EN DEFENSA DEL MARXISMO, DE LA TEORÍA Y LOS METODOS:
La brújula de navegación en la revolución
frente a las 100 variedades de sectarios
“La Marx Internacional” y Qué Faire?
El grupo denominado “La Marx –
Internacional” no tiene en sí mismo por merito ser un grupo nuevo, aunque
algunos en ese modismo de presentar lo viejo como nuevo se empeñen en ello.
Como veremos sus ideas y sus métodos de funcionamiento son cosas en algunos
casos bastantes viejas, tan viejas como son los errores oportunistas y sectarios del pasado.
Por: Salvador Pérez
Su interpretación de lo que es el marxismo
y específicamente el trotskismo, nos trae a la mente el artículo inconcluso de
León Trotsky titulado “Clase, Partido y Dirección”, de 1940, el cual dedico al análisis
de las posiciones de un pequeño grupo francés, que a finales de los años 30 publicaba
en Francia un periódico llamado Que faire? - (Que hacer?), en el cual realizaron una critica a las ideas de un trotskista denominado “Casanova”, sobre los
acontecimientos de la revolución española y del porque esta había sido
derrotada. Claramente este grupo en las paginas de su periódico se dedicaron a defender y "justificar" las posiciones erróneas y "centristas" de la dirección del POUM. Ante ello, para ofrecer un análisis de clase y marxista, Trotsky les respondió, entre otras cosas, lo siguiente:
“Se puede juzgar hasta qué punto ha retrocedido el
movimiento obrero no sólo a través del estado de las organizaciones de masas,
sino también estudiando los reagrupamientos ideológicos en curso y las
investigaciones teóricas que han emprendido tantos grupos.
En París aparece el periódico Que faire? que, por una
u otra razón, se considera marxista pero que en realidad se sitúa enteramente
dentro del marco del imperialismo de los intelectuales burgueses de izquierda y
de esos trabajadores aislados que han cogido todos los vicios de los
intelectuales. Como todos los grupos que no tienen ni base teórica, ni
programa, ni tradición, este pequeño periódico ha intentado agarrarse a los
faldones del POUM que parecía ofrecer a las masas un atajo para la victoria.
Que faire? no tiene en sí mismo y por sí mismo ninguna
importancia. Pero tiene interés en cuanto síntoma. Es por lo que nos parece
útil detenernos en sus apreciaciones sobre las causas de la derrota de la
revolución española, en la medida en que clarifica las características actuales
del ala izquierda del pseudomarxismo.
Pero Que faire? no representa más que una de esas
pequeñas escuelas, iglesias o capillas que se asustan del curso de la lucha de
clases y del asalto de la reacción, y publican sus periodiquillos y sus
revistas teóricas en su rincón, en caminos apartados, lejos del desarrollo del
pensamiento revolucionario, por no hablar del movimiento de masas…”. (L. Trotsky; "Clase, Partido y Dirección" - L. Trotsky).

Hace unas pocas fechas, concretamente el pasado lunes 20 de mayo, el firmante de este escrito había sido convocado a una reunión política con Daniel
Campos, al parecer máximo dirigente del supuesto Secretariado Internacional del grupo de "La Marx Internacional", con el objeto inicial de debatir un
artículo sobre la situación en Colombia, la discusión no fue muy extensa, pues
el compañero Daniel intervino desde el inicio con unos claros planteamientos
políticos y organizativos que cortaban toda posibilidad de debate.
Cuando alguien reduce todo a preguntar, a un marxista con experiencia, ¿Qué tipo de gobierno es el
de Petro, capitalista o no? (una pregunta de inicio que esta fuera de lugar, ya que
bajo el sistema capitalista no pueden existir otros tipos de gobiernos que no sean capitalistas y que tal y como los jóvenes Marx y Engels explicaron en las paginas del Manifiesto Comunista, estos gobiernos “no son otra cosa
que una Junta que Administra los intereses comunes de la clase dominante”). Pero acto seguido el compañero Daniel comenzó a criticar el articulo escrito, afirmando que “el articulo lo que tiene que decir y llamar a las masas colombianas
a derrotar al gobierno de Gustavo Petro”. Evidentemente los marxistas no hacemos ese tipo de llamamientos sino somos capaces de ofrecer una alternativa mejor o completa, sino somos capaces de explicar como y cuando la clase trabajadora debe y puede constituir su propio gobierno obrero, apoyado en los campesinos pobres y el resto de las capas oprimidas de la sociedad, para derrotar no solo al gobierno Petro, sino por entero al sistema capitalista, que es el origen de todos los males y problemas que padecen las masas, en Colombia y en Argentina también.
Con toda seguridad además, porque el compañero Daniel no parte de la realidad de la consciencia de las masas colombianas, sino de sus ideas preconcebidas, ese tipo de llamamiento en vez de acercar a los marxistas a los trabajadores, la juventud y los oprimidos, nos situaría al nivel de marcianos, sobre todo partiendo de la verdadera influencia que tenemos los marxistas hoy por hoy en el país. Eso si, igual el compañero Daniel conseguiría el apoyo firme y unánime de todos los sectores reaccionarios del uribismo, que están deseando tomarse la revancha cuanto antes por la derrota electoral que sufrieron frente a Petro.
Sea como sea, los marxistas siempre partimos de las condiciones tal y como son, no de como nos gustarían que fueran. Esto es lo que con frecuencia confunden todo tipo se sectas y sectarios, desde los márgenes del movimiento obrero, los cuales gustan de llamarse trotskistas y marxistas, desprestigiando de paso esos terminos ante muchos trabajadores y jóvenes.
En fin, hay personas que por muchos golpes
se den en las cabezas, siempre se negarán a aprender de toda la experiencia
histórica previa. En aquel momento tuve ocasión de decirle que las cosas
planteadas así, reduciendo todo a “blanco o negro”, situándose por “principios
en los márgenes del movimiento obrero, gritando desde fuera, desde los márgenes
lejanos del movimiento vivo de los trabajadores, la juventud y los oprimidos: “seguirnos
a nosotros y derriben al gobierno de Gustavo Petro”, nada serio puede construirse. Por el contrario, es una posición totalmente nefasta, que conduce a aislarse aún más de los sectores más conscientes de nuestra clase.
No hace falta mucho decir que esta es una burda
repetición de las posiciones sectarias que tanto Lenin como Trotsky dedicaron
años en combatir, supone por parte del camarada Daniel una nueva repetición de
viejos, muy viejos, errores y vicios del pasado sectario de decenas de grupos
que entraron a la Internacional Comunista, posteriormente algunos también a
la Oposición de Izquierdas Internacional y a la IV internacional y que por
algún motivo misterioso siempre se han denominado a sí mismos como marxistas,
leninistas o trotskistas.
Como decimos, el debate no fue muy extenso,
ante todo porque el compañero Daniel Campos no tenía intención de debatir
políticamente, sino que situado en su papel de nuevo “Salomón”, solo estaba
interesado en poner calificativos altisonantes, sin ninguna base en la
realidad, que venían a demostrar que si en lo teórico está a años luz de las
verdaderas posiciones del marxismo, en lo organizativo continua prisionero de
una clara mentalidad típica de posiciones burocráticas y pequeñoburguesas, todo
lo cual lo sitúa alejado absolutamente de los genuinos métodos del bolchevismo,
de los métodos del verdadero ‘centralismo democrático’ y en todo caso de lleno en el "centralismo burocrático".
Pero con toda seguridad lo mas patético, si ello es posible, fue el argumento final de Daniel Campos, el cual era
propio de esos tipos de mesías, aplicando con todo rigor y solemnidad el mas puro y rancio ‘centralismo burocrático’. Lo manifestó en ese espíritu de construcción de una organización revolucionaria en donde debe primar el mas amplio respeto por los derechos democráticos, incluidos los de las minorías, cuando afirmo que “solo él decide que son ideas marxistas correctas, que es lo que debe
contener un texto y, por tanto, que es admisible, que se puede publicar y que
no en la organización, en la página web y en las redes sociales de La Marx, de
la cual él mismo afirma ser su máximo dirigente internacional”.
Con este planteamiento y método de funcionamiento
jamás podrá nadie, Daniel Campos tampoco, construir una organización marxista
revolucionaria internacional. En el mejor de los casos con esos métodos e ideas, compañeros como Daniel solo podrán construir “una
organización de tontos obedientes” (que nos negamos a pensar que se organizan
en La Marx, ni en ninguna otra organización que se reclama revolucionaria), pero
nunca una organización de genuinamente donde los cuadros puedan
cooperar, ser capaces de analizar y llevar a cabo decisiones propias. Todo esto con
independencia de decir que una dirección debe de contar con la confianza de la
militancia, pero solo sobre la base de una amplia democracia interna para
debatir en profundidad todos los aspectos de la situación, que para los marxistas
no son cosas abstractas, sino condición previa necesaria indispensable para
desarrollar las genuinas políticas que una genuina dirección marxista y
revolucionaria debe encabezar.
El grave problema de todo este asunto no
es otro que el empecinamiento de personas que tras haber vivido y participado
en unos cuantos abortos organizativos y políticos previos (donde una y otra vez
repiten los mismos errores), aún continúan empeñados en “construir una
Internacional”, en la cual ellos se reservan el lugar de teóricos, en
exclusiva, empeñados una y otra vez en “descubrir y aportar nuevas ideas teóricas
al marxismo, dice que con el desarrollo de la teoría de la acumulación
originaria capitalista y las crisis capitalistas”. Se ve con ello que el
postmodernismo va intrínsicamente cogido de la mano de las ideas y los métodos
del pre marxismo.
Curiosamente en estos nuevos tiempos de
gran influencia de la era de internet, de las redes sociales, les hace creer
que las formas clásicas de construir la organización pasan del trabajo paciente
en la clase obrera y la juventud a simplemente una página web y unas cuantas cuentas
en redes sociales, en donde diluyen la acción revolucionaria del trabajo
político. El trabajo militante en los sindicatos obreros, en las puertas de las
fábricas, en los barrios obreros, en los centros de enseñanzas es cambiado y sustituido plena y completamente por una torre de ordenador, una pantalla, un teclado y un ratón.
¡¡ Bravo, por
las nuevas tecnologías, nos ahorran ir al movimiento obrero y a sus activistas,
para ganarles para las ideas del socialismo científico y la revolución socialista será una acto informático !!
Podemos pronosticar, siguiendo las ideas y
los métodos de Lenin y Trotsky, que todas estas ilusiones acabaran con un
estrepitoso fracaso, tarde 1, 3 o 5 años. Está recorriendo viejos caminos ya
trillados de ideas y métodos incorrectos, que ya han sido y están siendo
trazados por decenas de grupos sectarios del pasado, todos ellos reclamándose herederos
de la IV Internacional (y de paso mancillando el nombre del trotskismo
genuino).
En lo teórico esas ideas y estos métodos
prácticos ‘nuevos’ solo representan más de lo mismo: “revisionismo,
oportunismo y sectarismo ante la teoría y la práctica del genuino marxismo”.
Es más, ni siquiera esto es algo que represente un nuevo modelo, aún utilizaran
el último modelo de procesador en su ordenador, sino que el fondo se basa en las
viejas y manidas políticas organizativas de la “autoproclamación y la defensa
del prestigio político personal”.
Esto no es otra cosa que ultraizquierdismo, que siempre de
diversas formas aparece mezclado en su esencia con el oportunismo y
burocratismo, todo lo cual son caras de la misma moneda. Esta es una receta
acabada para impedir que la militancia jamás aprenda nada de los debates, que
se limitan a las cosas y el contenido que los dirigentes de turno quieren que
se produzcan. Estos son los mismos “dirigentes” que en el pasado fueron
incapaces de “aprender nada” de sus propias responsabilidades en los procesos
de degeneración políticas en donde participaban y en donde también, a un nivel
u otro jugaron cuotas de responsabilidad en su papel de dirigentes. Todo esto
es bastante penoso, sobre todo porque muchos camaradas se ilusionan en un
proyecto, que es conducido por estos viejos métodos a la impotencia.
Viejas políticas erráticas, que
periódicamente circulan, como la noche sucede al día, en todo tipo de
corrientes y tendencias, las cuales siempre quieren presentarse como
continuadoras de las ideas del trotskismo, pero que siendo en realidad simples
tendencias ultraizquierdistas, lo que terminan es haciendo un daño, menor o
mayor, al mismo trotskismo, al que consiguen desprestigiar con sus prácticas
ante los mejores activistas de la clase obrera y la juventud.
Una
vez más, nada nuevo bajo el sol. Todos estos métodos, de expulsar a
militantes y cuadros que no comulgan al 100% con el dirigente autoelegido, los hemos
visto antes, decenas de veces. Han sido los métodos de todos los grupos
sectarios que surgieron de la crisis de la IV Internacional y fueron claramente
los métodos de la burocracia que tomó las riendas de la Internacional Comunista
tras la eliminación de las ideas, el programa y los métodos de Lenin y Trotsky,
los métodos en los que se basó el zinovietismo - estalinismo, que
lograron destruir y aniquilar el Partido Bolchevique y la IC. Todo ello por
mucho que ahora nos diga DC que el periódico del partido ha sido sustituido por
una página web y que los nuevos métodos de trabajo de construcción del Partido
de la Revolución Mundial son a base de teclado de ordenador y cuentas en redes
sociales.
Como cuestión de ABC marxista, en el
primer lugar de las cosas siempre debemos situar como los elementos
determinantes del proyecto de construcción de un partido revolucionario las
ideas, los principios y el programa del socialismo científico. Sin claridad y
corrección a este nivel, aun contando con un poderoso aparato organizativo, que
tampoco es el caso, jamás tendrá éxito nuestro objetivo.
Pero
después del ABC para los marxistas existen el resto del abecedario. Esto quiere decir que debemos ser capaces de llevar correctamente
las ideas, los principios y el programa al centro del movimiento obrero y la
juventud. Y esto solo puede hacerse basándonos en la flexibilidad de los
métodos, cosa que Marx, Engels, Lenin y Trotsky repitieron hasta la saciedad.
Si señores ultraizquierdistas, METODOS FLEXIBLES SON IMPRESCINDIBLES PARA
DEFENDER INTRANSIGUENTEMENTE NUESTRAS POSICIONES TEORICAS Y POLITICAS sin ello
es imposible avanzar seriamente.
Saber fecundar con nuestras ideas y
programa a la clase obrera y a la juventud es nuestro objetivo permanente. Ello
es la base central de lo que tiene que ser una organización revolucionaria.
Solo y tan solo de esta forma es posible seriamente construir paulatinamente un
aparato, una estructura organizativa, que debe servir a las bases de las ideas
y las perspectivas. Y para todo ello el debate democrático permanente es la
sabia, el oxígeno, que debe contar una organización revolucionaria, aun en sus
primeros estadios de construcción. Cualquier funcionamiento basado en el
burocratismo ahoga y mata la construcción de una organización de tipo
bolchevique.
En este orden de cosas, una dirección marxista
solo puede basar su autoridad política en convencer de la corrección de sus
posiciones al conjunto de la militancia y a la periferia sobre la base de
ideas, análisis, datos, cifras y argumentos. Cualquier otro intento de
imponer una autoridad diferente a un funcionamiento basado en el centralismo
democrático para los genuinos marxistas es un absurdo, que inevitablemente conduce
a un aborto. Una concepción burocrática de lo que realmente significa el
centralismo democrático de la misma forma conduce al aborto. De ello deberían
saber algunos que se dicen “morenistas”, que como veremos por los ejemplos
históricos sabe bastante de todo esto, ya que sufrió de estos males
endémicamente.
Cuestiones
de método y del ABC, marxista
“El camino al infierno, como sabemos, está
empedrado de buenas intenciones”. Así, a pesar de las pretendidas ideas del compañero
Daniel Campos, que afirmaba su deseo de debatir políticamente, sus actuaciones
en las últimas fechas demuestran que no toleran militantes que discrepen de él,
que su máxima es “eliminar a posibles adversarios políticos” y que el oponente
pueda expresar ante el resto de la dirección, menos de la militancia, sus verdaderas
posiciones políticas, sino que él simplemente esta presto a divulgar por ahí lo
que quiere y desea decir de ese oponente, al cual simplemente sitúa fuera de la
organización, sin consulta y refrendo del resto de la organización y sin dar la
oportunidad, cosa que hacen hasta los “tribunales burgueses reaccionarios”, de
poder exponer democráticamente, de forma directa sus ideas.

Basta entonces que Daniel diga que
fulanito “apoya al PSOE y a su gobierno”, y como no podía ser de otra forma,
también “apoya a Gustavo Petro y a su gobierno en Colombia”, remarca Daniel,
diciendo que Petro es miembro de la dirección de la Internacional Progresista,
el enemigo número uno para él.
Este tipo de afirmaciones son en sí mismas
una mera fantasía en la mente del camarada Daniel, que las dice con el objetivo
de desvirtuar y eliminar el necesario debate político sobre el presente y
futuro de la organización, para ser exacto, evitar un honesto debate político.
Esto siempre represento el método opuesto al de los clásicos del marxismo, ajeno
a las genuinas tradiciones del movimiento revolucionario, que siempre dedicaron
horas, días y meses a tratar de convencer a los oponentes en los inevitables debates,
e incluso escribieron valiosas obras teorías al respecto, siempre con el
objetivo de aprovechar estos debates para elevar el nivel político de los
cuadros, de la militancia y en general de los trabajadores y la juventud.
Por supuesto, lo más fácil es atribuir a otras
cosas que no dicen o plantean, excluirlos de la organización y así con el campo
libre responder con pretendidos argumentos a lo que nadie planteo. Montas un
espantapájaros y lo derribas y así quedas como un dirigente muy inteligente y
campeón de los campeones. Así espera aparecer como gran teórico, cuando en la
realidad simplemente está falseando el debate necesario, del que en la práctica
huye. Estos métodos conducen a cualquier cosa, menos a lo fundamental, a
construir una organización basada en unos métodos sanos. Estas prácticas
burocráticas conducen directamente al sectarismo, al ultraizquierdismo y al
oportunismo, que como decimos son siempre dos caras de la misma moneda.
Cuando se carecen de argumentos sólidos lo
más fácil es levantar molinos de vientos a los que combatir. En vez de ideas y
argumentos, se recurre a etiquetas falsas de supuestos “vicios” de los demás;
“defiende gobiernos capitalistas, son oportunistas, reformistas, o eso que
suena tan concluyente de acusar de “castro-chavistas” y otras lindezas por el
estilo, lo cual no evita que los errores del pasado vuelvan a primera fila en
el presente (abstencionismo permanente en todos lados y en todas las elecciones,
en el Estado español por supuesto que también), sustitución del papel de la
clase obrera por supuestas “milicias y núcleos
autogestionados”)…
¡Grande es la confusión y oscuridad bajo
el cielo, cuando no se quiere ver la luz! Abordaremos el tema de las organizaciones reformistas
tradicionales y las tácticas flexibles e inevitables en la construcción de una
organización revolucionaria, que se desprenden de la existencia de esas
organizaciones con influencias de masas, frente a las pequeñas fuerzas del
marxismo. Esto era algo perfectamente comprendido en la Cuarta Internacional,
en vida del “viejo”, que fue efectivamente tirado por la borda por las
diferentes tendencias sectarias que fueron surgiendo tras el final de la II
Guerra Mundial y que acabaron por destruir a la IV, incluyendo la tendencia que
represento N. Moreno, la cual también trataremos de abordar a continuación en
nuestro análisis.
Como decimos la orientación de un trabajo
sistemático hacia las organizaciones de masas, reformistas, y sobre todo hacia
los sindicatos, era un asunto asumido y practicado por la mayoría de las
secciones de la Oposición de Izquierdas Internacional, al igual que
posteriormente por la IV Internacional, durante todos los años 30, desde su fundación
en 1938 y por los menos durante todo el periodo que fue hasta el final de la II
Guerra mundial, al menos hasta 1947 (sobre todo porque las jóvenes fuerzas del
trotskismo se encontraban trabajando en el movimiento (de la clase obrera) en presencia
de fuertes organizaciones reformistas y estalinistas con influencia de masas:
en Francia, Gran Bretaña, Bélgica, Italia, Austria, Alemania, Grecia, etc.)
Puede ser, con bastante seguridad de ello,
que compañeros como Daniel no haya sacado lecciones de la lectura de las
polémicas de Lenin con los ultraizquierdistas, reflejadas en una obra
importantísima, como es “La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el
comunismo”, como por ejemplo la polémica que tuvo el propio Lenin con la
comunista inglesa Sylvia Pankhurst en 1920, a la que le planteo lo siguiente:
«Al contrario, del hecho de que la mayoría
de los obreros de Inglaterra siga todavía a los Kerensky o a los Scheidemann
ingleses, de que no haya conocido aún la experiencia de un gobierno formado por
esos hombres −experiencia que ha sido necesaria tanto en Rusia como en Alemania
para que los obreros pasaran en masa al comunismo− se deduce de modo indudable
que los comunistas ingleses deben participar en el parlamentarismo, deben
ayudar a la masa obrera desde dentro del parlamento a ver en la práctica los
resultados del gobierno de los Henderson y los Snowden, deben ayudar a los Henderson
y a los Snowden a vencer a la coalición de Lloyd George y Churchill.
Proceder de otro modo significa dificultar
la obra de la revolución, pues si no se produce un cambio en las opiniones de
la mayoría de la clase obrera, la revolución es imposible, y ese cambio se
consigue a través de la experiencia política de las masas, nunca con la
propaganda sola” (La
enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo, Lenin).
Con independencia del criterio y la opinión
subjetiva de Daniel C. sobre si es correcto o no mantener una correcta orientación
hacia las organizaciones de masas reformistas y de cual tiene que ser el
lenguaje con el que nos dirijamos a los trabajadores que aún confían en esas
direcciones reformistas, la verdad es que sus opiniones chocan de fondo, una y
otra vez, con las ideas y métodos de Marx, Engels, Lenin y Trotsky al respecto.
Este asunto es un capítulo cerrado a cal y
canto para las mentalidades pequeñoburguesas, empeñadas en decir que ellos
están haciendo aportaciones a aspectos teóricos nuevos del marxismo, que no
significan otra cosa que la vieja pretensión de revisar los fundamentos del
genuino marxismo, repitiendo todos los viejos errores de las decenas de grupos
sectarios ya cometieron en el pasado.
Como para los marxistas se trata de
aprender de esos errores, del pasado y del presente, al objeto de poder corregirlos,
no ara empecinarse en seguir repitiéndolos. Si como comenzamos a ver esto no es
el caso del camarada Daniel, debemos de decir que ya no estamos ante un simple error,
sino ante una clara tendencia al error, predispuesta a ir de error en error
cada vez más graves, que finalmente solo puede conducir a medio y largo plazo a
atrapar y destruir todo el trabajo militante y los propios cuadros.
Es por ello que vemos necesario hacer un
pequeño balance de la verdadera historia de la corriente “morenista”, corriente
en la cual Daniel milita y basa sus posiciones para el trabajo de construcción
del partido revolucionario. Con este breve análisis solo pretendemos ver si realmente
el “morenismo” es útil como una brújula con la cual orientarse para trabajar
políticamente en el navegar del mar de los procesos revolucionarios.
Orígenes morenismo (1944-1960): ¿Perón, no Perón?
Así las cosas, nos planteamos estudiar la
trayectoria política de Hugo Miguel Bressano (1924-1987), alias Nahuel
Moreno, fundador y dirigente de la LIT-CI, que arranca desde los primeros
años de la década de 1940. Ello lo vincula, por supuesto a todos los debates y
posiciones habidas en la IV Internacional y que dieron lugar a su crisis de
dirección y destrucción posterior como organización marxista revolucionaria
internacional, hechos en los cuales N. Moreno jugo un papel conjuntamente con
todos los demás que se llamaban dirigentes de la IV.
Nahuel Moreno era un joven estudiante cuando
se organizó en el Partido Obrero de la Revolución Socialista (PORS), partido
considerado como sección por la dirección de la IV Internacional en sus
intentos de unificar los distintos grupos del trotskismo en Argentina. Moreno fue separado del PORS en 1942, tras
lo cual se incorporó a la Liga Obrera Revolucionaria (LOR) de Liborio
Justo, alias Quebracho, de donde fue expulsado unas semanas más tarde. Tras la desintegración del PORS, nacieron en
su lugar una docena de grupos rivales. En el año 1944 Moreno fundó el Grupo
Obrero Marxista (GOM), grupo que en noviembre de 1946 comenzó a publicar
una revista llamada “Frente Proletario”. En esos momentos el debate
estaba centrado en la caracterización de la naturaleza del naciente movimiento
llamado “peronismo”.
Sin lugar a duda que la Segunda Guerra
Mundial supuso un verdadero punto de inflexión, creando las condiciones y las
bases del surgimiento del peronismo. En la medida que gran parte de la
industria europea y norteamericana se había reconvertido hacia la producción
para la guerra, países como Argentina tuvieron una auténtica oportunidad de
impulsar sus exportaciones, con lo cual pudieron acumular grandes sumas de
divisas, con las cuales financiar sus planes de desarrollo. De ello nos da una
idea el dato que desde mediados de los años 30 hasta 1943, en Argentina el número
de obreros industriales paso de 600.000 a más de 1 millón. Por primera vez
en la historia de Argentina la producción industrial pudo superar a la
producción agrícola.
Sobre estas bases objetivas se impulsó la
idea de que Argentina podía tener un desarrollo rápido de “capitalismo
independiente”. En esta situación ninguna fuerza política tradicional en
Argentina (ni los conservadores, ni la Unión Cívica Radical) se pudo asentarse
en un movimiento de masas sobre el cual basar su estrategia política. Ello
abrió las puertas a que fueran los militares, aglutinados en torno al “Grupo
Obra de Unificación” (GOU), los que llenaron este vacío político. Procedieron a
derribar el gobierno del general Castillo y el 4 de junio de 1943 se produjo un
peculiar golpe de Estado, cuyo objetivo aparente era evitar que el poder
político quedara en manos de la oligarquía argentina, la cual pretendía subordinar
por completo el país al imperialismo.
La burguesía nacional argentina, en cuya
representación también actuó el coronel Domingo Perón, que hasta 1945 estuvo a cargo de la
Secretaría de Trabajo y Previsión (una variante de ministro de Trabajo), utilizo
esta acción de fuerza para oponerse a los sectores económicos que estaban
dispuestos a entregar el país como “colonia” a los yanquis. El GOU apostaba
en sus simpatías por los “Países del Eje”, aunque formalmente mantenía la
“neutralidad” de Argentina hasta el 28 de marzo de 1945, cuando se unieron al frente
de los “aliados”, que ya era el claro frente victorioso de la guerra.
Desde un punto de vista marxista, ni las declaraciones,
ni tampoco los uniformes, nunca son suficientes para poder caracterizar a un
régimen o a un movimiento político. En aquellos momentos la política de Perón estaba
basada en la participación subordinada de las masas trabajadoras, para la
gestión del sistema capitalista.
En base a “reformas sociales”, las más
importantes concedidas a los trabajadores argentinos en todo el siglo XX (aumentos
salariales, derechos de pensión, vacaciones pagas, estatuto del peón rural, etc.),
Perón comenzó a tener una gran popularidad entre los trabajadores, muy
especialmente entre los grupos más nuevos, de reciente proletarización, lo cual
le permitió vivir un crecimiento, al compás de los miembros de “su Secretaria
de Trabajo y Previsión”, los cuales
participaron activamente en el proceso de reorganización de la Confederación
General del Trabajo (CGT), central sindical que en el año 1945 tenía más de
medio millón de trabajadores afiliados.
En 1938 Trotsky aplicando la teoría de la
Revolución Permanente de una forma no esquemática, sino dialéctica, había
explicado científicamente los procesos en los cuales “miembros de la
burguesía”, como era el caso de Lázaro Cárdenas en México, mostraban sus
intenciones de oponerse al imperialismo:
«En los países industrialmente atrasados
el capital extranjero juega un rol decisivo. De ahí la relativa debilidad de la
burguesía nacional en relación al proletariado nacional. Esto crea condiciones
especiales de poder estatal. El gobierno oscila entre el capital extranjero y
el nacional, entre la relativamente débil burguesía nacional y el relativamente
poderoso proletariado. Esto le da al gobierno un carácter bonapartista sui
generis, de índole particular. Se eleva, por así decirlo, por encima de las
clases. En realidad, puede gobernar o bien convirtiéndose en instrumento del
capital extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de una
dictadura policial, o maniobrando con el proletariado, llegando incluso a
hacerle concesiones, ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta
libertad en relación a los capitalistas extranjeros. La actual política (del
gobierno mexicano) se ubica en la segunda alternativa; sus mayores conquistas
son la expropiación de los ferrocarriles y de las compañías petroleras.
… Estas medidas se encuadran enteramente
en los marcos del capitalismo de estado. Sin embargo, en un país semicolonial,
el capitalismo de estado se halla bajo la gran presión del capital privado
extranjero y de sus gobiernos, y no puede mantenerse sin el apoyo activo de los
trabajadores. Eso es lo que explica por qué, sin dejar que el poder real escape
de sus manos, (el gobierno mexicano) trata de darles a las organizaciones
obreras una considerable parte de responsabilidad en la marcha de la producción
de las ramas nacionalizadas de la industria.»
(L. Trotsky, «Industria
nacionalizada y gestión obrera», Escritos, Tomo X, pág. 482, Editorial Pluma).
Claramente Trotsky no estaba hablando exclusivamente
de Lázaro Cárdenas, sino que estas consideraciones eran y son aplicables a casi
todos aquellos movimientos y regímenes, generalmente llamados ‘populistas’, los
cuales han abundado por toda América Latina: Vargas en Brasil; Arbenz en
Guatemala; el APRA peruano y Perón en Argentina. De hecho, que la burguesía
nacional no sea capaz de actuar de una forma coherente, desde un punto de vista
revolucionario, no significa que bajo determinadas circunstancias no pueda, no
entre, en conflicto con el capital extranjero y el imperialismo.
Es esta permanente contradicción la que dio
pie a una dinámica particular del régimen que surgió en Argentina a partir de 1943.
La tremenda polarización de la sociedad en dos campos claramente antagónicos
no sólo dividió a la clase dominante, sino también a las organizaciones del
proletariado. Es así como pudimos ver que el Partido Socialista (PS) y el
Partido Comunista Argentino (PCA) formaban parte de la oposición conservadora y
liberal de la Unión Democrática, dirigida de hecho por Braden, el embajador
estadounidense en Buenos Aires.
Entre los grupos formados tras el fracaso
del PORS, sin duda el GOM de Moreno fue el que mantuvo una mayor distancia hacia
la ola de luchas obreras, entre los años 1945-1947, luchas que hizo emerger al
peronismo como una fuerza hegemónica entre la clase obrera. En esa situación el
GOM se alineo con las críticas hacia ese movimiento de las corrientes burguesas
“democráticas”, las cuales estaban subordinadas de una u otra forma al
imperialismo.
En palabras de Moreno, se trataba de un “movimiento
ficticio alentado y apoyado por funcionarios estatales y policiales”. La compleja relación entre el gobierno
peronista y los sindicatos obreros quedó relegada a una fórmula altisonante
pero totalmente impresionista (“los sindicatos oficialistas son fascistas o semifascistas”)
– ‘Frente Proletario’, núm. 7, agosto de 1947.
Y claro está, todo esto no significaba que
el GOM no diera asesoramiento a los sindicatos dirigidos por el PS y el PCA. Como un ritual tantas veces repetido en la
historia, presos de un sectarismo visceral hacia las movilizaciones obreras
encabezadas por el movimiento peronista, el GOM las abandonó, calificando
el apoyo del imperialismo norteamericano a la Unión Democrática como una justificación,
distracción, para ello.
En esa situación, ciertamente compleja, una
organización marxista debía y tenía que haber participado en las movilizaciones
de los sectores obreros del peronismo, manteniendo una plena política de
independencia de clase, marchando separados claramente de la Unión Democrática.
Pero este no fue el caso de los métodos, las tácticas y las orientaciones de N.
Moreno y su Grupo.
En el momento en el cual, fruto de la presión
que ejercía el imperialismo, Perón fue detenido, pudimos ver que fue la acción
de los trabajadores la que arrancó a Perón de la cárcel con la movilización del
17 de octubre y obligó a la CGT a convocar una huelga general, el 18 de octubre
de 1945. Cuatro meses después, Perón ganó las elecciones presidenciales.
En 1948 el GOM se transformó en el Partido
Obrero Revolucionario (POR), pero ello no significo un cambio en profundidad de
sus posiciones. Aún en 1949 N. Moreno definía la huelga del 17 de octubre de
1945 como una “movilización fabricada por la policía, los militares y nada más”
(N. Moreno, “Movilización antimperialista o movilización clasista”,
Revolución Permanente, núm. 1, 21 de julio de 1949).
Entre 1945 y 1953 la consigna del grupo
Moreno fue “¡frente unido contra la CGT!”. En general, la neutralidad
frente a la injerencia imperialista en la vida política del país llevó al POR a
acusar a los partidos burgueses de no luchar hasta el final contra el peronismo
(de hecho, lo hicieron, pero sin necesitar el asesoramiento de Moreno). El POR
de Moreno permaneció pasivo frente a la intentona golpista de septiembre de
1951, que puede reducirse al mejor ejemplo de la posición de Pilatos, afirmando
desde “Frente Proletario consignas del estilo de: “Contra el peronismo, el
golpe, la oposición burguesa” (Frente Proletario, núm. 66,
8/10/1951).
La verdad es que el POR estaba inclinado
hacia la oposición liberal burguesa, como atestigua su campaña a favor de la
restitución de los antiguos propietarios del periódico pro imperialista ‘La
Prensa’, cerrado por Perón después de que en sus columnas lanzaran
llamamientos al derrocamiento del gobierno en febrero de 1951. En ese caso, el
POR amalgamó las reivindicaciones democráticas a favor de los periódicos del
movimiento obrero (‘Frente Proletario’ y ‘Voz Proletaria’, que
también habían sido cerrados) con una lucha por la libertad de expresión de la
burguesía vinculada al imperialismo norteamericano. Además, continuó con el apoyo
electoral al PCA, definido sin pudor como un partido cuyo programa incluía “formulaciones
principales que coinciden con las de POR” (Frente Proletario, núm.
67, 15/10/1951).
Para cubrir su franco izquierdo, el
coronel Perón obtuvo la colaboración de un grupo escindido del PS que, en 1953,
fundó el Partido Socialista de la Revolución Nacional (PSRN). En el año
siguiente el POR, con uno de los típicos giros de 180º de Moreno, se fundió en
este grupo izquierdista del peronismo.
En retrospectiva, N. Moreno justifico su posición
afirmando que recién entonces fue cuando se dio cuenta de la fuerza del plan
norteamericano de dominación de la Argentina, agregando que el PCA (que él
mismo apoyó electoralmente) fue durante años “la correa de transmisión en el
movimiento obrero de estos planes de colonización” (N. Moreno, 1954,
año clave del peronismo, Ediciones Elevé, Buenos Aires 1971, p. 35)
En ese momento, desde un punto de vista
marxista, podemos afirmar que el objetivo pasó a ser la construcción de un “partido
centrista de la izquierda legal” (N. Moreno, El golpe gorila de 1955,
Ediciones El Socialista, Buenos Aires 2012, p. 65). Ante el golpe de 1955, la Federación
bonaerense del PSRN, cuyo periódico era ‘La Verdad’ y estaba dirigida por el
antiguo POR, no se distinguió por una propuesta de movilización obrera
independiente contra el golpe de Estado en marcha y se limitó a apoyar una
solución institucional basada en la elección de un senador peronista
perteneciente a la CGT como vicepresidente del Senado, en caso de que Perón
renunciara (En esa ocasión, el Secretario General de la CGT ofreció a Perón el
apoyo militar de sus miembros. Se temía la formación de milicias obreras, pero
Perón se negó a armar al proletariado. En septiembre de 1955, el golpe de la
reacción se produjo sin problemas y el general argentino prefirió dimitir
voluntariamente y marcharse al exilio dorado).
Después del golpe de 1955, N. Moreno formó
el Movimiento de Agrupaciones Obreras (MAO), que publicaba “Unidad
Socialista”, que fue antecedente de Palabra Obrera (1957), que
concretó el giro hacia su liquidación política, por completo, dentro del
peronismo (teorizado por Milciades Peña desde 1956 en las páginas de
Estrategia). Ya con “Palabra Obrera”, el periódico se subtituló
directamente como el “órgano del peronismo obrero revolucionario” y
posteriormente aparecía textualmente diciendo que era el órgano “bajo la
disciplina del Gral. Perón y del Consejo Superior Justicialista”.
Y todo ello no solo era una cuestión de
puro formalismo. En el número de ‘Palabra Obrera’ de 27 de marzo de 1958, por
ejemplo, el periódico invitaba a seguir la orden de Perón y votar al candidato
burgués Arturo Frondizi en las elecciones presidenciales, polemizando incluso
con los grupos de la izquierda peronista opuestos al intento de reconciliación
con el régimen. La dirección de ‘Palabra Obrera’ comenzó entonces a definir al “peronismo,
en bloque, como revolucionario. (…) Con esto, caímos en la liquidación de ‘Palabra
Obrera’ como organización trotskista. Dejaron de publicar la revista como tal.
Durante algunos meses los militantes de ‘Palabra Obrera’ incluso estuvieron
distribuyendo el periódico burgués ‘Democracia’”.
Incluso llegaron al absurdo más increíble,
en 1958 ‘Palabra Obrera’ publicó “Los vendepatrias”, de Perón, que
atribuía la caída de Perón en 1955 a un complot del “comunismo internacional”.
Curiosamente, ese mismo año ‘Palabra Obrera’ se congratuló de “la derrota del
gorila Fidel Castro en la huelga general de Cuba”. Al año siguiente, aún fue más
lejos, escribiendo que Castro era apoyado por empresas estadounidenses en lucha
con Batista, a quien en consecuencia se presentaba, con cierta imaginación,
como a un Perón cubano.
Nada extraña en toda esta situación que,
hacia finales de los años 50, ‘Palabra Obrera’ sufriera una gran sangría de
cuadros sindicales, que se movieron hacia el peronismo oficial. Esta auténtica ‘borrachera’
pro peronista volvería a desarrollarse cuando Perón regresó a Argentina a
principios de los años 70, cuando la burguesía lo utilizó para canalizar y
reprimir el ascenso revolucionario de la clase obrera, desencadenado por las
luchas de 1969. Sin embargo a partir de 1960 el impacto de los
acontecimientos cubanos provocó un nuevo cambio brusco en Moreno, esta vez en
dirección a un pro castrismo totalmente acrítico.
Desviación “foquista” y Cuba: Moreno contra
Trotsky
La ausencia y falta de un auténtico
cuidado hacia la teoría marxista fue lo que llevo a ‘Palabra Obrera” a
alinearse totalmente tras la dirección castrista, que había dirigido la Revolución
Cubana entre 1959-1962. Esta posición también sirvió para llevar a cabo una nueva
y total claudicación a las teorías, entonces muy de moda en América Latina y
fuera de ella, la cual colocaba el centro de la actividad revolucionaria en las
guerrillas campesinas, como una estrategia central según ellos para llevar a
cabo la revolución socialista.
En 1962, el revisionismo de Moreno ya era
desenfrenado: “La vida ha puesto de manifiesto las lagunas, omisiones y
errores del programa de la Revolución Permanente», ante todo porque “no
menciona siquiera a la guerra de guerrillas, y habla apenas, de pasada, sobre
las consignas agrarias” (N. Moreno, La revolución latinoamericana, Ed.
Chaupimayo, Lima 1962, p. 53).
En un proceso de pleno eclecticismo
político, los referentes políticos concretos de Moreno pasaron a ser entonces Fidel
Castro y Mao Tse-tung:
“Las revoluciones cubana y china,
comenzaran en circunstancias que los clásicos marxistas, caracterizan como ‘objetivas
desfavorables’: no hay grandes luchas sociales, y un puñado de hombres inicia
una lucha armada. Sin embargo, ese grupo transforma las condiciones en
favorables… Y en este sentido debemos ampliar el concepto clásico de situación
objetiva revolucionaria: es suficiente con que haya una serie de alienaciones
sociales insufribles y grupos sociales dispuestos a combatirlas apoyándose en
las masas que las sufren”.
Estas eran formulaciones políticas que
hacían retrotraernos al pensamiento y a los planteamientos de Mazzini, en la época
del Risorgimento, sobre el “golpe de gracia” de un puñado de rebeldes. N. Moreno
propició así una nueva sangría de militancia, en esta ocasión en la dirección
al “foquismo guerrillero”. Ángel Bengochea, uno de los principales dirigentes
de ‘Palabra Obrera’, tras su visita a Cuba regresó convencido de la necesidad
de pasar a la guerrilla; otros militantes argentinos, encabezados por Daniel
Pereyra, apoyaron el intento de guerrilla de Hugo Blanco, en Perú. En aquellos
momentos el apoyo acrítico a Castro se convirtió en una adulación absoluta:
“Nuestra admiración, respeto,
reconocimiento hacia ellos, como jefes del proceso revolucionario
latinoamericano, no tienen límites. En el caso de Fidel Castro no hemos dudado
en considerarlo junto con Lenin y Trotsky, uno de los más grandes genios
revolucionarios de este siglo”.
(N. Moreno, «Dos métodos frente a la revolución
latinoamericana», Estrategia, nueva serie, 1964).
Al año siguiente, de total continuidad con
el enfoque y la línea “foquista”, comenzó un proceso de fusión con el Frente
Revolucionario Indoamericano Popular (FRIP), grupo tucumano liderado por Mario
Roberto Santucho. De esta fusión nació el Partido Revolucionario de los
Trabajadores (PRT), que desde sus comienzos manifestaba claramente dos posiciones
políticas irreconciliables e incompatibles. Pero en lugar de aclarar esas
diferencias, tanto Moreno como Santucho trataron de utilizar la fusión con el
otro sector como instrumento de aparentar fuerza (¡lo contrario que un
partido al estilo bolchevique!).
Tras un intervalo de una década, en
1963 el grupo de N. Moreno se había reincorporado al Secretariado Unificado - Cuarta
Internacional (SU-CI), dirigido por Ernest Mandel, Pierre Frank y Livio
Maitán, que tampoco criticaban el ascenso de Castro y estaban a favor de pasar
a la lucha armada en América Latina. El
paso de amplios sectores del PRT hacia el incorrecto y desastroso ‘atajo de la
guerra de guerrillas’ comenzó en 1966-1967. Moreno sólo se echó atrás a
principios de 1968, pero para Bolivia siguió impulsando la consigna “¡Todo
el poder al ELN (Ejército de Liberación Nacional)!”.
El IX congreso del SU-CI apoyó a Santucho,
declarando a la fracción de Moreno (PRT-La Verdad) como simpatizante. Tres años
más tarde, los morenistas y el SWP estadounidense construyeron una tendencia
interna en el SU-CI, sobre la base de la oposición a la línea foquista,
omitiendo, por supuesto, que habían compartido esta línea al menos desde 1963.
El frente único… ¡con la dictadura militar!
La crítica tardía al foquismo se compaginó
con un claro giro hacia el electoralismo en Argentina. El PRT-La Verdad se
fusionó con una sección de la socialdemocracia, el PS de Juan Carlos Coral. En
las elecciones presidenciales de 1973, los candidatos a la presidencia del PSA
(luego Partido Socialista de Trabajadores, PST) no eran dirigentes obreros
surgidos del ciclo de luchas abierto con el Cordobazo de 1969, sino exponentes
socialdemócratas grises como el propio Coral. Con esta convergencia del morenismo
le llevo a posicionarse como “el ala izquierda del campo peronista”,
éste a su vez estaba en pleno giro a la derecha, sobre todo por la presión ejercida
desde la burguesía. En 1974, Coral llegó a participar con otros siete partidos
en una reunión con Perón, al final de la cual se redactó un documento centrado
en la defensa de las instituciones.
Incapaz de comprender la preparación del
golpe, el periódico del PST “Avanzada Socialista”, escribió: “Ahora
la batalla contra el gobierno, contra sus variantes y contra las distintas
alternativas patronales se traslada al terreno electoral. Debemos prepararnos
activamente para la batalla en este terreno”.
Persistiendo más allá de lo imaginable en
esta perspectiva errónea, el PST trató de sacar una revista legal, poco más de
un mes después del golpe de marzo de 1976, escribiendo que ‘en general, los
delegados de los trabajadores fueron respetados. Sin embargo, algunas
detenciones, algunos despidos, ciertas amenazas y la presencia del terrorismo
de ultraderecha (cuya actividad continúa sin estabilizarse) dejan abierta la
posibilidad de una persecución generalizada contra el activismo obrero’.
La represión de la dictadura militar
golpeó con ferocidad al movimiento obrero. El PST también sufrió una
terrible represión, con un centenar de mártires a los que también rendimos
homenaje. El PST fue disuelto oficialmente por la dictadura, pero su
producción teórica continuó sorprendentemente adaptándose a la nueva situación:
Incluso hoy, y con razón, los militares dicen que no querían el golpe. Que se
vieron obligados a hacerlo. La patronal y las fuerzas armadas se opusieron a
López Rega. Desconfiaban de él y no creían que sus métodos fueran la mejor
manera de tratar con el movimiento obrero. Sin embargo, fue la clase obrera (incluida
la burocracia sindical) junto a los sectores populares la que logró la semi destrucción
del lopezreguismo”.
Sin embargo, la adaptación orgánica a la
dictadura militar estaba aún por llegar, en abril de 1982, cuando la
tambaleante ‘Junta Militar’ que gobernaba Argentina ocupo militarmente las Islas
Malvinas, precipitando así un conflicto militar con Gran Bretaña. Llegados a
ese punto fue cuando Moreno comprendido, por decirlo de alguna forma, que “había
llegado la hora de un Frente Único Antiimperialista (FUA), pero no un Frente
Único de Clase, sino junto a la dictadura de Galtieri en contra el gobierno
imperialista de Su Majestad británica.
Desarrollando su pensamiento de forma
esquemática y lleno de simplistas fórmulas rastreras, Moreno estaba tan
contento de hacer un FUA (que en su mente creía terminaría con una revolución
dirigida por él mismo, por supuesto), que no se dio cuenta de que fue la
dictadura militar, con sus 30.000 muertos, la que provoco y atacó al imperio
británico. Moreno no entendió que Galtieri maniobraba con el sentimiento del nacionalismo
argentino para intentar salvar a la propia dictadura, la misma que había
destruido a los sindicatos, a los partidos y las propias libertades
democráticas… “
De forma increíble el PST publicó un
manifiesto que decía: “Como socialistas, como antiimperialistas y como
argentinos reiteramos nuestra decisión de participar con todas nuestras fuerzas
y con la mayor energía en el esfuerzo y la lucha que el pueblo argentino debe
llevar a cabo para rechazar la agresión imperialista, cualquiera que sea el
terreno en que esa lucha se desenvuelva y cualesquiera sean los riesgos que la
misma implique. Esta firme posición se mantiene y se mantendrá por encima de
las insuperables diferencias que nuestra corriente mantiene con el Gobierno
Militar” (Partido Socialista de los Trabajadores, “El mandato de la
hora: derrotar al invasor”, 1982).
Esta posición del PST fue completamente compartida
por la LIT-CI, que había sido fundada en 1981. Ricardo Napurí, por entonces senador
peruano elegido en las listas del POMR y miembro de la fracción de Moreno a
nivel internacional, ha recordado recientemente su compromiso con el apoyo de
Perú a la guerra de la dictadura de Galtieri. Napurí incluso promovió el
viaje de una delegación internacional a Argentina, donde fue recibido por
funcionarios del gobierno. Una excursión aérea a las Malvinas en la fuerza
aérea argentina sólo fue imposible por la derrota militar de la dictadura.
‘Escuela de cuadros’ [1984]: nueva
revisión del trotskismo
Tras caer la dictadura militar, en su
treinta y tantos bandazos, N. Moreno y el PST, que había vuelto a la legalidad,
saludaron ‘la transición al gobierno civil como una revolución democrática
triunfante’, abriendo explícitamente sus posiciones a la teoría menchevique
de la revolución en dos etapas, dos fases separadas y distintas (Argentina: revolución democrática
triunfante, documento interno del PST de 1984, reeditado en papel en 1992 en
Ediciones Crux de Buenos Aires).
La línea política en ese momento se acabó
de hundir en el electoralismo, que fue la base de una profunda crisis posterior,
que fragmentó el Movimiento al Socialismo (MAS), el nuevo nombre de la
corriente morenista, en decenas de organizaciones rivales. Este enfoque
revisionista recibió una justificación teórica en un largo discurso de N. Moreno
en una ‘Escuela de Cuadros del PST’, celebrada en 1984.
A la defensa de la teoría de la revolución
socialista ‘por etapas’, N. Moreno añadió en toda su trayectoria el abandono de
la perspectiva, lo que es un elemento central para los genuinos marxistas, del
papel hegemónico de la clase obrera y la necesidad de construir el partido
revolucionario mundial:
“Tenemos que formular que no es obligatorio que sea la
clase obrera y que sea un partido marxista revolucionario con influencia de
masas el que dirija el proceso de la revolución democrática hacia la revolución
socialista. No es obligatorio que sea así. Al revés: se han dado, y no está descartado
que se den, revoluciones democráticas que en el terreno económico se
transforman en socialistas. Es decir, revoluciones que expropien a la burguesía
sin tener como eje esencial a la clase obrera o teniéndola como participante
importante, y no teniendo partidos marxistas revolucionarios y obreros
revolucionarios a su frente, sino partidos pequeñoburgueses”
(Argentina:
revolución democrática triunfante, documento interno del PST de 1984, reeditado
en papel en 1992, Ediciones Crux . Buenos Aires. - Escuela de cuadros,
1984).
Con estos planteamientos Moreno había
vuelto a poner la revolución democrática en el orden del día, tanto en los
países capitalistas avanzados como en los países coloniales o semicoloniales,
dominados por el imperialismo. Para quienes no estaban de acuerdo con esta
teoría, que hacía retroceder las agujas de la historia hasta el siglo XIX,
Moreno estaba dispuesto a acusarlos de ‘maximalistas’. Este profundo cambio estratégico disponía a Moreno
a pactar con las diferentes corrientes burguesas que decían oponerse a un
régimen dictatorial, abandonando cualquier mínima defensa de los intereses de clase.
N. Moreno además hizo explícito que “como un paso hacia la revolución
socialista, nosotros estamos a favor de que venga un régimen burgués totalmente
distinto [al régimen contrarrevolucionario]”.
Con esta posición estratégica un grupo
marxista solo esta destinado a alinearse con los sectores de la burguesía
liberal y con los reformistas, en cualquier transición post-dictatorial, en la
que la clase dominante pretenderá siempre volver a ejercer su dominio y poder a
través de formas democrático-burguesas.
Este planteamiento de Moreno se profundizó,
en una abierta polémica con el propio Trotsky, planteando Moreno en 1986 que: “Lo
que Trotsky no planteó, pese a que hizo el paralelo entre el estalinismo y el
fascismo, fue que también en los países capitalistas era necesario hacer una
revolución en el régimen político: destruir al fascismo para reconquistar las
libertades de la democracia burguesa, aunque fuera en el terreno de los
regímenes políticos de la burguesía, del estado burgués. Concretamente, no
planteó que era necesaria una revolución democrática que liquidara al régimen
totalitario fascista, como parte o primer paso del proceso hacia la revolución
socialista, y dejó pendiente este grave problema teórico”.
Pero muy a pesar de las proyecciones
personales de Moreno, al igual que otros hoy, Trotsky no dejó nada sin
resolver. Sencillamente ‘el Viejo’ ofreció una respuesta diametralmente opuesta
a la de Moreno. En la correspondencia política que Trotsky mantuvo en 1930 con
Pietro Tresso, Alfonso Leonetti y Paolo Ravazzoli (miembros del Buró
Político del Partido Comunista de Italia que acababan de ser expulsados del
partido por “trotskismo” y futuros dirigentes de la Nueva Oposición Italiana),
reflexionando sobre las perspectivas políticas que se abrirían en Italia con la
caída del régimen fascista, el fundador del Ejército Rojo propuso esta idea
magistral, partiendo de la premisa básica de que la naturaleza de la revolución
que se avecinaba sería obrera y socialista y no ‘popular y democrática’:
“¿Significa esto que Italia no puede convertirse
nuevamente, durante un tiempo, en un estado parlamentario o en una república
democrática? Considero - y creo que en esto coincidimos plenamente - que esa
eventualidad no está excluida. Pero no será el fruto de una revolución burguesa
sino el aborto de una revolución proletaria insuficientemente madura y
prematura. Si estalla una profunda crisis revolucionaria y se dan batallas de
masas en el curso de las cuales la vanguardia proletaria no tome el poder,
posiblemente la burguesía restaure su dominio sobre bases democráticas. ¿Puede
decirse, por ejemplo, que la actual república alemana es una conquista de la
revolución burguesa? Sería absurdo afirmarlo. Lo que se dio en Alemania en
1918-1919 fue una revolución proletaria, engañada, traicionada y aplastada por
la falta de dirección. Pero, no obstante, la contrarrevolución burguesa se vio
obligada a adaptarse a las circunstancias provocadas por esta derrota de la
revolución proletaria a tomar la forma de una república parlamentaria
democrática. ¿Se puede excluir la misma variante - o una parecida - en Italia?
No, no se la puede excluir. El fascismo llegó al poder porque la revolución
proletaria de 1920 no llegó hasta el final. Sólo una nueva revolución
proletaria puede derrocar al fascismo. Si esta vez tampoco está destinada a
triunfar (por la debilidad del Partido Comunista, las maniobras y traiciones de
los socialdemócratas, francmasones, católicos), el estado transicional que la
burguesía se verá obligada a edificar sobre las ruinas de su forma fascista de
gobierno no podrá ser otra cosa que un estado parlamentario y democrático”.
(L. Trotsky: Problemas de la
revolución italiana, 14 de mayo, 1930, en Escritos, Tomo 1 1929 - 1930 volumen
4, Pluma, Bogotá 1977, pág. 24-25)
En estas brillantes frases de Trotsky se
contienen todas las claves para poder entender, todavía hoy, de qué forma
luchan las diferentes clases sociales y sus partidos durante las llamadas,
numerosas, transiciones ‘democráticas’. Pero vemos como Moreno invirtió el método
empleado por Trotsky: cambio las cosas hacía que una “revolución proletaria
insuficientemente madura se convierte mágicamente en una revolución democrática
triunfante”. Y la incomprensión del uso burgués de los medios ‘democráticos’ de
dominación sólo puede generar desastres políticos.
Y después de todo este escenario en donde Moreno defendió
a la inversa las ideas de Trotsky, en las llamadas “revoluciones democráticas”,
que más tarde hemos podido ver que mantienen en un error a los que se
autodenominan “morenistas” y sus confusiones permanentes en torno a Siria,
Ucrania, Venezuela, Afganistán, etc.
Lenin siempre insistió que un error teórico no
corregido de forma inevitable lleva a cometer nuevos y nuevos errores, con
consecuencias catastróficas para el partido. Cualquier teoría errónea lleva
claramente en la práctica a acciones políticas erróneas, incluso en el caso en
el que te permitan realizar realmente acciones. una acción. Esta es una ley
histórica que funciono y continúa funcionando aun después de la muerte de N.
Moreno en enero de 1987. El Morenismo como corriente ha ido de error en error y
lo más grave, todo indica que sus dirigentes se muestran incapaces de realizar
una reevaluación de toda la situación y ser capaces de corregir los errores teóricos.
La URSS y los Países del Este
Entre los años 1989-1991 pudimos ver la
culminación del proceso de las contrarrevoluciones que permitieron abrir el
camino hacia la restauración del capitalismo en la Unión Soviética y Europa del
Este. La LIT-CI exclamo entusiasta en apoyo a aquellos movimientos, que los
presento como “revoluciones democráticas”, sin darle un contenido de clase.
Para no exagerar aquí, por ejemplo, el gobierno grotesco precapitalista de
Mazowiecki en Polonia fue descrito como “un gobierno obrero en el marco de una
dictadura no burocrática del proletariado” (Correo Internacional, núm. 44,
enero de 1990). En última instancia todos aquellos análisis fueron de tan
tamañas tonterías que cuesta comentarlos sin sentir vergüenza ajena. Pero para
desgracia, aún a día de hoy la LIT-CI reivindica aquellos análisis,
caracterizando la ruptura de la Unión Soviética como “un triunfo del
trotskismo y una victoria mundial de los trabajadores”.
Toda esta música no la han cambiado, a
pesar de las dramáticas consecuencias para el conjunto del movimiento obrero
mundial desde aquellas fechas. Es más, aun recientemente continúan empecinados
en apoyo a las movilizaciones pro imperialistas en Cuba. En todos estos
acontecimientos todos aquellos que se reclaman herederos políticos de N.
Moreno están mostrando constantemente una clara tendencia a confundir los
procesos de la revolución y los de la contrarrevolución.
Otro ejemplo de ello es el caso de Siria.
Después de que el movimiento popular de masas en contra del régimen de Assad
fuera aplastado por la guerra civil y el surgimiento en primera línea del fundamentalismo
islámico, la LIT-CI continua hablando sin parar de que estamos ante una
“revolución en curso”, análisis que les lleva a la defensa de posiciones
claramente oportunistas, de apoyo hacia el sector de oposición liderado por el Ejército
Libre Sirio (ELS), que constituye una autentica fuerza reaccionaria, que
llevan años bajo la influencia de los turcos.
Pero los dirigentes de la LIT-CI se
dedican a embellecer a los llamados “rebeldes sirios”, como hace Daniel
Sugasti, líder de LIT-CI, quien ha reconocido multitud de veces a esas milicias
como “progresistas, básicamente están compuestas por el Ejército Libre Sirio
(ELS), el Frente Islámico, la principal fuerza insurgente sobre el terreno con
cerca de 45.000 soldados, además de una extensa red de comités locales que, en
algunos casos, administran las ciudades que fueron tomadas de la dictadura”. (Daniel
Sugasti, «Siria: la revolución continúa», 31 agosto 2014, sitio de la LITCI
https://litci.org/es/la-revolucion-continua/).
En sus mejores momentos ha realizado
alguna crítica puntual a la dirección del ESL por su ‘incapacidad’ para llevar
la lucha contra Assad hasta el final, mientras que del Frente Islámico de Alepo
ha tenido la ‘inteligencia de escribir “que a pesar de su programa islámico
tiene como centro el combate a la dictadura y lucha al lado de rebeldes laicos”.
(Daniel Sugasti, “Siria: la revolución continúa”, 31 agosto 2014, sitio de
la LITCI https://litci.org/es/la-revolucion-continua/).
Solo nos basta con recordar que el Frente
Islámico es una organización salafista, financiada por Arabia Saudí, que
rechaza explícitamente cualquier forma de “democracia representativa” y cuyos
objetivos declarados son instaurar un Califato. Estos parecen, cuando mínimo,
unos aliados interesantes para apoyarlos, aunque simplemente sea desde el punto
de vista de la defensa de la ‘revolución
democrática’.
Las cosas han ido tan lejos como que la LIT-CI
ha propuesto, nada menos y nada más, que “campañas de solidaridad
incondicional, de completo apoyo a la victoria militar del pueblo sirio, que se
expresa en las milicias rebeldes del ELS, del Frente Islámico, de los comités
locales, de los consejos locales, y de un amplio abanico de sectores, laicos o
no”, comparando la Siria de mediados de década con la España revolucionaria
de 1936-1937.
Pasando al cuadrante europeo, con una demostrada
ceguera política para analizar correctamente las dinámicas de los procesos de
masas, en el año 2014 la LIT-CI calificó de “revolucionario” el movimiento
ucraniano de la plaza Maidán, en no era otra
cosa que un movimiento pro-UE y marcado por un importantísimo componente
neonazi, llegando afirmar que estábamos ante una situación marcada por “un
‘dualismo de poderes’ entre el ejercido por el autoproclamado ‘nuevo
gobierno’ y el poder de la plaza Maidán”, según nos decían ‘con comisiones y
milicias’, independientemente de que en ellas actúen sectores de extrema
derecha, que jugaron un papel de ‘vanguardia’ en los enfrentamientos con la
policía, pero que siguen siendo sólo una parte de un movimiento popular mucho
más amplio”.
Aún más recientemente, la sección rusa de
LIT-CI ha mezclado en el análisis elementos de muy diferentes naturaleza, escribiendo
entre otras lindezas que:
“la revolución ucraniana fue la culminación del
gran ascenso social y la polarización vigente en el Viejo Continente, que comenzó
con la ‘Generación Difícil’ portuguesa y los ‘Indignados españoles y que continúa
con la lucha de los chalecos amarillos en Francia”.
(Sección rusa de la LIT-CI, «Cinco años de
la revolución ucraniana: subestimada, incomprendida y difamada», 19-12-2018).
De esta forma como podemos extrañarnos de
ver los reiterados llamamientos que realiza la LIT-CI a participar en Venezuela
(por supuesto con su propio programa, dicen) en las movilizaciones convocadas
por la derecha contra el régimen de Maduro, como en 2017 con motivo de las
protestas lanzadas por la Mesa por la Unión Democrática (MUD) o en 2019 en los
albores de la intentona golpista pro imperialista de Guaidó.
Pero para no extendernos mucho más, pero
para dejarnos ver la política totalmente impresionista de la LIT-CI también quedó
al descubierto con motivo de la retirada del imperialismo estadounidense de
Afganistán, en agosto de 2021. Dejando claro que es obligación de todo marxista
oponerse a la ocupación imperialista de Afganistán, desde el primer día, sin embargo,
es una política totalmente errónea permitirse cualquier licencia de apoyo a
ningún sector reaccionario, como lo son los talibanes, cuya pretendida lucha
antiimperialista es más que dudosa.
¿Se puede apoyar de forma alguna a uno de
los movimientos más reaccionarios del planeta, los talibanes, fundado y
financiado desde los años 90, y bajo su protección, del ISI, por el
reaccionario Servicio de Inteligencia del ejército pakistaní? Sin embargo, para asombro de todo el
mundo esta tendencia que se reclama morenista, la LIT-CI, atribuyo y atribuye
una función, que es al menos misteriosa, progresiva a los talibanes.
Los derechos democráticos y las elecciones
La historia del morenismo es una historia
de constantes zigzags, de giros y contragiros de 180 grados. Tenemos que
reconocer que N. Moreno tenía una cierta capacidad oratoria y un cierto carisma,
pero también tenia unas claras limitaciones, principalmente era de un considerable
impresionismo y tenía una clara tendencia a la improvisación. Ello
inevitablemente lleva a cometer errores políticos, propios del porpio método. Y
aquí vemos como no se trataban de simples errores tácticos, que son posibles en
cualquier organización revolucionaria, sino de errores de principio, a veces
macroscópicos.

Cabe destacar que en todo su material escrito
La Marx Internacional cuando se sitúa en el analisis de cualquier proceso
electoral, en cualquier país y en cualquier circunstancia, siempre desde el comienzo por la defensa del “voto nulo o en blanco”, extrayendo del resultado de las
abstenciones, los votos nulos y blancos, las conclusiones. En cada proceso
electoral siempre piden abiertamente el voto nulo o en blanco. Maravillosa
forma de analizar la situación objetiva y el verdadero significado de las
elecciones bajo las formas de la democracia burguesa. En las últimas semanas, a
sus posiciones en Argentina, en Colombia, en Ecuador,…. Ahora, en lo que ellos
creen que es un avance, han incorporado y añadido al Estado español y al conjunto de la Unión Europea, en este proceso de elecciones europeas que se celebran. Todo se reduce a defender el
¡¡“Voto nulo, voto blanco”!!
Con
ello no hacen nada más que tirar por la borda toda la teoría marxista, la lucha por la construcción de un partido revolucionario mundial de Lenin y
Trotsky.
Ahora tras los resultados electorales en
Europa solo queda esperar que Daniel Campos exija formar el mismo
un gobierno de la Comisión Europea, en 'representación' de los que se
abstuvieron o votaron en blanco. Ahora bien, no sabemos si lo hicieron para
luchar por el anarquismo, el socialismo o por vacunas gratis a los gatos,
perros y cocodrilos, o como es nuestra opinión, porque han llegado a la conclusión
apáticamente aún de que participando en las instituciones burguesas europeas no
encontraran solución de fondo a las cada vez peores condiciones de vida, de
trabajo y sociales en las que viven.
De la misma forma, el compañero Daniel con respecto a las últimas elecciones presidenciales en Mexico, en donde frente a la derecha reaccionaria a vuelto a ganar con claridad la coalicion "Morena", la conclusión que extrae de esas elecciones no son la comprensión de hacer un trabajo politico serio entre la clase obrera y la juventud, explicando las enormes limitaciones de promesas y programas pretendidamente "reformistas", como el de Morena, en el marco de la mayor crisis historica del capitalismo, sino que hace una lectura de las elecciones que repite nuevamente su error de fondo, cuando gritan a pleno pulmón en su web que "#MÉXICO 2024. ABSTENCIÓN Y VOTO NULO SON LA PRIMERA FUERZA POLÍTICA".
Todo esto es rebajar las ideas, el programa y las perspectivas del marxismo a los sectores de la periferia o de fuera del propio movimiento obrero. Es no comprender que no es necesario llamar a "no
votar", sino que es necesario convencer a estos sectores a participar con el movimiento obrero, con nuestra clase, en base a organizarse políticamente y convencerlos que deben hacerlo sobre la base de defender un genuino programa
comunista de la necesidad de que luchen y se organicen para transformar la
sociedad.
Sobre
este asunto nos parece importante recordar aquí cual fue la posición política,
táctica y lucha mantenida por Lenin y Trotsky en los primeros años y Congresos
de la Internacional Comunista, que fueron verdaderas Escuelas de Estrategia
revolucionaria, antes de su degeneración burocrática a manos del estalinismo.
Lenin
y Trotsky llevaron a cabo una lucha sin cuartel contra el reformismo en los
sindicatos, contra el “carrera” en la Internacional Comunista. Pero al mismo
tiempo y conjuntamente a esto, condenaron enérgicamente todos los llamamientos
sectarios que llamaban a dejar las filas de las organizaciones sindicales, que
agrupaban a millones de trabajadores, o a las ideas que preconizaban dar la
espalda al trabajo en las instituciones parlamentarias y municipales.
Por
principio los comunistas no se separan de las masas, que están siendo engañadas
y traicionadas consciente o inconscientemente por los reformistas y los
social-patriotas, sino que se es deber de los comunistas llevar a cabo un
combate irreconciliable dentro de las organizaciones de masas e de las
instituciones establecidas por la sociedad burguesa, para poder derrocarlas lo
más segura y rápidamente posible.
Lenin y Trotsky partían del hecho objetivo de que los
partidos comunistas no eran todavía la mayoría decisiva de la
clase. Lenin defendió la consigna del frente único, del
trabajo paciente en las organizaciones de masas y de la participación en los
parlamentos burgueses, como medios para ganar a las masas. Esta era la
condición previa para la revolución socialista. Pero los
“izquierdistas” no estaban contentos y rechazaron con desdén los consejos de
Lenin de “orientarse hacia las masas”, considerando que la única
política posible para un partido revolucionario es “la ofensiva
revolucionaria”.
Lenin y Trotsky combatieron a brazo partido esta
absurda “teoría”, que condujo a la derrota sangrienta de la revolución en
Alemania en marzo de 1921. Esto fue un ejemplo extremo de una tendencia
ultraizquierdista que estaba muy extendida en aquella época y que resurge
muchas otras veces en la historia del movimiento.
Esta tendencia ultraizquierdista y sectaria siempre
fue combatida por Lenin y Trotsky, incluso antes que ellos por Marx y Engels. A
pesar de toda su apariencia “revolucionaria”, este tipo de posturas e ideas no
tienen nada en común con los auténticos métodos del bolchevismo, ante el cual
se presenta como una caricatura abstracta y absurda.
Lenin explicó que “para ganar a las masas no
es suficiente aprender cómo atacar, sino también cómo retirarse ordenadamente,
virar, desviarse, maniobrar, evitar dar la batalla en condiciones
desfavorables, etc”. Toda la historia del bolchevismo está llena de
ejemplos de este tipo de tácticas flexibles y expertas, reflejadas en los
escritos de Lenin y resumidas en su obra “La enfermedad infantil del
‘izquierdismo’ en el comunismo”- V.I. Lenin.
Los marxistas, los leninistas, los trotskistas (los
tres términos definen a una misma cosa) podemos decir que, como regla
general, la única circunstancia en que es permisible el boicot al parlamento y
las elecciones parlamentarias es cuando el movimiento revolucionario está en
condiciones de sustituir el sistema parlamentario burgués con algo mejor.
No cabe duda de que el sistema original de gobierno soviético mediante los
Consejos Obreros (soviets) introducido por los obreros rusos después de la
Revolución de Octubre era mucho más democrático que el parlamento más
democrático de la historia.
Pero si no te encuentras en esa situación, si
estás en minoría, entonces para los marxistas es obligatorio participar en el
parlamento y luchar para ganar la mayoría. A aquellos que nos acusan de ser
“antidemocráticos” les respondemos:
Todo lo contrario. Los marxistas luchamos por todos
los derechos democráticos. Precisamente es la burguesía la que quiere
restringir y anular la democracia y abolirla en el momento en que parezca que
la clase obrera amenaza a su dictadura. Por nuestra parte, participaremos en
las elecciones y en el parlamento, y trataremos de ganar la mayoría por medios
pacíficos. Pero también somos realistas y hemos aprendido que vosotros, los
banqueros y monopolistas, no os detendréis ante nada para defender vuestro
poder y privilegios.
En
este punto concreto también Daniel Campos impregna a La Marx Internacional de
una notable “contribución a la teoría marxista”, tirando por la borda
todos los planteamientos anteriormente expuesto y defendiendo llamar en todos
los países, en todas las circunstancias, al voto en blanco o nulo, a boicotear
todos los procesos electorales, situándose en las trincheras de los
“izquierdistas”, a los que Lenin y Trotsky tuvieron que combatir políticamente
en los primeros años de la formación de la Internacional Comunista. ¡¡
Bravo, camarada Daniel !!
Lenin, Trotsky y los bolcheviques no eran ni cretinos
parlamentarios ni anarquistas. Entendieron que, para poder llevar adelante la
revolución socialista, primero es necesario ganar a las masas. Por ese motivo,
aprendieron a utilizar todas y cada una de las posibilidades para llevar
adelante trabajo revolucionario. En general, no tenían fetiches, ni el fetiche
parlamentario de los reformistas, que piensan que todo se puede reducir a la
acción parlamentaria, ni el fetiche antiparlamentario de los anarquistas, que
dicen que no hay que participar en el parlamento bajo ninguna circunstancia.
Esta última postura hubiera condenado a los bolcheviques a una existencia
sectaria. Boicotear el parlamento y las elecciones cuando no se está en
condiciones de ofrecer una alternativa mejor, equivale a boicotearse a uno
mismo”.
Palestina:
el genocidio en Gaza
Una
visión que llama poderosamente la atención, en el contexto de la barbarie
imperialista que estamos viendo ahora mismo en Gaza, son las afirmaciones de
DC, que se dice el máximo dirigente de La Marx Internacional, en el sentido de
que “los palestinos le están dando una paliza, paliza, a los israelíes”. ¡Qué
locura!
Primero,
como no puede ser de otra forma, porque ello no es cierto, sino que lo que
vemos son auténticas dosis de exterminio de todo un pueblo oprimido y es ello
lo que está sirviendo para que millones de jóvenes y trabajadores en todo el
mundo se estén movilizando en contra de la guerra de limpieza étnica que está
librando el Estado sionista. Es este punto de partida el que los marxistas
debemos de coger con las dos manos para intervenir en el movimiento e intentar
ganar militancia para construir una dirección revolucionaria.
Daniel
Campos afirma entusiasta, una y otra vez que “paliza, paliza de los
palestinos a Israel”. Solo él es capaz de ver esta paliza, todos los demás,
incluyendo a millones de jóvenes y obreros de todo el mundo, lo que vemos son
las atrocidades de los sionistas con el pueblo palestino. Millones de personas por todo el mundo se están
estremeciendo por el horror, sin ir más lejos de este domingo pasado, cuando
después de que un ataque aéreo de las FDI arrasó un campamento de tiendas de
campañas montadas para un puñado de unos miles de civiles desplazados en Rafah,
ataque que costo no menos de 45 muertos. Las redes sociales están llenas de
imágenes: hombres, mujeres, niños y ancianos carbonizados, desmembrados y
asesinados mientras dormían.
Lenin escribió que “el capitalismo es horror sin fin”. Él se refería a cosas como estas, lejos de las fantasías de Daniel Campos
y su fantasiosa “paliza, paliza de los palestinos a Israel”. Las
palabras de Lenin están siendo deletreadas una a una en Gaza, en el lenguaje del
fuego y la sangre, para que todo el mundo vea claramente. Claro está, todos menos
el compañero Daniel y su letanía de “paliza, paliza”, posición que lo incapacita
ahora y en el futuro para poder intervenir y construir algo serio, en medio del
“horror sin fin” que vemos.
Las
consecuencias de esta política imperialista van mucho más allá de las fronteras
de Gaza e Israel. Las masas árabes de todo el Oriente Medio sienten un
profundo sentimiento de simpatía y solidaridad hacia los palestinos. Cada nuevo
horror desatado por las FDI en Gaza aumenta la rabia que burbujea bajo los pies
de los regímenes despóticos de Arabia Saudita, Egipto, Jordania, Kuwait, etc.
Todos los dictadores capitalistas que dirigen estos
países están expuestos por la guerra de Gaza. Mientras hablan de
boquilla de la difícil situación de sus "hermanos musulmanes", todos
ellos estaban pasando por un proceso de "normalización" de las
relaciones con Israel antes del conflicto. Ahora mismo, en el mejor de los
casos, no han hecho absolutamente nada para ayudar a los palestinos, y
en el peor de los casos han prestado su ayuda directamente al régimen sionista.
En
el caso de la junta militar en Egipto y la familia real jordana, sirviendo
auténticamente como sus guardias fronterizos para cercar el paso a los
palestinos; o en el caso de los saudíes, que están ayudando a proteger a Israel
de los cohetes disparados por las fuerzas hutíes, en represalia por la masacre
de los palestinos.
Los
compañeros tienen una enorme necesidad de sentar y aumentar las bases del
conocimiento teórico. En las últimas décadas desgraciadamente se produjo un
retroceso general en el movimiento, que solo puede ser resuelto sobre la base
del debate político y teórico de todos los temas que afectan al proceso de la
revolución internacional.
Desgraciadamente ese retroceso al que nos referimos
también ha tenido y tiene su reflejo en los métodos de funcionamiento en la
tarea de construcción de una organización marxista internacional. La
autocomplacencia, la visión de que solo unos pocos iluminados pueden tener
capacidad política de comprender todo el conjunto de la situación es falsa,
desde el principio hasta el final. Si se pretende sustituir el honesto debate
político, para que uno o unos pocos decidan qué es lo correcto o incorrecto,
nunca será posible forjar la herramienta que necesita todo proceso
revolucionario, la construcción de una genuina dirección basada en el programa,
las ideas y los métodos del genuino marxismo.
El movimiento morenista, aunque provenga
de la tradición trotskista, no ha sido capaz de resistir las presiones a las
que se han visto sometidos los revolucionarios en la posguerra, y no ha ofrecido
ni un freno ni una alternativa válida a la degeneración de la IV Internacional.
Basta con mirar los congresos mundiales de la Cuarta Internacional y el papel
volátil de Moreno para entenderlo. Si hay una característica principal del
morenismo, es precisamente la de un navegar por los acontecimientos sin brújula
política correcta, Ese es que solamente puede proporcionar un retorno firme a
la teoría genuina del marxismo, de las ideas del genuino trotskismo. Ello es
ante todo el objetivo de este documento, al objeto de los debates necesarios a
mantener.
El propio morenismo no tiene una base teórica
estable, nunca la tuvo. Es el resultado de toda una serie de adaptaciones y
concesiones al marco político dado, amplificado por lo que era necesario de vez
en cuando, para justificar teóricamente las maniobras políticas de N. Moreno. Los
militantes de buena fe y honestos del morenismo tienen la necesidad de emprender
un serio reexamen de los fundamentos teóricos-políticos y de las tradiciones.
Esta es la única forma y el único remedio que les permita encontrar una salida
al callejón sin salida en el que su movimiento está irreversiblemente atascado
desde hace más de medio siglo.
Es
hora de comenzar la construcción de una genuina dirección revolucionaria a
nivel mundial, país por país. Para ello necesitamos ideas y programa firmes, perspectivas
marxistas correctas y lo genuinos métodos del bolchevismo y de la IV
Internacional, antes de sus procesos de degeneración. Firmeza en los principios
y flexibilidad en las aplicaciones de tácticas correctas que nos vinculen al
movimiento obrero, a construir dentro de nuestra clase esa dirección. Las ideas
y los métodos de los camaradas de La Marx nos conducen directamente a sentarnos
en los márgenes del movimiento y esperar que algún día las masas nos vean y
vengan hacia nosotros: ese método es el típico de todos los grupos sectarios
habidos y por haber.
Málaga,
07 de junio de 2024
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