sistemáticamente
a favor de una legislación reaccionaria y ha sido el más alto representante del
nacionalismo español. De hecho, el partido y su líder, Albert Rivera, que ahora
se hacen pasar por moderados "centristas", han tenido conexiones
sospechosas con la extrema derecha en el pasado.
Otro tema espinoso para PODEMOS fue la
cuestión nacional catalana. Esto se convirtió en un tema especialmente candente
en septiembre, con las elecciones catalanas. Estas elecciones, a las que se les
dio el carácter de un plebiscito sobre la independencia, estuvieron marcadas
por la polarización en líneas nacionales. PODEMOS, que se presentó en coalición
con otras fuerzas de izquierda catalana, y se situó en una posición correcta en
general, aunque a veces ambigua, de defender el derecho a la autodeterminación,
quedó en tierra de nadie. Obtuvo un mediocre 8,9%. Los constantes ataques
contra la independencia no sólo del gobierno de Madrid, sino de las grandes
empresas, la UE e incluso los Estados Unidos, dieron al campo nacionalista un
aura de rebeldía que llevó a muchos trabajadores y jóvenes a votar a los
partidos independentistas. La mejor expresión de esta rebeldía en el
secesionismo catalán es la CUP, que fue capaz de capturar este voto progresista
anti-establishment en detrimento de PODEMOS.
Un nuevo giro: diciembre 2015
El clima electoral antes de las elecciones
generales, sin embargo, comenzó a cambiar las cosas. Este giro en el ambiente
político fue prefigurado por una serie de movilizaciones en el otoño. Después
de un flujo relativo en los movimientos de masas, hubo una gran protesta contra
la violencia machista el 7 de noviembre, en el que el estado de ánimo era
combativo y sólidamente de izquierdas, que conectaba la violencia machista con
la austeridad y la política reaccionaria del gobierno. Luego, el 28 de noviembre
hubo manifestaciones en contra de la intervención militar en Siria.
Sin embargo, fueron las elecciones
próximas las que realmente hicieron que la gente comenzara a hablar de política
nuevamente. Era el momento de pensar en los diferentes partidos y lo que
defendían, para hacer un balance de los acontecimientos de los últimos años y
de pensar acerca de las perspectivas para el país. El electorado comenzó a
evaluar a cada partido más estrechamente, en el sentido, por ejemplo, de que
las calificaciones del PSOE comenzaron a caer conforme regresaban los recuerdos
del anterior gobierno de Zapatero, mientras que muchos empezaron a ver el
núcleo reaccionario bajo la superficie brillante de Ciudadanos . Más
importante aún, se recuperó la imagen de PODEMOS como el verdadero vehículo
para un cambio político radical en España.
Esta tendencia se ha visto favorecida por
una serie de debates televisivos, donde Pablo Iglesias ha eclipsado ampliamente
a sus opositores. La popularidad de los debates de televisión es un hecho
notable en sí mismo, que refleja la politización de la población. El último
debate, con representantes de los cuatro principales partidos, tuvo una
audiencia de más de nueve millones de personas, ¡comparable con un partido de
fútbol Barcelona-Madrid! En estos debates, el PP ha tratado de esconder a su
muy poco carismático e impopular líder Rajoy lejos de las cámaras, y, en
general, de hacer el menor ruido posible para no provocar al electorado de
izquierdas.
Ciudadanos, que había jugado con su
ambigüedad, se ha visto obligado a tomar una posición sobre los diferentes
temas y el carácter derechista del partido ha quedado revelado. De hecho, las
encuestas de opinión muestran que la gente ha dejado de ver Ciudadanos como un
partido de "centro", como era el caso hace unos meses, y ahora lo ven
como una formación claramente de derechas. Las últimas apariciones en los
medios de su líder, Albert Rivera, han sido decepcionantes.
Sin embargo, el verdadero perdedor ha sido
el PSOE. Totalmente separado del estado de ánimo en las calles, ha estado
haciendo campaña en contra de PODEMOS con posiciones típicas de una derecha
histérica. Su nuevo líder, Pedro Sánchez, un arribista del tipo de Renzi en
Italia, ha estado acusando a PODEMOS de inspirarse en la Unión Soviética y de
estar en el mismo armario que los partidarios de ETA.
A diferencia de todos los demás, Pablo
Iglesias se destaca como un político con los pies en la tierra, la única
persona normal entre una multitud de políticos profesionales, con un estilo
seguro, fuerte y atractivo. Iglesias también ha regresado al lenguaje agresivo
de PODEMOS de sus primeros días. En su discurso de cierre en el último debate
televisivo pidió al público que recordara los recortes en sanidad y educación,
todos los escándalos de corrupción, las nuevas leyes laborales, los desalojos,
así como también que pensara en los indignados, en los piquetes
anti-desahucios, en la capacidad de resistencia de los desempleados y de los
trabajadores sobreexplotados, los pensionistas de edad avanzada y las mujeres
trabajadoras que hacen doble turno, y que sonrieran, ya que podemos cambiar las
cosas.
Las referencias al socialismo y a la clase
obrera han regresado a sus discursos. En un celebrado spot electoral, Pablo
Iglesias desafía frontalmente a los propietarios y directores ejecutivos de los
grandes bancos y corporaciones. Él llama por sus nombres a los gerentes de JP
Morgan y RBS, y los invita a debatir con él públicamente, ya que son ellos los
que realmente están detrás de los otros candidatos y los que han estado tirando
de las cuerdas en la política española.
Incluso aunque el programa de PODEMOS haya
sido diluido, todavía contiene puntos importantes que, de aplicarse, podrían
mejorar enormemente la calidad de vida de la población: el fin de los desahucios,
derogación de la nueva legislación laboral, un aumento del salario mínimo,
poner un tope a los precios de energía, proporcionar un ingreso básico a las
familias necesitadas, poner fin a los recortes a la sanidad y la educación,
eliminación de las leyes represivas como la ley mordaza, la revisión de los
acuerdos con el Vaticano, el recorte de los salarios de los políticos, etc.
El capital político de PODEMOS también se
ha incrementado de manera significativa mediante la incorporación de activistas
conocidos de fuera de su órbita (algunos de los cuales se sitúan a su
izquierda), como Xosé Manuel Beiras, Mónica Oltra y, sobre todo, Ada Colau.
Ésta, se hizo famosa en el movimiento anti-desahucios y pasó de ser golpeada
por la policía en los piquetes a convertirse en la alcaldesa de Barcelona. Ella
está lejos de ser un político de izquierda clásica: es una activista de la
clase trabajadora que está estrechamente relacionada con el estado de ánimo en
las calles. Colau es un personaje central en la situación y, sin duda, jugará
un papel importante en el futuro del proceso revolucionario español.
Su presencia es especialmente importante para
la campaña en Cataluña. La tendencia negativa de PODEMOS en esta región se ha
revertido, y ahora está encabezando las encuestas en el marco del frente
electoral En Comú Podem, que reúne a otros partidos de izquierda y a
movimientos sociales. Esta vez, la retórica sobre la cuestión nacional es
inequívoca: PODEMOS defiende un referéndum vinculante sobre la independencia, y
hará que sea un requisito previo para cualquier pacto de gobierno después de
las elecciones. Es significativo que la mayor parte de los votos de los
partidarios de la CUP, que no se presenta a estas elecciones generales, irá
para En Comú Podem más que para otros partidos nacionalistas, cuyas
perspectivas son de hecho mediocres.
También en Galicia se ha establecido un
amplio frente electoral que incluye, entre otros, a Podemos, Izquierda Unida de
Galicia y a los nacionalistas de izquierdas gallegos de Xosé Manuel Beiras.
Bajo el nombre de En Marea, ahora están desafiando al PSOE para la posición de
principal partido de izquierda e incluso podrían conseguir su propio grupo en
el Parlamento español. En Valencia, donde PODEMOS ha alcanzado una
alianza con Compromís, la coalición también está luchando por la segunda
posición, por detrás del PP. Estos ejemplos (Cataluña, Valencia, Galicia), muestran
que si una amplia alianza en torno a Podemos e Izquierda Unida hubiera sido
acordada, la fuerza resultante podría haber sido ahora la lucha por el primer
lugar. Habrá que sacar las lecciones de esto.
Los mítines de PODEMOS, a pesar de que se
celebran en recintos cerrados, están reuniendo a miles de personas y muestran
un estado de ánimo entusiasta y combativo. El acto en Palma de Mallorca tuvo
una asistencia de 5.000, el de Zaragoza 7.000, y el último en la Caja Mágica de
Madrid 12.000, mucho más que los del PP, el PSOE y Ciudadanos. Ha habido largas
colas para entrar en los recintos, e incluso hubo casos de personas, como en
Alicante, que pasaron la noche fuera de los mismos para conseguir un buen
lugar. La configuración de los participantes en estos actos también incluye un
número creciente de jóvenes. En las mesas instaladas por los compañeros de
Lucha de Clases, sección española de la Corriente Marxista Internacional, y del
círculo sectorial Podemos Socialismo, promovido por aquéllos, se agolpaba mucha
gente deseosa de comprar literatura revolucionaria en la entrada a los mítines.
La consigna de la campaña de PODEMOS es
ahora remontada. Este parece ser el caso. Las encuestas de las últimas semanas
han dado al partido una intención de voto cada vez mayor, al pasar de un 10-15%
hace unos meses a alrededor del 20% actual. Esto es importante, porque en la
fragmentada escena política española, donde cuatro partidos se disputan el
poder, un pequeño repunte puede traer la victoria. Aunque esto es improbable, y
el escenario más probable es una victoria estrecha para el PP, PODEMOS bien
podría superar al PSOE y a Ciudadanos. También vale la pena señalar que
Izquierda Unida podría conseguir alrededor de un 5-6% de los votos, lo que
significa que la izquierda radical reúne el mayor porcentaje de votos. La
politización generalizada de la población española se expresará en la que se
prevé que sea la mayor participación desde 1982, en torno al 80%.
Inestabilidad y crisis política
¿Cuál es la perspectiva para el próximo
gobierno? Incluso si PODEMOS ganara, sería con una mayoría simple, no absoluta,
y le sería prácticamente imposible formar un gobierno. Se ha hablado de vez en
cuando de una posible alianza PODEMOS-PSOE, pero esto parece muy poco probable
tanto numérica como políticamente. Es probable que se llegue a algún tipo de
acuerdo de gobierno burgués inestable. El PP y el PSOE aún conservan algo de
peso electoral, sobre todo entre la población de edad de las zonas rurales.
Estos distritos pequeños, como Zamora, Palencia, Badajoz o La Rioja, se ven favorecidos
por una ley electoral que fue diseñada en la década de 1970 para contener a la
clase obrera de las grandes ciudades. Estas provincias tienen asignados un
número de escaños que está fuera de proporción con el tamaño de sus
poblaciones. Mientras que los dos partidos tradicionales van a tener un mal
desempeño en ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia,
Zaragoza o Coruña, van a capturar gran parte del voto de pueblos pequeños, que
les dará una representación parlamentaria desproporcionada.
Un pacto para un gobierno burgués puede
tomar muchas formas, una coalición PP-Ciudadanos (que por el momento no podría
siquiera conseguir la mayoría absoluta), un gobierno del PP con el apoyo
exterior se Ciudadanos o por los nacionalistas de derechas vascos, etc. Si los
partidos burgueses no obtienen votos suficientes, podría ser necesario implicar
al PSOE en un posible acuerdo. Esto lo pondría bajo una enorme presión y lo
empujaría a una crisis, y la creencia de que seguiría representando a una
fuerza de izquierda y progresista finalmente se disiparía. Un mal resultado
para el PP y Ciudadanos también podría traer a escena a la derecha nacionalista
catalana de CDC, que se presenta ahora con el nombre de Democràcia i Libertat.
A pesar de su reciente retórica anti-Madrid, que tradicionalmente se ha
utilizado como una muleta para apoyar a los gobiernos del PP y del PSOE en
minoría, no podemos descartar que puedan ser presionados para hacer esto una
vez más - que también arrojaría a este partido a una profunda crisis. Que estos
partidos sean llevados a un pacto impío con PP y Ciudadanos es totalmente
posible. La última encuesta del GESOP da a una potencial alianza PP-Ciudadanos
tan sólo 161 escaños, a 14 de una mayoría parlamentaria. Esta fragmentación
política a nivel parlamentario no es más que un reflejo de la polarización de
clases que se está produciendo en la sociedad en general.
Sea cual sea el resultado, la perspectiva
más plausible es un débil gobierno burgués como los que vimos en Grecia antes
de enero de 2015. Tendrá que seguir gestionando la crisis del capitalismo y las
montañas de deuda que se han acumulado, y se convertirá en muy impopular,
preparando el terreno para nuevos giros a la izquierda en la sociedad.
Ciudadanos sería fundamental para un gobierno así, y por lo tanto perdería su
barniz de partido de la "renovación" y del presagio de "un nuevo
tipo de política".
Al mismo tiempo, un resultado positivo
para PODEMOS, incluso una victoria con una mayoría simple, lo postularía como
una verdadera alternativa. Un buen resultado aumentaría la confianza de las
capas luchadoras de la clase obrera y de la juventud, y abriría a los sectores
menos combativos de la sociedad a la idea de un cambio radical. Una fuerte
presencia en el parlamento podría servir como una plataforma potente y
posicionaría a PODEMOS como la principal oposición a la austeridad. Si bien la
mayor parte de la atención de las masas en los últimos 18 meses se ha centrado
en la arena electoral (con las elecciones europeas, municipales y ahora
parlamentarias), es probable que en el nuevo año vayamos a ver una renovación
del ciclo de luchas en las calles y centros de trabajo contra de un gobierno de
coalición burgués inestable que lleva a cabo recortes.
Perspectivas para la revolución española
Es probable que la izquierda radical
española, con PODEMOS a la cabeza, sea empujada al poder en el mediano plazo.
La dirección de PODEMOS cree que España tendrá más espacio que Grecia para
aplicar reformas dentro de los límites del capitalismo, ya que tiene una economía
más grande y no está sometida actualmente a un programa de rescate formal. Sin
embargo, la economía no está en manos del Estado, sino de una poderosa
oligarquía que hará lo que sea necesario para proteger sus bienes y sus
privilegios. En esto van a tener el apoyo de sus imperios mediáticos, del
capital internacional y la UE, que está aterrorizado ante la perspectiva de
tener un gobierno de izquierda en la cuarta economía de la zona euro. Y, aunque
España no está en un programa de rescate formal, toma prestado la mayor parte
de su dinero de los bancos españoles. En otras palabras, un gobierno de
izquierda se pondría en rumbo de colisión de inmediato con el capitalismo
español e internacional.
Incluso un programa de reformas limitadas
como el de PODEMOS será bloqueado desde el primer día. Por otra parte, las
tareas de la revolución española se complican por el desarrollo desigual y
combinado del país, que combina formaciones sociales capitalistas con
importantes bolsas de atraso. La cuestión de la monarquía, de la
autodeterminación nacional, de la iglesia, de la memoria histórica y el legado
de la dictadura de Franco, están todos entrelazados en un tremendo nudo
gordiano que no se puede cortar con medias tintas dentro de los límites del
sistema.
La única forma de superar estas cuestiones
es a través de la transformación socialista de la sociedad: la expropiación de
la enorme riqueza que existe en España y su puesta bajo control público a
través de una economía planificada democráticamente dirigida no con fines de
lucro, sino en aras de las necesidades sociales. Un gobierno potencial de
PODEMOS tendría un aliado formidable para hacer esto, la clase obrera española,
que es numéricamente mucho más grande que la griega y posee poderosas
tradiciones revolucionarias. En la actualidad es mucho más fuerte que en los
años 1930 o 1970, mientras que la base social de la reacción (la pequeña
burguesía, el campesinado, etc.) es más débil. Y la iniciativa revolucionaria
ofrecida por la clase obrera española, como fue el caso en 1930, seguramente se
convertiría en un faro para los trabajadores y la juventud de otros países.
Sobre la base de un programa socialista que está dispuesto a acometer
frontalmente la cabeza del viejo régimen, ¡Sí se puede!
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