La Reciente Crisis Presupuestaria EEUU y las Alternativas

NOTA EDITOR:

       Marx señalo que “hasta ahora los filósofos (podríamos añadir sin faltar a la verdad que los economistas también) se han limitado de diversas formas a interpretar el mundo. Ahora de lo que se trata es de transformarlo”. Aquí opinamos que estas palabras de Marx son penamente ciertas y vigentes para los momentos actuales.

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       En este mismo Blog hemos publicado recientemente dos artículos sobre la situación en los EEUU, el titulado “Evitan suspensión pagos de EEUU, fechado el 17 de octubre y el titulado Desigualdad alcanza máximos históricos en EEUU”, fechado el 18 de este mismo mes, en cuyas ideas centrales nos mantenemos como correctas.

      En el terreno de los economistas del sistema, de las dos tendencias mayoritaria existentes, hoy por hoy en ellos predominan las ideas del mas puro corte monetarista, la defensa a ultranza de las ideas de la llamada austeridad. Las políticas de recortes sociales se han impuesto en todos los países, desde Europa a los EEUU. Es la ‘lucha’ de estos economistas que representan los intereses mas directos de la clase dominante las que dirigen las políticas de los distintos gobiernos.

      En todos los países la clase dominante ha pasado la factura de sus orgias especulativas, convertidas en deuda privada de los Bancos y grandes empresas, a las arcas de los Estados, llevando al limite a las Deudas Publicas, que han convertido en algo impagables. Y por ello la necesidad que tiene la clase dominante y sus gobiernos de endosar esa deuda a las espaldas de los trabajadores, de los mas desfavorecidos de la sociedad, de la mayoría, mediante los recortes en los presupuestos sociales, las condiciones laborales y las reducciones salariales generalizadas. En definitiva, nos hacen a la mayoría mas pobres para que la minoría continúe siendo supermillonaria e incluso aumente escandalosamente sus fortunas.

      La crisis económica del capitalismo mundial, a partir de 2008, pero ya visible años antes en la mayoría de los países, significo el colapso definitivo como políticas económicas viables para la clase dominante las políticas del keynesianismo, aquellas que defienden aumentar precisamente los gastos sociales para reducir los efectos de la crisis, estimular la demanda y con ello la producción capitalista. Estas políticas keynesianas, con independencia de la buena voluntad que puedan tener sus defensores, ¿podrían tener viabilidad en un contexto en donde la Deuda publica sobrepasara el 100 por cien del PIB del Estado español el próximo año?, ¿podrían tener viabilidad en un país como los EEUU en donde ya en verano había llegado al techo de deuda, 16 billones de dólares, que tenia el Congreso presupuestado para el conjunto del año?. Sinceramente la respuesta es que no.

       Aumentar los gastos del Estado, para inversión, para presupuestos sociales,… es algo descartado por la clase dominante, deseosa de meterse directamente los recursos públicos en sus bolsillos, a modo de beneficios por ejemplo de la compra de los propios bonos y letras de la deuda de los Estados, obteniendo altos intereses por ello, al igual que vía directa ‘saneando’ sus balances anteriores, de la época de los pelotazos financieros, vía políticas de rescates de los Estados de la banca y las grandes empresas. Es por ello que las políticas económicas del keynesianismo fuero arrojadas a la basura y los capitalistas abrazaron como a ideas de su nueva biblia económica las políticas de la austeridad y los recortes.

     Pero como marxistas siempre habíamos explicado los propios limites de las políticas económicas llamadas progresistas del keynesianismo, al objeto de gestionar las crisis capitalistas. Además, un análisis serio nos llevaría a plantear abiertamente que uno de los factores que las hacen inviables ahora es que fueron las utilizadas para estimular y prolongar artificialmente el boom económico anterior a la crisis del 2008, un auge económico que hundía sus debilidades precisamente en el carácter de la montaña de deuda en la que estaba generando, mediante la utilización del crédito mas allá de sus limites naturales.

      Ahora toca, desde el punto de vista burgués, pagar en forma de resaca la orgia especulativa del boom económico precedente. Y es así como hemos llegado a la situación actual, en donde las políticas monetaristas se han impuesto por ‘incomparecencia’ de las políticas que representaban su alternativa dentro del sistema, las política keynesianas.

       Claro debe ser que los marxistas nunca fuimos defensores, ni de unas ni de otras. Bajo el capitalismo en crisis, cualquier política económica que adopten las clases dominantes conducirán al mismo puerto social: ataques, recortes, supresión de derechos laborales, reducciones salariales y sobre todo, un formidable aumento de las tasas de desempleo, lo que Marx llamo la creación de un gigantesco “ejercito de reserva laboral’, a disposición de la burguesía.

Otra política económica posible

      Por supuesto que existe en toda esta situación una política económica alternativa y viable, desde el punto de vista de los intereses materiales y concretos de la aplastante mayoría de la población. Esta no es otra que una política genuinamente socialista, basada en que la mayoría de la población ejerza la propiedad colectiva y el control democrático sobre las palancas fundamentales de la economía, las grandes empresas que en un reducido numero de ellas controlan el grueso de la producción mundial, al igual que del sistema financiero y bancario, que esta demostrando en el terreno decisivo que solo sirve en manos de la clase dominante para mantener a sus Consejos de Administración nadando en la opulencia mas repulsiva, mientras la miseria y el hambre se extiende como una enorme mancha de aceite entre la mayoría.

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     Expropiar estas palancas fundamentales de la economía, bajo el control democrático de la población, es la única alternativa posible para poner en marcha al sistema productivo y financiero al objeto de satisfacer las necesidades reales de la sociedad, lejos de los avaros interese mezquinos del incremento sin limites de las abultadas cuentas en los paraísos fiscales de un verdadero puñado de parásitos sociales, que no aportan nada a la sociedad.

     De cualquier forma, publicamos a continuación el articulo que Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, ha publicado en su Blog, sobre la reciente crisis presupuestaria en los EEUU. Krugman es uno de los máximos defensores en estos momentos de las políticas keynesianas frente a las monetaristas reinantes. Aunque discrepemos de el en cual es la alternativa a la caótica situación actual, creemos valiosos sus comentarios, que son en la mayoría de los casos correctos bajo nuestro criterio.

     Creemos que con la publicación de este texto de Krugman, además, logramos que el lector pueda tener una visión completa de las diferentes tendencias economías que son defendidas en la actualidad: las de economista monetaristas y los gobierno, con la austeridad como bandera; las de Krugman como defensor de las políticas de tipo keynesiano y también las de los defensores del socialismo científico, que como Marx explico, “nos proponemos transformar el mundo”, además de comprenderlo.

Salvador PEREZ

 

“El daño causado”

*  El Partido Republicano sigue decidido a librar una lucha de clases verticalista… Esta semana nos las hemos ingeniado para no caer por un precipicio.

*  El paro sería mucho más bajo si la mayoría de la Cámara no hubiera debilitado tanto la economía.

PAUL KRUGMAN* -  20 OCT 2013

Premio Nobel 2008 y Profesor de Economía de Princeton

         La Administración vuelve a funcionar y no hemos suspendido pagos. Vuelven los tiempos felices, ¿no es así?

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        Pues no. Una de las razones es que el Congreso solo ha votado una solución provisional y, en unos cuantos meses, podríamos encontrarnos pasando por todo esto otra vez. Se podría pensar que los republicanos tendrían que estar locos para provocar otro enfrentamiento. Pero cometieron la locura de provocar este, así que ¿por qué dar por hecho que han aprendido la lección?

         Más allá de eso, sin embargo, es importante admitir que el daño económico causado por la obstrucción y la extorsión no empezó cuando el Partido Republicano paralizó la Administración. Por el contrario, ha sido un proceso continuo, que se remonta al momento en que los republicanos se hicieron con el control de la Cámara de Representantes en 2010. Y el daño es grande: el paro en Estados Unidos sería mucho más bajo de lo que es si la mayoría de la Cámara no se hubiese esforzado tanto por debilitar la economía.

        Un punto de partida útil para evaluar el daño causado es un informe muy citado de la empresa consultora Macroeconomic Advisers, que calculaba que las políticas fiscales “motivadas por la crisis” —que han sido la norma desde 2010— han restado aproximadamente un 1% a la tasa de crecimiento de EE UU durante los tres últimos años. Esto conlleva unas pérdidas económicas acumulativas —el valor de los bienes y servicios que Estados Unidos podría y debería haber producido, pero no ha producido— de unos 700.000 millones de dólares. La empresa también calculaba que el paro es 1,4 puntos porcentuales más alto de lo que lo habría sido en ausencia de enfrentamientos políticos, lo cual basta para deducir que la tasa de paro ahora mismo estaría por debajo del 6% en vez de por encima del 7%.

      No hay que tomarse estos cálculos como si fueran el Evangelio. De hecho, tengo mis dudas respecto al intento que hace el informe de evaluar los efectos de la incertidumbre política, evaluación basada en una investigación que no aguanta demasiado bien un análisis pormenorizado.

      Pero sería un error llegar a la conclusión de que Macroeconomic Advisers ha exagerado el problema. El argumento principal de sus cálculos es la caída en picado del gasto discrecional como porcentaje del PIB que se ha producido desde 2010 (es decir, el gasto que, a diferencia del destinado a programas como la Seguridad Social y Medicare, debe aprobar el Congreso cada año). Como el principal problema al que se enfrenta la economía de EE UU sigue siendo la escasez de demanda, esta reducción del gasto ha hundido tanto el crecimiento como el empleo.

        Es más, el informe no tiene en cuenta el efecto de otras políticas perjudiciales que son una consecuencia más o menos directa de la toma del poder republicana en 2010. Hay dos grandes males que destacan especialmente: permitir que suba el impuesto sobre los salarios y reducir drásticamente la prestación por desempleo aun cuando el número de personas que buscan trabajo sigue triplicando el de las ofertas de empleo. Ambas medidas han reducido el poder adquisitivo de los trabajadores estadounidenses, lo que ha debilitado la demanda de los consumidores y reducido aún más el crecimiento.

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        Si tenemos todo eso en cuenta, es válido suponer que esos cálculos de los perjuicios causados por el secuestro político subestiman el daño que verdaderamente se ha hecho. Las elecciones tienen consecuencias, y una consecuencia de la victoria republicana en las elecciones de mediados de mandato en 2010 ha sido una economía todavía débil cuando podríamos y deberíamos estar ya avanzando hacia la plena recuperación.

       ¿Pero por qué las exigencias republicanas han tenido tan sistemáticamente un efecto deprimente en la economía?

       Parte de la respuesta reside en que el partido sigue decidido a librar una lucha de clases verticalista en una economía en la que esa lucha es especialmente destructiva. Recortar drásticamente las prestaciones de los parados porque uno cree que lo tienen demasiado fácil es cruel incluso en épocas normales, pero tiene el efecto colateral de destruir puestos de trabajo cuando la economía ya está deprimida. Defender la reducción de impuestos a los ricos mientras se descartan alegremente las bajadas de impuestos para los trabajadores de a pie equivale a redistribuir el dinero de gente que probablemente vaya a gastarlo entre gente que probablemente no haga más que amontonarlo.

       También debemos ser conscientes del poder de las malas ideas. Allá por 2011, los triunfantes republicanos adoptaron con entusiasmo el concepto, ya popular en Europa, de austeridad expansionista (la idea de que los recortes del gasto en realidad impulsarían la economía al hacer que aumentase la confianza). Desde entonces, la experiencia ha refutado por completo esta idea: en todo el mundo desarrollado, los grandes recortes del gasto han traído aparejadas unas crisis aún más profundas. De hecho, el Fondo Monetario Internacional terminó por entonar una especie de mea culpa al admitir que había subestimado enormemente el daño que infligen los recortes del gasto. Sin embargo, como habrán notado, a los republicanos de hoy día no se les da muy bien replantearse sus opiniones a la vista de las pruebas en contra.

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       ¿Pero tiene el Partido Republicano la culpa de todos los problemas económicos? Por supuesto que no. El presidente Obama no adoptó una postura suficientemente firme contra los recortes del gasto y la Reserva Federal podría haber hecho más para impulsar el crecimiento. Sin embargo, la mayor parte de la culpa del rumbo equivocado que tomó la política económica recae en los extremistas y extorsionistas que controlan la Cámara.

       Las cosas podrían haber salido aún peor. Esta semana, nos las hemos ingeniado para no caer por un precipicio. Pero seguimos en un camino que no lleva a ninguna parte.

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