LOS RICOS ROBAN A LOS POBRES: CRISIS Y DESIGUALDAD SOCIAL

* “El actual sistema económico nos está llevando a una tragedia”.

* “Estamos hablando en realidad es del florecimiento de una diminuta élite”

Nota Editor:

          La profunda e histórica crisis del capitalismo mundial esta provocando una polarización de la sociedad a extremos que no recordábamos desde los años 30 en Europa y el mundo. Cada vez mas sectores de la población están siendo empujados hacia unas vidas marcadas por la necesidad, con el aumento de la miseria y la pobreza. Mientras, en el otro polo de la sociedad, los muy ricos lo son cada vez más, precisamente al calor de la crisis y del empobrecimiento de la mayoría.

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          En esta situación estamos comenzando a presenciar una profunda agudización de la lucha de clases, que refleja las verdaderas dimensiones de la crisis social y política que causa la crisis económica del capitalismo. Ello es, como decimos, un factor objetivo de la situación, que por supuesto esta condicionado por la actitudes de los dirigentes sindicales y políticos de la izquierda, que como meros estúpidos y ciegos elementos adaptados al sistema, son incapaces de ver mas allá de sus cómodas existencias y cuando pueden intentan evitar la lucha, la movilización y el enfrentamiento de clase en la sociedad.

        Pero los llamados dirigentes sindicales y políticos de la ‘vieja socialdemocracia’, en todas sus variantes, intentan no ver la realidad, pero no podrán escapar de ella tampoco. En estos días hasta el mismo Jefe de Estado del Vaticano, el papa Francisco, ha sentido la presión social existente bajo sus pies y ello lo ha reflejado en declaraciones publicas en las que claramente reflejaba mejor que los propios dirigentes reformistas sin reformas la verdadera situación social en la que estamos.

        El papa siendo la situación ha declarado que “El actual sistema económico nos está llevando a una tragedia. Vivimos las consecuencias de una decisión mundial, de un sistema económico que tiene en el centro a un ídolo que se llama dinero. Pero Dios ha querido que en el centro estén el hombre y la mujer y que lleven adelante el mundo con su trabajo. ¡Pero aquí manda el dinero! Y caen los ancianos, porque en este mundo no hay un puesto para ellos. Se trata de una eutanasia escondida: no los cuidamos, no los tenemos en cuenta... ¡Donde no hay trabajo no hay dignidad! Y esta tragedia es la consecuencia de un sistema económico que ha puesto en el centro a un ídolo que se llama dinero”.

         En cierto sentido, el Vaticano que forma parte de la columna vertebral del propio sistema capitalista, ve claramente que toda la situación social actual esta llevando a la sociedad a un punto de no retorno en la efervescencia de la lucha entre las clases, que será la lucha que decidirá el futuro de la sociedad.

       Curiosamente esto que es visible para los marxistas, que lo es para el papa de los católicos y que los es para los economistas que intentan situar sus análisis en puntos de vista progresistas, como es el caso de Paul Krugman, es en estos momentos ignorado, no quiere ser visto objetivamente por quienes deberían de preparar una dirección de lucha para los trabajadores y la juventud.

        Es por ello que estas ‘viejas direcciones reformistas’ deberán ser barridas de las organizaciones tradicionales de los trabajadores, al objeto de poder dotarlas de unos dirigentes que estén a la altura de las circunstancias históricas en las que vivimos.    El ultimo articulo que publica Paul Krugman es clarificador de cual es la situación real de la sociedad. Para que podamos valorarla, reproducimos a continuación este articulo.

Salvador PEREZ

 

 

“ Los muy ricos son mucho más ricos “

 

Paul Krugman | 25 de septiembre de 2013

EL BLOG DE PAUL KRUGMAN

 

        Los estudiosos de la desigualdad esperan ansiosamente las actualizaciones de los datos de Piketty y Saez, en los que los economistas Thomas Piketty y Emmanuel Saez calculan la concentración de la renta en la clase más alta en EE UU basándose en los impuestos sobre la renta.

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         La última edición no decepciona: muestra, como cabía esperar, pero era necesario confirmar, que los muy ricos se han recuperado bien de la Gran Recesión, aunque la gran mayoría de estadounidenses siga pasando apuros. De hecho, la súper élite –el 0,01% más rico– obtuvo en realidad unos ingresos más elevados en 2012 que en el punto álgido de la burbuja.

         Los nuevos datos también brindan la oportunidad de hacer hincapié en un hecho fundamental que se omite en demasiadas discusiones sobre la desigualdad: no estamos hablando del ascenso de una amplia clase de trabajadores con una alta formación, sino de una diminuta élite. La proporción de las rentas del 10% más rico ha aumentado hasta alcanzar un máximo sin precedentes; pero si piensan que el 10% más rico es un grupo homogéneo no están entendiendo en absoluto la situación.

         De las ganancias obtenidas por el 10% más rico, casi ninguna de ellas fueron a parar al grupo entre el 90% y el 95%; de hecho, la mayor parte de las ganancias fueron a parar al 1% más rico. A su vez, el grueso de las ganancias del 1% más rico fue a parar al 0,1% más rico; y el grueso de esas ganancias acabó en el 0,01% más rico.

         De lo que estamos hablando en realidad es del florecimiento de una diminuta élite.

Desigualdad tóxica 

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          The New York Times publicaba recientemente un fascinante retrato de una sociedad que se está envenenando por la desigualdad extrema. La sociedad en cuestión es, en principio, muy meritocrática. En la práctica, la riqueza heredada y los contactos son tremendamente importantes; los que no nacen en la clase más alta tienen, y saben que tienen, una enorme desventaja. Es más, algunos de los otros costes de la desigualdad son claramente visibles, como por ejemplo, las avalanchas de gastos en los que los menos pudientes se ven obligados a incurrir para intentar no quedarse atrás.

        ¿Cuál es la sociedad en cuestión? La Escuela de Negocios de Harvard, en la que los estudiantes que no pueden gastar cantidades ingentes en actos sociales se encuentran, en realidad, en una clase inferior, y, por lo visto, es habitual que se endeuden para mantener las apariencias.

         La cuestión no es que debamos llorar por los estudiantes de clase media de la Escuela de Negocios de Harvard, ya que casi todos ellos siguen teniendo mejores expectativas que la gran mayoría de los estadounidenses. Se trata más bien de que lo que está sucediendo en la escuela es un microcosmos de lo que le está sucediendo a EE UU, y es un excelente ejemplo del daño que puede causar la desigualdad extrema.

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