BALANCE ELECCIONES EEUU: ¡¡Luchar contra Trump, luchar contra el capitalismo!!
Así
termina la "Escuela de los Demócratas". Lo que antes parecía
impensable –similar a un episodio de "Dimensión Desconocida"– se ha
convertido en una realidad surrealista. Conforme "el muro azul"
Demócrata de los Estados "seguros" de Hillary Clinton se venía abajo,
de forma irreversible en favor de los de Donald Trump, los expertos de los
medios trataban de mantener la compostura, pero estaban claramente en estado de
shock junto con otros millones.
John Peterson
- 10
November 2016
www.marxist.com
Obama
ofreció el consuelo débil de que "el sol saldrá por la mañana". Como
la noche sigue al día, el sol se elevará de hecho por la mañana. Pero se
levantará sobre un mundo muy diferente: uno que ha sido testigo del colapso de
la noche a la mañana de la podrida dinastía Clinton y de la ruptura de la
estrategia electoral del “mal menor”.
"¡Esto no puede estar
pasando!"
"Ni reir ni
llorar,comprender"
- Spinoza
"Todo lo que es sólido se
desvanece en el aire, todo lo sagrado es profanado"
- Karl Marx
Si todo hubiera ido como
debería, no debería haber pasado esto. Pero, como hemos explicado otras veces,
todo no va como debería. Toda lógica y la razón apuntaba hacia una victoria de
Clinton, pero bajo los golpes de la crisis económica, la lógica y la razón han
sido arrojadas por la ventana. 2016 ha sido el año de los llamados populistas
-tanto de izquierda como de derecha- en el que Sanders fue forzado a salir de
la carrera, Trump fue el principal beneficiario. Las grandes y compactas
multitudes que él agrupó, frente a los intentos de la "Deshonesta
Hillary" de generar un ímpetu en la elección general, fue una clara
indicación de que algo grande se estaba fraguando.
Por
lo tanto, no deberíamos sorprendernos en absoluto. Después de todo, como
explicamos en nuestro análisis preelectoral: "si el Brexit ha podido
suceder [la inesperada victoria en el
referéndum británico para salir de la unión Europea, el pasado mes de junio, NdT], Donald
Trump bien podría convertirse en el próximo presidente de los Estados Unidos".
En la época de la decadencia capitalista, lo impensable es la nueva normalidad.
Cuando los marxistas hablamos de que "cambios bruscos y repentinos"
están en el orden del día, no es una frase vacía. Cuando explicamos, no importa
quién ganara la elección, que marcaría un cambio decisivo en la situación, no
era una hipérbole. Tras el impacto de la campaña de Sanders, y ahora con la
elección de Trump, ¿quién puede decir que nada ha cambiado en los EEUU? Puede
que no sea el tipo de cambio que millones habían esperado, pero no obstante es
un cambio colosal.
Todas las implicaciones para
la economía y la lucha de clases mundial son imposibles de predecir, pero serán
de largo alcance. Incluso antes de que los resultados finales hubieran sido
anunciados, los índices de los valores industriales del Dow Jones habían caído
700 puntos, el peso mexicano perdió el 10% de su valor en relación con el
dólar, los precios del oro se dispararon hacia arriba, y los mercados asiáticos
se desplomaron.
EEUU
no es una vieja potencia mundial marginal de segunda clase, sino el vientre de
la bestia capitalista e imperialista. Como expresó el Financial
Times: "Llevará un tiempo asimilar las grandes implicaciones
de la elección del Sr. Trump. Cada encuestador en el planeta leyó mal a la
opinión pública de Estados Unidos. Al elegir a un hombre que los votantes
sabían que era irrespetuoso con las sutilezas constitucionales norteamericanas,
EEUU ha enviado el equivalente electoral de un atacante suicida a Washington.
El mandato de Trump es hacer estallar el sistema.
Se suponía que Hillary
Clinton las tenía todas consigo.Todas las encuestadoras le daban un margen
considerable para la victoria. Pero a las 10:30 de la noche de la costa este,
la marea había cambiado y las palabras y frases como "sísmico",
"inquietante", "revuelta populista", "final del
experimento americano", "estado fallido", y
"apocalipsis" salpicaban las ondas. Era cada vez más claro que el
"no a Clinton" iba a ser el ganador. ¿Cómo pudieron los expertos
equivocarse tanto?
En pocas palabras, las
encuestas estaban ampliamente desacreditadas porque los medios querían creer su
propio cuento de hadas: que la ira populista era fugaz y que el candidato con
el cofre de campaña más lleno siempre gana. Igual que no le habían dado a
Bernie Sanders ninguna probabilidad de destacar en la carrera electoral de las
primarias Demócratas en su desafío a Clinton, con aire de suficiencia asumieron
que el racismo, sexismo e ignorancia del burdo Trump serían suficientes para
hundirlo. Sanders capituló ante la presión. Pero Trump no lo hizo, a pesar de
los esfuerzos implacables de los medios de comunicación y de su propio partido
para que siguiera la línea o abandonara la carrera presidencial –y sus
seguidores recompensaron su tenacidad girando en masa hacia él para entregarle
la victoria.
Fue una contienda entre la
mayoría indeseada de los Estados Unidos y candidatos impopulares. Al final,
como un analista señaló: "El peor candidato en la historia presidencial
estadounidense resultó ser Hillary Clinton". Con una máquina de campaña
muy inferior, Trump aprovechó la ola de indignación en su camino a la Casa
Blanca.
La anti-elección
Como
explicamos antes de las elecciones: "Esta fue siempre una elección que
Clinton no debía perder, es decir, después de que ella y la Convención Nacional
Demócrata maniobraran de forma antidemocrática para negarle a Bernie Sanders la
victoria. Después de todo, Obama es relativamente popular, la economía aún no
ha caído de nuevo en una depresión, las secuelas del movimiento "Ocupar
las plazas" (Occupy)
y "Las Vidas Negras Importan" (Black
Lives Matter) crearon un estado de ánimo general entre los jóvenes
claramente hacia la izquierda, mientras que Trump es un ignorante reaccionario
y un bufón. Sin embargo, hay una mosca en la sopa: millones de estadounidenses
odian a Hillary Clinton con pasión. La ven como una mentirosa, tramposa
deshonesta, y que está comprada y pagada por Wall Street. Ella es la
personificación de una arribista del sistema que encarna la política como una
forma de negocio. Después de la experiencia de Sanders, decir "¡al menos
no soy Trump! 'no es suficiente motivación para los millones que van a las
urnas".
Una
mayoría de los estadounidenses piensa que el país va por el camino equivocado y
esto funcionó en contra del partido en el poder, el Demócrata. Entre la llamada
generación del Milenio (los nacidos entre mediados de los 80 y los 90), Clinton
tuvo un apoyo un 11% peor en Florida que el que tuvo Obama hace 4 años. Muchos
optaron por votar a un tercer partido, a pesar del riesgo de ser jugadores
"marginales". Dado el sistema de Colegio Electoral [los electores
eligen a delegados que son los que eligen al Presidente, NdT] y el dominio de las grandes empresas en la
financiación de las campañas, la mayoría pensaba que su voto no importaba. ¿Y
quién puede culparlos? La juventud veía a los dos principales candidatos con
"miedo", como "una broma", como una "burla" y
como un "insulto".
"En esta elección, me
siento más como alguien que sabe que no los quiere aunque los vote" dijo
Abriona Johnson, 20 años, una camarera de Draught House en el norte de
Filadelfia, que planeaba votar por Hillary Clinton porque "ella no es
Trump."
Algunos partidarios de Trump
estaban igualmente insatisfechos con la elección. Cal Summers, un estudiante de
19 años de edad en la Universidad de la Comunidad del Condado de Bucks,
planeaba votar por Trump porque apoyaba su política económica ya que
"Hillary Clinton es una criminal. "Pero se enfrentó a la elección con
"un poco de miedo", porque ambos candidatos eran muy defectuosos.
Cuando se le preguntó si él habría apoyado a otro candidato en las primarias,
dijo, "honestamente, nadie habría sido mejor."
Incluso
la revista de humor The Onion tuvo problemas para satirizar la
elección. Según Ben Berkley, jefe de redacción de la revista en Internet:
"Es difícil subir el volumen cuando el hablante ya sopla con toda su
fuerza y los oídos de todo el mundo están sangrando".
Las mujeres y Clinton
Algunos culparán al sexismo y
a la misoginia por el resultado. Sin lugar a dudas: este veneno divisionista
está vivo y coleando en los EEUU y continuará tanto como duren las clases y la
escasez artificial generada por el sistema. Sin embargo, hay muchas más razones
para rechazar a Hillary que su género. Como planteó la activista y actriz Susan
Sarandon, muy francamente: "No voto con mi vagina".
Aunque Trump es un machista
repugnante en palabras y en acciones personales, esto palidece en comparación
con las acciones de Clinton contra los intereses de millones de mujeres que
trabajan en los EEUU y en todo el mundo. A modo de ejemplo, tomemos la infame
Fundación Clinton, que paga a sus empleadas solo el 72% de lo que paga a sus
empleados masculinos, cifra incluso menor a la media del 75% que pagan las
organizaciones sin ánimo de lucro. Para poner esto en perspectiva, esto
significa que ella paga a las mujeres $7,20 frente a $10 por hora para los
hombres que realizan el mismo trabajo. No importa el sufrimiento de millones de
mujeres en Siria, Irak, Afganistán, Libia, y en todas partes donde la
Secretaria de Estado Clinton presidió bombardeos y la miseria.
La gran mayoría de los
estadounidenses no tendría ningún problema en elegir a una mujer presidente y
creemos que eso marcaría un hito importante. Pero eso no puede forzar a
millones de hombres y mujeres a decidirse a votar por esa mujer para
presidente. Votaron a Trump, no porque sean estúpidos o ignorantes, sino porque
su instinto de clase les dijo que Hillary Clinton era su enemiga de clase.
"Es la economía, estúpido"
El
verdadero legado de Obama, no su legado imaginario después de 8 años en el
poder, es la raíz que explica el resultado. Como Martin Wolf del Financial
Times describió antes de la votación:
"Sin embargo, las cicatrices dejadas por la crisis, que
incluyen la disminución de la confianza en la honradez y en la competencia de
las élites financieras, intelectuales y legislativas, también alcanzaron a la
gente de mayor edad.
"Los ingresos reales promedio de los hogares aumentaron un
5,2% entre 2014 y 2015. Pero quedan por debajo de los niveles previos a la
crisis. De hecho, está por debajo de los niveles alcanzados en 2000 e incluso
han disminuido en relación con el PIB real per cápita constante desde mediados
de la década de 1970. Esto ayuda a explicar la puesta en escena de la marea de
desilusión, incluso de desesperación, revelada tan marcadamente por esta
sombría elección.
"No
es sorprendente que la desigualdad haya empeorado notablemente. Entre 1980 y el
período más reciente, la proporción de los ingresos antes de impuestos del 1%
más rico aumentó del 10% al 18%. Incluso después de impuestos, aumentó en un
tercio, del 8% al 12%. El aumento de la remuneración de los ejecutivos, en
relación con la de los trabajadores, ha sido enorme. Los EEUU tienen la
desigualdad más alta de cualquier país de altos ingresos y ha visto el aumento
más rápido en la desigualdad de las siete principales economías de altos
ingresos. La divergencia entre estos países sugiere que la creciente
desigualdad es mucho más una elección social que un imperativo económico.
"En estrecha relación con el aumento de la desigualdad ha
habido una disminución de la participación de los ingresos del trabajo en el
PIB del 64,6% en 2001 al 60,4% en 2014. Los trabajadores no sólo han sufrido la
disminución de su parte de la tarta. Igualmente significativo es el aumento
constante de la proporción de hombres de 25 a 54 años que no trabajan ni lo
buscan, desde aproximadamente el 3% en el 1950 al 12% ahora. Incluso Francia
tenía una fracción mayor de hombres de edad intermedia en puestos de trabajo
que los EEUU, cada año desde 2001. Desde 1990, los EEUU han tenido el segundo
mayor aumento en la falta de participación masculina en la fuerza de trabajo de
todos los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo.
Después del 2000, la tendencia decreciente de la no participación de las
mujeres en edad productiva también se detuvo. La proporción de mujeres en
Estados Unidos en esta categoría de edad en el empleo está ahora entre las más
bajas de todos los miembros de la OCDE".
No es
casualidad que el mensaje de Trump tenga un eco en el cinturón
de óxido[zonas enteras con cierres de fábricas, NdT]
y más allá. El Medio Oeste, en particular, se vio fuertemente afectado por la
crisis, y antiguos bastiones Demócratas como Michigan y Wisconsin, además del
cinturón de óxido de Pennsilvania y Ohio, fue de Trump. Sin una clara dirección
por parte de los dirigentes sindicales, los efectos de la globalización
capitalista son rechazados de manera impresionista y nacionalista, con una
reacción en contra de la inmigración, China, etc.
Millones de estadounidenses
sienten que no tienen futuro y que su dignidad misma ha sido despojada por una
crisis trituradora y sin fin.Ellos quieren "secar el pantano" en
Washington y "recuperar su país" -aunque nunca haya sido suyo.
Los demócratas han presidido
los años más lucrativos de la historia de Wall Street y casi una década de
estancamiento y declive de los trabajadores. No pueden vivir del humo y de
las promesas del pasado para siempre. Esto explica por qué, a pesar de ser
un multimillonario, Trump fue capaz de hacerse pasar por un perfecto ajeno al
sistema, y en comparación con Clinton, sin duda lo es. Él es el primer
presidente que nunca ha tenido un cargo público ni ha servido en el
ejército. Y aunque comparte casi todo con él, sus ataques al
establishment contienen frecuentemente un grano de verdad.
"Izquierda y derecha"
Así
que, aunque en la superficie, parece contradictorio, millones de personas que
votaron a Trump estaban, de hecho, expresando su instinto de clase,
aunque de manera confusa y distorsionada. Merece la pena de nuevo citar a
lo que escribimos en la víspera de
la elección:
“¿Qué sentido tiene el apoyo a Trump? Si realmente está en
condiciones de ganar, será porque millones de trabajadores estadounidenses
votarán por él. Su base central de apoyo es claramente la "pequeña
burguesía enfurecida" - por muy numéricamente reducida y socialmente
impotente que pueda ser, pero lo que él también ha aprovechado ha sido la ira
profunda de millones de trabajadores ordinarios. Para entender lo que está
sucediendo, hay que abandonar el entendimiento académico liberal burgués de los
conceptos de "izquierda" y "derecha". En resumen, hay que
analizar este proceso desde una perspectiva de clase”.
“Para los marxistas, la "izquierda" representa los
intereses vitales e históricamente progresistas de la clase obrera en su lucha
por la transformación socialista revolucionaria de la sociedad. La
"derecha" son los defensores y beneficiarios del capitalismo
decrépito y moribundo, un sistema regresivo sobre la base de la explotación y
la opresión que ha sobrevivido mucho más allá de su "fecha de
caducidad", debido a las traiciones de los dirigentes obreros. El
determinante fundamental no es tal o cual política en abstracto, sino la clase:
¿eres un trabajador o vives del trabajo de los trabajadores?”
“Para mantener la ilusión democrática del "gobierno de la mayoría",
a los trabajadores, que superan enormemente en número a los capitalistas, se
les debe permitir votar en la urna (o al menos a los que no se les ha negado
ese derecho por una miríada de motivos espurios). Durante los períodos
normales, las diferencias superficiales sobre política social, económica, o
extranjera son suficientes para que los votantes "se decidan" por
quién deben votar. Pero a veces cuando las contradicciones del sistema
estiran los partidos existentes hasta el punto de ruptura, y no hay una
alternativa obrera de masas que surja para tomar su lugar, se requieren otros
métodos para mantener las cosas dentro de límites seguros”.
“Así que seamos claros: los Demócratas no son la
"izquierda", y los Republicanos no son la "derecha".
Siempre han sido y siguen siendo hasta el día de hoy partidos, de, por y para
la clase dominante. Ellos son en el mejor de los casos las alas "liberal
de derecha" y "conservadora de derecha" de la clase capitalista.
A pesar de que han evolucionado históricamente en un antagonismo ideológico
entre sí, tanto el liberalismo como el conservadurismo son variantes del
dominio capitalista y siempre se unirán en contra de los intereses de los
trabajadores. Tanto los Demócratas como los Republicanos se inclinan demagógicamente
a la clase obrera, prometiendo el sol y las estrellas durante las elecciones,
pero gobiernan para los intereses de los capitalistas una vez que terminan las
elecciones”.
“En ausencia de un partido obrero de
masas, la mayoría de la clase obrera se ve obligada a "elegir", entre
una de estas alas a las que ve como el "mal menor" cada vez que llega
una elección. Durante décadas, los Demócratas podrían hacerse pasar por más de
"izquierdas", debido a la herencia de las reformas modestas de
Roosevelt y el New Deal en los años 30, y por el dinamismo
juvenil de John F. Kennedy y la "Gran Sociedad" de Lyndon Johnson, en
los 60. Pero la crisis del sistema significa que no hay más migajas para
repartir. Los capitalistas quieren quedarse con toda la tarta, a pesar de que
son los trabajadores quienes la hornean”.
No hay solución en el capitalismo
Pero sus esperanzas pronto
serán aplastadas contra las rocas de la realidad capitalista. Cuando Trump
se haga cargo de las riendas de un sistema que él calificó de manipulado y
corrompido, el grado de desilusión se hará evidente. En su discurso de
aceptación hizo las siguientes promesas:
"Vamos a arreglar nuestras ciudades y reconstruir nuestras
carreteras, puentes, túneles, aeropuertos, escuelas, hospitales. Vamos a
reconstruir nuestra infraestructura, que se convertirá, por cierto, en
insuperable, y vamos a poner a millones de nuestra gente a trabajar para
reconstruir todo esto”.
“Vamos a embarcarnos en un proyecto de crecimiento y renovación
nacional. Voy a aprovechar el talento creativo de nuestro pueblo y vamos a
recurrir a los mejores y más brillantes para aprovechar su enorme talento para
el beneficio de todos. Eso es lo que va a pasar. Tenemos un gran plan
económico. Vamos a duplicar nuestro crecimiento y a tener la economía más
fuerte de todo el mundo. Al mismo tiempo, vamos a marchar junto con todas
las demás naciones que estén dispuestas a llevarse bien con nosotros. Lo
haremos. Vamos a tener grandes relaciones. Esperamos tener grandes
relaciones. Ningún sueño es demasiado grande, ningún reto es demasiado
grande. Nada de lo que queramos para nuestro futuro estará fuera de
nuestro alcance”.
"Estados Unidos ya no se conforma con nada menos que con lo
mejor. Debemos reclamar el destino de nuestro país y soñar en grande y de forma
audaz y atrevida. Tenemos que hacer eso. Vamos a soñar con cosas para
nuestro país, con cosas bellas y exitosas una vez más. Quiero decirle a la
comunidad mundial que, si bien siempre vamos a poner en primer lugar los
intereses de los Estados Unidos, vamos a tratar de manera amigable a todo el
mundo. Con todos los pueblos y demás naciones. Vamos a buscar un
terreno común, no con hostilidad; con asociación, no con conflictos".
A
pesar de su demagogia y bajeza, Trump promete puestos de trabajo para todos, y
terminar con el caos que es el Obamacare [el programa de salud de Obama, NdT],
y además, hará que "... ¡vuestros sueños se hagan realidad!".
Mientras que él ha atraído el apoyo de muchísimos racistas declarados y de
supremacistas blancos, para la mayoría de los trabajadores su mensaje resuena a
pesar de su abierto racismo y sexismo. Él se ha comprometido con la
promesa de un retorno a los míticos buenos tiempos en que Estados Unidos era
"grande". La mayoría de los estadounidenses no entienden que esos
días se basaron en una convergencia de condiciones que nunca se repetirá, que
duraron sólo unas pocas décadas, y que sólo benefició a una parte de la
población, y nunca volverá, a pesar de las promesas salvajes de Trump.
El presidente electo también
ha afirmado que "¡es tan fácil!" solucionar los problemas a los
que se enfrentan los trabajadores estadounidenses. Una solución electoral
agradable, fácil para los problemas de los trabajadores es precisamente lo que
millones votaron en 2008. Los resultados bajo los Demócratas fueron malos,
pero dado el duopolio político que ha dominado la política de Estados Unidos
durante 150 años, y el fracaso absoluto de los líderes sindicales para
construir una alternativa, es natural que "el otro partido", el Republicano,
vuelva a ser el principal beneficiario del descontento hirviente.
Pero tenemos malas noticias
para el Sr. Trump: la solución de la crisis capitalista dentro de los límites
del sistema es imposible. En su discurso de aceptación llamó a la unidad y
se comprometió con ser el presidente de todos los estadounidenses. Sin
embargo, esto es irrealizable. Él sólo puede gobernar para una parte de la
población: los multimillonarios, cuyos intereses son diametralmente opuestos a
los de los trabajadores.
Los Republicanos controlan
ahora el Congreso, así como la Casa Blanca. Se desprenderán de sus guantes
para atacar a los trabajadores, y no tendrán ningún problema en deshacerse de
las promesas de Trump como castillos en el aire. Cuando se produzca la
decepción inevitable, lo hará a su manera distorsionada, La campaña de Trump ha
ayudado a dar rienda suelta a fuerzas sociales que él y su partido van a ser
incapaces de controlar. Esta es la razón por la que la clase dominante
prefería a Hillary. Sin embargo, al preferirla a ella de forma tan
abierta, simplemente alimentaron la ira y alentaron la reacción en contra de su
candidatura.
Histórico tiro fallido de Bernie Sanders
A
pesar de malestar colosal con Trump, no olvidemos la otra gran historia que
salió de las elecciones de 2016: el movimiento masivo que burbujeó alrededor de
Bernie Sanders. A tan sólo 25 años después de la caída de la URSS, en la
tierra de Joseph McCarthy y del Pánico Rojo, su llamamiento a
una "revolución política contra la clase multimillonaria" le hizo
ganar más de 13 millones de votos en las primarias y asambleas del Partido
Demócrata. Su campaña abiertamente socialista atrajo a multitudes y generó
niveles de entusiasmo que el equipo de marketing de Clinton sólo podía soñar. A
pesar de su moderado programa reformista de izquierda, el enorme apoyo a
Sanders representó un terremoto político que resonó en todo el
planeta.
Incluso después de que
Wikileaks revelara el engaño y la deshonestidad de la campaña de Clinton y del
aparato de la Convención Nacional Demócrata, Sanders sucumbió a la presión,
apoyó a Hillary, y se negó a postularse como candidaro presidencial
independiente (cosa que le instamos a hacer). La razón dada fue que el
lanzamiento de un nuevo partido socialista de masas entregaría de manera
efectiva la elección a Trump. Ahora que el “mal menor” se encuentra en
ruinas, ¿quién puede negar que Sanders podría haber derrotado a Trump ya
hubiera sido una elección entre dos, tres o más candidatos en disputa?
Se quiera aceptar o no, la
verdad permanece: los trabajadores continuaremos siendo los perdedores hasta
que tengamos nuestro propio partido. Una oportunidad histórica se ha
perdido. Pero no hay que desesperar. Surgirán otras
oportunidades. Nada se ha resuelto y la naturaleza aborrece el vacío. La
necesidad objetiva de una salida política de masas de clase es más aguda que
nunca. El fenómeno Sanders contiene dentro de sí muchas semillas fértiles
para el futuro. Los Demócratas han sufrido un golpe devastador, pero hasta
que sean sustituidos, pueden cojear durante bastante tiempo, como el sistema
que representan, que debe ser reemplazado por la acción consciente de la clase
obrera organizada.
Ninguna furia comparable a la clase obrera despreciada
Estamos en presencia del
pragmatismo norteamericano en acción, donde una gran capa de trabajadores trata
de tomar sus asuntos en sus propias manos de la única forma disponible para
ellos en este momento. Después de todo, cuando la televisión deja de
funcionar, la respuesta clásica norteamericana es darle un buen golpe con el
puño. Y si eso no funciona, es el momento de tirar todo el asunto al
contenedor de basura y conseguir una nueva. Millones de estadounidenses
acaban de dar al establishment una buena bofetada inicial. Con el tiempo
se darán cuenta de que la configuración actual está más allá de la reparación y
que necesita ser reemplazada por completo.
Como
dijo crudamente el Washington Post:
"Esa desconexión sólo puede explicarse por el deseo de hacer estallar todo
el sistema. Y no me refiero sólo al sistema político. Me refiero a
todas las instituciones de la élite y su régimen que alguna vez asumieron como
los mejores - los medios de comunicación incluidos. Trump es el dedo medio
colectivo de todas las personas que piensan que las élites se han reído de
ellos y las han despreciado durante demasiado tiempo. Es la venganza del
hombre medio –algo aún más notable por el hecho de que el buque de esta rabia
contra las élites y el establishment es un multimillonario que le dice a
cualquiera que le pregunte cuán elegante y rico es".
Así, mientras que muchos
estadounidenses tienen ilusiones en Trump, otros millones nunca estuvieron con
él y ya se están preparando para contraatacar. Después de la decepción con
la capitulación de Sanders y del miserable fracaso de Clinton para detener a
Trump a través del “mal menor”, la gente no se moverá de nuevo a ciegas con los
Demócratas, aunque, como hemos explicado, hasta que sean sustituidos, todo es
posible.
Después de décadas de
traición, la clase trabajadora blanca, finalmente ha abandonado al partido
Demócrata. Sin embargo, su flirteo con los Republicanos será de corta duración
ya que ellos tampoco tienen nada que ofrecer a los trabajadores. Otros que
tenían ilusiones en los Demócratas también serán profundamente sacudidos por
este resultado y buscarán alternativas.
Estos son los frutos amargos
del llamado “mal menor”. Tardó más de 20 años que el cinturón de óxido
consiguiera por fin su venganza por el Tratado de Libre Comercio, el
desmantelamiento del estado de bienestar, y la gran cantidad de leyes contra
los trabajadores aprobadas por Bill Clinton en la década de 1990. Como
hemos advertido una y otra vez, si se adopta la estrategia del mal menor, con
el tiempo el mal mayor gana. Y para muchos este año electoral, no fue tan
claro, cuál de ellos era el mal mayor.
Nueva era Polarización, Austeridad y Lucha
de Clases por venir
Para aquellos que están
devastados por el resultado y el temor de que el mundo esté desmoronándose les
decimos: ¡la lucha acaba de empezar! En cierto sentido, es mucho mejor que
Trump y los suyos queden desacreditados más pronto que tarde, en lugar de
acumular vapor como oposición por otros cuatro años, balando repetidamente
"¡te lo dije!" Podemos estar seguros de que algo aún más hacia
la derecha habría tomado su lugar, y aún puede surgir.
Pero por ahora, la
responsabilidad está en Trump y los Republicanos, y cuando éstos no cumplan con
las expectativas, la rabiosa guerra civil que ya existe en sus filas dará lugar
a una crisis tras otra en ese partido también. Trump ha levantado expectativas
irrealizables. A pesar de que ahora está subido a la ola, sus partidarios
al final se volverán contra él. La rabia, que todavía tiene que encontrar
una salida coherente en líneas de clase, eventualmente encontrará una
expresión: un partido obrero de masas sea cual sea la forma que pueda tomar
inicialmente.
Los progresistas liberales y
mucha otra gente en la izquierda culpan a la supuesta ignorancia de la clase
obrera. Ellos corren como pollos sin cabeza, declarando que el cielo se
está cayendo, y que las cosas se están moviendo hacia la derecha, tal vez
incluso al fascismo. En realidad, las cosas se están moviendo en los
remolinos impredecibles del caos capitalista. Trump no es la causa, sino
simplemente el resultado y la expresión de la desestabilización del sistema
como un todo. Una cosa está clara, sin embargo: el proceso molecular de la
revolución en los EEUU se ha dado un tiro fuerte de adrenalina.
La estrategia de los
dirigentes sindicales de respaldar a los Demócratas se encuentra en ruinas y su
credibilidad se ha deteriorado gravemente. Para revertir el curso y
organizar la lucha para responder a la inminente agresión, el movimiento obrero
necesita nuevas políticas. Los sindicatos existentes necesitan ser
inundados con miembros frescos y con otros nuevos formados por las decenas de
millones de trabajadores que no tienen defensa colectiva contra los
patrones. Si los líderes actuales son incapaces de revivir los aspectos
militantes básicos de la lucha de clases que construyeron los sindicatos en su
momento, serán empujados hacia fuera y nuevos líderes se forjarán en las luchas
que se avecinan.
Las aspiraciones de la clase
trabajadora van mucho más allá de lo que el capitalismo puede ofrecer. Los
jóvenes y los trabajadores tendrán otra alternativa por la que luchar. La
elección presidencial de 2016 debe servir como una llamada de atención. El
cambio no vendrá votando a los partidos patronales. Necesitamos nuestras
propias herramientas políticas de lucha. Por otra parte, necesitamos
ideas, teorías y perspectivas marxistas para orientar nuestro trabajo.
¡Luchemos por el Socialismo!
El deseo de "¡hacer América grande otra vez!"
refleja un deseo desesperado por hacer retroceder el reloj a un estado ilusorio
cuando el sueño americano parecía tener un contenido real. Los marxistas
entienden que ningún país puede realmente ser grande en el
capitalismo. Sólo hay un camino que seguir: hacer grande al mundo entero a través del socialismo.
Muchas personas están
comprensiblemente desmoralizadas, abatidas, y disgustadas. Pero no hay
tiempo que perder. Debemos transformar la ira en acción. Pero para
que nuestra acción sea eficaz, tenemos que estar organizados y armados con un
programa y un plan. Puede haber algo de desorientación al principio, pero
las protestas no tardarán mucho tiempo en llegar, y se ampliarán y harán
participar a millones en todo el país. Siendo el partido más burdo y menos
sofisticado de la clase dominante, los Republicanos tendrán un movimiento de
protesta desafiante en sus manos en un futuro no muy lejano. Las protestas
ya se están organizando en las redes sociales y la Corriente Marxista
Internacional (CMI) estará allí.
El capitalismo está en
quiebra y también lo están sus partidos políticos. La crisis del sistema
económico burgués se refleja inevitablemente en una crisis de la dirección
política burguesa. De la noche a la mañana, el cambio de conciencia en los
Estados Unidos ha dado un gran salto hacia adelante. La elección de Donald
Trump marca otro paso en el camino no lineal pero inexorable de la revolución
socialista.
Estamos
en una cabalgada salvaje. No es el momento de sentarse en la valla:
·
¡Es hora de organizarse!
·
¡Hay que luchar contra Trump,
luchar contra el capitalismo!
·
¡Únete a la CMI!
· ¡Por un Partido Socialista de
masas basado en los sindicatos y la clase trabajadora!
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