SINDICATOS Y DECADENCIA IMPERIALISMO (Teoria Marxista)

Los Sindicatos y la Agonía Prolongada del Capitalismo
 
Salvador Pérez
        
      La situación actual de profunda crisis económica, social y política del capitalismo internacional está suponiendo una constante política de ataques brutales y sin precedentes a la clase obrera y a la clase media por parte de la burguesía y sus gobiernos. Ellos, los poderosos, están haciendo recaer sobre los hombros de trabajadores y sectores desfavorecidos de la sociedad los perversos efectos de la crisis de su sistema socioeconómico y como siempre en el ‘casino capitalista’, ellos pretenden con ello que ‘el banquero siempre gana’.
 
imagesCANRXY05
       En un primer momento la recesión económica, que en estos momentos amenaza con convertirse en una verdadera depresión, provoco un cuadro se parálisis en los trabajadores, que veían como se decía, de nuevo, que ‘todos teníamos que hacer sacrificaditos para salir de la crisis,…’. Pasados este primer momento, los ataques continúan, millones de trabajadores han ido a formar las filas de ese inmenso ejercito de parados del capitalismo, los salarios están siendo reducidos, los derechos laborales devueltos al pasado, las conquistas sociales de los trabajadores desmontadas una tras otra,… En esta situación, objetivamente, la lucha se hace inevitable.

            La clase obrera construyo históricamente sus organizaciones de clase para luchar por mejorar sus condiciones sociales y de vida, para defenderse organizadamente contra los ataques de la burguesía y en última instancia, para luchar con ellas por una sociedad basada en la justicia y la igualdad social. Ese fue el origen y el surgimiento de los sindicatos de clase y de los partidos obreros, de izquierdas, a nivel internacional.
  
           Sin embargo, estas organizaciones, sus direcciones para ser más exactos, creadas con el sacrificio de miles y miles de activistas obreros, con el sudor y la sangre de los trabajadores, en el discurrir de su desarrollo e inmersas en la vida de la sociedad capitalista, de forma cuasi general han claudicado ante la clase dominante y sus instituciones.
      
        El capitalismo está en pie aún por muchos factores y uno de ellos, y no es el menos importante ni mucho menos, es su capacidad para ‘controlar, domesticar y sobornar a aquellos que deberían estar dirigiendo la lucha por su derrocamiento’. Los parlamentarios de ‘izquierdas’, los concejales,… y los dirigentes sindicales son sometidos a la presión de la opinión publica burguesa, son sometidos a todo tipo de sobornos invisibles y visibles y finalmente son convertidos en gente ‘respetable’ para el sistema.
     
        En este punto, sin duda los periodos de auge económico que son más propicios en obtener ‘reformas’ aceleran ese proceso al que podemos llamar de degeneración política y organizativa de las direcciones sindicales y políticas de la clase trabajadora. Hemos visto a los dirigentes socialdemócratas en todo el mundo, sin salvedad de ninguno de ellos, realizar políticas antisociales y de contrarreformas para el movimiento obrero. Blair en Gran Bretaña o Zapatero en España están aun frescos en el recuerdo de ello.
     
       Los dirigentes sindicales no se han quedado a la cola de este proceso de degeneración. Como quienes sienten ‘vergüenza’ de dirigir organizaciones de clase, han pretendido convertir los sindicatos en organismos de prestación de servicios y han practicado una política sindical de ‘acuerdos sociales permanentes’. El pacto con la patronal, con el gobierno de turno, ha sido su plato fuerte durante años y por ello han sido bien gratificados, hasta ahora, con cuantiosas subvenciones por parte del Estado burgués, al cual han querido colgarse estos dirigentes como apéndices del mismo.
    
      Pero ahora las cosas han cambiado un poco mucho. Estos dirigentes no pueden obtener nada de nada en ‘mesas de negociaciones’ con una clase dominante y sus gobiernos que no solo no ofrecen mejoras, sino que están aplicando planes de eliminar toda conquista social del movimiento obrero conseguida durante todo el siglo XX. La clase obrera ya no pueda, objetivamente, permitir mas niveles de ataques sin dar respuesta al mismo mediante la lucha y para luchar los trabajadores necesitan de sus organizaciones comenzando por los sindicatos.
   
      Por todo ello, como contribución teórica, reproducimos a continuación un texto del revolucionario y luchador de la causa obrera, León Trotsky, escrito en los años 30 e incluido en su folleto ‘Acerca de los Sindicatos’. Creemos que más allá de los datos concretos, las siglas del texto y los nombres, las ideas generales y las tareas que en él se plantean, siguen teniendo plena validez para el día de hoy y mañana.
 
 
LOS SINDICATOS EN LA ERA DE LA DECADENCIA IMPERIALISTA
LEON TROTSKY
 
TROTSKY

           Hay una característica común, en el desarrollo, o para ser más exactos en la degeneración, de las modernas organizaciones sindicales de todo el mundo; su acercamiento y su vinculación cada vez más estrecha con el poder estatal. Este proceso es igualmente característico de los sindicatos neutrales, socialdemócratas, comunistas y “anarquistas”. Este solo hecho demuestra que la tendencia a “estrechar vínculos” no es propia de tal o cual doctrina sino que proviene de condiciones sociales comunes para todos los Sindicatos.
   
        El capitalismo monopolista no se basa en la competencia y en la libre iniciativa privada sino en una dirección centralizada. Las camarillas capitalistas que encabezan los poderosos trusts, monopolios, bancas, etcétera, encaran la vida económica desde la misma perspectiva que lo hace el poder estatal, y a cada paso requieren su colaboración. A su vez los sindicatos de las ramas más importantes de la industria se ven privados de la posibilidad de aprovechar la competencia entre las distintas empresas. Deben enfrentar un adversario capitalista centralizado, íntimamente ligado al poder estatal. De ahí la necesidad que tienen los sindicatos
     
         Mientras se mantengan en una posición reformista, o sea de adaptación a la propiedad privada– de adaptarse al Estado capitalista y de luchar por su cooperación. A los ojos de la burocracia sindical, la tarea principal es la de “liberar” al Estado de sus ataduras capitalistas, de debilitar su dependencia de los monopolios y volcarlos a su favor. Esta posición armoniza perfectamente con la posición social de la aristocracia y la burocracia obreras, que luchan por obtener unas migajas de las superganancias del imperialismo capitalista. Los burócratas hacen todo lo posible, en las palabras y en los hechos, por demostrarle al Estado “democrático” hasta qué punto son indispensables y dignos de confianza en tiempos de paz,  y especialmente en tiempos de guerra. Al transformar a los sindicatos en organismos del Estado el fascismo no inventó nada nuevo: simplemente llevó hasta sus últimas consecuencias las tendencias inherentes al imperialismo.
nacimiento organizaciones clase
     
        Los países coloniales y semi-coloniales no están bajo el dominio de un capitalismo nativo sino del imperialismo extranjero. Pero este hecho fortalece, en vez de debilitarla, la necesidad de lazos directos, diarios, prácticos entre los magnates del capitalismo y los gobiernos que, en esencia, dominan, los gobiernos de los países coloniales y semicoloniales. Como el capitalismo imperialista crea en las colonias y semicolonias un estrato de aristócratas y burócratas obreros, éstos necesitan el apoyo de gobiernos coloniales y semicoloniales, que jueguen el rol de protectores, de patrocinadores y a veces de árbitros. Esta es la base social más importante del carácter bonapartista y semibonapartista de los gobiernos de las colonias y de los países atrasados en general. Esta es también la base de la dependencia de los sindicatos reformistas respecto al Estado.
     
         En México los sindicatos se han transformado por ley en instituciones semiestatales, y asumieron, como es lógico, un carácter semitotalitario. Según los legisladores, la estatización de los sindicatos se hizo en bien de los intereses de los obreros, para asegurarles cierta influencia en la vida económica y gubernamental. Pero mientras el imperialismo extranjero domine el Estado nacional y pueda, con la ayuda de fuerzas reaccionarias internas, derrocar a la inestable democracia y reemplazarla con una dictadura fascista desembozada, la legislación sindical puede convertirse fácilmente en una herramienta de la dictadura imperialista.
  
           A primera vista, podría deducirse de lo antedicho que los sindicatos dejan de serlo en la era imperialista. Casi no dan cabida a la democracia obrera que, en los buenos tiempos en que reinaba el libre comercio, constituía la esencia de la vida interna de las organizaciones obreras.
     
        Al no existir la democracia obrera no hay posibilidad alguna de luchar libremente por influir sobre los miembros del sindicato. Con esto desaparece, para los revolucionarios, el campo principal de trabajo en los sindicatos. Sin embargo esta posición sería falsa hasta la médula. No podemos elegir a nuestro gusto y placer el campo de trabajo ni las condiciones en que desarrollaremos nuestra actividad. Luchar por lograr ascendiente sobre las masas obreras dentro de un Estado totalitario o semitotalitario es infinitamente más difícil que en una democracia. Esto se aplica también a los sindicatos cuyo sino refleja el cambio producido en el destino de los Estados capitalistas.
   
         No podemos renunciar a la lucha por lograr influencia sobre los obreros alemanes meramente porque el régimen totalitario hace allí muy difícil esta tarea. Del mismo modo no podemos renunciar a la lucha dentro de las organizaciones obreras compulsivas creadas por el fascismo. Menos aún podemos renunciar al trabajo interno sistemático dentro de los sindicatos de tipo totalitario o semitotalitario solamente porque dependan directa o indirectamente del Estado corporativo o porque la burocracia no les dé a los revolucionarios la posibilidad de trabajar libremente en ellos. Hay que luchar bajo todas estas condiciones que creó la evolución anterior, en la que hay que incluir los errores de la clase obrera y los crímenes de sus dirigentes.
    
        En los países fascistas y semifascistas es imposible llevar a cabo un trabajo revolucionario que no sea clandestino, ilegal, conspirador. En los sindicatos totalitarios o semitotalitarios es imposible o casi imposible llevar a cabo un trabajo que no sea conspirador. Tenemos que adaptarnos a las condiciones existentes en cada país dado para movilizar a las masas, no sólo contra la burguesía sino también contra el régimen totalitario de los propios sindicatos y contra los dirigentes que sustentan ese régimen. La primera consigna de esta lucha es: independencia total e incondicional de los sindicatos respecto del Estado capitalista. Esto significa luchar por convertir los sindicatos en organismos de las grandes masas explotadas y no de la aristocracia obrera.  La segunda consigna es: democracia sindical. Esta segunda consigna se desprende directamente de la primera y presupone para su realización la independencia total de los sindicatos del Estado imperialista o colonial.
 
S Britanicos
            En otras palabras, los sindicatos actualmente no pueden ser simplemente los órganos democráticos que eran en la época del capitalismo libre y ya no pueden ser políticamente neutrales, o sea limitarse a servir a las necesidades cotidianas de la clase obrera. Ya no pueden ser anarquistas, es decir que ya no pueden ignorar la influencia decisiva del Estado en la vida del pueblo y de las clases. Ya no pueden ser reformistas, porque las condiciones objetivas no dan cabida a ninguna reforma seria y duradera. Los sindicatos de nuestro tiempo pueden servir como herramientas secundarias del capitalismo imperialista para la subordinación y adoctrinamiento de los obreros y para frenar la revolución, o bien convertirse, por el contrario, en las herramientas del movimiento revolucionario del proletariado.    La neutralidad de los sindicatos es, total e irreversiblemente, cosa del pasado. Ha desaparecido junto con la libre democracia burguesa.
      
          De todo lo anterior se desprende claramente que, a pesar de la degeneración progresiva de los sindicatos y de sus vínculos cada vez más estrechos con el Estado imperialista, el trabajo en los sindicatos no ha perdido para nada su importancia, sino que la mantiene y en cierta medida hasta es aún más importante que nunca para todo partido revolucionario. Se trata esencialmente de luchar para ganar influencia entre la clase obrera. Toda organización, todo partido, toda fracción que se permita tener una posición ultimatista59 respecto a los sindicatos, lo que implica volverle la espalda a la clase obrera sólo por no estar de acuerdo con su organización, está destinada a perecer. Y hay que señalar que merece perecer.
      
       Como en los países atrasados el papel principal no lo juega el capitalismo nacional sino extranjero, la burguesía nacional ocupa, en cuanto a su ubicación social, una posición muy inferior a la que corresponde al desarrollo de la industria. Como el capital extranjero no importa obreros sino proletariza a la población nativa, el proletariado nacional comienza muy rápidamente a jugar el rol más importante en la vida nacional.
     
         Bajo tales condiciones, en la medida en que el gobierno nacional intenta ofrecer alguna resistencia al capital extranjero, se ve obligado en mayor o menor grado a apoyarse en el proletariado. En cambio los gobiernos de países atrasados que consideran inevitable o más provechoso marchar mano a mano con el capital extranjero destruyen las organizaciones obreras e implantan un régimen más o menos totalitario. De modo que la debilidad de la burguesía nacional, la ausencia de una tradición de gobierno comunal propio, la presión del capitalismo extranjero y el crecimiento relativamente rápido del proletariado corta de raíz toda posibilidad de un régimen democrático estable. El gobierno de los países atrasados, o sea coloniales o semicoloniales, asume en general un carácter bonapartista o semibonapartista. Difieren entre sí en que algunos tratan de orientarse hacia la democracia, buscando el apoyo de obreros y campesinos, mientras que otros implantan una cerrada dictadura policíacomilitar.
     
     Esto determina también la suerte de los sindicatos: o están bajo el patrocinio especial del Estado o sujetos a una cruel persecución. Este tutelaje del Estado está determinado por dos grandes tareas que éste debe encarar: en primer lugar atraer a la clase obrera, para así ganar un punto de apoyo para la resistencia a las pretensiones excesivas por parte del imperialismo, y al mismo tiempo disciplinar a los mismos obreros poniéndolos bajo el control de una burocracia.
    
       El capitalismo monopolista cada vez tiene menos interés en transigir con la independencia de los sindicatos. Exige que la burocracia reformista y la aristocracia obrera, que picotean las migajas que caen de su mesa, se transformen en su policía política a los ojos de la clase obrera. Cuando no se puede lograr esto, se reemplaza a la burocracia por el fascismo. Dicho sea de paso, todos los esfuerzos que haga la aristocracia obrera al servicio del imperialismo no podrán salvarla, a la larga, de la destrucción.
     
       La intensificación de las contradicciones de clase dentro de cada país, de los antagonismos entre un país y otro, producen una situación en que el capitalismo imperialista puede tolerar (claro que por cierto lapso de tiempo) una burocracia reformista, siempre que ésta le sirva directamente como un pequeño pero activo accionista de sus empresas imperialistas, de sus planes y programas, tanto dentro del país como en el plano mundial. El social-reformismo debe convertirse en social-imperialismo para poder prolongar su existencia, pero para prolongarla y nada más. Ese camino no tiene, en general, una salida.
    
      ¿Significa esto que en la era del imperialismo la existencia de sindicatos independientes es, en general, imposible? Sería básicamente erróneo plantear así esta cuestión. Lo que es imposible es la existencia de sindicatos reformistas independientes o semi-independientes. Es muy posible la existencia de sindicatos revolucionarios que no sólo no sean agentes de la política imperialista, sino que se planteen como tarea directa el derrocamiento del capitalismo dominante. En la era de la decadencia imperialista los sindicatos solamente pueden ser independientes en la medida en que sean conscientes de ser, en la práctica, los organismos de la revolución proletaria. En este sentido, el programa de consignas de transición adoptado por el último congreso de la Cuarta Internacional no es sólo un programa para la actividad del partido, sino que, en rasgos generales, es el programa para la actividad de los sindicatos.....
      
        El desarrollo de los países atrasados se caracteriza por su carácter combinado. En otras palabras: la última palabra en tecnología, economía y política imperialistas se combina en esos países con el primitivismo y el atraso tradicionales. El cumplimiento de esta ley puede ser observado en las esferas más diversas del desarrollo de los países coloniales y semicoloniales, incluso en la del movimiento sindical. El capitalismo imperialista opera aquí de la manera más cínica y desnuda. Transporta a un terreno virgen los métodos mis perfeccionados de su tiránica dominación.
bestial reforma laboral
      
        En el último período se puede notar en el movimiento sindical de todo el mundo un giro a la derecha y la supresión de la democracia interna. En Inglaterra fue aplastado el Movimiento de la Minoría de los sindicatos (no sin ayuda de Moscú); los dirigentes sindicales son hoy, especialmente en el terreno de la política exterior, fieles agentes del Partido Conservador. En Francia no había cabida para la existencia independiente de sindicatos estalinistas; se unieron a los llamados anarcosindicalistas bajo la dirección de Jouhaux, y el resultado de esta unificación no fue un giro general a la izquierda sino a la derecha. La dirección de la CGT es el agente más directo y abierto del capitalismo imperialista francés.
      
            En los Estados Unidos, el movimiento sindical ha pasado en los últimos años por su período más borrascoso. El surgimiento del CIO (Congreso de Organizaciones Industriales) es una evidencia irrebatible de la existencia de tendencias revolucionarias en las masas obreras. Sin embargo, es significativo y muy importante señalar el hecho de que la nueva organización sindical “izquierdista” en cuanto se fundó cayó en el férreo abrazo del Estado imperialista.  La lucha en las altas esferas entre la vieja y la nueva federación60 puede en gran medida reducirse a la lucha por la simpatía y el apoyo de Roosevelt y su gabinete.
       
         Si bien en un sentido diferente, no es menos gráfico el cuadro del desarrollo o degeneración del movimiento sindical en España. En los sindicatos socialistas quedaron todos los elementos que en alguna medida representaban dentro de la dirección la independencia del movimiento sindical. En cuanto a los sindicatos anarcosindicalistas, se transformaron en instrumentos de los republicanos burgueses. Sus dirigentes se convirtieron en ministros burgueses conservadores. Que esta metamorfosis tuviera lugar en condiciones de guerra civil no atenúa su significación. La guerra no es más que una continuación de la política de todos los días. Acelera procesos, deja a la vista sus rasgos esenciales, destruye lo corrompido, lo falso, lo equívoco y deja al desnudo lo esencial.
     
       El giro a la izquierda de los sindicatos se debe a la agudización de las contradicciones de clase e internacionales. Los dirigentes del movimiento sindical sintieron o entendieron (o les hicieron entender) que no es el momento de jugar a la oposición. Todo movimiento de oposición dentro del movimiento sindical, especialmente en las altas esferas, amenaza con provocar una movilización borrascosa de las masas y crearle dificultades al imperialismo nacional. De ahí el giro a la derecha y la supresión de la democracia obrera en los sindicatos. El rasgo fundamental, el vuelco hacia un régimen totalitario, se da en el movimiento obrero de todo el mundo.
       
     También deberíamos tener en cuenta a Holanda, donde no sólo el movimiento reformista y sindical eran los más seguros soportes del capitalismo imperialista, sino que también la llamada organización anarcosindicalista estaba en realidad bajo el control del gobierno imperialista. El secretario de esta organización, Sneevliet, a pesar de su simpatía platónica por la Cuarta Internacional, estaba muy preocupado como diputado del parlamento holandés porque la cólera del gobierno no cayera sobre su organización sindical.
 
imperialistas
    En los Estados Unidos el Departamento de Trabajo, con su burocracia izquierdista, tenía como tarea la subordinación del movimiento sindical al Estado democrático, y es preciso decir que hasta ahora la ha llevado a cabo con bastante éxito.
    
    La nacionalización de los ferrocarriles y de los campos petrolíferos en México no tiene, por supuesto, nada que ver con el socialismo. Es una medida de capitalismo de Estado en un país atrasado que busca de este modo defenderse por un lado del imperialismo extranjero y por el otro de su propio proletariado. La administración de los ferrocarriles, campos petrolíferos, etcétera, por medio de organizaciones obreras no tiene nada que ver con el control obrero de la industria, porque en última instancia la administración se hace por intermedio de la burocracia laboral, que es independiente de los obreros pero depende totalmente del Estado burgués. Esta medida tiene, por parte de la clase dominante, el objetivo de disciplinar a la clase obrera, haciéndola trabajar más al servicio de los intereses comunes del Estado, que superficialmente parecen coincidir con los de la propia clase obrera.
     
      En realidad la tarea de la burguesía consiste en liquidar a los sindicatos como organismos de la lucha de clases y sustituirlos por la burocracia como organismos de la dominación de los obreros por el Estado burgués. En tales condiciones la tarea de la vanguardia revolucionaria es emprender la lucha por la total independencia de los sindicatos y por la creación de un verdadero control obrero sobre la actual burocracia sindical, a la que se entregó la administración de los ferrocarriles, de las empresas petroleras y demás.
    
        Los sucesos de los últimos tiempos (antes de la guerra) han demostrado muy claramente que el anarquismo, que en cuanto a teoría no es más que un liberalismo llevado hasta sus últimas consecuencias, no era en la práctica más que propaganda pacífica dentro de la república democrática, cuya protección necesitaba. Si dejamos de lado los actos de terrorismo individual, etcétera, el anarquismo, como sistema de movilización de masas y como política, no ofrece más que material de propaganda bajo la pacífica protección de las leyes. En situaciones de crisis los anarquistas siempre hacen lo contrario de lo que predican en tiempos de paz. Esto ya lo había señalado el propio Marx refiriéndose a la Comuna de París. Y se repetía en mucha mayor escala en la experiencia de la Revolución Española.
     
      Los sindicatos democráticos, en el viejo sentido del término de cuerpos en los que luchaban en el seno de la misma organización de masas más o menos libremente diferentes tendencias ya no pueden existir más. Del mismo modo que no se puede volver al Estado democrático burgués, tampoco es posible volver a la vieja democracia obrera. El destino de una refleja el de la otra. En realidad, la independencia de clase de los sindicatos en cuanto a sus relaciones con el Estado burgués solamente puede garantizarla, en las condiciones actuales, una dirección de la Cuarta Internacional. Naturalmente, esta dirección debe y puede ser racional y asegurar a los sindicatos el máximo de democracia concebible bajo las condiciones concretas actuales. Pero sin la dirección política de la Cuarta Internacional la independencia de los sindicatos es imposible.
  

NOTAS
 
1. Louzon, Robert (1882). Sindicalista revolucionario, por esa época miembro del Partido Comunista Francés. Él y Monatte siguieron luego el mismo camino, y terminaron en el grupo Revolution Prolétarienne.  Trotsky había dejado temporalmente de lado sus diferencias con Monatte y Louzon para concentrar sus esfuerzos en la lucha contra Frossard.
2. Cuarto Congreso Mundial de la Internacional Comunista. Noviembre-diciembre de 1922. En este congreso Trotsky informó sobre la crisis del partido francés.
3. Frossard, Louis Olivier (1889-1946). Centrista de izquierda.
Secretario del Partido Comunista Francés después de 1920, renunció en 1923 y volvió al Partido Socialista. Dejó el PS en 1935 para ser ministro de Trabajo. Fue ministro de los gobiernos del Frente Popular y del primero de Pétain.
4. Monatte, Pierre (1881-1960). Sindicalista revolucionario, fundó Vie ouvrière en 1909. Uno de los primeros en oponerse a la Primera Guerra Mundial. Se unió al Partido Comunista Francés en 1923, para dejarlo un año más tarde. Fundó Revolution prolétarienne en 1924 y la Liga Sindicalista en 1926.
5. Internacional Sindical Roja. También conocida como Profintern,  sigla de sus iniciales en ruso. Fue fundada en Moscú en 1921 en oposición a la federación obrera internacional reformista (“amarilla”) con sede central en Amsterdam.
6. Lassalle, Ferdinand (1825-1864). Socialista alemán. Organizó la Unión General de Obreros Alemanes en 1863. Su fusión con los seguidores de Marx en Alemania condujo finalmente a la constitución del Partido Socialdemócrata.
7. Vie ouvrière. Ver nota 4.
8. Jouhaux, León (1870-1954). Dirigente de la Confedération Générale du Travail (CGT) de la que fue secretario general desde 1921 hasta la Segunda Guerra Mundial. Sindicalista social-patriota durante la primera guerra. Se opuso a la Revolución Rusa. Para Trotsky era la personificación del colaboracionismo de clases.
9. El "Pacto". Firmado por dieciocho anarquistas y semianarquistas en febrero de 1921, su existencia se mantuvo en secreto. Impregnados del espíritu de francmasonería y del “sindicalismo puro”, sus firmantes intentaban copar el movimiento sindical francés para oponerse a la influencia de los comunistas. Al descubrírselo un tiempo antes del congreso de fundación (junio de 1922) de la Confederation General du Travail Unitaire (CGTU) se armó gran revuelo. El pacto no logró su objetivo, ya que la CGTU eligió una dirección comunista y comunista sindicalista.
10. Le Temps. Importante diario francés. Apareció entre la Primera Guerra Mundial y la Segunda, como vocero semioficial del gobierno. Muy corrupto. Fue cerrado después de la Segunda Guerra por colaboración con los fascistas.
11. Eisenach. Wilhelm Liebknecht y August Bebel, seguidores de Marx en Alemania, fundaron el Partido Obrero Socialdemócrata en 1869 en Eisenach, en oposición a la Unión General de Obreros Alemanes, lasallista. Lasallistas y eisenacheanos unieron finalmente sus movimientos en 1875 en una convención celebrada en Gotha. Ver nota 6.
12. El nuevo artículo de Louzon. Ver International Press Correspondence, 14 de junio de 1923.
13. CGT. Confedération Générale du Travail (Confederación General del Trabajo), la confederación sindical reformista dirigida por Jouhaux.
14. Renaudel, Pierre (1871-1935). Mano derecha del dirigente socialista Jean Jaures hasta 1914. Editor socialpatriota de L'Humanité durante la Primera Guerra Mundial. Luego dirigente del ala derecha del Partido Socialista,
15. Jouhaux,.. y demás. Para Jouhaux ver nota 8. Dumoulin, Georges (1877-1963). Centrista durante la Primera Guerra Mundial, se unió después a Jouhaux y al ala derecha. Tuvo varios cargos sindicales antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando colaboró con el gobierno de Vichy. Merrheim, Alphonse (1871-1923). Partidario de Jouhaux en 1917, luchó contra los revolucionarios y permaneció en el ala derecha de la CGT luego de la división de 1921.
16. El partido de Blum-Renaudel. El Partido Socialista. León Blum
(1872-1950) era editor del principal periódico socialista, Le Populaire. Después de las elecciones de 1936 fue primer ministro del primer gobierno del Frente Popular. Para Renaudel ver nota 14.
17. Epígonos. Discípulos que corrompen las enseñanzas de su maestro.
18. El grupo de Brandler. Seguidores de Heinrich Brandler, dirigente del Partido Comunista Alemán expulsado en 1928-1929, cuando la Comintern emprendió su zigzag ultraizquierdista. Los brandleristas tenían lazos internacionales con el grupo americano de Lovestone y otros antiguos colaboradores de Bujarin, o sea con la Oposición de Derecha del movimiento comunista.
19. Cachin, Monmousseau y Cía. Marcel Cachin (1869-1958), ardiente social-patriota durante la Primera Guerra Mundial, se pasó al comunismo en 1920. Se convirtió en un firme estalinista y se mantuvo como editor de L 'Humanité hasta su muerte. Gaston Monmousseau (1883-1960), antiguo sindicalista revolucionario, se convirtió en comunista y dirigente de la CGTU y en estalinista acérrimo.
20. Rosmer, Alfred (1877-1964). Originalmente anarquista, luego socialista, militó en la agitación contra la Primera Guerra Mundial, colaborando en esto con Trotsky hasta la expulsión de éste de Francia.
Miembro fundador del Partido Comunista Francés, fue elegido al Comité Ejecutivo de la Comintern. Expulsado del Partido Comunista en 1924 fue miembro del movimiento trotskista desde sus comienzos hasta su renuncia en 1930. Siguió siendo gran amigo personal de Trotsky y de Natalia Sedova (la viuda de Trotsky).
21. Guesdistas, Dentro del movimiento socialista, los seguidores de
Jules Guesde (1845-1922), primer dirigente marxista de Francia y rival de Jaurés en el partido unificado. Guesde se jactaba de su ortodoxia marxista, pero se convirtió en un socialpatriota durante la Primera Guerra Mundial.
22. Tercera República. El gobierno de Francia desde la caída del Segundo Imperio (1871) hasta la invasión nazi y la instauración del régimen de Vichy (1940).
23. Proudhonismo Escuela de pensamiento creada por Pierre Joseph Proudhon (1809-1865), el famoso socialista utópico. Imaginaba una sociedad basada en el libre intercambio entre productores independientes y consideraba al Estado menos importante que los talleres que él suponía lo reemplazarían.
24. Quai de Jemmapes. Sede de Vie ouvrière, primer periódico de Monatte.
25. Carta de Amiens. Adoptada bajo la influencia de los sindicalistas. En el congreso de Amiens de la CGT (1906), exigía la total autonomía y absoluta independencia de los sindicatos de todo partido político.
26. Comité Anglo-Ruso. Formado en 1925 con representación paritaria de las direcciones de las federaciones sindicales británica y rusa, Sirvió a los dirigentes sindicales británicos como careta de izquierda contra la crítica del Partido Comunista mientras liquidaban la huelga general británica de 1926. Cuando no pudieron sacarle más provecho, los dirigentes británicos abandonaron el comité.
27. Révolution proletarienne, Periódico sindicalista fundado por Monatte en 1924, después de haber dejado el Partido Comunista.
28. Testamento (de Lenin). Carta de Lenin del 25 de diciembre de 1922, con una posdata del 4 de enero de 1923, proponiendo al Partido Comunista soviético que se removiera a Stalin del puesto de Secretario General. Su existencia fue negada durante mucho tiempo, pero Jruschev la reconoció oficialmente durante el período de la desestalinización.
29. Amsterdam. Ver nota 5.
30. Monatte cruza el Rubicón. Monatte y sus amigos de la Liga Sindicalista habían publicado una declaración: “Por la reconstrucción de la unidad sindical”. Firmada por veintidós activistas de la CGT, la CGTU y de sindicatos independientes, Georges Dumoulin inclusive (ver nota 15), la declaración afirmaba: “Algunos activistas sindicales [...] han acordado que, después de diez años de lucha fratricida, era necesario poner fin a la división de los sindicatos. Acordaron lanzar la idea de restauración de la unidad sindical en una sola organización central, sobre la base de la Carta de Amiens. En su opinión esto sólo puede realizarse sobre la base de la lucha de clases y la independencia del movimiento sindical, sin ninguna interferencia por parte de partidos políticos, fracciones o sectas, como tampoco de ningún gobierno” (Révolution prolétarienne, nº 112, 5 de diciembre de 1930).
31. Sebastian Faure ... Malvy. En enero de 1915, Faure llamó a luchar contra la guerra, Poco después hizo un trato con el ministro del Interior, Malvy, renunciando a la agitación antibélica.
32. La Bourse francesa. La Bolsa, mercado de cambio de valores.
33. Chambelland, Maurice (1901-1966). En la redacción de Vie ouvrière, en 1922, en el Partido Comunista en 1923, miembro de la redacción de L'Humanité. Renunció al periódico y al partido en 1924. Miembro del grupo Revolution prolétarienne. El ayudante más cercano de Monatte.
34. Ejecución de revolucionarios indochinos. Luego de un motín en la guarnición de Yen Bal, en febrero de 1930, hubo levantamientos campesinos locales y más tarde huelgas, que culminaron en mayo en las ciudades más importantes, Las represalias del imperialismo francés fueron salvajes, con miles de fusilados, decenas de miles de arrestados y miles de casas incendiadas.
35. Ziromski, Jean (1890- ). Dirigente del ala izquierda del Partido Socialista Francés en la década del 30. Durante la Segunda Guerra Mundial se unió al Partido Comunista,
36. MacDonald, James Ramsay (1866-1937). Socialista pacifista durante la Primera Guerra Mundial. Primer Ministro de Gran Bretaña (1924), el primero laborista. En 1931, durante su segundo período como Primer Ministro, desertó de las filas laboristas para formar un gabinete de “unidad nacional” con el Partido Conservador.
37. Curzon, George Nathaniel, Lord (1859-1925). Ministro de Relaciones Exteriores británico de 1919 a 1923.
38. Thomas, J. H. (1874-1949). Dirigente sindical británico. Secretario colonial del gobierno del Partido Laborista de 1924. Junto con MacDonald desertó del Partido Laborista en 1931, cuando se le volvió a dar la Secretaría Colonial.
39. Louís Sellier (1885- ). Secretario General del Partido Comunista Francés luego de la renuncia de Frossard en 1923. Dejó el partido en 1929 y fundó el POP (Parti Ouvrier et Paysan - Partido Obrero y Campesino). Los popistas eran los equivalentes franceses de los brandleristas de Alemania y de los lovestonistas de Estados Unidos.
40. Versalles. El Tratado de Versalles le fue impuesto a Alemania al finalizar la Primera Guerra Mundial por los aliados imperialistas victoriosos.
41 Kuomintang. Partido nacionalista burgués fundado por Sun Yatsen, líder de la Primera Revolución China (1911). En la Segunda Revolución China (1925-1927), la línea de Stalin obligó a los comunistas chinos a disolver su partido para entrar al Kuomintang, al que se admitió en la Comintern como partido simpatizante en 1926. Después de haber usado al Kuomintang para limitar y frenar la revolución, Chiang Kai-shek pudo, en marzo de 1927, lanzar una de las peores masacres de la historia moderna contra los obreros y campesinos comunistas y revolucionarios.
42. Purcell, Hicks, Cook. Funcionarios sindicales de “izquierda" de Gran Bretaña. A. A. Purcell y George Hicks estaban en el Consejo General del Congreso Sindical. A. J. Cook era secretario de la federación minera.
43. Stalin... y Cía. Nikolai Bujarin (1888-1938), dirigente bolchevique, encabezó a la Comintern de 1926 a 1929, “confesó” en el tercer Juicio de Moscú y fue ejecutado en 1938. (Ver nota 18.) A. Losovski encabezó la Internacional Sindical Roja, (ver nota 5).
44. Lovestonistas. Partidarios de Jay Lovestone, dirigente del Partido Comunista de los Estados Unidos que llevó a cabo la expulsión de los trotskistas en 1928. Stalin lo depuso sumariamente en 1929, como parte de la purga internacional de la Oposición de Derecha encabezada por Bujarin. Los lovestonistas se mantuvieren como organización independiente hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, cuando se desbandaron. Lovestone se convirtió en experto anticomunista de la burocracia sindical y en “eminencia gris” de la política exterior ultraderechista del presidente de la AFL-CIO George Neany*.
45. La Verité. Periódico de la Liga Comunista, la organización trotskista francesa.
46. Popistas. Ver nota 39.
47. Unitaria. El nombre adoptado por la confederación sindical de izquierda francesa fue Confédération Générale du Travail Unitaire (CGTU) mientras que el de la derecha era Conféderation Générale du Travail (CGT).
48. Vasaart, Albert (1898-1958). Uno de los dirigentes del Partido Comunista en los sindicatos rojos que, habiendo sido ardiente ultraizquierdista durante el “tercer período”, impugnó la política del PC. En sus polémicas, los dirigentes del PC tachaban a veces las posiciones de Vassart de "semitrotskistas".
* AFL-CIO. Central obrera norteamericana, formada por la unión de la vieja central obrera burocrática y la nueva que se formó en oposición a ésta. Se unieron cuando la segunda (CIO) se volvió tan burocrática y conciliadora como la anterior. Ver nota 60. [Nota del Traductor]
49. Losovski, Manuilski y Cia. A. Losovski, ver notas 5 y 43. Dimitri
Manuilski (1883-1959) encabezó la Comintern de 1929 a 1934, o sea
durante el “tercer período”.
50. “Tercer Período”. Según el esquema estalinista de la historia, éste era el período final del capitalismo, de su inminente defunción y reemplazo por los soviets. Se caracterizó por la utilización de tácticas ultraizquierdistas y aventureristas por parte de los comunistas.
51. Profintern. Ver nota 5.
52. Social-fascismo. Una de las invenciones más desastrosas del “tercer período”. Según el dictamen de Stalin, los socialistas y los fascistas no eran antagonistas sino “gemelos”. Los comunistas de todo el mundo llamaban a los partidos y sindicatos socialdemócratas “socialfascistas” y por consiguiente los consideraban un peligro mayor que los verdaderos fascistas. Esto hizo imposible el frente único contra el nazismo y otros movimientos fascistas.
53. Citrine, Sir Walter (1887-1983). Secretario general del Congreso
De Sindicatos británico (l926-1946). En 1935 se le dio el título de Sir por sus servicios al capitalismo británico, y en 1946 se lo hizo baronet.
54. Mosley, Sir OswaId (1896-1980). Cabeza de la Unión de Fascistas y Nacional Socialistas británicos.
55. NAS. Nationaal Arbeids Secretariaat (Organización Obrera Nacional), fundada en 1893, disuelta en julio de 1940, al comenzar la ocupación nazi de Holanda, no se reorganizó después de la Segunda Guerra Mundial. Permaneció como una pequella oposición revolucionaria a la NVV, la gran organización sindical con dirección reformista. En la década de los 30 los miembros de la NAS, muy militantes y con conciencia de clase, eran principalmente portuarios y obreros de la construcción. Había tenido un gran sector de obreros municipales de Ámsterdam hasta 1934, en que el gobierno prohibió esos empleos a los sindicatos "rojos". Para entender el planteamiento de Trotsky, que se encuentra más adelante, de que "la NAS existe sólo gracias a la tolerancia y al aporte financiero del gobierno burgués" debe tenerse en cuenta que el fondo de desempleo del gobierno holandés se distribuía por intermedio de las Organizaciones sindicales, incluida la NAS.
56. POSR. Revolutionair Socialistixche Arbeiters Partij (Partido Obrero Socialista Revolucionario). Sneevliet organizó el Partido Socialista Revolucionario en 1927, después de alejarse del Partido Comunista. Este partido se unió al movimiento por una Cuarta Internacional en 1934 y al año siguiente se fusionó con otros elementos revolucionarios de Holanda para formar el POSR. Debido a diferencias acerca de la política sindical y de la actitud hacia el POUM español, el POSR rompió con el movimiento trotskista internacional y no participó del Congreso de Fundación de la Cuarta Internacional en 1938. En el POSR se desarrollaron dos tendencias, que rompieron en 1942. Una, encabezada por Sneevliet, seguía la línea del ultraizquierdismo tradicional holandés. Publicaba el periódico Spartacus.  La otra, el Comité de Marxistas Revolucionarios, evolucionó hacia las posiciones de la Cuarta Internacional. Publicaba el periódico De Rode October. Ambos órganos se editaron clandestinamente durante la ocupación nazi, y los dos grupos cooperaron en la lucha contra los fascistas alemanes y sus aliados locales.
57. Sneevliet, Henricus (1883-1942). Notable dirigente socialista revolucionario de Holanda y primer organizador de un movimiento proletario marxista en Indonesia. Obrero tranviario y socialista de izquierda, fue electo presidente de la Unión de Obreros Ferroviarios y Tranviarios en 1909. Renunció a su cargo y se fue a las Indias Orientales Holandesas (Indonesia) en 1912, como consecuencia de una disputa que mantuvo con la dirección reformista de la NVV, la gran central obrera, acerca de su negativa a apoyar una huelga de marinos.  En Indonesia llevó a cabo una brillante campaña de organización política y sindical, hasta que fue deportado en 1917 por llamar a los indonesios a seguir el ejemplo de los bolcheviques de Rusia. De regreso a Holanda fue cofundador del Partido Comunista. Seguidamente la Internacional Comunista lo envió (con el nombre de Maring) a hacer un trabajo revolucionario en China, donde estableció contacto con Sun Yat-sen. Al volver lo eligieron presidente de la NAS. En 1933 lo enviaron a prisión por sus actividades de solidaridad con los amotinados de la Armada holandesa. Al quedar en libertad fue votado (elegido) para el parlamento.
Durante la ocupación nazi de Holanda, Sneevliet y siete camaradas fueron arrestados, juzgados y fusilados en el campo de concentración de Amersfoot, el 13 de abril de 1942. En su último día, entre otras cosas afirmó: “Amigos, estamos orgullosos de ser los primeros de los Países Bajos en ser condenados ante un tribunal por la causa de la Internacional, y en morir por lo tanto por ella”. Sneevliet se condujo con gran coraje. Pidió que él y sus camaradas pudieran enfrentar el pelotón de fusilamiento tomados de las manos. Les fue denegado. Entonces pidió que no les vendaran los ojos y que, por ser el mayor y dirigente del grupo, él fuera el último en ser fusilado. Esto se le concedió.
58. Bonapartista y semibonapartista. Bonapartista es un término marxista que define una dictadura o un régimen con ciertas características dictatoriales, basado en el ejército, la policía y la burocracia estatal más que en los partidos parlamentarios o en un movimiento de masas. Generalmente tiene un “hombre fuerte” que, en un periodo de crisis o de empate de las fuerzas de clases en contienda, se eleva como árbitro supuestamente independiente y por encima de las clases.
59. Ultimatista. El vicio político de lanzar consignas, programas y posiciones hacia las masas como si fueran ultimátum, o sea en forma perentoria, de “tómalo o déjalo”, sin tener en cuenta el nivel de comprensión de los obreros o sus expectativas sobre el asunto.
60. La Vieja Federación y la Nueva. La vieja Federación Obrera Americana (AFL, American Federation of Labor) y el recién fundado Congreso de Organizaciones Industriales (CIO, Congress of Industrial Organizations).

Comentarios

  1. Anónimo15/3/12

    Veo que no escribiste un tema personal, pero la cancion de chayanne me encanto. cuidate bye bye

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

¡¡ Dejanos tu Opinion !!

Entradas populares de este blog

INFORME ANTE LA CORRUPCION EN COLOMBIA Y LA DEPORTACION DE SALVADOR PEREZ

¡¡ Derogar Ya !! Las medidas de Migración Colombia contra Salvador Pérez

COLOMBIA: SITUACION Y PERSPECTIVAS - ¿ HACIA DONDE VAMOS ?