“EL PENSAMIENTO CRITICO NO ES TERRORISMO”: profesor Miguel Ángel Beltrán

Entrevista al profesor Miguel Ángel Beltrán, de la Universidad Nacional, quien fue detenido y dispuesto para deportación en el aeropuerto de Belgrado junto con su esposa y sus hijos menores de edad, por considerarlos “terroristas” y “peligrosos para la seguridad de Serbia”. Aunque esa decisión fue revertida después de las protestas de Colombia y de la academia, el estigma a su nombre lo persigue desde cuando lo acusaron ilegalmente en 2009, tal como lo dictaminaron la Corte Suprema y el Consejo de Estado.  

Por: Cecilia Orozco Tascón (El Espectador)

 

“Según se me comunicó por fuentes confiables, esa alerta (contra mi nombre) pudo ser activada por la Policía de Colombia a través de Interpol”, advierte el profesor Miguel Ángel Beltrán desde Europa.  Foto de Archivo 


¿Qué sucedió, exactamente, hace unos días, cuando usted, su esposa y sus hijos menores fueron detenidos en el aeropuerto de Belgrado (Serbia), en momentos en que hacían los trámites de ingreso? 

Nos dirigíamos a la ciudad de Novi Sad (norte de Serbia), para presentar una ponencia académica en el Quincuagésimo Octavo Congreso Internacional de Americanistas (investigadores sociales sobre historia y cultura americanas). En el momento de cruzar los controles migratorios y de presentar mi pasaporte, salió una alerta con mi nombre. Mi esposa y mis dos hijos fueron autorizados a ingresar, pero a mí me llevaron a una sala. Después de interrogarme por los propósitos del viaje, me informaron que no era una “persona apta para estar en Serbia” y que sería deportado a Lisboa, de donde procedía el vuelo en que llegamos. Me permitieron comunicarme con mi esposa y tomamos la decisión de no separarnos. Es decir, ellos se irían conmigo. Supusimos que nos llevarían a una sala de espera mientras nos embarcaban. Jamás imaginamos el trato que íbamos a recibir. 

¿Es cierto que los agentes de inmigración les indicaron que su ingreso no estaba permitido “por razones de seguridad nacional” y que lo señalaron a usted de “terrorista”? 

Es cierto. Cuando pregunté por los motivos de la inadmisión, las autoridades migratorias me señalaron, de manera verbal, que yo era “un terrorista”. Después, me entregaron un documento escrito en el que expresaban, textualmente, que rechazaban mi ingreso porque tenían que “salvaguardar la seguridad de la República de Serbia y de sus ciudadanos”. 

¿Basados en cuáles informaciones, documentos o archivos lo tacharon de “terrorista”? 

Nunca me dieron esas explicaciones. Al contrario, el agente de inmigración que me entrevistó, luego de llamarme “, me preguntó: “¿qué hizo usted?” Le respondí que el único delito que había cometido era tener y expresar mis propias convicciones, y denunciar violaciones de los derechos humanos en mi país. 

Sus hijos, ¿cómo reaccionaron a la retención teniendo en cuenta que son menores de edad? 

En general, nuestros hijos han sido resilientes a este tipo de situaciones porque, desafortunadamente, no ha sido la primera vez que nos sucede. Eso no quiere decir que no se hayan afectado y que no se consideren maltratados. Esta es la primera vez que se les mantiene privados de la libertad durante más de trece horas, y se les niega agua y alimento. Hubo un momento crítico cuando, al principio, les dijeron que si no deseaban permanecer en el lugar en que nos retuvieron, podían ingresar a Serbia con su madre puesto que la restricción era solo para mí. Con mi esposa acordamos, entonces, que esa decisión era la más conveniente por el bienestar de los niños. Sin embargo, cuando ya tenían sus maletas listas para entrar, las autoridades migratorias revirtieron el permiso y les hicieron un documento de prohibición similar al que habían tomado en mi contra; en ese documento señalaban que mi esposa e hijos también” constituían un peligro” para los ciudadanos serbios.

Extender, como usted dice, la inadmisión a ese país a una mujer y unos niños sin ninguna razón objetiva, no parece legal ¿Alguna autoridad o funcionario del gobierno serbio justificó, jurídicamente, esa decisión? 

Lo único que nos dijeron, y obviamente era un sarcasmo, fue que mi esposa e hijos viajarían “gratis” a Lisboa. Antes de declararlos no gratos, nos habían informado que si viajaban conmigo, deberían pagar su pasaje de retorno puesto que no tenían restricción de ingreso a Belgrado. 

¿Cuánto tiempo permanecieron retenidos y en dónde los mantuvieron antes de que las autoridades rectificaran la medida de deportación? 

Permanecimos más de 34 horas en un lugar ubicado en el aeropuerto internacional de Belgrado adonde nos trasladaron en camioneta. Nos habían dicho que nos llevarían a un sitio con baño, camas y las condiciones necesarias para que pudiéramos descansar. Se trataba de otra ironía, puesto que, en realidad, era una celda de aislamiento. Las condiciones higiénicas eran deplorables, tanto que abundaban las cucarachas y otras plagas, además de que el frío era intenso. Solo teníamos comunicación a través de un timbre con el que se podía llamar al guardia de turno, pero dependíamos de su voluntad para ser atendidos. Nos negamos a entregar los celulares lo que nos permitió llamar al exterior para advertir sobre nuestra situación. Debido a las múltiples presiones del gobierno colombiano a través de la cancillería y del consulado en Budapest, además de las comunicaciones de los organizadores del Congreso de Americanistas, las directivas universitarias y los numerosos mensajes que se publicaron en las redes, se revirtió la decisión. 

¿Les dieron alguna información adicional o les ofrecieron disculpas? 

No recibimos ninguna información ni mucho menos nos ofrecieron disculpas. Simplemente, de un momento a otro nos pidieron que alistáramos maletas, nos subieron a una camioneta de la Policía, nos entregaron los pasaportes y nos dejaron en la sala de ingreso del aeropuerto. Lo único que nos dijo una guardia fue “good luck”. De nuevo, lo entendí como una burla. 

Su esposa, Natalia Caruso, licenciada en Ciencias Sociales y docente en la Universidad Pedagógica, también ha sido víctima de situaciones similares en aeropuertos de otros países. ¿En cuántas ocasiones les ha sucedido a ustedes ese tipo de percances? 

Desde cuando se inició el proceso de persecución en mi contra en el año 2009, tanto mi esposa como mis hijos han sufrido los efectos repetitivos de la misma. Esta es la tercera ocasión en que nos sucede un evento similar en puestos migratorios internacionales. En México, cuando todavía se mantenían las restricciones por el COVID-19, fuimos retenidos con los niños. En esa ocasión, Natalia y nuestros hijos fueron hacinados en un pequeño salón en donde pasaron la noche con otros migrantes hasta que, al final, autorizaron nuestro ingreso gracias a un recurso jurídico interpuesto por la organización Sin fronteras que siempre nos ha acompañado de manera solidaria. El año pasado, por estas mismas fechas, fuimos deportados del Perú cuando nos dirigíamos a visitar a mi hijo mayor que vive en Bolivia. Posteriormente, mi esposa estuvo varias horas detenida en el aeropuerto internacional Benito Juárez de México cuando asistía a un evento académico convocado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (de centros de investigación), CLACSO. Personalmente viví también esa situación en Panamá. Esa vez, a la salida del avión me esperaba un agente que solicitó mi identificación. Estuve retenido 16 horas en una sala del aeropuerto y posteriormente fui devuelto a Colombia. 

Pero, ¿quién podría estar interesado en activar un ataque discriminatorio en su contra? 

Según se me informó a través de fuentes muy confiables cuya identidad no estoy autorizado a revelar, esa alerta pudo ser activada por la Policía de Colombia mediante Interpol. Medio siglo después pareciera que el “Plan Cóndor” sigue vigente (Como Plan Cóndor se conoció la operación de terrorismo de Estado para desaparecer a los opositores de las dictaduras militares del continente, en los años 70 del siglo pasado). 

¿La Policía Nacional? Me sorprende porque se supone que los miembros de la institución actual han adquirido formación en derechos humanos lo que implica no perseguir a nadie por su ideología o pensamiento. Y, en todo caso, es la Policía del gobierno Petro… 

Será parte de lo que debe investigarse. Mis abogados han interpuesto diversos recursos jurídicos y nos han respondido que no existe ningún registro en mi contra. Ahora bien, no puede olvidarse que, durante varios años, mi foto estuvo expuesta en el museo de la Policía como una de las grandes operaciones exitosas “fruto de la colaboración internacional”. Para señalar solo algunas consecuencias cotidianas que esta situación de persecución me ha traído, le cuento que no puedo tener tarjeta de crédito ni enviar dinero a mi hijo mayor que se encuentra en el exterior. 

El propio presidente Petro mencionó la existencia de las “listas negras” cuando pidió investigar su retención en Belgrado. También dijo que “esas listas de perfilados por su pensamiento político solo pudieron salir de un gobierno colombiano” ¿Sabe usted a cuál se refiere? 

Creo que es importante hacer un poco de historia: durante el período de la mal llamada “seguridad democrática” (gobiernos Uribe) muchos integrantes de la comunidad universitaria y del movimiento social fuimos estigmatizados y judicializados por expresar un pensamiento diferente al oficial o por ser militantes de movimientos de izquierda. Sin duda, con el presidente Álvaro Uribe Vélez se hicieron más agudos esos señalamientos. Sin embargo, hay que recordar que esas son prácticas recurrentes de gobiernos que precedieron al de Petro. Hacen parte de la “doctrina de seguridad nacional”, que ha orientado la conducta de las Fuerzas Militares colombianas desde los años 60. 

Sus repetidas retenciones en sitios migratorios de diversos países, empezó hace 16 años, en 2009, cuando era estudiante de doctorado en la Universidad Autónoma de México (UNAM) ¿Qué pasó, entonces, y de qué lo acusaron? 

Siendo docente del departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, se me concedió una comisión para adelantar estudios postdoctorales en la UNAM. Cuando realizaba gestiones para regularizar mi visa de estudiante, fui secuestrado en las oficinas del Instituto Nacional de Migración, en una operación que comprometió a los gobiernos de Colombia y México, en cabeza de Álvaro Uribe Vélez y de Felipe Calderón, respectivamente. El entonces director general de la Policía, general Óscar Naranjo, señaló, ante medios internacionales de comunicación, que yo era un profesor dedicado a organizar células terroristas en México. Fui detenido en la capital de ese pais sin ningún proceso legal previo y fui trasladado, como si ya estuviera condenado, a Colombia. Aquí se me investigó por los delitos de rebelión y concierto para delinquir con fines terroristas. Mi detención y llegada a Bogotá fueron ampliamente divulgadas en la prensa con un inmenso daño a mi honra y buen nombre. 

Recuerdo que usted fue sindicado por el entonces presidente Uribe de ser “el terrorista más peligroso de las Farc” y también lo acusaron de “difundir, con sus escritos el pensamiento de las Farc” ¿Cuánto tiempo estuvo detenido antes de que lo absolvieran de todos los cargos? 

Estuve dos años en detención intramural, en cárceles de alta seguridad. 

Después de su absolución en primera instancia, un tribunal ordenó recapturarlo porque revirtió el fallo absolutorio ¿Cuánto tiempo más estuvo en prisión antes de que la Corte Suprema fallara definitivamente a su favor? 

Fui capturado en un retén policial y de nuevo estuve privado de la libertad por otro año más. 

¿Cuánto tiempo después la Corte Suprema lo absolvió? 

El proceso de casación ante la Sala Penal de la Corte Suprema fue resuelto en el término de un año. En su fallo de agosto de 2016, la Corte advirtió que los elementos probatorios que fundamentaron la orden de captura en mi contra y el fallo en mi contra del tribunal, eran ilegales. Y, así mismo, señaló que se vulneraron mis derechos: “Lo cierto es que con tal proceder (ilegal) se vulneraron los derechos fundamentales de Miguel Ángel Beltrán tales como el debido proceso y la libertad personal” (pág. 29, Radicación 45619. Mag., ponente Luis Antonio Hernández). 

No obstante, el procurador Alejandro Ordóñez también lo destituyó en un proceso disciplinario. Y el rector de la universidad Nacional, Ignacio Mantilla, lo echó de su puesto de profesor ¿Cuándo pudo regresar a dictar clases?

         El entonces rector de la Universidad Nacional, Ignacio Mantilla, a espaldas de un amplio sector de la comunidad universitaria y desconociendo la autonomía universitaria, firmó la destitución de mi cargo como docente. Transcurrieron más de tres años para que yo pudiera regresar a la universidad lo cual fue posible gracias a una decisión del Consejo de Estado. Este tribunal determinó que los informes policiales en mi contra o las entrevistas y publicaciones sobre mi caso, no demostraban que yo hubiera incumplido mis obligaciones de docente. Y dijo que, por lo mismo, no había fundamento alguno para mantenerme fuera del cargo ni para inhabilitarme para ejercer cargos públicos. La rectoría de Mantilla me destituyó en 2015. Regresé en mayo de 2018. 

¿Desde entonces ha seguido dictando clases en la Nacional de manera continua?  

Sí, lo cual no significa que las repercusiones de esa destitución injusta no sigan teniendo efectos hasta el día de hoy, tanto en el plano académico como en el laboral. Por ejemplo, mis primeros dos años de cárcel fueron asumidos por la universidad como “licencias no remuneradas” lo que, desde luego, afectó mis derechos. Al respecto, cuando al exrector Mantilla le preguntaban qué había hecho la universidad por mí, contestaba que yo era un profesor “muy privilegiado por recibir esas comisiones” que, entre otras consecuencias, han limitado mi ascenso en el escalafón docente. 

¿Cree que la retención que vivió hace unos días en Belgrado tiene que ver con esta vieja situación judicial aunque ya esté aclarada y cerrada? 

Pienso que la raíz de esta situación está en dicho proceso judicial pero no se agota allí. Existe el hecho concreto de que he continuado ejerciendo una labor académica crítica de la mano del movimiento social; y que he denunciado la vulneración de los derechos humanos, particularmente a integrantes de la comunidad universitaria. Justamente, la ponencia que presentamos con mi esposa Natalia Caruso en el Congreso de Americanistas al que asistimos en Serbia, versó sobre estos temas y hace parte de un proyecto de investigación más amplio. 

La época política actual en el mundo, no es favorable a la democracia ni al respeto por los derechos y, menos aún, a la libre expresión del pensamiento divergente. Con todo, ¿ustedes seguirán asistiendo a eventos académicos en el exterior y harán viajes de vacaciones a otros países aun cuando los rechacen como en Belgrado? 

Frente a esta creciente ola de derechización que está viviendo no solo América Latina sino el mundo, creo que se hace más necesario reivindicar las libertades democráticas frente a aquellos que intentan imponer un pensamiento único y hegemónico con desconocimiento de los derechos que han sido el resultado de una lucha de la Humanidad durante siglos. Como parte de la academia crítica que somos, seguiremos participando activamente en espacios de reflexión. Lo hacemos y haremos convencidos de que el pensamiento crítico no es terrorismo. 

Tanto las directivas actuales de la Universidad Nacional como las de la Universidad Pedagógica los respaldaron a usted y a su esposa, la profesora Caruso ¿Ha habido apertura política y evolución de pensamiento en esos centros educativos desde cuando usted fue perseguido? 

Con la presencia del profesor Leopoldo Múnera en la rectoría de la Universidad Nacional, y de Helbert Choachí, en la Universidad Pedagógica, se respira un clima académico diferente: se han abierto nuevos canales de participación y comunicación entre profesores, estudiantes y trabajadores. Así mismo, la universidad ha recuperado su proyección social todo lo cual ha contribuido a que las directivas asuman una postura más clara y comprometida en defensa del pensamiento crítico, la libertad de cátedra y el pluralismo ideológico como quedó demostrado en esta coyuntura y en la anterior, cuando se nos impidió el ingreso al Perú. 

“¿Listas negras” en los aeropuertos contra pensadores?

La reincidencia en la discriminación en su contra, sugiere que existen “listas negras” que circulan en las oficinas de migración de varios países en donde figuran personas tachadas como “peligrosas” por sus ideas políticas ¿Cree que eso sucede con usted? 

En efecto, hemos tenido información de situaciones muy similares de detención en aeropuertos internacionales, en contra de académicos críticos y activistas sociales como el filósofo Sergio de Zubiría, la exministra de trabajo Gloría Inés Ramírez y otros funcionarios del gobierno Petro como Gloria Cuartas. Hace unas semanas el firmante de paz Freddy Julián Cortés que iba a sustentar su tesis de doctorado en Holanda, fue devuelto a Colombia cuando el avión en que viajaba hizo escala en Panamá. Esto incidentes no solo nos ocurren a los colombianos. Recientemente, al conocido intelectual vasco Iñaki Gil de Vicente se le impidió el ingreso a Argentina pese a llegaba con invitación de la Universidad de la Plata. El conocido antropólogo y profesor palestino Basil Farraj recibió un trato igual en Estados Unidos.

 ¡¡ Una persecución judicial que lleva 16 años !!

 

   El profesor Beltrán, sociólogo y doctor en Estudios Latinoamericanos, ha sido mencionado en las noticias de medios internacionales desde 2009, cuando en el marco de la “seguridad democrática” del gobierno de turno fue detenido sin proceso previo, en Ciudad de México en donde estudiaba; fue llevado al aeropuerto enseguida, fue deportado a Colombia y fue esposado y apresado en Bogotá acusado de terrorismo, concierto para delinquir y rebelión. Un juzgado lo absolvió por la ilegalidad de las pruebas; un tribunal revocó esa decisión y lo recapturaron. Y, después, la Corte Suprema declaró, de manera definitiva, que sus derechos al debido proceso y a la libertad fueron violados por el sistema judicial. Al mismo tiempo, la Corte Suprema de México declaró la ilegalidad de la captura y deportación del académico. El Consejo de Estado, por su parte, ordenó devolverle su puesto en la universidad Nacional. No obstante, sigue padeciendo las consecuencias de los falsos cargos de aquella época, entre otras, las retenciones que él y su familia han sufrido en los aeropuertos internacionales.

 

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