AÑOS 30: DERROTA REVOLUCION ESPAÑOLA

Recuperar Memoria Historica
 
TROSTKY:
 
*   La Caída de Barcelona
*   La Derrota de la Revolución española
*   Clase, Partido y Dirección. ¿Por que ha sido derrotado el Proletariado español? 
 
INTRODUCCION DEL EDITOR          
     
   Los años 30 fueron, en general, años de crisis económica, social y política. Fue una década de revolución y contrarrevolución. La clase obrera española estuvo en primera línea de fuego y no fue una, sino una docena al menos de oportunidades las que tuvo de haber podido tomar el Poder de la sociedad en sus manos. Ello habría tenido un colosal impacto en toda Europa y el mundo, con toda probabilidad habría cambiado el curso de la historia.
Escritos españa
        
   El gran teórico marxista y autentico héroe de la clase obrera, León Trotsky, desde su exilio forzoso realizó un detallado seguimiento de los acontecimientos en el Estado español, país en el cual las fuerzas de sus seguidores eran extremadamente jóvenes y débiles. Sus análisis arrojan en estos momentos una enorme luz al objeto de poner sobre la mesa toda la verdad de lo acontecido en el proceso de la revolución española en los años 30.
  
    En abril de este año se cumplió el 80 aniversario de la proclamación de la II Republica española, que mereció un análisis en este Blog por medio de un artículo editado y que supone un repaso ‘rápido’ a todo ese periodo. Recomendamos, evidentemente su lectura.  El 17/18 de julio de 1936 el ejercito se sublevó contra la legalidad vigente en el Estado español, la Republica. Era la respuesta de la clase dominante española ante el estado revolucionario que se instalaba, a cada paso, entre los obreros y campesinos españoles, que deseaban una Republica, si, pero socialista, sin explotadores.
   
    Así comenzó una sangrienta guerra civil en España, que sirvió de autentica preparación para los posteriores procesos que condujeron a la no menos sanguinaria II Guerra Mundial imperialista. Los fascistas de Alemania e Italia inmediatamente prestaron todo su apoyo al ejercito sublevado español, ante la indiferencia y el boicot de las llamadas ‘democracias’ para con la Republica, pues estaban más interesados en el mantenimiento de la propiedad privada capitalista en España, que en defender un aparente régimen ‘democrático’.
   
   León Trotsky defendió desde un principio la idea de que para que los trabajadores y campesinos vencieran en la guerra civil era necesario un programa de transformación de la sociedad, el programa de la revolución socialista. En honor a la verdad histórica, solo y tan solo Trotsky y sus seguidores a nivel internacional defendieron esta idea central: avanzar en la lucha por el socialismo para poder ganar la guerra civil y construir un Estado Obrero sano.
   
   Todos las demás tendencias, desde los llamados ‘republicanos burgueses’, pasando por los ‘socialistas’ de izquierdas y derechas, los anarquistas y por supuesto, los campeones de la democracia burguesa, los estalinistas del PCE pusieron por delante la ‘defensa de la republica, la democracia’, del gobierno del Frente Popular.
 
Brigada Britanica republica
 Todo intento por los trabajadores de caminar hacia un cambio de sociedad siempre era contestado con lo mismo: ‘primero ganar la guerra’. Sobre todos ellos recae enorme responsabilidad histórica de la derrota ante Franco y de todos los horrores que los trabajadores y oprimidos tuvieron que vivir.  Los obreros y campesinos pobres lucharon titánicamente contra el levantamiento fascista, la mayor parte de las veces con escasos o nulos medios. Y tuvieron éxitos en la lucha, parando el levantamiento inicial, en la medida que confiaban que estaban luchando por una sociedad mejor, sin explotadores.
  
    Cuando desde la retaguardia, especialmente los agentes de Stalin en suelo español, comenzaron a ‘liquidar’ todo intento de los trabajadores y campesinos de ir más allá del capitalismo, cuando las purgas de Moscú se trasladaron a España, con el secuestro y asesinato de los mejores luchadores revolucionarios. El desanimo y la frustración cundió entre las masas y abrió el camino al triunfo de Franco.
    
    Cataluña, la Barcelona revolucionaria, fue un todo un emblema en la lucha de los trabajadores por la transformación social. Así tuvo que reconocerlo el propio presidente de la Generalitat, ante los dirigentes asustados de la CNT y la AIT, diciéndoles que el Poder les pertenecía, que eran los dueños de la situación, por el apoyo de las masas, y porque habían sido los obreros los que habían evitado el triunfo de la sublevación militar en el inicio. Barcelona fue durante años el símbolo revolucionario de los trabajadores. A pesar de que ‘amablemente’ los dirigentes ‘revolucionarios de la CNT’ dijeron que no reconocían Poder alguno y lo dejo en manos de los antiguos gobernantes burgueses.
   
    El 26 de enero de 1936, ya al finalizar la guerra civil, las tropas de Franco entraron en Barcelona. Para que ello fuera posible, previamente los estalinistas habían llevado a cabo su trabajo preliminar, acabando con dirigentes revolucionarios honestos, como Andrés Nin y los mejores luchadores de la CNT y el POUM, en un ‘trabajo’ que los estalinistas iniciaron en Barcelona allá por el año 37.
    
   Publicamos dos artículos escritos por León Trotsky sobre las lecciones de la derrota de la revolución española. El primero titulado ‘LA TRAGEDIA DE ESPAÑA’ y el segundo ‘LAS CAUSAS DE LA DERROTA DE LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA’, ambos publicados en el periódico de los trotskistas norteamericanos “Socialist Appeal”, el primero en febrero de 1939 y el segundo en los primeros días de marzo. Eran los días en los que las tropas de franco entraban en Barcelona y los últimos lugares de territorio que quedaban bajo control de la ‘republica’.
    
    Para terminar publicamos el articulo titulado “CLASE, PARTIDO Y DIRECCION. ¿POR QUE HA SIDO VENCIDO EL PROLETARIADO ESPAÑOL?”. Este artículo estaba inacabado y ha sido reconstruido sobre la base de las notas y fragmentos encontrados en un dossier que tenía León Trotsky, tras su asesinato en agosto de 1940. Fue publicado en ‘New Internacional’, en diciembre de 1940.
     
  Estos artículos dedicados a la RECUPERACION DE LA MEMORIA HISTORICA.
 
Fdo. Salvador Pérez
 
 
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Por LEON TROTSKY:
  LA TRAGADIA DE ESPAÑA (1)
30 de Enero de 1939

           Uno de los más trágicos capítulos de la historia moderna se acerca a su fin en España. Del lado de Franco no hay ejército poderoso ni apoyo popular. Hay solo propietarios rapaces, decididos a ahogar en sangre a las tres cuartas partes de la población para mantener su dominio sobre la otra. Pero la criminal ferocidad no habría sido suficiente para asegurar la victoria sobre el heroico proletariado español. Franco necesitaba una ayuda que proviniera del otro lado del frente. Y la ha obtenido. Su principal auxiliar ha sido y sigue siendo Stalin, el sepulturero del Partido Bolchevique y de la revolución proletaria. La caída de Barcelona, la gran capital proletaria, es el precio directo de las masacres del proletariado de Barcelona en mayo de 1937.
         
      Por insignificante que sea el mismo Franco, por miserable que pueda ser su camarilla de aventureros, de gente sin honor, sin conciencia y sin talento militar, la gran superioridad de Franco consiste, sin embargo, en que posee un programa claro y definido: salvaguardar y estabilizar la propiedad capitalista, el poder de los explotadores y la dominación de la Iglesia, restaurar la monarquía.
la derrota
         
      Las clases poseedoras de todos los países capitalistas, las de los países fascistas tanto como las de la democracia, han mostrado, como cabía esperar, estar del lado de Franco. En el campo republicano solo han quedado los escuderos ‘demócratas’. Estos señores no podían desertar y pasarse al lado del fascismo, pues la fuente misma de sus ingresos y de su influencia residía en las instituciones de la democracia burguesa, que tiene (o tenia) necesidad para su normal funcionamiento de hombres de leyes, periodistas, en pocas palabras, de campeones democráticos del capitalismo. Todo el programa de Azaña y compañía no era otra cosa que nostalgia de los días pasados y resultaba completamente inadecuado.
         
       El Frente Popular recurrió a la demagogia y a las ilusiones para arrastrar a las masas detrás de él. Consiguió hacerlo un cierto tiempo. Las masas, que habían garantizado todos los éxitos anteriores de la revolución, continuaban creyendo todavía que la revolución iba a llegar a su conclusión lógica, es decir al derrocamiento de las relaciones de propiedad y a la entrega de la tierra a los campesinos y de las fabricas a los obreros.
       
        La fuerza dinámica de la revolución consiste precisamente en esta esperanza de las masas en un futuro mejor. Pero, señores, los republicanos han hecho todo lo que estaba en sus manos para pisotear, mancillar y ahogar en sangre las más queridas esperanzas de las masas oprimidas. 
 
Carteles Revolucion social
            El resultado –hemos podido verlo en el transcurso de los dos últimos años- ha sido la desconfianza y el odio creciente de los campesinos y los obreros hacia las pandillas republicanas. La desesperanza o una triste indiferencia han reemplazado gradualmente el entusiasmo revolucionario y al espíritu de sacrificio.
         
      Las masas han vuelto la espalda a los que las han engañado y pisoteado. Esta es la primera razón de la derrota de las tropas republicanas. El instigador de engaños y de la matanza de obreros revolucionarios españoles es Stalin. La derrota de la revolución española es una nueva mancha sobre la banda del Kremlin, cargada ya de tantos crímenes. El aplastamiento de Barcelona asesta un terrible golpe al proletariado mundial, pero también aporta una gran lección.
        
       El mecanismo del Frente Popular español, en tanto que sistema organizado de mentiras y traición a las masas explotadas ha sido puesto al descubierto. La divisa “defensa de la democracia” ha revelado una vez más su esencia reaccionaria y al mismo tiempo su carácter vacio. La burguesía desea perpetuar su régimen de explotación. Los obreros desean librarse de esta explotación. Estos son los verdaderos objetivos de las clases fundamentales de la sociedad moderna.
Miliciano
        
         Las miserables camarillas de intermediarios pequeñoburgueses que habían perdido la confianza y los subsidios de la burguesía, han tratado de salvaguardar el pasado sin pensar en el futuro. Bajo la dirección de Stalin han llegado a la más terrible de las derrotas, cuando las condiciones de la victoria se encontraban al alcance de la mano.
           
     El proletariado español ha dado clarísimas pruebas de poseer una extraordinaria capacidad de iniciativa y heroísmo revolucionario. La revolución ha sido llevada a la catástrofe por “lideres” despreciables y completamente corrompidos. La caída de Barcelona ilustra, ante todo, la caída de la Segunda y la Tercera Internacional, así como la de los anarquistas, unos y otros podridos hasta la médula. 
 
¡¡Trabajadores, adelante por un nuevo camino!!
¡¡Adelante por la revolución Socialista Internacional!!
 
(1) Publicado en ‘Socialist Appeal’,  10 / febrero / 1939.
 

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Las Causas de la Derrota de la Revolución española (2)

Principios de marzo de 1939
        
        Antaño, un humorista francés explicaba un día como un pequeñoburgués había logrado inventar el paraguas. Caminando bajo la lluvia empezó a pensar lo agradable que seria que las calles estuvieran cubiertas. Pero eso obstaculizaría la circulación del aire. Haría falta un techo portátil, uno por persona, pero ¿Cómo desplazarlos? Necesariamente debería ser transportado por los peatones, sostenidos por una especie de bastón. Finalmente nuestro inventor exclamo: “¡pero si es un paraguas!”.
        
        Hoy podemos encontrar inventores de paraguas por todas partes y, sobre todo, entre los ‘izquierdistas’. En su época el bolchevismo desacredito al reformismo por muchos años. Pero más tarde en el inicio de la reacción, los estalinistas empezaron a reinventar el paraguas del ‘Frente Popular’ (coalición con la burguesía), el deber del proletariado de defender la patria (socialpatriotismo), etc.    ¡Y lo hacen con la seguridad que confiere la ignorancia!
OTRO PARAGUAS DESCUBIERTO RECIENTEMENTE
          
         En el periódico mexicano El popular, que ha obtenido reputación casi mundial por su profunda erudición, la honestidad de su pensamiento y el carácter revolucionario de su política, Guillermo Vegas León, que no es desconocido por nuestros lectores, asume la defensa política del Frente Popular español utilizando un paraguas reinventado: la guerra de España, ya ven ustedes, no es una guerra por el socialismo, sino más bien una guerra contra el fascismo; no está, por tanto, permitido lanzarse a aventuras como la toma de las fabricas y de la tierra. Solo los amigos del fascismo son capaces de proponer planes semejantes. Y así todo. Evidentemente, los acontecimientos históricos no influyen sobre aquellos que viven en el reino del plagio periodístico barato.
         
        El señor León ignora que el mismo paraguas fue esgrimido para uso propio por los mencheviques y los socialrevolucionarios rusos. Nunca dejaban de repetir que la revolución rusa era ‘democrática’ y no socialista, que la guerra con Alemania amenazaba a la joven republica, que todo intento de comprometerse en aventuras como la expropiación de los medios de producción significaría ayudar a los Hohenzollern. Y como no faltaban canallas en sus filas, afirmaban también que los bolcheviques actuaban de ese modo por secretas razones…
 
EL CARÁCTER DE CLASE DE LA REVOLUCION
       
            El hecho de que una revolución sea antifascista o proletaria, burguesa o socialista, viene determinado no por etiquetas políticas, sino por la estructura de clases de una nación dada. El desarrollo social acontecido desde mediados del siglo XIX se le escapa a León. Sin embargo, en los países capitalistas ese desarrollo ha barrido a la pequeña y mediana burguesía, relegándolas a segundo plano. Las clases principales en la sociedad moderna –incluida España- son la burguesía y el proletariado. La pequeña burguesía no puede ejercer el poder. El poder esta en manos de la burguesía o del proletariado. En España la burguesía, dominada por el temor a perder su propiedad, se ha pasado al lado del fascismo. La única clase capaz de luchar seriamente contra el fascismo es el proletariado. Solo el proletariado habría podido dirigir a las masas oprimidas, fundamentalmente a los campesinos. Pero el poder obrero no puede ser mas que el poder socialista.
 
EL EJEMPLO DE CHINA Y RUSIA
 
       
          Sin embargo, el señor León pone como objeción que el objetivo inmediato es la lucha contra el fascismo. Es preciso concentrar nuestras fuerzas en ese objetivo inmediato, etc. ¡Por supuesto! Pero haga usted el favor de explicarnos por que durante la lucha contra el fascismo la tierra debe pertenecer a los grandes propietarios y las fabricas a los capitalistas, cuando estos están todos en el bando de Franco. ¿Quizá porque los obreros y campesinos carecen de suficiente madurez para apoderarse de tierra y las fabricas? ¡Pero si han probado su madurez tomando tierras y fabricas por iniciativa propia! Los reaccionarios que se hacen llamar republicanos, dirigidos por los estalinistas, han logrado aplastar este poderoso movimiento en nombre del ‘antifascismo’, pero en realidad siguiendo los intereses de los propietarios burgueses.
NO PASARAN
       
          Otro ejemplo, China está hoy en guerra con el Japón, una guerra justa, defensiva, contra el pillaje y los opresores. Bajo el pretexto de esta guerra el gobierno de Chiang Kai-shek, ayudado por el gobierno de Stalin, ha aplastado la lucha revolucionaria y especialmente la de los campesinos por su tierra. Explotadores y estalinistas dicen: “No es el momento de resolver la cuestión agraria. Hoy se trata de una lucha común el Mikado”. Sin embargo esta claro que si hoy los campesinos chinos fueran los dueños de la tierra la defenderían con uñas y dientes contra los imperialistas japoneses. ¿Es preciso recordar que si la revolución de octubre logro vencer tras tres años de guerra contra innumerables enemigos, incluidos los cuerpos expedicionarios de las mas poderosas potencias imperialistas, fue porque durante los combates los campesinos se habían asegurado la posecion de la tierra y los obreros de las fabricas? Solo la fusión entre la transformación socialista y la guerra civil hizo invencible a la Revolución rusa.
          
     Hombres como el señor León determinan el carácter de una revolución en función del nombre que le dan los burgueses liberales y no de la manera que esta se expresa en la lucha de clases. Nosotros no miramos la revolución española con los ojos del filisteo liberal Azaña, sino con los de los obreros de Barcelona y de Asturias y los de los campesinos de Sevilla que combatirían por la fabricas y la tierra, por un futuro mejor y no por el viejo paraguas parlamentario del ‘Frente Popular’.
 
LA ABSTRACCION DEL “ANTIFASCISMO”
         
       Los mismos conceptos de antifascismo y antifascista no son más que una ficción engañosa. El marxismo aborda los problemas desde un punto de vista de clase. Azaña no es antifascista más que en la medida en que el fascismo impide a los intelectuales burgueses continuar su carrera parlamentaria o desarrollar otras actividades. Azaña demostrará siempre que está del lado del fascismo. Toda su política en el curso de siete años de revolución lo prueba.
 
MILICIANOS (2)
      Por otra parte, la consigna “contra el fascismo, por la democracia” no reunirá a millones y decenas de millones, si no fuese porque, durante la guerra, no había, y sigue sin haber, democracia en el bando de los republicanos. Con Franco, como con Azaña, había dictadura militar, censura, movilización forzosa, hambre, sangre y muerte. La abstracta consigna “por la democracia” puede ser suficiente para los periodistas liberales, pero no para los obreros y campesinos oprimidos. Ellos no tienen otra cosa que defender que su pobreza y esclavitud…No se opondrán con todas sus fuerzas al fascismo más que si son capaces de ir realizando unas condiciones de vida nuevas y mejores.
          
      Por consiguiente, la lucha del proletariado y los campesinos pobres contra el fascismo no puede ser defensiva en un sentido social, sino ofensiva. Por eso mismo, León sobrepasa todos los limites cuando, siguiendo a los “autorizados” filisteos, nos enseña que el marxismo rechaza las utopías y que la idea de una revolución socialista durante la lucha contra el fascismo es solo una utopía. De hecho, la forma peor y más reaccionaria del utopismo es la idea de que es posible luchar contra el fascismo sin derrocar la economía capitalista.
 
LA VICTORIA ERA POSIBLE
 
         La ignorancia de estas gentes es en verdad sorprendente. No saben que, empezando por Marx y Engels, existe una literatura mundial que ha analizado el concepto mismo de revolución democrática y su mecanismo interno de clases. Es evidente que no han leído nunca los documentos de los Cuatro Primeros Congresos de la Internacional Comunista, ni conocen los hallazgos teóricos de la Cuarta Internacional que prueban, explican y permiten, incluso a un niño, comprender el hecho de que la lucha contra el fascismo es impensable en las condiciones de hoy si no es utilizando los métodos de la lucha de clase proletaria por la conquista del Poder.
 
MILICIANOS
      Estos señores describen una historia que parece preparar penosamente las condiciones de la revolución socialista, repartiendo papeles, inscribiendo en gruesos caracteres sobre un arco triunfal: “Entrada a la Revolución Socialista”, garantizando la victoria e inevitablemente entonces los señores dirigentes a desempeñar los eminentes cargos de ministros, embajadores, etc. No. La cuestión se plantea de modo muy diferente: es mucho más compleja, difícil y peligrosa.
     
        Los oportunistas, los reaccionarios consumados y los pequeñosburgueses cobardes, nunca han reconocido, ni reconocerán jamás, el momento en que la revolución socialista este a la orden del día. Para hacerlo es preciso ser un marxista revolucionario, un bolchevique: es preciso ser capaz de despreciar la opinión publica de la pequeña burguesía ‘educada’, que no hace sino reflejar los miedos egoístas del capitalismo.
 
EL PROLETARIADO ERA LO SUFICIENTE FUERTE
 
anarquismo
        Los dirigentes de la CNT y de la FAI decían después de la insurrección de mayo de 1937: “Si hubiéramos querido habríamos tomado el poder en cualquier momento, ya que todas las demás fuerzas estaban de nuestra parte, pero nosotros no queremos ninguna dictadura, etc” Lo que los lacayos anarquistas de la burguesía quieran o no quieran, no representa a largo plazo más que algo secundario. Lo que importa es que han reconocido que el proletariado insurrecto era lo bastante fuerte como para apoderarse del poder. Si hubiera existido una dirección revolucionaria y no una dirección traidora, habrían purgado el aparato del Estado de todos los Azañas, establecido el poder de los soviets, entregando la tierra a los campesinos, las fabricas a los obreros y la revolución española se habría transformado en socialista e invencible.
      
       Es simplemente ridículo explicar la derrota mediante referencias a la intervención militar de los fascistas italianos y los nazis alemanes y a la pérfida conducta de las ‘democracias’ francesas e inglesa. Los enemigos seguirán siendo enemigos, La reacción intervendrá siempre. Pero ¿significa esto que es imposible la victoria del proletariado?, ¿Qué decir de la victoria del fascismo en Italia e incluso en Alemania? Allí no hubo intervención. En lugar de eso había un proletariado poderoso, un gran Partido Socialista y, en el caso de Alemania un gran Partido Comunista igualmente. Porque no se venció al fascismo? Precisamente porque los partidos dirigentes de esos países se esforzaron por reducir la cuestión a la lucha ‘contra el fascismo’, en tanto que solo la revolución socialista puede vencer al fascismo.
          
    La revolución española ha sido la gran escuela. No está permitida la menor frivolidad respecto a las lecciones que se desprenden de ella. ¡Abajo los charlatanes, los ignorantes obtusos y los parásitos intelectuales! Debemos estudiarla con seriedad y honradez y prepararnos para el futuro.

(2) Publicado en ‘Socialist Appeal’,  21 / marzo / 1939.
 

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Clase, Partido y Dirección. ¿Por que ha sido derrotado el Proletariado español?
 
León Trotsky
 
         Se puede juzgar hasta qué punto ha retrocedido el movimiento obrero no sólo a través del estado de las organizaciones de masas, sino también estudiando los reagrupamientos ideológicos en curso y las investigaciones teóricas que han emprendido tantos grupos. En París aparece el periódico Que faire? que, por una u otra razón, se considera marxista pero que en realidad se sitúa enteramente dentro del marco del imperialismo de los intelectuales burgueses de izquierda y de esos trabajadores aislados que han cogido todos los vicios de los intelectuales. Como todos los grupos que no tienen ni base teórica, ni programa, ni tradición, este pequeño periódico ha intentado agarrarse a los faldones del POUM que parecía ofrecer a las masas un atajo para la victoria. Sin embargo, el resultado de la revolución española es, a primera vista, inesperado: este periódico no ha progresado, sino que ha retrocedido. En realidad esto está en la esencia de las cosas. Las contradicciones entre la pequeña burguesía y el conservadurismo por una parte y la necesidad de la revolución proletaria por otra se han tensado al máximo. Nada más natural que los defensores e intérpretes de la política del POUM hayan sido relegados muy lejos tanto en el plano político como teórico. Que faire? no tiene en sí mismo y por sí mismo ninguna importancia. Pero tiene interés en cuanto síntoma. Es por lo que nos parece útil detenernos en sus apreciaciones sobre las causas de la derrota de la revolución española, en la medida en que clarifica las características actuales del ala izquierda del pseudomarxismo.
 
‘Que faire?' explica
       
        Empezamos reproduciendo literalmente esta cita extraída de un resumen del folleto L'Espagne livrée de nuestro camarada Casanova: "¿Por qué ha sido aplastada la revolución? Porque el PC, responde el autor, llevaba una política errónea que era, por desgracia, seguida por las masas revolucionarias". ¿Pero por qué diablos las masas revolucionarias que han roto con sus antiguos dirigentes, se han alineado bajo la bandera del PC? "Porque el auténtico partido revolucionario no estaba maduro". Es una pura tautología. Se trata de una política falsa seguida por las masas de un partido no maduro, o más bien se trata de la manifestación de una determinada disposición de las fuerzas sociales (falta de madurez de la clase obrera, falta de independencia del campesinado) que hay que explicar a partir de los hechos relatados, entre otros, por el propio Casanova, o se trata más bien del efecto de las acciones de ciertos individuos o grupos maléficos no contrarrestadas por los esfuerzos equivalentes de "individuos sinceros" únicos cualificados para salvar las revoluciones.
         
    Después de haber tratado superficialmente la primera vía, la no marxista, Casanova emprende resueltamente la segunda. Estamos en una pura demonología. El responsable de la derrota es el diablo-jefe, Stalin, secundado por los diablillos anarquistas y otros: la desgracia ha querido que el dios de los revolucionarios no haya enviado a España un Lenin o un Trotsky como hizo en Rusia en 1917.La conclusión que se deriva es: "Esto sucede cuando se quiere imponer, cueste lo que cueste, a los hechos, la ortodoxia petrificada de una pandilla". Esta retahíla teórica es tanto más espléndida en cuanto que es difícil concebir cómo se pueden concentrar en tan pocas líneas tantas observaciones banales, triviales o falsas. El autor del párrafo antes citado se cuida muy bien de dar la más mínima explicación de la derrota de la revolución española: se contenta con indicar que hay que recurrir a explicaciones más profundas como "el estado de las fuerzas sociales". No es casual que evite así cualquier explicación. Todas estas críticas al bolchevismo están hechas por teóricos timoratos por la sencilla razón de que no tienen nada sólido sobre lo que basarse. Para evitar tener que revelar su propio fracaso deben hacer juegos de manos con los hechos y vagar en torno a las opiniones de los demás. Se limitan a alusiones y semiopiniones como si no tuviesen tiempo de dar definiciones sacadas de su propio juicio. En realidad es que no tienen ningún juicio. Su altivez es inseparable de su charlatanería intelectual. Analicemos una a una las alusiones y semiopiniones de nuestro autor. Una política errónea de masas no puede explicarse, según él, más que como la "manifestación de un determinado estado de las fuerzas sociales", es decir, "la falta de madurez de la clase obrera" y la "falta de independencia del campesinado". Si le gustan las tautologías, sería difícil encontrarlas más vulgares. ¿Una "política errónea de masas" se explica por su "falta de madurez"? ¿Pero qué es la "falta de madurez" de las masas? Evidentemente es su predisposición a seguir una política errónea. ¿En qué consistía esta política errónea? ¿Quiénes eran los iniciadores? ¿Las masas o los dirigentes?
         
    Nuestro autor no dice nada al respecto. Y por esta tautología, traspasa la responsabilidad a las masas. Este clásico truco, utilizado por todos los traidores, los desertores y sus abogados, es especialmente irritante cuando se trata del proletariado español. La sofística de los traidores En 1936 -por no remontarnos más lejos- los obreros españoles han rechazado el ataque de los oficiales, que habían puesto a punto su conspiración bajo el ala protectora del Frente Popular. Las masas han improvisado milicias y han levantado comités obreros, ciudadelas de su propia dictadura. Por su parte, las organizaciones dirigentes del proletariado han ayudado a la burguesía a disolver esos comités, a poner fin a los atentados de los obreros contra la propiedad privada y a subordinar las milicias obreras a la dirección de la burguesía y, para colmo, con el POUM participando en el gobierno, tomando así directamente su responsabilidad en el trabajo de la contrarrevolución. ¿Qué significa, en tal caso, la falta de madurez del proletariado? Es evidente que significa simplemente que, aunque las masas hayan adoptado una línea correcta, no han sido capaces de romper la coalición de socialistas, comunistas, anarquistas, y del POUM con la burguesía. Este modelo de sofisma proviene del concepto de una especie de madurez absoluta, es decir, de una condición de perfección de las masas en la cual no tienen ninguna necesidad de una dirección, o mejor aún, son capaces de vencer contra su propia dirección. Pero una madurez tal ni existe ni puede existir."¿Pero por qué los obreros que han mostrado un instinto revolucionario tan seguro, y aptitudes tan superiores en la lucha, irían a someterse a una dirección traidora?", alegan nuestros sabios. Responderemos que no ha habido la más mínima señal de tal sumisión.
      
         El camino de lucha seguido por los obreros cortaba en todo momento bajo un determinado ángulo el de las direcciones y, en los momentos más críticos, este ángulo era de 180º. La dirección entonces, directa o indirectamente, ayudaba a someter a los obreros por la fuerza de las armas. En mayo de 1937, los obreros de Cataluña se sublevaron, no sólo a pesar de sus propias direcciones sino en contra suya. Los dirigentes anarquistas -burgueses patéticos y despreciables, disfrazados malamente de revolucionarios- han repetido cientos de veces en la prensa que si la CNT hubiese querido tomar el poder en mayo, lo hubiese hecho sin dificultad. Y esta vez, lo que dicen los anarquistas es la pura verdad. La dirección del POUM se colgó literalmente de los faldones de la CNT, y se contentó con cubrir su política de una fraseología diferente. Debido solamente a esto, la burguesía consiguió aplastar la sublevación de mayo de este proletariado "falto de madurez". Es necesario no haber comprendido nada de lo que se refiere a las relaciones entre clase y partido, entre las masas y sus dirigentes para repetir la frase hueca según la cual las masas españolas no han hecho nada más que seguir su dirección. Todo lo que se puede decir sobre esto es que las masas, que han intentado sin cesar abrirse un camino hacia la vía correcta han descubierto que la construcción, en el fragor mismo del combate, de una nueva dirección que respondiera a las necesidades de la revolución, era una empresa que sobrepasaba sus propias fuerzas. Estamos en presencia de un proceso dinámico en el cual las diferentes etapas de la revolución se suceden rápidamente, en el curso del cual la dirección, es decir distintos sectores de la dirección, desertan y se pasan de un solo golpe al lado del enemigo de clase, y la dirección en que se empeñan nuestros sabios se mantiene puramente estática: ¿por qué la clase obrera en su conjunto ha seguido una mala dirección?
 
La manera dialéctica de abordar este problema
         
      Existe un viejo dicho que refleja la concepción evolucionista y liberal de la historia: un pueblo tiene el gobierno que se merece. La historia nos demuestra, no obstante, que un solo y mismo pueblo puede tener durante un período relativamente breve, gobiernos muy diferentes (Rusia, Italia, Alemania, España, etc.) y además que el orden en que éstos se suceden no tiene siempre el mismo sentido, del despotismo hacia la libertad, como creen los liberales evolucionistas. El secreto de este estado de cosas reside en que un pueblo está compuesto de clases hostiles y que estas mismas clases están formadas por capas diferentes, parcialmente opuestas unas a otras y que tienen diferentes orientaciones. Y además, todos los pueblos sufren la influencia de otros pueblos, compuestos a su vez de clases. Los gobiernos no son la expresión de la "madurez" siempre creciente de un "pueblo", sino el producto de la lucha entre las diferentes clases y las diferentes capas en el interior de una sola y misma clase y, además, de la acción de fuerzas exteriores -alianzas, conflictos, guerras, etc.- . Hay que añadir que un gobierno, desde el momento en que se establece, puede durar mucho más tiempo que la relación de fuerzas del cual ha sido producto.
       
        Es a partir de estas contradicciones históricas que se producen las revoluciones, los golpes de estado, las contrarrevoluciones. El mismo método dialéctico debe emplearse para tratar la cuestión de la dirección de una clase. Al igual que los liberales, nuestros sabios admiten tácitamente el axioma según el cual cada clase tiene la dirección que merece. En realidad, la dirección no es, en absoluto, el "simple reflejo" de una clase o el producto de su propia potencia creadora. Una dirección se constituye en el curso de los choques entre las diferentes clases o de las fricciones entre las diversas capas en el seno de una clase determinada. Pero tan pronto como aparece, la dirección se eleva inevitablemente por encima de la clase y por este hecho se arriesga a sufrir la presión y la influencia de las demás clases. El proletariado puede "tolerar" durante bastante tiempo a una dirección que ya ha sufrido una total degeneración interna, pero que no ha tenido la ocasión de manifestarlo en el curso de los grandes acontecimientos. Es necesario un gran choque histórico para revelar de forma aguda, la contradicción que existe entre la dirección y la clase. Los choques históricos más potentes son las guerras y las revoluciones. Por esta razón la clase obrera se encuentra a menudo cogida de sorpresa por la guerra y la revolución. Pero incluso cuando la antigua dirección ha revelado su propia corrupción interna, la clase no puede improvisar inmediatamente una nueva dirección, sobre todo si no ha heredado del período precedente los cuadros revolucionarios sólidos, capaces de aprovechar el derrumbamiento del viejo partido dirigente. La interpretación marxista, es decir dialéctica, y no escolástica, de las relaciones entre una clase y su dirección no deja piedra sobre piedra de los sofismas legalistas de nuestro autor.
 
Cómo se efectuó la maduración de los obreros rusos
           
     Éste concibe la madurez del proletariado como un fenómeno puramente estático. Sin embargo, en el curso de una revolución la conciencia de clase es el proceso más dinámico que puede darse, el que determina directamente el curso de la revolución. ¿Era posible en enero de 1917 o incluso en marzo después del derrocamiento del zarismo, decir si el proletariado ruso había "madurado" lo suficientemente como para conquistar el poder en el plazo de ocho a nueve meses? La clase obrera era, en ese momento, totalmente heterogénea social y políticamente. Durante los años de guerra, se había renovado en un 30 o 40% a partir de las filas de la pequeña burguesía, a menudo reaccionaria, a expensas de los campesinos atrasados, a expensas de las mujeres y los jóvenes. En marzo de 1917, sólo una insignificante minoría de la clase obrera seguía al partido bolchevique y además, en su seno reinaba la discordia. Una aplastante mayoría de obreros sostenía a los mencheviques y a los "socialistas revolucionarios" es decir a los socialpatriotas conservadores. La situación del ejército y del campesinado era todavía más desfavorable. Hay que añadir además, el bajo nivel cultural del país, la falta de experiencia política de las capas más amplias del proletariado, particularmente en provincias, por no hablar de los campesinos y de los soldados. ¿Cuál era el activo del bolchevismo?
         
       Al comienzo de la revolución sólo Lenin tenía una concepción revolucionaria clara, elaborada hasta en los más mínimos detalles. Los cuadros rusos del partido estaban desperdigados y bastante desorientados. Pero éste tenía autoridad sobre los obreros avanzados y Lenin tenía una gran autoridad sobre los cuadros del partido. Su concepción política correspondía al desarrollo real de la revolución y la ajustaba a cada nuevo acontecimiento. Estos elementos del activo hicieron maravillas en una situación revolucionaria, es decir en condiciones de una encarnizada lucha de clases. El partido alineó rápidamente su política hasta hacerla responder a la concepción de Lenin, es decir, al auténtico curso de la revolución. Gracias a esto encontró un firme apoyo por parte de decenas de millares de trabajadores avanzados. En pocos meses, basándose en el desarrollo de la revolución, el partido fue capaz de convencer a la mayoría de los trabajadores del acierto de sus consignas. Esta mayoría, organizada en los soviets fue a su vez capaz de atraerse a los obreros y a los campesinos. ¿Cómo podría resumirse este desarrollo dinámico, dialéctico, mediante una fórmula sobre la "madurez" o "inmadurez" del proletariado? 

          Un factor colosal de la madurez del proletariado ruso, en febrero de 1917, era Lenin. No había caído del cielo. Encarnaba la tradición revolucionaria de la clase obrera. Ya que, para que las consignas de Lenin encontrasen el camino de las masas, era necesario que existiesen cuadros, por muy débiles que éstos fueran en principio, era necesario que estos cuadros tuviesen confianza en su dirección, una confianza fundada en la experiencia del pasado. Rechazar estos elementos de sus cálculos, es simplemente ignorar la revolución viva, sustituirla por una abstracción, "la relación de fuerzas", ya que el desarrollo de las fuerzas no cesa de modificarse rápidamente bajo el impacto de los cambios de la conciencia del proletariado, de tal manera que las capas avanzadas atraen a las más atrasadas, y la clase adquiere confianza en sus propias fuerzas. El principal elemento, vital, de este proceso es el partido, de la misma forma que el elemento principal y vital del partido es su dirección. El papel y la responsabilidad de la dirección en una época revolucionaria son de una importancia colosal.
 
La relatividad de la ‘madurez'
         
        La victoria de Octubre constituye un serio testimonio de la "madurez" del proletariado. Pero es relativa. Algunos años más tarde, es este mismo proletariado el que ha permitido que la revolución fuese estrangulada por una burocratización surgida de sus propias filas. La victoria no es el fruto maduro de la "madurez" del proletariado. La victoria es una tarea estratégica. Es necesario utilizar las condiciones favorables de una crisis revolucionaria a fin de movilizar a las masas; tomando como punto de partida el nivel determinado de su "madurez", es necesario empujarle a ir hacia adelante, enseñarle a darse cuenta que el enemigo no es omnipotente, que está desgarrado por sus contradicciones, que reina el pánico detrás de su imponente fachada. Si el partido bolchevique no hubiese conseguido llevar a buen término ese trabajo, no se podría hablar ni de revolución proletaria. Los soviets hubiesen sido aplastados por la contrarrevolución y los pequeños sabios de todos los países habrían escrito artículos o libros cuyo motivo hubiese sido que sólo visionarios impenitentes podían soñar en Rusia con la dictadura de un proletariado tan débil numéricamente y tan poco maduro.
 
El papel auxiliar del campesinado
       
       Igual de abstracta, pedante y falsa es la referencia a la "falta de independencia" del campesinado. ¿Dónde y cuándo ha visto nuestro sabio en una sociedad capitalista, un campesinado con un programa revolucionario, independiente o una capacidad independiente de acción revolucionaria? El campesinado puede desempeñar en la revolución un papel importantísimo, pero sólo un papel auxiliar.En muchos casos, los campesinos españoles han actuado con audacia y luchado con valentía. Pero para que toda la masa campesina se sublevara, habría sido necesario que el proletariado diese el ejemplo de un levantamiento decisivo contra la burguesía e inspirase a los campesinos confianza en la posibilidad de la victoria. En cambio la iniciativa del propio proletariado era paralizada a cada momento por sus propias organizaciones. La "inmadurez" del proletariado, la "falta de independencia" del campesinado no son factores decisivos ni fundamentales en los acontecimientos históricos. Lo que sostiene la conciencia de las clases son las propias clases, su fuerza numérica, su papel en la vida económica. Lo que sostiene a las clases es un sistema de producción específico que está determinado a su vez por el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. ¿Entonces por qué no explicar que la derrota del proletariado ha estado determinada por el bajo nivel de su tecnología?
 
El papel de las personalidades
         
         Nuestro autor sustituye el condicionamiento dialéctico del proceso histórico por un determinismo mecánico. De ahí esas burlas fáciles sobre el papel de los individuos buenos o malos. La historia es un proceso de lucha de clases. Pero las clases no miden su peso, ni automática ni simultáneamente. En el proceso de la lucha las clases crean órganos diferentes que juegan un papel importante e independiente y están sujetas a deformaciones. Es esto lo que nos permite, igualmente, comprender el papel de las personalidades en la historia. Por supuesto, existen grandes causas objetivas que han engendrado el régimen autocrático hitleriano, pero sólo pedantes y obtusos profesores del "determinismo" podrían hoy negar el papel histórico que ha desempeñado el propio Hitler. La llegada de Lenin a Petrogrado, el 3 de abril de 1917, ha hecho girar a tiempo al partido bolchevique y le ha permitido llevar la revolución a la victoria. Nuestros sabios podrían decir, que si Lenin hubiese muerto en el extranjero a principios de 1917, la revolución de Octubre hubiese ocurrido "de la misma forma". Pero no es cierto. Lenin constituía uno de los elementos vivos del proceso histórico. Encarnaba la experiencia y la perspicacia de la parte más activa del proletariado. Su aparición en el momento preciso en el terreno de la revolución era necesaria a fin de movilizar a la vanguardia y de ofrecerle la posibilidad de conquistar a la clase obrera y a las masas campesinas. En los momentos cruciales de los giros históricos, la dirección política puede convertirse en un factor tan decisivo como el de un comandante en jefe en los momentos críticos de la guerra. La historia no es un proceso automático. Si no ¿para qué los dirigentes? ¿Para qué los partidos? ¿Para qué los programas? ¿Para qué las luchas teóricas?
 
El estalinismo en España
        
     ¿Pero por qué diablos", hemos oído preguntar a nuestro autor, "las masas revolucionarias que han roto con sus antiguos dirigentes, se han agrupado bajo la bandera del PC?" La cuestión está mal planteada. Es falso decir que las masas habían roto con sus antiguos dirigentes. Los obreros que habían estado antes ligados a unas determinadas organizaciones han seguido agarrados a ellas, siempre observando y controlando. En general, los obreros no rompen fácilmente con los partidos que les han despertado a la vida consciente. Y mucho menos cuando han sido engañados con el sistema de protección mutua que existía en el interior del Frente Popular: si todo el mundo estaba de acuerdo, es que todo iba bien. Las nuevas masas, recientemente despertadas, se volvían naturalmente hacia la Komintern, el partido que había hecho la única revolución proletaria victoriosa y que, se suponía era capaz de suministrar armas a España. Y además, la Komintern era el más celoso defensor del Frente Popular, y esto inspiraba confianza a las capas de obreros sin experiencia. En el seno del Frente Popular, la Komintern era el más celoso defensor del carácter burgués de la revolución: esto inspiraba confianza a la pequeña burguesía y a una parte de la media. Por eso las masas "se alinearon bajo la bandera del PC". 

          Nuestro autor trata esta cuestión como si el proletariado se encontrase en una tienda bien surtida para escoger un par de botas nuevas. Pero ya se sabe que incluso una operación tan sencilla como ésa no se liquida siempre con éxito. Cuando se trata de una nueva dirección, la elección es muy limitada. Sólo poco a poco y sólo sobre la base de su propia experiencia a través de las distintas etapas, las capas más amplias de las masas acaban por convencerse de que la nueva dirección es más firme, más segura, más leal que la antigua. Es cierto que en el curso de una revolución, es decir, cuando los acontecimientos se suceden a un ritmo acelerado, un partido débil puede convertirse en un partido poderoso, con la única condición de que comprenda con lucidez el curso de la revolución y de que posea cuadros probados que no se dejen exaltar por las palabras o aterrorizar por la represión. Pero es necesario que un partido de estas condiciones exista desde mucho antes de la revolución en la medida en que el proceso de formación de cuadros exige plazos considerables y que la revolución no deja tiempo para ello.
 
La traición del POUM
       
          El POUM estaba en España a la izquierda de los demás partidos y contaba, incontestablemente, en sus filas, con sólidos elementos proletarios revolucionarios, con fuertes ataduras con el anarquismo. Ahora bien, este partido desempeñó, precisamente, un papel funesto en el desarrollo de la revolución española. No ha conseguido convertirse en un partido de masas, porque para conseguirlo hubiese tenido que destruir antes a los otros partidos, y esto sólo era posible mediante una lucha sin compromisos, una denuncia implacable de su carácter burgués. Ahora bien, el POUM, aunque criticaba a los antiguos partidos, se subordinaba a ellos en todas las cuestiones fundamentales. Participó en el bloque electoral "popular"; entró en el gobierno que acabó con los comités obreros; luchó por reconstruir esta coalición gubernamental; capituló en todo momento ante la dirección anarquista; en función de todo lo precedente llevó en los sindicatos una política errónea; tomó una actitud dubitativa y no revolucionaria con respecto a la insurrección de mayo de 1937. Bajo el ángulo de un determinismo general se puede admitir, por supuesto, que su política no era casual. En este mundo, todo tiene una causa. A pesar de todo, la serie de causas que han conferido al POUM su carácter centrista no constituye en absoluto un simple reflejo del estado del proletariado catalán o español. Dos series de causas han avanzado juntas bajo un cierto ángulo, y, en un determinado momento, han entrado en conflicto. Teniendo en cuenta su experiencia internacional anterior, la influencia de Moscú, la de un cierto número de derrotas, etc., es posible explicar, política y psicológicamente, por qué el POUM ha sido un partido centrista. Pero esto no modifica en nada su carácter centrista. Ni el hecho de que un partido centrista desempeñe, inevitablemente, el papel de freno de la revolución, que debe, en todo momento, romperse el cráneo, y que puede conducir la revolución a su derrota. Esto no cambia en nada el hecho de que las masas catalanas eran mucho más revolucionarias que el POUM, que a su vez era mucho más revolucionario que su dirección. En estas condiciones hacer recaer el peso de la responsabilidad de la política errónea seguida sobre la "irresponsabilidad" de las masas, es meterse en la más pura charlatanería: un camino al que frecuentemente recurren los fracasados de la política.
 
La responsabilidad de la dirección
         
       La falsificación histórica consiste en hacer recaer la responsabilidad de la derrota española sobre las masas obreras y no sobre los partidos que han paralizado, o pura y simplemente aplastado, el movimiento revolucionario de las masas. Los abogados del POUM responden sencillamente que los dirigentes siempre tienen alguna responsabilidad, con el fin de evitar así tener que asumir sus propias responsabilidades. Esta filosofía de la impotencia, que intenta que las derrotas sean aceptables como los necesarios eslabones de la cadena en los desarrollos cósmicos, es incapaz de plantearse, y se niega a plantearse, la cuestión del papel desempeñado por factores tan concretos como son los programas, los partidos, las personalidades que fueron los responsables de la derrota. Esta filosofía del fatalismo y de la postración es diametralmente opuesta al marxismo, teoría de la acción revolucionaria. 

        La guerra civil es un proceso en el que las tareas políticas se cumplen con medios militares. Si el resultado de una guerra semejante, viniese determinado por el "estado de las fuerzas de clase", la propia guerra sería innecesaria. La guerra tiene su propia organización, sus propios métodos, su propia dirección, que determinan directamente su resultado. Naturalmente el "estado de las fuerzas de clase" sirve de fundamento a todos los demás factores políticos, pero, de la misma forma que los cimientos de un inmueble no disminuyen la importancia que puedan tener los muros, las ventanas, las puertas, los tejados, el "estado de las fuerzas de clase" no disminuye en nada la importancia de los partidos, de su estrategia y de su dirección. Disolviendo lo concreto en lo abstracto, nuestros sabios en realidad se han parado a medio camino. La respuesta más "profunda" al problema planteado hubiese sido el declarar que la derrota del proletariado español se había debido al insuficiente desarrollo de las fuerzas productivas. Pero una explicación semejante está al alcance de cualquier imbécil. Al reducir a cero el significado del partido y de la dirección, estos sabios niegan la posibilidad de una victoria revolucionaria en general. Ya que no hay ninguna razón para pensar que se puedan dar condiciones más favorables.
        
        El capitalismo ha dejado de progresar, el proletariado no aumenta en número, al contrario, lo que aumenta es el número de parados, lo que no estimula sino reduce la potencia combativa del proletariado, y produce, igualmente, en su conciencia, un efecto negativo. De la misma forma, no existe ninguna razón para creer que el campesinado sea capaz, en un régimen capitalista, de alcanzar una conciencia revolucionaria más elevada. La conclusión del análisis de nuestro autor es pues el más total pesimismo, el abandono progresivo de las perspectivas revolucionarias. Pero, para hacer justicia, hay que añadir que nuestros sabios no comprenden ni ellos mismos lo que dicen. De hecho, lo que reclama de la conciencia de las masas es absolutamente fantástico. Los obreros españoles, al igual que los campesinos españoles, han dado el máximo de lo que las clases son capaces de dar en una situación revolucionaria: y lo que tenemos en mente es justamente una clase compuesta de millones y decenas de millones de individuos como ésos. Pero Que faire? no representa más que una de esas pequeñas escuelas, iglesias o capillas que se asustan del curso de la lucha de clases y del asalto de la reacción, y publican sus periodiquillos y sus revistas teóricas en su rincón, en caminos apartados, lejos del desarrollo del pensamiento revolucionario, por no hablar del movimiento de masas.
 
La represión de la revolución española
         
     El proletariado español ha sido víctima de una coalición formada por imperialistas, republicanos españoles, socialistas, anarquistas, estalinistas y en el ala izquierda por el POUM. Todos juntos han paralizado la revolución socialista que el proletariado español había efectivamente comenzado a realizar. No es fácil acabar con la revolución socialista. Todavía nadie ha encontrado otros métodos para ello que no sea la represión feroz, la matanza de la vanguardia, la ejecución de los dirigentes, etc. El POUM, por supuesto, no quería esto. Quería, por una parte, participar en el gobierno republicano e integrarse como oposición pacífica y leal en el bloque general de los partidos dirigentes, y, por otra parte, mantener con ellos apacibles relaciones de camaradería en una época de encarnizada guerra civil. Justamente por ello, ha sido víctima de las contradicciones de su propia política. En el interior del bloque republicano han sido los estalinistas los que han llevado la política más coherente. Han sido la vanguardia combatiente de la contrarrevolución burguesa-republicana. Querían eliminar la necesidad del fascismo, demostrando a la burguesía española y mundial que ellos mismos eran capaces de estrangular la revolución española bajo la bandera de la "democracia". Ésta era la esencia de su política.
           
    Los liquidadores del Frente Popular intentan hoy hacer recaer las injurias sobre la GPU No creo que se nos pueda acusar de indulgentes con los crímenes de la GPU Pero vemos claramente, y se lo decimos a los trabajadores, que la GPU, en este caso, solo ha actuado como el destacamento más resuelto al servicio del Frente Popular. Ahí residía la fuerza de la GPU. En eso consistía el papel histórico de Stalin. Sólo un filisteo ignorante puede apartar esta realidad con bromitas estúpidas sobre el "jefe de los demonios". Estos señores ni tan siquiera se plantean la cuestión del carácter social de la revolución. Los lacayos de Moscú, al servicio de Inglaterra y de Francia, han proclamado que la revolución española era una revolución burguesa. Sólo este fraude ha levantado la pérfida política del Frente Popular, política que además hubiese sido completamente falsa, aunque la revolución española hubiese sido realmente una revolución burguesa. Pero desde el principio, la revolución ha manifestado, con mucha mayor nitidez que en la revolución de 1917 en Rusia, su carácter proletario.
       
          En la dirección del POUM hay gente hoy que considera que la política de Andrés Nin fue demasiado "izquierdista", que la línea realmente correcta hubiese sido mantenerse como ala izquierda del Frente Popular. Víctor Serge, que se ha apresurado a comprometerse, dada su actitud frívola en todas las cuestiones serias, escribió que Nin no quería someterse a las órdenes procedentes de Oslo o de Coyoacán. ¿Puede verdaderamente un hombre serio reducir la cuestión del contenido de clase de la revolución a comadreos tan mezquinos? Los sabios de Que faire? no tienen ningún tipo de respuesta a esta cuestión.

          No comprenden ni tan siquiera el significado de la cuestión en sí misma. ¿Cuál puede ser en verdad, el significado del hecho de que el proletariado al que le "faltaba madurez" haya creado sus propios órganos de poder, haya intentado regular la producción tras la toma de las empresas, mientras que el POUM empleaba todas sus fuerzas en no romper con los anarquistas burgueses que, aliados con los republicanos burgueses y con los no menos burgueses socialistas y estalinistas, atacaban y estrangulaban la revolución proletaria? Evidentemente, semejantes bagatelas sólo tienen interés para los representantes de una "ortodoxia petrificada". Los sabios de Que faire? poseen, en su lugar, un instrumento especial que les permite medir la madurez del proletariado y la relación de fuerzas, independientemente de todas las cuestiones de estrategia revolucionaria de clase...

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