Oligarquía y el FMI contra Reformas

  ¡¡ Rechazar la Deuda !! 

¡¡ Luchar contra el capitalismo !!

         Con toda seguridad Colombia esta viviendo unos momentos históricos críticos. Los representantes de la oligarquía y la clase dominante colombiana, dentro y fuera del aparato del Estado, están empeñados en cerrar el conjunto de las puertas de las anunciadas “reformas sociales del gobierno del presidente Gustavo Petro. 

Salvador Pérez

 En este sentido podríamos hablar claramente de un orquestado sabotaje a estos programas sociales, que de forma consciente realiza la clase dominante El sabotaje de este programa por parte de la parasita clase dominante, utilizando sus títeres parlamentarios entre otros, en una demostración de que lo único que le vale a los patronos, banqueros y terratenientes colombianos y extranjeros son sus acostumbradas ganancias, a las cuales no están dispuestos a renunciar, ni a un solo Peso, y menos si es por mejorar algo el bienestar de la clase trabajadora y el conjunto de las clases oprimidas. 

Ante el dilema de mayores beneficios o mejores condiciones de vida para la mayoría de la sociedad, a la clase dominante se le caen todas las máscaras. Están saboteando y tumbando todas las reformas del gobierno de una forma absolutamente antidemocrática, imponiendo a cualquier costa la voluntad de las 15 familias de superricos que controlan las palancas fundamentales de la económica colombiana y con ello el destino de la sociedad. Es por ello que no están guardando siquiera las mínimas formas de su pretendida democracia formal y están arrojando a la papelera los programas del gobierno Petro, que fueron votados por millones de trabajadores, jóvenes y oprimidos. 

Gustavo Petro ha llamado, como es correcto hacerlo, además, a las masas a que defiendan todas estas reformas en la movilización, en las calles, lejos de las salas llenas de hipócritas y corruptos del Congreso y el Senado. Y esos llamados, hasta ahora, están siendo respondidos masivamente por los trabajadores, la juventud y los sectores oprimidos, que una y otra vez están respondiendo llenando las calles y las plazas en contra de los reaccionarios. 

Pero es necesario que comprendamos que todo ello no es suficiente. Es más, en el contexto actual en donde la crisis del sistema capitalista comienza claramente a agravarse, la clase dominante colombiana y sus socios internacionales del imperialismo no verán más remedio que intensificar los ataques al objeto de que los trabajadores y los sectores más débiles de la sociedad paguen la crisis de su Sistema socioeconómico. Los reaccionarios no están permitiendo llevar a cabo políticas en beneficio de la mayoría de la sociedad y en estos próximos meses, hasta las elecciones del próximo año, sus embestidas aumentaran sin duda. Es necesario que comprendamos la necesidad urgente de que rompamos por completo con la lógica y los estrechos limites que impone el capitalismo para el desarrollo de la sociedad. 

Han tumbado la reforma laboral, la de la Salud, la pensional… Están tumbando las posibilidades de un futuro digno para millones. Y todo ello lo están haciendo un puñado de títeres de la oligarquía corrupta y mafiosa en los despachos y salas del Senado y el Congreso, cumpliendo los dictados de los Consejos de Administración de los bancos y grandes empresas, al igual que las ordenes que claramente están impartiendo los imperialistas, que se unen al coro de los reaccionarios nacionales para poner todo “patas arriba” y frustrar de esta forma las ilusiones populares en el primer gobierno de la izquierda colombiana. 

Es en este contexto en el cual debemos comprender el significado del anuncio reciente del Fondo Monetario Internacional -FMI-, realizado el pasado sábado 26 de abril, anunciando que “ponía bajo revisión la continuidad de la Línea de Crédito que mantiene con el Gobierno de Colombia”. Es claro que con ello los imperialistas quieren añadir más leña al fuego en la “inestabilidad económica y social” del país. 

Este anuncio del FMI es la demostración más palparía y clara de la enorme hipocresía y del carácter reaccionario de lo que llaman metafóricamente las “reglas del orden mundial liberal”, con las cuales las potencias imperialistas, en primer lugar los Estados Unidos, siempre buscan trasladar los efectos de la crisis del capitalismo a los países más pobres, para que a nivel mundial seamos la clase trabajadora quienes paguemos las orgias de beneficios que se llevan a sus bolsillos el 1% de los más ricos del planeta, de cada país. 

En Colombia las amenazas del FMI de poder retirar sus préstamos al país no significan otra cosa que un claro aumento de la presión sobre un gobierno que ya esta agotando todas las vías y posibilidades de aprobar el programa de medidas sociales para el cual fue mandatado por las urnas cuando fue elegido Gustavo Petro presidente. Toda la situación demuestra una cosa clara: el actual Sistema económico esta putrefacto y nada progresivo tiene para poder ofrecer a las masas colombianas. 

Prestamos al bolsillo de los ricachones 

El títere del uribismo, el expresidente Iván Duque, utilizo la Pandemia del Covid-19 para usar una Línea de Crédito Flexible, proporcionada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), algo que sucedió por primera vez en la historia de Colombia. El gobierno Duque utilizó esos préstamos, el aumento de la deuda, para evitar un colapso completo de la economía, para lo cual fundamentalmente transfirió miles de millones de esa deuda publica al bolsillo de los grandes ricachones, beneficiando de esta forma principalmente a las grandes empresas, como vino a demostrar uno de los casos mas escandalosos: los sobornos de Avianca. 

El FMI presto dinero al gobierno Duque, para amortizar en cinco años desde septiembre de 2020, por un valor de 5.400 millones de dólares. Ahora vemos como ese préstamo se ha convertido en una autentica carga insoportable para el conjunto de la economía colombiana. Para el gobierno de Petro esta deuda pública le ha supuesto pagar mucho más que en ningún otro periodo. 

Además, “se junta el hambre con las ganas de comer”. El gobierno actual también ha tenido que recurrir a aumentar la deuda para hacer gastos. Según datos del DANE, la deuda colombiana llegó a los 74,9 billones de dólares en el cuarto trimestre de 2024. El propio FMI a final de año informó que la relación Deuda/PIB es del 61,3% y aunque el gobierno Petro ha logrado disimular la Deuda con la aprobación de una “reforma tributaria en 2022-2023”, la situación es grave, llena de bombas de relojería, motivada por la herencia de gobiernos anteriores, pero que se mantienen en la actualidad: aumento de los costos de los subsidios a los combustibles, vencimiento de títulos de deuda pública y sobre todo de la parálisis y lentitud en las ejecuciones de los proyectos en infraestructura. Todo ello está en la práctica haciendo un estrangulamiento del Presupuesto. 

El gobierno Petro no ha logrado sacar adelante sus proyectos de Reformas, por lo que una parte importante de su acción se esta limitando ha ser meros gestores de la crisis fiscal que ha heredado y lo hipoteca, atándole las dos manos. Bajo esta situación los márgenes en los que se mueve el gobierno son tan estrechos, que casi no existen, mucho menos para plantearse el programa que afirmaba era de “transformación social”. Ante las crecientes presiones el gobierno Petro se ve constantemente obligado a aumentar y contraer nuevas deudas, que son “pan para hoy, hambre para mañana”. Todo el mundo sabe que al final las deudas se deben pagar, de una u otra forma, mientras que ello imposibilita al gobierno cumplir sus promesas y compromisos electorales. 

Llevado por la propia necesidad bajo el actual sistema, el gobierno acordó hacer un adelanto del cobro "retenciones fiscales a las empresas para este año, lo que en términos simples significa exigir a las empresas”, para que paguen los impuestos antes de la fecha límite para ello. Esta medida permite financiamiento para ahora, pero sin duda compromete y limita que el gobierno pueda afrontar compromisos de gastos para este próximo periodo, acelerando el propio ritmo del endeudamiento.  Algunos ya hablan de una “posible violación de las reglas fiscales”, que establecen que no hay que endeudarse más allá del  70%  del Producto Interior Bruto -PIB-. 

Políticamente esto es un gran círculo vicioso producto directo de la lógica del capital y de adaptación inocente (al menos que no sea consciente y cómplice con el capitalismo) del reformismo, que en la época actual se presenta como contra reformismo, al aceptar y adaptarse a las reglas de juego del capitalismo en crisis, que quiere continuar su existencia como sistema de beneficios para un puñado de parásitos sociales. 

El Fondo Monetario Internacional dice que pone a Colombia “bajo escrutinio”. Según sus estrategas “la disponibilidad de la línea de crédito con Colombia está en evaluación y su renovación dependerá de los resultados de la revisión en curso bajo el Artículo IV del Acuerdo”. Ello implica que el gobierno tendrá las finanzas del país bajo supervisión directa del FMI, organismo del imperialismo que siempre, siempre, dictamina sus orientaciones, perspectivas y políticas al compás de los intereses de los poderosos, comenzando por supuesto por las multinacionales. 

Es erróneo y debilita nuestra capacidad de comprender los procesos que están ocurriendo pensar que las deudas son el producto de malos gobernantes, de malos administradores. El fenómeno mundial, en general y de la colombiana en particular, es el reflejo del callejón sin salida en el que entro el capitalismo, en su etapa de crisis de sobreproducción galopante. Vemos como los mercados se saturan, llenos sin mercancías cada vez con menos salida. Ello lleva a la lucha de la burguesía, de los imperialistas, por recuperar e incrementar su tasa de beneficios, para lo cual desde los Estados inyectas cantidades cada vez mayores de capital ficticio a los bolsillos de los grandes empresarios y banqueros. Esto lo hacen sin que exista un respaldo real de ese capital con la economía real, lo cual provoca montaña de deudas publica y finalmente prepara nuevas crisis mas profundas. 

El FMI está generando un claro mensaje en contra del gobierno colombiano, bastante peligroso y complementario con las acciones que despliega la oligarquía y la clase dominante, torpedeando e impidiendo la aprobación de las reformas. El FMI esta dando un claro voto de no confianza en que el gobierno de Petro pueda manejar el capitalismo en crisis de Colombia. Los llamados “mercados” han reaccionado ya a los anuncios del FMI, sufriendo los títulos de la Deuda Publica colombiana -TES- una fuerte caída, al igual que los valores de las acciones de la Bolsa de Valores de Colombia. Las acciones bajan y el valor del Peso colombiano se deprecia con respecto al dólar norteamericano. 

Ante todo ello los elementos reaccionarios de la oposición y el establishment han reaccionado envalentonados, profiriendo gritos en contra del gobierno Petro, agitando ante la pretendida “mala gestión económica del gobierno”, al tiempo que acusan a la izquierda de dañar la economía del país. La reacción esta organizando a todo tipo de personajes, incluyendo exministros, periodistas, catedráticos y todo tipo de elementos del régimen uribista (algunos se llegaron a disfrazar en las banderas del propio Pacto Histórico, todos ellos unidos al FMI en la única receta que les gusta y defienden: mas y mas austeridad para las masas colombianas. 

Curiosamente todos estos enemigos declarados de la clase obrera colombiana insisten en la idea de que lo que está ocurriendo económicamente es totalmente ajeno a los gobiernos anteriores, a los gobiernos reaccionarios de Uribe Vélez, Santos y Duque, todos ellos unidos políticamente a una misma familia y todos ellos unidos e implicados a numerosos escándalos, entre ellos los referidos a como utilizaron la Pandemia a partir de 2020 para en base a créditos y deuda pública enriquecerse a costa del sufrimiento de las masas colombiana. 

Defender Todas las Reformas - Luchar Cambio Sociedad

 Hasta ahora, lejos de lo que pensaba ocurriría, el gobierno de Gustavo Petro no ha sido capaz de implantar y llevar al terreno de la practica sus anunciadas Reformas sociales. La clase dominante le ha puesto los tapones necesarios para impedírselo, utilizando sus lacayos dentro de los pasillos y salas del Senado y el Congreso. El propio Petro, de forma reiterada, ha venido llamando a sus partidarios a movilizarse en las calles, con movilizaciones, para defender sus Reformas. Y en una clara demostración de que la clase obrera y los oprimidos aun tienen fuerzas para luchar, cada llamamiento hecho por Petro ha sido respondido con movilizaciones masivas en las principales ciudades del país. 

Hemos visto grandes movilizaciones, particularmente en los últimos meses con el 18 de marzo y el 1 de mayo. Para las masas el escenario natural para luchar es en las calles y en cada oportunidad las masas colombianas están respondiendo masivamente. Aun el recuerdo del Estallido social de 2021 está fresco en la memoria colectiva de los trabajadores, la juventud y el conjunto de los oprimidos colombianos. Pero también la situación está demostrando los límites de las convocatorias a la lucha en fechas aisladas. Se impone la necesidad de organizar una amplia movilización, sostenida hasta lograr los objetivos planteados. En ello los CABILDOS ABIERTOS pueden y deben jugar un papel importante como órganos de poder popular. 

Frente a los planes de la reacción, de la oligarquía, los burgueses y terratenientes, apoyados y alentados por los imperialistas del FMI, los trabajadores colombianos al frente del conjunto de los sectores populares y oprimidos del país, debe aspirar a gobernar la sociedad, a luchar por una sociedad basada en una genuina DEMOCRACIA DE LOS TRABAJAORES, en donde las palancas fundamentales de la economía funcionen para satisfacer las crecientes necesidades que viven y padecen las masas en Colombia. 

Una lucha triunfante de los trabajadores colombianos será toda una fuente de inspiración para el conjunto de los oprimidos del continente, de toda Latinoamérica, en cuya lucha se decide el futuro de los trabajadores del continente y del mundo: construir en este próximo periodo una sociedad socialista basada en una verdadera democracia para las masas, en igualdad y eliminación de todas las actuales lacras del capitalismo, del desempleo, los salarios de miseria, el hambre y las enfermedades. 

Sin embargo, es importante destacar el hecho de que esto muestra los límites de un sistema que, en crisis, no está dispuesto a dejar en pie ningún derecho de las clases oprimidas. El capitalismo no tiene solución a los problemas de desigualdad y redistribución. El hecho de que los problemas de Colombia estén enraizados en el propio sistema capitalista cierra la puerta a cualquier cambio duradero o a que las clases dominantes permitan que dicho cambio avance pacíficamente. Es por eso que la lucha debe intensificarse con una campaña de movilizaciones militantes, organización sindical en el lugar de trabajo y preparación de huelgas que afecten directamente los intereses económicos de la oligarquía. 

Sobre todo, debemos entender que mientras el dominio del capital permanezca en su lugar, no habrá forma de hacer que las victorias de la clase obrera sean permanentes, y mucho menos atacar el corazón del capitalismo global: el imperialismo que se sostiene en el sufrimiento de nuestros trabajadores. Por eso, para atacar al imperialismo y su hipocresía, debemos luchar para derrocar a la oligarquía y sus instituciones corruptas en casa, reemplazarla por una verdadera democracia obrera y llevar a cabo la transformación socialista de la sociedad en Colombia y en todo el mundo. 

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