COLOMBIA: POR UN GENUINO GOBIERNO DE LOS TRABAJADORES

 HACIA LAS ELECCIONES 2026:

UN GOBIERNO DE LOS OPRIMIDOS CON UN GENUINO PROGRAMA DE CAMBIO SOCIAL

“O se creen muy listos, o nos consideran extremadamente

tontos por la eternidad. O ambas cosas al mismo tiempo”.

        Estábamos hace unos minutos observando un video en el cual Álvaro Uribe Vélez hablaba ante su partido diciendo que “en el Centro Democrático necesitamos peleas". Y hablaba de forma primitiva de “pelear contra la pobreza, la inseguridad, la corrupción, …”. Escuchar al expresidente me producía el mismo efecto que cuando en España escucho hablar al dirigente fascista de Vox, Santiago Abascal, en sus ataques a los inmigrantes como responsables de los problemas de seguridad y de que se roban los recursos sociales públicos. Todo dicho por alguien que desde muy jovencito ha vivido a costilla de los recursos públicos, que desde Administraciones gobernadas por la derecha española lo han mantenido bien untado de grandes sumas de dineros públicos. Pues escuchando a Uribe igual, es como asistir a un verdadero "mundo de locos", lleno de discursos mentirosos, ajenos totalmente a la verdadera realidad de la sociedad, un mundo que constantemente nos lo presentan al revés, "patas arriba", por así decirlo.

        Y es que cuando uno escucha a Álvaro Uribe en Colombia, no tiene mas remedio que preguntarse atónito ¿cómo es posible que un personaje así, con un nivel de intelecto muy próximo a primates de los más elementales, haya podido desempeñar todo un rosario de cargos públicos, en las Empresas Públicas de Medellín, en el Ministerio de Trabajo con el gobierno de Alfonso López Michelsen, Director de la Aeronáutica Civil bajo el gobierno de Julio Cesar Turbay, posteriormente Alcalde de Medellín (1982), Senador de la República (1986-1994), Gobernador de Antioquia (1995-1997) y Presidente de la Republica en dos ocasiones (elegido en 2002 y reelegido en 2006)?.

        Hombre, que alguien como él hable de “pelear” es casi lo único “lógico”. Uribe siempre demostró que para abrirse paso en politica, para poner la politica al servicio de sus intereses personales, familiares y de la oligarquia a la que él representa, nunca dudo de ir de la mano de todas las fuerzas mas oscuras de la sociedad, desde los clanes corruptos, a los del narcotráfico y el paramilitarismo en Colombia. En los años 60 ya estaba dentro de las listas de los EEUU de los narcotraficantes más poderosos y peligros de Colombia, conocido por "el narco #82", junto a sus íntimos como "el narco #79", que correspondia al mismísimo Pablo Escobar.

        Al parecer, no por inteligencia, sino por formación, en “peleas desiguales”, Álvaro Uribe Vélez es todo un experto. En su propia finca, "Las Guacharacas”, fue fundado el “Bloque Metro”, de los Paramilitares, al igual que "Grupo de los Doce Apóstoles", fundado en la finca "La Carolina" por Santiago Uribe Vélez, que realizaba "limpieza social" bajo patrocinio de los grandes ganaderos y oligarcas del pais. 

        En este sentido, los desplazamientos de familias y poblaciones enteras, el exterminio de campesinos, de activistas sociales, de defensores de Derechos Humanos y hasta de organizaciones enteras, como fue el caso de la Unión Patriótica, para Uribe Vélez era un precio “justo”, con el objetivo de que la oligarquía acumulara para si más tierras, más capital y mantuviera un poder absoluto sobre la sociedad.

        Que alguien como Uribe hable de "luchar contra el narco y el paramilitarismo", habiendo sido máximo jefe de estas bandas criminales, es demasiado intelectualmente para nuestra mente, para cualquier persona normal y corriente. Y por supuesto, que Álvaro Uribe nos hable de "luchar contra la corrupción" suena a un muy mal chiste, cuándo bajo sus gobiernos, y los de sus títeres posteriores, la corrupción infectaba a toda la estructura institucional del Estado y la sociedad, métodos por los cuales se robaban y roban todos los recursos, que meten en sus bolsillos, sin miramientos.

        Como popularmente se dice, “se robaron hasta el último peso de los recursos que debían servir para dar salud, educación, tierras, viviendas, vejez, … a los colombianos y colombianas”. paradójicamente nos hablan de “seguridad democrática” los que asesinaban impunemente a jóvenes y pobres para presentarlos como guerrilleros dados de baja (los llamados falsos positivos), el mismo Uribe que nos habla de poner freno a la violencia es el mismo que organizaba escuadrones paramilitares para sembrar los campos y las ciudades colombianas de sangre inocente.

  Todo esto es demasiado para nuestra comprensión. Sentimos em nuestro vientre la misma sensación que alguien podría sentir al ver en la cabecera de una manifestación en defensa de la vida, portando la pancarta, a un reconocido asesino en serie. De verdad que los colombianos, los oprimidos del país y de toda la región Latinoamericana, no se merecen estos niveles de cinismo de personajes siniestros como Álvaro Uribe Vélez. Se hace necesario la verdad, la justicia y la reparación autentica para con las víctimas, más allá de palabras, con hechos claros y nítidos.

        En la izquierda colombiana, e internacional, se impone la necesidad de comenzar a llamar a las cosas por sus verdaderos nombres y de que pasemos de las palabras a los hechos. No es desde el punto de vista práctico para la mayoría el dar buenos discursos, correctos, reales y que pretenden defender los intereses de los más necesitados, sin que estos discursos e ideas se plasmen en medidas prácticas para aplicarlas en la realidad ya.

        Es de imperiosa necesidad que actuemos de una forma clara y contundente en contra de toda la hipocresía, de la doble moral que pretende seguir manejándonos a su antojo, con el objetivo de continuar acumulando más y más poder económico en sus manos, reflejado en el desarrollo y existencia por décadas y décadas del narcotráfico, la violencia paramilitar y los constantes saqueos corruptos del conjunto de los recursos económicos del Estado, de los recursos que tendrían que estar destinados a la inmensa mayoría del conjunto de los ciudadanos normales y corrientes del país.

        Un examen de la situación de Colombia nos muestra una sola cosa: para mantener el dominio sobre la sociedad la oligarquía, la burguesía y los banqueros nunca han dudado en usar los métodos más salvajes a su alcance. De hecho, la denominada “democracia colombiana” siempre ha sido una máscara detrás de la cual se han pretendido cubrir formalmente las elites dominantes, “permitiendo” a la población votar cada 4 años, siempre y cuando los dejaran a ellos, con sus representantes políticos, al frente de toda la institucionalidad del corrompido Estado colombiano, incluyendo el poder Ejecutivo, el aparato judicial, policial y militar.

        Hasta 2022, con el triunfo electoral del primer presidente que no ha pertenecido a la oligarquía, Gustavo Petro, las elecciones eran mecanismos que las elites utilizaban para darle un barniz de apariencia democrática al dominio absoluto que ejercían y ejercen, cobre el conjunto de las instituciones y la propia sociedad., apariencia democrática que usaban para formalizar sus acciones dentro y fuera del país. Como decimos, las elites dominantes, a cuyo servicio siempre estuvieron los presidentes de la República, con mención especial a Álvaro Uribe Vélez, nunca dudaron en utilizar los medios mas sangrientos para acallar cualquier posibilidad de oposición al saqueo que siempre han hecho de las riquezas del país.

        Las grandes fortunas del país se han forjado sobre el sudor, el sufrimiento, la explotación y la sangre de la inmensa mayoría de los colombianos y colombianas, a los cuales no dudaban en darles un machetazo o un tiro en la cabeza, al objeto de que todos los demás siguieran en silencio frente a las tropelías del poder de las elites.

        Detrás de todo ello está el origen y fundamento de las fortunas de los más ricos de Colombia: Jaime Gilinski Bacal; David Vélez; Luis Carlos Sarmiento Angulo; Beatriz Dávila de Santo Domingo; Alejandro Santo Domingo; Andrés Santo Domingo; … y el puñado reducido de grandes oligarcas del país.

        Al objeto de mantener e incrementar el dominio que ejerce esta elite en el país, en Colombia desde 1980 hasta 2012, según datos del Centro Nacional de Memoria Histórica, se contabilizó unas 1.982 masacres, de ellas unas 22 grandes masacres durante el gobierno de Álvaro Uribe, a lo largo y ancho del país, donde invariablemente las víctimas siempre han sido campesinos, indígenas, jóvenes de los barrios populares, … es decir, siempre gente inocente.

        Solamente entre el 7 de agosto en que tomó posesión de su cargo como presidente hasta el 7 de agosto de dos años después de entregar la presidencia, se contabilizaron no menos de 297 masacres. En los anales criminales de las presidencias de Álvaro Uribe Vélez quedarán siempre marcadas estas masacres, entre muchas otras:

        - Vereda El Limón, Riohacha; San Juan Nepomuceno, Bolívar; La Punta de los Remedios, Dibulla; San Carlos, Antioquia; Urrao, Antioquia; Bahía Portete, Alta Guajira; El Triunfo, Buenaventura; Flor amarillo y Cravo Charro, Arauca; La Gabarra, Norte de Santander; Llorente, Nariño; El Alfilador, Puerto Asís; San Salvador, Tame; Punta del Este, Buenaventura; Palomas, Puerto Valdivia; Sanza, San Juan de Arama; Olaya Herrera, Nariño; San José de Tapaje, El Charco; Iraca, Meta; Ricaurte, Santa Cruz y Barbacoas; Buenavista, Barbacoas; Tumaco, Nariño; Sánchez, Policarpa; las masacres de La Granja y El Aro; los asesinatos de Defensores de Derechos Humanos, como los abogados Jesús María Valle Jaramillo (víctima de la banda “La Terraza”) y José Eduardo Umaña Mendoza, …

        Contra Álvaro Uribe existen en su contra no menos de 276 procesos, entre los cuales destacan las “chuzadas” del DAS, el escándalo de Agro Ingreso Seguro, las cuotas que habría entregado para garantizar la aprobación de su reelección en el Congreso. Y como recientemente hemos visto, hasta actos como comprar testigos y sobornarlos para “engañar” a los jueces, delitos por los cuales ha sido condenado a 12 años de prisión.


        Es claro, y así es reconocido internacionalmente, que Gustavo Petro está denunciando políticamente todos estos hechos, que junto a sus denuncias contra las tropelías que continúa realizando el imperialismo estadounidense, le están convirtiendo en uno de los dirigentes reformistas de izquierdas más valorados y respetados, en Colombia y en el conjunto de Latinoamérica.

        También es cierto que todos los intentos de llevar adelante el cumplimiento del programa social con el cual Petro se presentó a las elecciones en 2022 ha sido contantemente bombardeado y saboteado por las elites dominantes, de dentro y fuera de Colombia. Desde su Reforma Laboral, que finalmente aprobó sobre la base de los trabajadores, la juventud y los oprimidos movilizados, hasta su Reforma pensional, de la Salud, Educacional, Reforma Agraria, …

        El caso de Gustavo Petro nos muestra, nuevamente, como algunos dirigentes “reformistas de izquierdas” pueden llegar hacer un diagnóstico y análisis correcto de toda la situación. Pero tenemos que llamar la atención, imperiosamente, que hacer ese diagnóstico es solo el primer paso necesario. El segundo y determinante es sacar de ello las necesarias conclusiones practica de qué medidas tomar y como tomarlas. Y aquí topamos con la dificultad objetiva de que Gustavo Petro, aun siendo el más lucido en sus análisis, en la medida en que no se plantea acabar con el raquítico capitalismo colombiano, se limita a intentar “gestionar desde dentro del Sistema la situación”, intentando convencer a las elites de que “es de justicia lo que defiende”.

        Pero como hemos visto una y otra vez, para las elites no existe nada parecido a que sea tolerable defender la justicia social. Los poderosos solo entienden de mantener y extender aún más sus enormes fortunas privadas y para ello no dudaron en provocar baños de sangre en la sociedad para mantener “lejos a las masas de sus riquezas”. Y no dudaran en volver hacerlo, sino tomamos medidas prácticas que les corten el paso hacia ello.

        Gustavo Petro denuncio recientemente, en la CELAC en Santa Marta, que esas elites de los Santo Domingo, Sarmiento Angulo, Gilinski, Vélez, … son los que están boicoteando su programa de gobierno y están llamando al gobierno de los EE. UU. a actuar en contra de él, de su gobierno y del pueblo colombiano. Ello es correcto, y lo hacen para preservar sus posiciones dominantes al frente de la sociedad colombiana. Aquí la pregunta que debemos hacernos es, ¿cómo cortamos esos nudos que interconectan a las elites dominantes de Colombia con los imperialistas norteamericanos?; ¿Cómo podemos llevar adelante un genuino programa en beneficio del 99 por ciento de la población, que choca con los intereses materiales del 1 por ciento que representa la elite dominante?

        Lenin explico que “el capitalismo en última instancia representa horror sin fin”. Y ese horror es lo que hemos visto y vemos constantemente a nuestro alrededor en Colombia, en Latinoamérica y en el mundo. Y las dosis de ese horror aumentan en la medida en la que el capitalismo en su crisis orgánica necesita seguir concentrando en unas pocas de manos el conjunto de los recursos que aún permanecen o se dedican para las masas. En su lucha por mayores beneficios privados las oligarquías de todo el mundo, y la de Colombia en particular, están dispuestas a llevar a la sociedad, a la humanidad, a un verdadero callejón sin salida, al precipicio que amenaza a la propia existencia de la humanidad.

        Contrariamente a ideas que expreso Gustavo Petro cuando llegaba a la presidencia, no es cierto que se pueda reformar progresistamente el capitalismo hoy. Estamos ante un Sistema socioeconómico en decadencia, que se ha convertido en absolutamente reaccionario, desde el punto de vista de los intereses de las masas. Al capitalismo no se le puede reformar progresistamente ya, hay que derrocarlo y abolirlo. Tenemos que luchar por transformar la sociedad de abajo arriba y de arriba abajo.

        Y todo ello significa desde un punto de vista práctico tomar decisiones firmes en favor de los intereses vitales de la mayoría de la sociedad. No se puede gobernar para todos al mismo tiempo. Los recursos materiales para erradicar la inmensa mayoría de los problemas que sufrimos están ahí, creados ya, en la sociedad. Lo que ocurre que están bajo el control y propiedad de un puñado de vampiros sociales, de unas elites que buscan mantenerlos bajo su propiedad y que están dispuestos a todo por ello.

        HAY QUE EXPROPIAR LA RIQUEZA DE LA OLIGARQUIA, DE LOS GRANDES EMPRESARIOS Y LOS BANQUEROS, para destinarla a satisfacer el conjunto de las demandas y necesidades que los trabajadores, los campesinos pobres, la juventud y el conjunto de los oprimidos tienen. La izquierda tiene que hacer urgentemente un llamado a la clase trabajadora a tomar en sus manos el control de la economía, del Estado y de la sociedad. La debilidad en este sentido solo puede invitar a nuestros enemigos a mas y mas agresiones en nuestra contra. Hay que actuar con firmeza, con la que nos proporciona nuestra justa lucha por una sociedad de libertad y justicia social.

        Este es el único programa realmente realista que se nos presenta ante el inmediato futuro. Este, o las elites dominantes se recompondrán y buscarán la fórmula de llevar de nuevo al gobierno a representantes políticos directos de ellos. Y ya conocemos esos representantes políticos de la oligarquía, de los poderosos, lo que están dispuesto hacer para seguir manteniendo el poder efectivo sobre la mayoría. El otro día escuchando a Álvaro Uribe Vélez en un acto del Centro Democrático diciendo “que necesitan peleas”, recordaba estas cosas: NECESITAMOS UN GENUINO GOBIERNO DE LOS TRABAJADORES, DE LOS CAMPESINOS Y DEL CONJUNTO D ELOS OPRIMIDOS, EN COLOMBIA Y EN EL CONJUNTO DE LATINOAMERICA.

        Luchar para cambiar, transformar, radicalmente la sociedad, es el único camino por el que transitar en defensa de los intereses de la aplastante mayoría de la sociedad colombiana.

Comentarios

  1. Anónimo13/11/25

    Recomiendo este importante artículo dado el contexto de la situación política nacional e internacional para el 2026.

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