ENFERMEDAD MENTAL Y CRISIS CAPITALISMO

 
“El Ser social determina la conciencia”
 
 (K. Marx)
 
Un sistema social en declive irreversible se expresa en decadencia cultural.
Esto se refleja de diversas formas. Se está extendiendo un ambiente general
de ansiedad y pesimismo ante el futuro,especialmente entre la intelectualidad.
   Aquellos que ayer rebosaban confianza sobre la inevitabilidad
del progreso humano,
ahora sólo ven oscuridad e incertidumbre. 

(‘Razón y Revolución’,  Alan Woods y Ted Grant)
 
         
     Los psicoanalistas freudianos, con sus teorías metafísicas sobre “el instinto de muerte” del ser humano, el "masoquismo primario" y el “principio de auto-destrucción",  seguro que encontraran respuestas en sus divanes para las posibles ‘angustias’ que la situación actual este causando en la burguesía y la pequeña- burguesía, sus clientes naturales y dirán que los problemas de los parados se resuelven con empleos.  Menudos sabios estos, de la    ¡ ignorancia consciente !
 
        Pero el caso aquí es que queremos hablar de cientos de miles, de millones de personas, de trabajadores, de jóvenes, de familias trabajadoras enteras, que se ven arrastradas a los peores de los mundos, entre ellos el de las enfermedades mentales, provocados directamente por un Sistema social, el capitalismo, incapaz ya de garantizar mínimas condiciones de vida a sus ‘esclavos asalariados’, reducidos a la condición de desempleados o parados.
      
       ‘Kaosenlared.net’ publicó recientemente un articulo, con el elocuente título: “El desempleo puede multiplicar por siete el riesgo de contraer enfermedades mentales”, escrito por Miembros del Grupo de  Investigación en Desigualdades en Salud (GREDS-EMCONET, UPF).
 
           El contenido del mismo es revelador de la relación directa que existe entre las condiciones de existencia del individuo y su estado de salud, un enfoque totalmente correcto, y aunque al final llegan a conclusiones reformistas, de que hay que “reforzar el estado del bienestar, Instaurar una renta básica universal no condicionada”, …, algo que choca con la propia existencia del capitalismo hoy en dia, es deseo de “Lucha Contra Corriente” dar a conocer los datos del citado artículo a sus lectores.
 
 www.kaosenlared.net : 
 
El desempleo puede multiplicar por siete
el riesgo de contraer enfermedades mentales”
 
          
        “ El paro paraliza carreras profesionales, reduce la autoestima, genera estrés psicológico y numerosos riesgos que dañan la salud. Los problemas empeoran en las familias obreras, los empobrecidos y las madres solas con hijos.
 
        La última gran crisis del capitalismo, generada y aprovechada por banqueros, grandes empresarios y gobiernos conservadores, ha aumentado la desigualdad, la pobreza y el desempleo en el mundo, una gran parte de cuya población está desprotegida. De los más de 205 millones de parados, solo el 13% tiene protección social, y solo una de cada cinco personas accede a una pensión y a la protección de la salud. En España, unos pocos años de profunda crisis han empeorado dramática y desigualmente el desempleo, el más alto de los países ricos. Las cifras lo dicen casi todo: España ha generado uno de cada 20 nuevos parados en el mundo. Desde el 2007 se ha pasado de 1,7 a 4,7 millones de parados (del 8% a más del 20% de la población activa) afectando más a los jóvenes (43%),  inmigrantes (más del 30%) y clases sociales pobres con menos educación (43% en analfabetos y 30% con educación primaria frente al 11,7% y al 2% en quienes tienen educación superior o doctorados). En 1,3 millones de hogares nadie tiene trabajo, hay un millón de parados de larga duración (más de dos años), y 1,5 millones de parados sin ingresos.
 
           Aunque mucho menos visible que un terremoto o una inundación de grandes proporciones, el brutal impacto del paro sobre la vida y la salud de la población comporta una situación que cabe calificar como de emergencia nacional. El paro produce una incontable cascada de efectos que incide sobre muchos aspectos cotidianos. La inseguridad de parados y trabajadores incrementa la desesperanza y el miedo, la xenofobia y la violencia. La amenaza de quedar sin trabajo se convierte en un mecanismo disciplinario y de presión sobre la clase trabajadora, que aumenta a medida que crece el desempleo. El paro paraliza carreras profesionales, reduce la autoestima, genera estrés psicológico y numerosos riesgos que dañan la salud. Aumenta la probabilidad de enfermar, tener problemas de ansiedad o depresión (tres veces más que en quienes trabajan), engancharse a drogas como el alcohol o tabaco, morir prematuramente o suicidarse.
 
         Los problemas empeoran en las familias obreras, los pobres y las madres solas con hijos. En los parados sin subsidio, por ejemplo, los problemas de salud mental se multiplican por tres si son profesionales y por siete si son obreros, riesgos que se reducen mucho cuando hay ayudas. Tras cada dato, se esconde una invisible retahíla de historias vitales llenas de desesperación, lucha y dolor: «Estoy sin trabajo y pago un préstamo hipotecario, si dejo de cobrar me quitarán el piso, no quiero ni pensarlo»; «soy una madre de 35 años desesperada, en poco tiempo me veo en la calle y sin nada, tengo una hija de 13 años a la que no puedo ofrecer nada»; «en casa vivimos ocho personas, con tres niños, solo una trabaja y no entran ingresos, estoy dispuesto a robar si es necesario para sacar adelante a mi familia»; «voy a cometer alguna locura si esto no se arregla»…
 
         Los efectos del desempleo sobre la sociedad y la salud pública son la punta del iceberg de otras condiciones de empleo. Junto a los desempleados oficiales hay parados encubiertos (quienes dejan de buscar trabajo), subempleados (quienes quieren trabajar más horas o buscan un trabajo más regular), múltiples formas de autoempleo marginal y empleo informal (actividades laborales remuneradas sin cotizar a la Seguridad Social de las que se benefician empresarios sin escrúpulos) y la precariedad laboral (asalariados inseguros con salarios bajos, alta vulnerabilidad, escasa protección y derechos e incapacidad de ejercerlos). A diferencia del paro, los indicadores de esos empleos son mucho menos precisos o no existen. Por ejemplo, la elevada cifra de contratos temporales (25%) no refleja la situación real de precariedad laboral que se distribuye desigualmente (90% en mujeres obreras inmigrantes jóvenes, por 20% en hombres profesionales españoles mayores de 30 años). La precariedad, o trabajar intermitentemente con periodos de paro y precariedad, daña la salud: a peor situación laboral, peor salud.
 
        Las políticas neoliberales que flexibilizan una supuesta rigidez laboral, recortan servicios públicos y debilitan la negociación colectiva y la protección social crean inseguridad en los trabajadores forzándoles a ser sumisos y aceptar la explotación. Un Estado del bienestar merecedor de ese nombre debe tener políticas de protección social que permitan vivir dignamente y con buena salud. El devastador impacto del desempleo y la precariedad requieren realizar con urgencia políticas fiscales progresivas y redistributivas que permitan mejorar la protección social. Instaurar una renta básica universal no condicionada, por ejemplo, reduciría la pobreza (nueve millones de pobres; 650.000 de ellos con menos de 250 euros al mes),  desmercantilizaría  las relaciones laborales y aumentaría el poder de negociación de unos trabajadores que no tendrían que aceptar empleos degradantes, injustos y peligrosos. Sin políticas como esas, millones de personas seguirán pagando los efectos de la crisis con su salud y con su vida ”. 
 
Un comentario necesario; una alternativa
(Salvador PEREZ)

          Desde este ‘espacio’ pensamos que lo que realmente necesita la humanidad es un cambio radical, de Sistema social, poniendo los recursos económicos y financieros fundamentales de la sociedad en manos de la clase trabajadora, con el objetivo de llevar a cabo un Plan económico racional, sobre la base de las necesidades que existen. Por tanto, la tarea histórica del presente es poner en manos de la mayoría, bajo el control democrático de la clase trabajadora, los bancos, las grandes industrias/empresas y la tierra. Solo de esta forma podremos pasar del reino de la necesidad al del bienestar general.  
 
        Esto permitiría, en primer lugar, reducir drásticamente la jornada laboral a 6 horas diarias, en principio, la edad de jubilación a los 60 años y sobre la base del plan hacer desaparecer el desempleo y la sobre-explotación laboral, con condiciones de vidas dignas para todos y todas, haciendo posible que las enfermedades mentales sean recuerdos del pasado bárbaro del capitalismo, o del  ‘Sistema de Libre Empresa’, como gustan llamarlo ahora.

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