TEORIA: EL METODO MARXISTA

La Necesidad del Socialismo Científico para Cambiar el Mundo
 
 
“Los filósofos hasta ahora se han limitado a interpretar el mundo.
Ahora de lo que se trata es de transformarlo
Karl Marx
Reivindicando la Teoría


               El editor de este Blog con la publicación periódica de noticias y artículos de opinión solo tiene la intención de ayudar a la comprensión de la realidad en la que vivimos, sometiendo los acontecimientos al análisis basado en los fundamentos del socialismo científico. Nada original, por otra parte, sino retomar los fundamentos centrales de los clásicos del marxismo; las ideas, el programa y las perspectivas que hacen posible las obras de Marx, Engels, Lenin y Trotsky, principalmente.

          Es por esto que junto a los temas de plena actualidad, procedemos a publicar en este Blog temas, textos, teóricos de los clásicos del marxismo. En esta ocasión hemos visto oportuno publicar uno sobre el método del marxismo, al objeto de que los lectores puedan comprobar hasta que punto el socialismo científico guarda todo su vigor y es aplicable a los acontecimientos actuales.  El marxismo es ante todo un método de análisis de la realidad viva, con la idea central de transformarla revolucionariamente. En palabras de Lenin, ‘es una guía para la acción’.     
   
marxismo
     Como método ideológico para la transformación de la sociedad, los clásicos del marxismo siempre tuvieron que luchar, a capa y espada, contra todo tipo de variantes, de corrientes y tendencias, que dentro del movimiento obrero siempre dicen ser ‘superiores’ al marxismo, siempre buscando ‘atajos’ por los que suplir las dificultades  en la tarea de la transformación socialista del mundo.
       
      Marx y Engels, los que sentaron las bases científicas del socialismo, tuvieron que librar una gigantesca batalla política frente a todo tipo de elementos pequeñoburgueses dentro del movimiento. Sus trabajos teóricos fundamentales están centrados en la critica del pensamiento ‘reformista y utópico’ que dominaba en aquella época, al igual que una lucha firme contra las ideas individualistas y pequeñoburguesas del anarquismo, quienes en el fondo  ‘soñaban’ con una sociedad ‘libertaria’, nacida de la absoluta espontaneidad.  
       
    Por su parte, Lenin, Rosa Luxemburgo y Trotsky mantuvieron, igualmente, una lucha ‘sin piedad’ por mantener los principios básicos del socialismo científico, contra las ideas dominantes en el movimiento obrero y sus organizaciones, las ideas del reformismo gradual socialdemócrata, en contra de las teorías de la  ‘evolución gradual, espontanea y natural, del capitalismo al socialismo’.
      
     Pero no menos titánica fue la lucha, que tanto Lenin como Trotsky, tuvieron en contra de las ideas y las tendencias ultraizquierdistas en el movimiento. En los anales de la teoría marxista quedan obras como la de Lenin, “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo”.  Si para los reformistas, los oportunistas de todo tipo, nunca es momento para hablar seriamente del socialismo, los llamados ultraizquierdistas son alérgicos a todo lo que no sea ‘la lucha final, ya’ y eso los convierte en incapaces de intervenir correctamente en los acontecimientos. Son un complemento perfecto de los oportunistas, en cierto sentido.
    
        Ambas posiciones, los reformistas y los  ultraizquierdistas, tienen finalmente rasgo comunes: a la hora de la verdad, en el momento decisivo, al encarar los procesos revolucionarios, ambos son incapaces de ver dialécticamente las tareas que existen por delante, y unos por defecto y otros por excesos, acaban jugando papeles lamentables en toda revolución.  Desde el principio ha sido una constante en el movimiento obrero la lucha contra las ‘desviaciones  a  derecha e izquierda’, la lucha por mantener viva la teoría, el programa, los métodos y la estrategia marxista.
      
       Este Blog publica el escrito de León Trotsky, escrito a finales de los años 30, como una contribución al rearme teorico, en donde el método marxista se puede comprobar sobre la base de la experiencia práctica de los acontecimientos en aquel momento. Esperamos que sirva para enriquecer políticamente a los lectores y  anime a profundizar en las lecturas de obras teóricas clásicas. Estamos convencidos de que los lectores del articulo se sorprenderán de la ‘frescura y actualidad’ de las ideas que en el se reflejan. No por casualidad, el capitalismo hoy se encuentra nuevamente en una encrucijada histórica, al igual que lo estuvo durante casi toda la década de los años 30. En estas encrucijadas, los flujos y reflujos revolucionarios son inevitables y en ellos debe de ser capaz de forjarse una autentica dirección marxista. Si ello, finalmente no es así, la alternativa que ofrecerá la burguesía será bastante dolorosa y cruel.
Fdo. Salvador Pérez

 
 

 
León Trotsky:
LOS ULTRAIZQUIERDISTAS EN GENERAL
Y LOS INCURABLES EN PARTICULAR

Algunas consideraciones teóricas


      La ideología marxista es concreta, es decir que comprende todos los factores decisivos importantes de una cuestión determinada, no solo en sus relaciones reciprocas, sino también en su desarrollo. No diluye la situación del momento presente en la perspectiva general, sino que mediante la perspectiva general hace posible el análisis de la situación presente con todas sus particularidades. Precisamente es en este análisis concreto como comienza la política.
Trotsky
   
      La manera de pensar oportunista, así como la sectaria, tienen un rango en común: que extraen de la complejidad de las circunstancias y de las fuerzas presentes uno o dos factores que les parecen los más importantes – y que a veces lo son realmente -, los aíslan de la realidad compleja y les atribuyen una fuerza sin limites ni restricciones.
        
   Durante mucho tiempo antes de la guerra, el reformismo se ha servido de esta manera de factores muy importantes, pero temporales: el fuerte desarrollo del capitalismo, la elevación del nivel de vida del proletariado, la estabilidad de la democracia, etc. Es el sectarismo quien se sirve ahora de las tendencias y factores más importantes: el declive del capitalismo, el descenso en el nivel de vida de las masas, la descomposición de la democracia, etc. Pero, lo mismo que el reformismo de la época precedente, el sectarismo transforma las tendencias históricas en factores omnipotentes y absolutos.
      
        Los “ultraizquierdistas” detienen su análisis justo donde comienza. Oponen a la realidad un esquema prefabricado. Ahora bien, las masas viven en la realidad. Y por esto el esquema sectario no tiene la menor influencia en la mentalidad de los obreros. Por su misma esencia, el sectarismo está consagrado a la esterilidad.
      
        El capitalismo imperialista no es capaz ya de desarrollar las fuerzas productivas de la humanidad, y por esta razón no puede dar a los obreros ni concesiones materiales, ni reformas sociales efectivas. Todo esto es exacto.
     
      Pero todo esto no es exacto más que a escala de una época. Existen ramas de la industria que después de la guerra se han desarrollado con una fuerza prodigiosa (la del automóvil, la aviación, electricidad, radio) pese al hecho de que a nivel general de la producción no se eleve, o se eleve muy poco, por encima de antes o de durante la guerra.
       
      Esta economía podrida tiene además sus flujos y reflujos. Los obreros no terminan casi nunca con su lucha, que a veces sale victoriosa. Es exacto que el capitalismo quita a los obreros con la mano derecha lo que les da con la izquierda. Por eso el aumento de los precios anuló las grandes conquistas de la época de León Blum.
       
       Pero este resultado, determinado por la intervención de diferentes factores, empuja a su vez a los obreros a continuar en el camino de la lucha. Es precisamente esta dialéctica poderosa de nuestra época la que abre una perspectiva revolucionaria.
       
      Un líder sindical que se deje guiar exclusivamente por la tendencia general del capitalismo a pudrirse para renunciar a toda lucha económica y parcial, será, en efecto, a pesar de sus concepciones ‘revolucionarias’, un agente de la reacción. Un líder sindicalista marxista debe no solo considerar las tendencias generales del capitalismo, sino analizar también los factores específicos de la situación, la coyuntura, las condiciones locales y también el elemento psicológico, para proponer una actitud de lucha, de expectativa o retroceso.
         
    Es solo sobre la base de esta actitud practica, íntimamente ligada a la experiencia de la gran masa, como el líder sindical puede poner al desnudo las tendencias generales del capitalismo putrefacto y educar a los obreros para la revolución.
      
       Es cierto que nuestra época se caracteriza políticamente por una lucha a muerte entre el socialismo (comunismo) y el fascismo. Pero desgraciadamente, esto no significa que el proletariado sea ya y en todas partes consciente de esta alternativa, ni que pueda, en un país determinado, en un momento dado, desinteresarse de la lucha parcial para salvaguardar sus libertades democráticas.
        
    La alternativa fundamental, comunismo o fascismo, establecida por Lenin, se ha convertido para muchos en una formula hueca de la que se sirven demasiado a menudo los centristas de izquierda para cubrir sus capitulaciones, o los sectarios para justificar su inacción.
    
       Referiéndonos al gobierno de la Generalidad de Cataluña, el desgraciado Andreu Nin comenzó su declaración radiada con la tesis siguiente: “La lucha que comienza no es la lucha entre la democracia burguesa y el fascismo, como piensan algunos, sino entre el fascismo y el socialismo”. Esta formula era además la formula corriente del POUM. Todos los artículos de La Batalla no son otra cosa que interpretaciones o variaciones.
      
       Hemos visto a algunos sectarios, en Bélgica por ejemplo, ampararse en esta fórmula para encontrar la justificación, total o parcial, a la política del POUM. No obstante, Nin ha transformado la formula leninista en su contraria: ha entrado en un gobierno burgués que tenía por objetivo expoliar y asfixiar todas las conquistas, todos los puntos de apoyo de la revolución socialista naciente.
       
       El fondo de su pensamiento era aproximadamente este: puesto que esta revolución es una revolución socialista “por esencia”, nuestra entrada en el gobierno no puede hacer otra cosa que ayudarla. Y el sectario pseudorrevolucionario exclama: ‘La participación de Nin en el gobierno es, quizás, una falta, pero seria un crimen exagerar su importancia. ¿Acaso no ha reconocido Nin que la revolución es socialista “por esencia”?   Si, así lo ha proclamado, pero solamente para justificar una política que minaba las bases de la revolución.
        
     El carácter socialista de la revolución, determinado por los factores sociales fundamentales de nuestra época, no obstante, no puede servirse todo preparado y todo asegurado desde el principio mismo del desarrollo revolucionario.
            
    No, desde abril de 1931 el gran drama español ha tomado el carácter de una revolución ‘republicana’ y ‘democrática’. Durante los años que siguieron la burguesía ha sabido imponer su sello a los sucesos, aunque la alternativa leninista, comunismo o fascismo, haya conservado – en ultimo análisis – todo su valor.
      
        Cuanto más transforman esta alternativa los centristas de izquierda y los sectarios en una ley supra-histórica, menos capaces son de arrancar a las masas de la influencia burguesa. Peor todavía, no hacen más que reforzar esta influencia. El POUM ha pagado muy caro esta experiencia, sin, además, y esto es lo triste, extraer las enseñanzas necesarias.
      
          Si los centristas de izquierda se cubren con Lenin para encerrar la revolución en su marco primitivo, es decir el de la democracia burguesa, los ultraizquierdistas apoyan en la misma alternativa leninista el derecho a ignorar y a ‘boicotear’ el desenvolvimiento real de la revolución. “La diferencia – conteste a un camarada norteamericano – entre el gobierno Negrín y el de Franco es la misma que entre la democracia en putrefacción y el fascismo”. Es con esta contestación elemental como comienza nuestra orientación política.
         
        “¡Como! – exclaman los ultraizquierdistas -, ¡Se nos quiere acorralar así a la elección entre la democracia burguesa y el fascismo! ¡Pero esto es oportunismo puro! La revolución española es, en el fondo, la lucha entre el socialismo y el fascismo. La democracia burguesa no presenta la menor salida…” Y así continúan.
        
     La alternativa socialismo o fascismo significa solamente, y es bastante importante, que la revolución española no puede ser victoriosa más que por la dictadura del proletariado. Pero esto no significa de ninguna manera que la victoria este asegurada por adelantado. Se trata también, y toda la tarea política está ahí, de transformar esta revolución hibrida, confusa, medio ciega y medio sorda, en revolución socialista. Hace falta no solo decir lo que es, sino también saber partir de lo que es.
POUM
          
      Los partidos dirigentes, incluyendo hasta los que hablan de socialismo, el POUM entre ellos, hacen todo lo que pueden por impedir la transformación de esta semirrevolución, mancillada y desfigurada, en revolución consciente y terminada.
      
    La clase obrera, empujada por su instinto, consigue, ciertamente, en los momentos de culminación revolucionaria, colocar jalones importantes en el camino del socialismo. Pero no son mas que jalones que en el momento del reflujo son barridos por los partidos dirigentes. No es difícil saltar por encima de esta realidad contradictoria apoyándose en alguna generación sociológica. Pero esto no cambia las cosas un milímetro.  Hace falta sobrepasar las dificultades materiales mediante la acción, es decir, mediante una táctica adecuada a la realidad.
     
         La lucha militar en España está dirigida actualmente, de un lado por Franco, del otro por Negrín - Stalin. Si Franco representa el fascismo, Negrín - Stalin de ninguna manera representan al socialismo. Al contrario, representan un freno ‘democrático’ que impide el movimiento hacia el socialismo. La alternativa histórica, comunismo o fascismo, no ha encontrado todavía su expresión política.
       
     Lejos de ello, después de julio de 1936, la revolución española ha sido empujada hacia atrás del objetivo que formulaba Nin sin comprenderlo. Pero a pesar de todo, la guerra civil en España sigue siendo un hecho de importancia capital. Hay que tomar este hecho tal como es, es decir, como la lucha armada entre dos campos sociales, subyugados de un lado por la democracia burguesa, y del otro por el fascismo bien comprobado. Se trata de encontrar una actitud justa con respecto a esta lucha hibrida, para transformarla desde dentro en lucha por la dictadura del proletariado.
        
      El gobierno Negrín – Stalin es un freno cuasidemocrático en el camino del socialismo, pero es también un freno, ciertamente ni seguro ni perdurable, pero por lo menos un freno, en el camino del fascismo. Mañana o pasado mañana, el proletariado español quizás pueda romper este freno para apoderarse del poder. Pero si ayuda, aunque sea pasivamente, a romperlo hoy, esto no servirá más que para ayudar al fascismo.  La tarea no es solamente apreciar teóricamente los dos campos en su justo valor, sino también utilizar prácticamente su lucha para dar un salto hacia adelante.
        
     Los centristas de izquierda, como los incurables ‘ultraizquierdistas’, citan a menudo el ejemplo de la política bolchevique en el conflicto Kerensky-Kornilov, sin comprender nada. El POUM dice: “pero los bolcheviques luchaban junto a Kerensky”. Los ultraizquierdistas responden: “pero los bolcheviques negaron, hasta frente a la amenaza de Kornilov, toda confianza en Kerensky”. Los dos tienen razón…a medias, es decir, los dos se equivocan completamente.
        
     Los bolcheviques no permanecieron neutrales entre el campo de Kerensky y el de Kornilov. Aceptaron el mando oficial, mientras no fueron lo suficientemente fuertes para derribarlo. Es precisamente del mes de agosto, cuando se produce el levantamiento de Kornilov, del que data la ascensión prodigiosa de los bolcheviques. Este ascenso no fue posible mas que gracias al doble aspecto de la política bolchevique. Al participar en primera línea en la lucha contra Kornilov, los bolcheviques no tenían la menor responsabilidad por la política de Kerensky, al contrario, la denunciaban como responsable del asalto reaccionario y como incapaz de dominarlo. Es así como se prepararon las premisas políticas de la revolución de Octubre, en la que la alternativa bolchevismo o contrarrevolución (comunismo o fascismo), de ser una tendencia histórica llegó a ser una realidad viva e inmediata.
       
       Debemos enseñar esta lección a la juventud. Debemos inculcarle el método marxista. Pero, en cuanto a las personas que hace decenas de años pasaron la edad de ir a la escuela y que se obstinan en oponerse siempre – a nosotros y a la realidad – las mismas formulas, que además han tomado de nosotros, hace falta reconocerlas públicamente como incurables que es necesario tener a varias leguas de distancia de los estados mayores donde se elabora la política revolucionaria.

28 de Septiembre de 1937

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