DONALD TRUMP Y LA INESTABILIDAD IMPERIALISTA
Escribió Eduardo Galeano que el mundo "Patas Arriba tiene muchos cómplices. Es un placer denunciarlos". Estamos seguros que viendo el panorama actual alucinaria de la verdadera situación en la actual encrucijada de la humanidad.
Donald Trump se ríe de aquellos países que le dicen que quieren negociar: "Nos están llamando, están besándome el culo, por favor, por favor, señor, llegue a un acuerdo. Haré lo que sea, señor", ha comentado con mofa el presidente de EEUU aludiendo a los países que, según él, le están "rogando" negociar. (Público/EFE - 09/04/2025 09:21)
Trump, turbulencias y aranceles, una nueva época
Lo verdaderamente
curioso de toda esta nueva situación es que todos los “perros ladran” al
espectro, pero nadie sabe muy bien como poder explicar el verdadero significado
de este, nadie es capaz de decirnos como este fantasma en poco tiempo ha podido
llegar de nuevo a situarse a la cabeza y el control del país más poderoso y
rico de la Tierra.
El mundo
esta sido golpeado por un fantasma, que de nuevo. Este espectro de fantasma
recorre la mismísima vieja Europa. Aparentemente este fenómeno horrible ha
aparecido de pronto, como fruto aparente de magia negra, para asolar y crear
tormentos a todas las “buenas gentes” del Planeta.
Todos los “verdaderos defensores del «orden internacional», todos los defensores del orden establecido, todos los que ladraban para prometer que unidos lograrían “derrotar a este autentico monstruo”, todos ellos están con la boca abierta, quejándose y sin saber muy bien que hacer.
Y para
completar todo este magnífico cuadro, toda la “maravillosa prensa libre”, que
todo el mundo sabe que es la principal defensora de la libertad y la libertad
de expresión, afirma que está unida para luchar y librar la batalla en defensa
de la “democracia, la libertad, de la ley y el orden”. El nombre del fantasma
se llama Donald J Trump.
Los
mercados financieros se estan tambaleando después del anuncio sobre los
aranceles que ha planteado públicamente Donald Trump, el pasado jueves
2 de abril. La llamada “confianza” de la clase capitalista, en su conjunto, ha
recibido un golpe duro tras la imposición de Trump de los aranceles más
elevados desde el pasado siglo XIX.
Los índices
bursátiles están desplomándose en estos momentos. El índice S&P 500 bajó un
3 por ciento, las acciones de Apple cayeron un 8% por ciento, el Nasdaq un 4%, Nike
un 11%, Ralph Lauren un 12%, Nvidia un 5%, etc. Todos los importadores, por
ejemplo, del sudeste asiático se vieron afectados, comenzando por las
industrias de confección.
Donald
Trump a impuesto, por ejemplo, a Vietnam, Camboya, Laos, Sri Lanka, Bangladesh,
Indonesia, Myanmar, aranceles de entre el 35% y el 49%, lo que inevitablemente
tendrá un importante impacto en el conjunto de la economía de toda esa región. Más
de un tercio de las exportaciones de Vietnam y de Camboya están dedicados al mercado
estadounidense.
La caída de los mercados bursátiles reveló que los aranceles han sido peores de lo previsto. Un 10 por ciento sobre todas las importaciones, añadido a aranceles más elevados de todos los principales socios comerciales de EE. UU. Dependiendo de cómo se calcule, la tasa arancelaria media será ahora del 29 por ciento si se cree a Evercore ISI, o del 18 por ciento como publica Goldman Sachs.
Como señalo
Goldman Sachs, “es probable que esta aumente a medida que sectores como el
cobre, los productos farmacéuticos, los semiconductores y la madera reciban sus
propios aranceles”. El impacto en la economía mundial se va ha ser sentir
fuertemente. La mayoría de los países tienen un comercio significativo con
Estados Unidos. Con la ciada del precio del petróleo un seis por ciento los
inversores son conscientes de que todo empuja de forma decidida hacia una nueva
etapa de la recesión. Los principales socios comerciales de los EE.UU. están nerviosos
con la política de aranceles de Trump, al tiempo que quieren evitar los efectos
de una clara guerra comercial mundial con los EE.UU. y sobre todo las
consecuencias que ello traerá.
Italia y
España han instado a mantener «negociaciones constructivas». El Gobierno
británico dice estar «consultando» a los consejeros delegados sobre las
represalias. Japón también está inmerso en un mar de nervios. La relativamente
limitada respuesta inmediata refleja los miedos de los distintos gobiernos a
toar medidas que puedan perjudicar aún más a sus propias economías. Sin
embargo, a medida que la situación se deteriore más, en este mismo año o en el
próximo, iremos viendo la introducción de nuevas medidas proteccionistas. Esta
es toda la experiencia de los llamados años 30, que veremos repetir ahora todos
los viejos errores. En aquel periodo las medidas proteccionistas no se implantaron
todas de golpe, sino de forma gradual, en un país tras otro y en la medida en
la que la crisis empeoraba, los distintos gobiernos cambiaban sus medidas en
una espiral hacia la depresión económica mundial.
También
tenemos los gobiernos que intentan congraciarse con Trump, como el Gobierno
surcoreano, tratando de solventar los problemas subvencionando sus industrias,
haciendo recaer el coste sobre los trabajadores surcoreanos. Esta es otra de
las medidas que baraja la burguesía de los países afectados. Mediante
subvenciones directas o atacando las condiciones laborales, la burguesía puede
intentar exprimir a sus propios trabajadores como respuesta.
La Agencia Reuters, publica
lo siguiente: “¿Quiénes son los posibles ganadores ante los aranceles de
Trump?. Días después de que el presidente estadounidense Donald Trump anunciara
aranceles radicales que afectan a varios socios comerciales de su país y a los
mercados mundiales, algunos países están surgiendo como posibles beneficiados,
aunque el riesgo de una recesión inducida por aranceles limitará el potencial
de sus ventajas”.
De
cualquier forma Trump también está provocando “dolores” internos en los EEUU,
algo muy lejos de aquello que aparentemente prometió. La automotriz Stellantis ya
ha anunciado el despido de más de 900 empleos temporales en EEUU, en cinco
plantas. A medida que aumenten los costes de los productos fabricados en EE.UU.
debido a los aranceles, los consumidores estadounidenses dejarán de gastar, a
la espera de tiempos mejores. El sector automovilístico está enormemente
preocupado por los aranceles, especialmente por los componentes que deben
importar y que necesitan si o si para ensamblar los coches en Estados Unidos.
Las
industrias exportadoras se verán también afectados, en primer lugar, por la sacudida
en sus propios costes y, seguidamente, por las medidas de represalia del resto
de países. Por si fuera poco, los economistas mas optimistas esperan que los aranceles
a gran escala haga aumentar algo más del 2,5% a la inflación anual, lo que terminara
minando aún más el mermado poder adquisitivo de los trabajadores
estadounidenses.
Se
desconoce el alcance y la profundidad de sus efectos. Pero el desmantelamiento
de 80 años de integración comercial va a tener enormes implicaciones para la
economía mundial. Todos los beneficios del comercio mundial están amenazados:
mayor productividad, productos más baratos, etc.
Ahora empezará una competencia aún más feroz en el mercado mundial, a medida que el mercado estadounidense sea de más difícil acceso y los consumidores, preocupados por el futuro, contengan su consumo. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que la debilitada UE imponga más aranceles, no sólo a EE. UU., sino también a China y otros países, para frenar el «dumping»?
Bajo la
premisa de proteger a empresarios y agricultores nacionales, en 1930 y recién
estallado el crack del 29, Estados Unidos aprobó la Ley de Tarifas
Smoot-Hawley, con la que incrementó los aranceles de importación de
alrededor de 900 productos en un promedio de entre el 40% y el 60%. El
resultado fue catastrófico y contribuyó a agudizar la Gran Depresión de 1929:
el comercio global cayó en picado, llegaron fuertes represalias de otros
países, los bancos cayeron en bancarrota y se produjo un aislamiento económico
que muchos historiadores aseguran, fue decisivo para el inicio de la Segunda
Guerra Mundial. Hoy, el temor a que la historia se repita mantiene en vilo a
las bolsas de todo el mundo.
Todo hace indicar que esta comenzando a estallar la guerra de la deuda externa. Esta maniobra, que podría parecer financiera en su superficie, encierra implicaciones económicas y diplomáticas de gran envergadura. Una eventual venta masiva de bonos por parte de China podría alterar el valor del dólar, encarecer la financiación del déficit estadounidense y generar inestabilidad en los mercados globales. En otras palabras, Pekín podría estar intentando asestar un golpe silencioso pero demoledor al sistema financiero estadounidense justo en el momento más vulnerable de la presidencia de Donald Trump.
Wall Street presenta de entrada datos indicativos de hacia donde vamos. El promedio Industrial Dow Jones ha caido 915 puntos, un 2,3%, pasando a 39.693,23 unidades; el indice S&P 500 ha descendido 153,61 puntos, un 2,81%, pasando a 5.302,29 unidades; y el Nasdaq Composite ha perdido 592m43 puntos, un 3,46%, pasando a 16.532,54 unidades.
No existen
dudas de quien es en todos los planes aquellos que deben ser los pagadores de
la crisis: la clase trabajadora.
En este
contexto a la clase obrera no le cabera más alternativa que la de luchar
ferozmente en contra de todas estas avalanchas de medidas reaccionarias que se
proyectan y avecinan: contra el cierre de fábricas, contra los ataques a los
salarios y las condiciones de trabajo, contra los recortes del gasto social,
etc. En ningún aspecto de la vida hay nada mecánico, todo es dialectico. Pero la intensificación actual del conflicto internacional acabará encontrando un reflejo en una importante intensificación de la lucha de clases.
Y es del todo claro que los EE.UU. no se quedarán fuera del proceso de la lucha de clases en el que hemos entrado. El 5 de abril EE.UU. vivió una jornada de lucha y movilización en más de 1.400 manifestaciones celebradas en los 50 estados del país. Cientos de miles llenaron las calles de New York, Boston, Chicago, Los Ángeles… y así hasta cuatro millones que se volcaron en lo una de las primeras movilizaciones en contra de los planes y la agenda reaccionaria, racista y represiva de la actual Administración Trump.
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