CRISIS ECONOMICA, SOCIAL Y POLITICA CAPITALISTA: CAMBIAR LA SOCIEDAD

 

· La más profunda crisis económica de la historia del capitalismo deja paso a profunda crisis social del orden establecido.

· Necesitamos encontrar una salida progresiva transformando la sociedad

¡¡ Una época de revolución y contrarrevolución !!

Salvador Pérez

        La situación política actual en el Estado español refleja de forma clara, nítidamente, que toda la situación ‘normal’ de la existencia del sistema capitalista se ha roto. Cada noticia importante de lo que ocurre refleja la profunda crisis que existe. Crisis social, crisis cultural, crisis en las relaciones familiares, crisis en la sanidad, crisis en la educación, crisis moral, crisis de corrupción,… todo ello no deja de ser en el fondo mas que el reflejo directo, o distorsionado en ocasiones, de la CRISIS ECONOMICA GENERAL que padece la siempre dependiente economía española, la llamada economía de mercado, el capitalismo mundial.

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          La economía entro en crisis mediante el estallido de las burbujas inmobiliarias y especulativas a nivel mundial. Este estallido permitió visualizar, en países como el Estado español mejor que en ningún otro sitio, la entrada en contradicción fragante entre las enormes posibilidades de producir del sistema y las cada vez menos posibilidades de consumo de la aplastante mayoría de la sociedad, la cual es sometida además a constantes reducciones a sus niveles de vida. Como jamás antes en la historia, la crisis de sobreproducción capitalista impregna todos los demás factores de la vida en la sociedad.

        En el terreno económico, más allá de las estúpidas defensas que los burgueses y sus acólitos realizan a las ‘bondades del libre mercado’, el capitalismo muestra un clarísimo agotamiento histórico como sistema económico y social viable para la humanidad. Todo lo que de progreso pudo haber en el sistema es cosa ya de un lejano pasado. El sistema capitalista basado en la explotación laboral de la absoluta mayoría de la población por quienes son propietarios, la burguesía, de los medios de producción y financieros (bancos, Cía. Seguros,…), esta sumergido en su mayor crisis histórica, de la cual solo tienen perspectiva de reponerse arrastrando al conjunto de la sociedad hacia condiciones de vida y de trabajo propias de siglos atrás.

        Desde el comienzo de la crisis económica hemos visto desesperadamente a la burguesía lanzar una ofensiva total para desmantelar y acabar con todo el conjunto de las políticas sociales, los derechos laborales y reducir al máximo los salarios de los trabajadores. Esto en el terreno de la práctica constituye el punto y final del llamado “Estado del Bienestar”. La clase dominante a puesto en todos los países a sus gobiernos (‘los ejecutivos en el Estado moderno no son más que Juntas de Administración de los interés comunes de la burguesía como clase’ – C. Marx) a aplicar las llamadas políticas de austeridad, de permanentes y profundos recortes y eliminación de los derechos sociales y los niveles de vida de la mayoría.

        Hablando de forma clara y comprensible para todos, las llamadas políticas de austeridad no son otra cosa que trasvases masivos de dinero de la clase trabajadora, la juventud, los pensionistas y las clases medias a favor de los poderosos, de los grandes banqueros y empresarios. Como nunca antes habíamos visto, existe un robo masivo de dinero, recursos y medios de los más necesitados para meter todo ello en los bolsillos de los poderosos, mostrando de paso el carácter cada vez mas parasito de la burguesía como clase dominante.

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        Todo ello indica que a nivel social es imposible que podamos tener en este contexto histórico lo que denominan como ‘paz social’. La crisis económica del capitalismo imposibilita en este periodo, por lo general, la posibilidad de que podamos obtener reformas progresistas para la mayoría, aun de que conservemos las que hemos tenido sin que luchemos por ello. Es por ello que tenemos que confirmar que el llamado ‘pacto social’ entre las clases esta muerto y junto a él las políticas de colaboración de clase que siempre defienden a cada paso los dirigentes socialdemócratas y sindicales, quienes dicen estar situados en la izquierda, ser dirigentes de los trabajadores y oprimidos, pero que en el terreno práctico y real resulta que pasaron a las barricadas de la clase dominante hace tiempo, con armas y bagaje.

        Con todo este panorama nos quedaría por preguntarnos si ¿a pesar de todo ello es posible que la mayoría de la sociedad podamos continuar, sin más, conviviendo en el escenario político y social en el que hemos vivido hasta ahora?.

        La respuesta general que podemos dar a ello es un claro NO. Los de abajo, los trabajadores, los jóvenes, los pensionistas, los golpeados por la crisis de las clases medias,… necesitamos levantar enérgicamente la lucha por una sociedad nueva, socialista, que libere a la economía de la propiedad y control que ejerce la burguesía sobre ella. Ello es el requisito insalvable para poder planificarla en beneficio de los intereses de la mayoría, de que podamos aspirar al empleo, a salarios y pensiones dignas, al derecho a una sanidad de calidad y a una educación para nuestros hijos,…

        “La verdad es siempre revolucionaria”, es una correcta afirmación marxista. Todo sería más fácil, cómodo y hasta bonito, si sin tener que cambiar la sociedad nuestros problemas, los de la mayoría de la sociedad, pudieran encontrar solución. Pero la verdad es que ello no será así, como toda la experiencia práctica de los últimos años vienen a confirmarnos. De hecho si el capitalismo continúa en pie, este no dejara piedra sobre piedra de nada de lo que hasta hoy hemos conocido como niveles de vida mínimamente civilizados. La burguesía en su afán por rebañar y apoderarse de todos los recursos existentes en la sociedad amenaza con dejarnos incluso sin los derechos democráticos más elementales.

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        La política de F. Hollande en Francia, en donde el gobierno del Partido Socialista ha acabado llevando a la practica la política de la burguesía, lejos de lograr avances para la mayoría de la población está provocando un mundo de frustración política en las masas y detrás de ello se esconde el verdadero secreto del avance de los fascistas del Frente Nacional. Por primera vez desde los años 30 en Francia existe un avance serio del fascismo, en el terreno electoral.

        Una victoria en el próximo periodo de Le Pen solo podría traer ‘horror sin fin’ a los trabajadores y a las masas francesas y seria el fruto de las políticas de colaboración de clase, de entreguismo y traición de los dirigentes llamados socialdemócratas, puestos de rodillas al servicio de los multimillonarios en Francia y Europa. Frente a ello y frente a la cada vez más fuerte crisis del capitalismo francés la única ‘alternativa viable’ para el movimiento obrero y la mayoría de la población es levantar un programa de lucha por transformar radicalmente la sociedad, por una sociedad socialista.

        Otro claro ejemplo de esto mismo es la situación en el Estado español, en donde la crisis económica y social ha puesto toda la situación política patas arriba, en total y absoluta crisis y quiebra del conocido hasta ahora como ‘régimen del 78’, por el año en el que se aprobó la todavía en vigor Constitución española. En el presente no existe una sola cosa que no esté en crisis, de todo aquello en lo que se baso la llamada Transición española.

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        En esos momentos vimos como los dirigentes de la izquierda y los sindicatos en el Estado español (PSOE, PCE, UGT, CCOO) pactaron con la burguesía y lo que quedaba del propio franquismo (Adolfo Suarez, Manuel Fraga,…) que la caída de la dictadura no significara el principio de una genuina y autentica democracia: aceptaron la figura del Rey impuesto por Franco, que los crímenes del franquismo quedaran impunes, que las grandes fortunas que se habían generado al amparo de la dictadura continuaran dominando la economía española,…

        Y por tragar con todo, los dirigentes de la izquierda y los sindicatos renunciaron hasta a derechos democráticos básicos y elementales, como sin duda es el del derecho a la autodeterminación de los pueblos, el derecho democrático-burgués de posibilitar que cualquier pueblo pueda decidir democráticamente el tipo de vinculación que quiere mantener con otros pueblos, vinculados, unidos o separados en un mismo o distinto Estado. Aceptaron sin más la política de ‘café con leche para todos’, que significo el Estado de las Autonomías, robándoles el derecho a decidir a Catalunya, Euskadi y Galicia.

        Ayer mismo hubo un acontecimiento de transcendencia, como fue la celebración de ‘La Diada’ en Catalunya, con cientos de miles de manifestantes en las calles, en una de las mayores manifestaciones de toda la historia, que ocupó 11 kilómetros de las principales calles de Barcelona, reivindicando el derecho democrático que tiene el pueblo catalán a decidir sobre su futuro el próximo 9 de noviembre, fecha prevista para la celebración del Referéndum catalán. Esta es una nueva demostración de que todo el régimen que surgió de la Constitución del 78 está quebrado y de que ya no podrán ponerlo de nuevo en pie.

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        Nuevamente desde el gobierno del PP han respondido a la movilización con más y más amenazas represivas. Comienzan a aparecer en los medios de comunicación de la propia burguesia las ‘medidas que piensa tomar Rajoy’ en caso de llevarse a cabo el Referéndum democrático en Catalunya, como enviar a 5oo antidisturbios extras, declaraciones de derechistas como los de UPyD, que piden al gobierno utilizar directamente el ejercito en Catalunya,… o declaraciones como las aparecidas hoy en medios de la ultraderecha española, que recogen declaraciones de la Asociación de Jueces Francisco de Vitoria (FV), afirmando que sería posible llevar a la cárcel a Artur Mas por hasta 15 años por un ‘posibles delitos de sedición, prevaricación, desobediencia,…”. Intentan desesperadamente ‘meter miedo’ mediante la clara y dura represión a la población.

        Y estas afirmaciones provienen del Estamento de los Jueces, que no sufrió ninguna depuración tras la caída de la dictadura, a pesar de contar entre sus filas con quienes habían jurado lealtad y fidelidad a la dictadura fascista y participaron activa y entusiastamente en la represión durante casi cuarenta años de la mayoría de la sociedad. Eso fue otro déficit democrático del llamado ‘pacto constitucional del 78’.

        Cualquier persona con un mínimo de visión progresista tiene que defender con uñas y dientes el conjunto de los derechos democráticos, en cuyas banderas se incluye el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Esta es una lucha que lleva implícita la lucha por defender el conjunto de los derechos sociales, la defensa de las condiciones de trabajo y de niveles de vida dignos para el conjunto de las familias trabajadoras. Todo esto debería ser algo elemental, de sentido común, para cualquier dirigente de izquierdas o sindical, como lo es para el sentir mayoritario de los trabajadores, los jóvenes y las capas oprimidas por el capitalismo. Si queremos plantearnos el luchar por nuevos avances sociales, por mejorar nuestras condiciones de vida, no podemos tolerar ni un solo recorte, retroceso o eliminación de las conquistas sociales, laborales y salariales que nos costaron muchas de ellas décadas de lucha lograr.

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        No tiene nada de casual, ni de secundario, que los mismos, exactamente los mismos, que están gritando histéricamente en contra del derecho democrático a la autodeterminación de los pueblos en el Estado español, cuando los trabajadores, los jóvenes y los oprimidos en cualquier punto del Estado se manifiestan en contra de las políticas de recortes sociales, en contra de los despidos o de las reducciones de los niveles de vida, sean los que manden a la policía antidisturbios a reprimir salvajemente las manifestaciones, detengan a miembros de piquetes informativos durante las huelgas para que los jueces les impongan penas de cárcel,…

        Es la misma clase dominante que nos explota en el conjunto de Estado, sus mismos representantes políticos (en el gobierno del PP o en la filas de los dirigentes del PSOE), los que gritan en contra de la celebración del referéndum en Catalunya, amenazando con medidas represivas, medidas represivas que en gran parte ya emplean de mil formas contra nuestras luchas sociales. Los mismos que aprueban y respaldan las contrarreformas laborales, los mismos que no mueven un dedo para evitar los desahucios de cientos, miles, de familias que han perdido sus empleos, los mismos que quieren acabar con la sanidad, la educación y las pensiones públicas,…

        Como decíamos, de la misma forma que defendemos plenos y totales derechos democráticos, como el derecho a manifestación, reunión, manifestación o huelga, para el conjunto de la población, como la mejor forma para poder luchar por la defensa de nuestras condiciones de vida y de trabajo, para poder luchar por una sociedad de hombre y mujeres realmente libres, sin explotadores ni explotados, de la misma forma hay por tanto que defender el conjunto de los derechos democráticos, incluyendo el de la autodeterminación.

        Una vez dicho esto, como somos de la opinión de que los intereses de los trabajadores en Catalunya, Euskadi o Galicia no tienen nada en común con los de las burguesías de estos territorios, en el contexto en el que se garantice el derecho a decidir de estos pueblos, somos de la opinión de la en ningún caso, de los tres que hablamos, la independencia es una solución positiva para que los trabajadores, los jóvenes y los oprimidos de estos territorios enfrenten la solución a los problemas que padecen.

        Como ocurre en el conjunto del Estado español, los problemas que padecen cada vez más los trabajadores, los jóvenes y las capas medias empobrecidas en Catalunya, Euskadi o Galicia hunden sus raíces en el mantenimiento en pie de un sistema económico y social en total bancarrota, el sistema capitalista. En el conjunto del Estado español es necesario y urgente denunciar y combatir las políticas reaccionarias de los ‘nacionalistas españolistas’, con el gobierno del PP y los dirigentes del PSOE al frente.

        En Catalunya, Euskadi y Galicia es necesario realizar esa misma crítica al cinismo de los nacionalistas catalanes, vascos o gallegos, que representan a los poderosos de esos territorios y demagógicamente intentan utilizar los sanos sentimientos nacionales de la población para sus propios intereses como clase dominante. Nuestros enemigos en Madrid se visten con la bandera española, en Barcelona con la bandera catalana, pero ambos son los últimos responsables del desempleo, la pérdida de derechos sociales, laborales y los bajos salarios que vivimos. Rajoy y Mas están, en este orden de cosas, en las mismas trincheras y en las contrarias, enfrente, debemos estar los trabajadores, jóvenes y oprimidos, con independencia de si hablamos el castellano, el catalán, el euskera o el galego.

        La tarea que tenemos por delante es la lucha por poner punto y final al capitalismo y para ello todo será más fácil si luchamos con ideas claras, con un programa nítido en defensa de los intereses de la mayoría de la sociedad y por supuesto basándonos en la máxima unidad en la lucha en el conjunto del Estado.

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        Es claro que nuestra lucha por expropiar la propiedad privada de los sectores estratégicos de la economía, de la banca y los grandes latifundios de manos de los capitalistas y banqueros, lo cual es desde todo punto de vista una necesidad para comenzar a hablar seriamente de dar solución a los problemas que padecemos, situara inmediatamente en las mismas filas a Rajoy y a Mas, que son simples marionetas de los grandes empresarios y banqueros. Pero ello no debe ser motivo para que nos preocupemos, porque de hecho ya están en esa unidad desde siempre.

        Nosotros somos la aplastante mayoría de la sociedad, en Catalunya y en el resto del Estado. Solo podemos basarnos y confiar en nuestras propias fuerzas para luchar por otro mundo posible y necesario. A esta labor, a esta tarea deberían de consagrarse nuestras organizaciones, nuestros sindicatos. Mas allá de siglas (IU, PODEMOS,…) es necesario que defendamos un claro programa de transformación socialista de la sociedad, como la tarea más urgente que tenemos por delante.

         En esta lucha, que sin duda será dura, estaremos millones y ganarla estará al alcance de nuestras manos en el próximo periodo. Sin batallar por ello, todo lo tendremos perdido de antemano.

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