SITUACION EDUCATIVA EN AMERICA LATINA Y LAS INFLUENCIAS ‘EXTRANJERAS’

Rubiela Ruiz Cabezas
Catedrática Universidad Cooperativa de Colombia

Introduccion
América Latina se enfrenta hoy a una desaceleración del crecimiento económico que podría echar por tierra todos los avances logrados en la última década, como la reducción del índice de pobreza, los progresos en materia de igualdad o, asunto clave, la implantación de un sistema educativo de calidad. En los últimos años, la región ha crecido al 4%, pero desde 2014 lo hace al 1%. Es la primera vez en diez años que crece por debajo de la media de la OCDE, pero la tendencia se va a mantener en 2015. Tras esta etapa de crecimiento, posible gracias al ya obsoleto boom de las materias primas, Latinoamérica ha entrado en una desaceleración económica que necesita nuevas medidas a corto y largo plazo.
Durante la década de 2000, los progresos en el crecimiento económico y el desarrollo global dieron lugar a la creación de un contexto favorable para el avance en educación, señala la UNESCO en su informe Situación Educativa de América Latina y el Caribe: Hacia la educación de calidad para todos al 2015. Sin embargo, persisten los altos niveles de inequidad, pobreza y población rural que dificultan la expansión de una educación de calidad en la mayor parte de la región.
Los expertos aseguran que una de las claves para el desarrollo de América Latina está en la educación. Una educación de calidad que pueda romper definitivamente la brecha de las desigualdades sociales. Porque no se trata solo de educar más, sino mejor gracias a la innovación, la especialización y la calidad del profesorado. También es esta la región con un mayor desajuste entre la oferta y la demanda de competencias. Así lo advierte el informe Perspectivas económicas de América Latina 2015, una publicación conjunta del Centro de Desarrollo de la OCDE, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
Educación en el contexto latinoamericano

Los avances progresivos de una sociedad siempre tienen su reflejo concreto en los diferentes campos que podemos analizar de esa misma sociedad. No es sostenible que una sociedad haya avanzado mientras no se vean esos avances concretados, por ejemplo, en la igualdad de los géneros (la situación de la mujer siempre es un claro indicativo de la sociedad en su conjunto), mejores condiciones de vida para la mayoría de la población, el reconocimiento efectivo, más allá de las simple declaración formal, de derechos de la población en asuntos como la vivienda, la sanidad o la educación.

Todos esto constituye lo que podríamos denominar una especie de “Derechos universales” de los seres humanos, cuya lucha por hacerlos efectivos debe ser vista como una constante en la historia, desde el propio nacimiento de las sociedades burguesas.

De esta forma, la burguesía como clase dominante de la sociedad llego al poder, desplazando al feudalismo, bajo las banderas de la “Libertad, Igualdad, Fraternidad”, la lucha de la razón y la ciencia frente al oscurantismo y la ignorancia. Así fue como ascendió al poder la burguesía en Francia, Europa, los EE.UU. y el conjunto del mundo. La burguesía jugo en su nacimiento y ascensión al poder un enorme papel progresivo, que tuvo su reflejo en los distintos procesos revolucionarios en la lucha democrático-burguesa frente al Antiguo Régimen del feudalismo reaccionario, que impedía el avance de la economía, la tecnología, la ciencia, la cultura y, por supuesto, de la educación del conjunto de la sociedad.

Ejemplos vivos de todo ello fueron la Revolución francesa (1789), seguida de los procesos revolucionarios en el conjunto de Europa (revoluciones de 1820, 1830 y la revolución de 1848), al igual que los procesos revolucionarios de América latina (proceso de luchas por la Independencia de España) y el anterior proceso de revolución en EE.UU., con la Guerra por la Independencia incluida. Todos estos procesos tuvieron un claro carácter progresivo en torno a la lucha por el avance de la sociedad y que supusieron el final histórico del feudalismo como sistema social imperante.

Estos procesos vieron su punto final, a la hora de considerar a la burguesía como una clase dominante progresiva en términos generales, con acontecimientos que marcaron profundos cambios históricos, entre otros: la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918), de claro carácter imperialista, de guerra por el dominio y reparto del mundo entre las diferentes potencias capitalistas. Y así quedo expuesto por dos acontecimientos de esa época, que mostraban la realidad de la nueva situación histórica en la que había entrado la humanidad: la revolución democrático burguesa de Febrero de 1917 en Rusia, en donde la burguesía no jugaba papel progresivo alguno y la posterior revolución de Octubre de 1917, en Rusia, en donde la clase obrera mostro ser la única clase capaz de jugar en adelante un papel genuinamente progresista.

Lo anterior tiene relación directa con la lucha de la humanidad por elevarse por encima del reino de la necesidad y poder vivir en condiciones de prosperidad genuinamente humanas, tales como reconocen los derechos de todas las Constituciones, Declaraciones y Resoluciones de los distintos gobiernos e Instituciones internacionales, desde hace décadas y décadas. Y en ello el derecho a la educación y a la cultura no constituye ninguna salvedad.

El derecho fundamental a la Educación

Comenzando por los educadores, terminando con cualquier persona con unos mínimos valores por el progreso de la humanidad, se hace necesario recordar cuales son los objetivos constantes, en el terreno de la educación también, de las principales instancias y organismos a nivel mundial que la defienden y permiten su desarrollo. No hay duda que esas declaraciones son objetivos por los que continuar luchando para un mundo que nos presente mejores condiciones de convivencia y de vida a todos y todas.

Por ello, cuando se habla de educación, se debe comenzar por lo que textualmente plantea el Articulo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU), del año 1948:

“Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La educación elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”.

A esta Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 se pueden sumar muchísimas otras del mismo contenido y estilo, como las provenientes de la Convención sobre los Derechos del Niño de 1990, la “Iniciativa Mundial de Educación para Todos” en Jomtien, las resoluciones del Foro Mundial sobre la Educación celebrado en Dakar, Senegal, en abril de 2000 (UNESCO),…

¿Educación de Calidad en Latinoamérica?

Entrando en el contexto latinoamericano, se encuentra que “en América Latina, sólo el 25% de los niños de cuatro años asisten a la enseñanza preescolar. El acceso a estos programas está distribuido de manera poco uniforme y es un privilegio de los hogares urbanos de clase media y alta. Demasiados alumnos abandonan la escuela primaria antes de haber adquirido aptitudes para leer y escribir y retener una alfabetización funcional. Si bien las tasas han disminuido, América Latina sigue caracterizándose por las tasas de repetición y deserción temprana más altas del mundo” (McGinn, 2016).


Como consecuencia de estas grandes deficiencias en las escuelas de América Latina, el aumento de los niveles de educación es cada vez más lento en comparación con otras regiones. El nivel promedio de educación de la fuerza laboral de América Latina se elevó de aproximadamente 2,5 años en 1955 a más de 4,5 años en 1990, pero en el mismo período la educación promedio de los trabajadores de Corea, Taiwan, Singapur y Hong Kong se elevó de aproximadamente 3,3 años a casi 9 años (Londono, 1996 citado por McGinn, 2016). 

En los Países Latinoamericanos se han vivido importantes procesos llamados de “reformas educativas” durante toda la década de los años 90, en los que se ha podido ver la intervención de una forma u otra de distintos organismos internacionales, como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Interamericano para el Desarrollo (BID), la Organización Mundial para el Desarrollo Económico (OCDE) y la misma UNESCO de la ONU.

En teoría, todas estas reflexiones internacionales sobre educación han sido escuchadas y tenidas en cuenta, a priori, por los distintos gobiernos en América Latina y el Caribe, que han propiciado toda una  ola de reformas educativas algunas apropiadas y otras totalmente descontextualizadas. Los mismos Ministros de Educación establecieron el Proyecto Regional de Educación para América Latina y el Caribe (PRELAC), en noviembre de 2002.

Los problemas de la calidad de la educación pasan del ciclo primario al secundario. La matrícula en la escuela secundaria en América Latina y el Caribe se cuadruplicó desde 1990. En muchos países esta expansión fue posible estableciendo dos turnos de las escuelas y los docentes y reduciendo el tiempo total de instrucción. En general, las escuelas de las Américas que imparten el ciclo secundario básico han sido utilizadas como sistema para eliminar a los estudiantes que no serían admitidos a las universidades. En Estados Unidos, aproximadamente el 75% de los estudiantes concluyen su educación secundaria, pero este porcentaje es menor en América Latina y el Caribe (McGinn, 2016).

En América Latina y el Caribe, la administración escolar está casi siempre a cargo de una persona que no tiene formación formal en administración, y que cuenta con poco respaldo de los supervisores y del ministerio central. Los administradores son responsables de manejar los fondos limitados que tienen a su disposición y de monitorear la asistencia de los maestros. Se reúnen pocas veces con los docentes y pocos administradores están en condiciones de ofrecer asistencia a los docentes para mejorar sus métodos de enseñanza.

En los últimos años, la mayoría de los países latinoamericanos comenzó a transferir la toma de decisiones en materia educativa de los ministerios centrales aislados a las oficinas regionales, distritales o municipales. Además, algunos países incrementaron el uso de fondos públicos para subvencionar a escuelas privadas. Ninguna de estas reformas de descentralización ha producido grandes mejoras en el aprendizaje de los alumnos. Una de las principales limitaciones es la falta de administradores capacitados que puedan organizar la participación de la comunidad y de los padres en la toma de decisiones y en la movilización de recursos, y que puedan trabajar con los docentes para mejorar las prácticas didácticas (McGinn, 2016). 

Tener en cuenta la realidad objetiva en la que se desenvuelve Latinoamérica es de vital importancia, sobre todo a la hora de establecer cuáles son las necesidades que tienen los sistemas educativos y poder así hacer frente a los problemas existentes para corregirlos y solventarlos.

Latinoamérica presenta un enorme déficit histórico de inversión educativa, lo cual refleja el enorme carácter atrasado de sus economías y el papel nada progresista de sus clases dominantes, contrario a las revoluciones mencionadas al principio de este artículo, que como se estableció, propiciaron el impulso del progreso global. A todo ello se debe añadir los constantes intentos de mantener en un segundo plano a la educación pública, como un derecho universal, de calidad, público y gratuito para la población, favoreciendo con ello el negocio de la educación privada. Ello tiene mucho que ver también con los intentos constantes de situar al sistema educativo al servicio del llamado mercado, de las empresas privadas.

El mejoramiento de la calidad y la eficiencia de la educación en las Américas se ha desacelerado debido a la falta de capacidad para aprender de las innovaciones dentro de los sistemas nacionales y de las que se adoptan en otros países. En la mayoría de los casos, las funciones de planificación, elaboración del presupuesto y evaluación son independientes; sólo unos pocos ministerios de educación pueden asociar las variaciones en los insumos, las prácticas y los costos con indicadores de desempeño del sistema, como el porcentaje de alumnos que concluyen los estudios o el nivel de aprendizaje de los estudiantes. Pocos países hacen esto de manera regular (McMeekin, 1998). Las reformas dependen de la disponibilidad de nuevo financiamiento y no del análisis sobre la mejor manera de utilizar los fondos existentes. Dado que los montos de nuevo financiamiento, sea de organismos donantes externos o del presupuesto nacional, son erráticos, el mejoramiento del sistema es un proceso intermitente y no continuo. (McGinn 2016). 

¿Qué pasa con las expectativas de educación superior del mundo productivo?

En cada país de Latinoamérica se podrían citar reiterados ejemplos de todo ello, pero como botón de muestra se señala el siguiente dato de inversión educativa, con respecto al PIB, de media de los países de la OCDE y de México, que es ilustrativo de la realidad de toda la región:
                                                           OCDE                                    MEXICO
·         Educación Básica                       9’0 %                                     3’1 %
·         Material Educativo                  19’0 %                                    5’0 %
·         Educación Superior                 10’7 %                                     3’1 %
Fuente: Alaniz p.12

Con este tipo de cifras es del todo imposible el que se garantice el derecho a la educación para todos los ciudadanos. No debería ser posible escuchar, sin sonrojarnos, de labios de nuestros gobernantes que “la educación es de modo expreso una prioridad en la región”.
El desplazamiento de la riqueza mundial hacia el mundo emergente ha aumentado la demanda de competencias más altas de los profesionales formados en la educación superior de las universidades latinoamericanas. La región tiene una demanda profesional cada vez más exigente, pero un 35,9% de las empresas de América Latina tiene dificultades para encontrar trabajadores con las competencias profesionales que necesitan, cuando la media mundial es del 20,9% y la de la OCDE, de 14,8%.
 Fuente: Perspectivas económicas de América Latina 2015.
        Estamos ante la región mundial con un mayor desajuste entre la oferta y la demanda de competencias. El sector automotriz y el de la maquinaria son los que más dificultades tienen para encontrar trabajadores con competencias específicas en América Latina, por su sofisticación y complejidad. Pero en general, son muchas las empresas que, debido a estas dificultades, tienen un gasto muy elevado en mano de obra (Cesar Borrás, Gas Natural Fenosa, 2015). Ante la falta de oferta de profesionales de varios sectores, las empresas tienen que invertir en programas de formación especializada para sus empleados, o recurrir a la movilidad de profesionales de otros países.
Para lograr una mayor conexión entre la oferta y la demanda de profesionales, es imprescindible fortalecer los sistemas de educación y la formación técnica y profesional, invertir en I+D, e involucrar al sector privado en el diseño de las políticas de educación. Se trata de mejorar las capacidades de los trabajadores, vinculando la formación con el mercado laboral.

De la misma forma, los gobiernos de los distintos países  manifiestan en el documento Situación Educativa de América Latina y el Caribe “sus coincidencias en los postulados sobre el derecho de todo estudiante a no ser discriminado, la igualdad de trato a hombres y mujeres y el derecho de personas con necesidades educativas especiales a recibir una educación de calidad con igualdad de oportunidades(p. 16) con sus políticas educativas concretas hacen inviables esas declaraciones formales, dichas en medios de comunicación y todo tipo de reuniones académicas y de foros internacionales.

Se dice constantemente, de distintas formas y en distintos medios, que ‘la educación es la prioridad’, que los objetivos son:
Trasciendan la idea de la educación como mera transmisión de contenidos y se Entienda como un área consustancial al desarrollo integral de las personas.
Afirmen de modo creciente la necesidad de atender la diversidad dejando de lado los tratamientos homogéneos y homogeneizadores de la población.
Postulen de modo creciente que la tarea educativa es una responsabilidad de la sociedad en su conjunto entendiendo a ésta como una sociedad educadora trascendiendo el foco exclusivo puesto en las instituciones educativas como espacios educativos.

Se escuchan las miles de afirmaciones que dicen que ‘los focos estratégicos subrayan la necesidad de organizar la acción pública alrededor de los siguientes temas:
Los contenidos y prácticas de la educación para construir sentidos acerca de nosotros mismos, los demás y el mundo en que vivimos.
Los docentes y el fortalecimiento de su protagonismo en el cambio educativo para que respondan a las necesidades de aprendizaje de los alumnos.
La cultura de las escuelas para que éstas se conviertan en comunidades de aprendizaje y participación.
La gestión y flexibilización de los sistemas educativos para ofrecer oportunidades de aprendizaje efectivo a lo largo de la vida.
La responsabilidad social por la educación para generar compromisos con su desarrollo y resultados”

De esta forma se evidencia el diagnóstico de la situación y cuales deberían ser, por tanto, las políticas a aplicar. ¿Por qué no se llevan a adelante?, es por tanto y evidentemente por un asunto de prioridades políticas que tienden a favorecer a unas clases sociales sobre otras.

Los objetivos centrales continúan siendo el lograr que una educación pública, de calidad, gratuita y científica garantice para el grueso de la población que se consiguen los siguientes puntos, establecidos ya en cuatro puntos concretos de las resoluciones de la UNESCO en 1996:

I.-  Aprender a conocer, para adquirir un repertorio cultural amplio y los conocimientos específicos que estimulen la curiosidad para seguir aprendiendo y desarrollarse en la sociedad del conocimiento.
II.-   Aprender a hacer, desarrollando competencias que capaciten a las personas para enfrentar situaciones inesperadas, trabajar en equipo, desenvolverse en diferentes contextos sociales y laborales, y tener la capacidad de emprendimiento.
III.-  Aprender a vivir juntos, incentivando la comprensión y valoración del otro mediante la percepción de las formas de interdependencia y el respeto a los valores del pluralismo, la comprensión mutua y la paz.
IV.- Aprender a ser, para conocerse y valorarse a sí mismo, construir la propia identidad y actuar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal en las distintas situaciones de la vida.

En el informe que Jacques Delors realiza para la UNESCO, junto con la comisión de sabios, la Educación encierra un tesoro, acerca de estos cuatro pilares, se puede concretar que este debe ser el marco general y teórico que debe permear la educación en el mundo, esto puede resultar realmente complejo dado los  conflictos, los abandonos, los miedos, las inseguridades, y es normal porque cada contexto tiene unas necesidades, unos medios y una cultura, pero se podrían trabajar unos criterios generales que ayudasen a pasar de este marco a la realidad de cada territorio.

Corresponde a cada país contextualizarlos y trazar políticas educativas claras para poder materializarlos, llevarlos a la realidad, iniciando por  introducirlos en los currículos de las universidades que forman a los maestros, priorizar lo educativo en los presupuestos generales de cada gobierno, marcar unas pautas jurídicas que ayuden a los gobiernos a llevar a cabo la declaración de los derechos fundamentales verdaderos y reales de las personas del contexto latinoamericano.  

Gradoli (2015) conceptúa acerca del contenido de este documento, que es inspiración universalista, porque se basa en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones  Unidas en 1948, como ya dicho más arriba en este articulo.

Se tiene en cuenta para la  elaboración del informe, el ideal planteado acerca de la Educación para Todos emanada de la Conferencia de Jomtien (Tailandia, 1990), la propuesta es y sigue siendo apuntarle a los ideales de tolerancia, la democracia, la responsabilidad, la universalidad, el respeto a la identidad cultural, la búsqueda de la paz, la lucha contra la pobreza, el cuidado del medio ambiente, y se debe llegar a cumplir todos estos objetivos por medio de la educación para todos.
            Comenzaba este texto reconociendo el papel histórico enormemente progresista que jugó en su nacimiento la burguesía, derrumbando los cimientos y las bases de la sociedad feudalista que se había convertido en un freno absoluto para el desarrollo de las fuerzas productivas y junto a ellas  de la ciencia, la cultura y la propia humanidad. Las posibilidades impensables para los seres humanos hace tan poco unos siglos atrás hoy están ante nuestros ojos como grandes posibilidades y oprtunidades.
            Hoy, con todo el enorme potencial acumulado en la economía mundial se podria estar hablando de la eliminación práctica de todo tipo de necesidades de los seres humanos. Garantizando la alimentación correcta al conjunto de la humanidad, el derecho a una sanidad de calidad, de una vivienda digna para todos, de una educación que forme a los seres humanos en todo su potencial intelectual humano y creativo, surge entonces un gran interrogante, ¿todo ello no son más que meras elucubraciones teóricas?

            Pero al igual que ocurría en la época del ascenso revolucionario de la burguesía al poder, que se vio en la obligación de mandar al basurero histórico al feudalismo, hoy en día el verdadero freno histórico que vemos, por lo que esas necesidades del conjunto de la población mundial, con ella la población de Latinoamérica, no pueden ser satisfechas, es la absoluta subordinación de los distintos gobiernos nacionales  y detrás de ellos a las políticas del dominio de potencias  del mundo.

            La educación pública, gratuita, de calidad y científica choca en todos sitios con un ‘enemigo colosal’: los estrechos intereses de clase de la burguesía, que en esta época de decadencia del sistema observa como innecesarios los gastos en educación y de formación de la población. La sed de beneficios rápidos choca con las necesidades educativas, sanitarias, de vivienda de la mayoría de la población.

         Educar, formar, también entronca directamente con la tarea histórica que la humanidad tiene ante si en el presente: solventar la contradicción social y económica existente entre las necesidades de la aplastante mayoría de la población y el dominio absoluto que ejercen  las grandes potencias mundiales sobre la economía, su lucha por mantenerse en el poder a costa de oscurecer el futuro de la humanidad.

Conclusiones
           
Los/as educadores, los profesionales de la educación, toda persona con unos mínimos pensamientos progresistas en la sociedad, debemos poner nuestro énfasis en conseguir que nuestra juventud, la  de nuestros barrios, ciudades, países, consigan situarse a un nivel superior en conocimientos y formación a las de las generaciones precedentes. Se debe propender porque la educación se realmente para todos y sostenida en el tiempo, tanto para ciudadanos de países ricos como de países pobres, de culturas comprometidas con los derechos humanos y de culturas que todavía no lo están.
Lo que necesitan los países de América Latina para fortalecer la emergente clase media es educación, competencias e innovación, satisfacer la demanda productiva y reducir las desigualdades sociales.

Por todo esto, recobran plena vigencia para visualizar esos objetivos que tenemos ante nosotros aquellas palabras del teórico clásico, Trotsky,  cuando afirmo que   La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia, y la disfruten plenamente”.




Referencias Bibliográficas

Alaniz Hernandez, Claudia.(s.f) La influencia del extranjero en el Educación: FMI, BM, OCDE, y todos los demás.

El desafio de la Educacion en America Latina. Revista de estudios de Politica Exterior. 26 de mayo del 2015. Consultado el dia 11 de noviembre del 2016.


McGinn, Noel F. Hacia la cooperación internacional en educacion para la integración de las Américas. Portal Educativo de las Americas. http://www.educoas.org/portal/. Consultado el 15 noviembre del 2016.

UNESCO. (2007). Situación Educativa de América Latina y el Caribe: Garantizando la educación de calidad para todos.

http://www.luchadeclases.org/historia-y-teoria/temas/leon-trostky/2219-2015-08-20-02-23-00.html

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