COLOMBIA: LOS LUCHADORES SINDICALES EN EL PUNTO DE MIRA REACCION

· El sindicalismo en Colombia es altamente peligroso. La defensa de los trabajadores puede costar la vida

· La lucha contra la injusticia, la explotación, la represión del Estado y las Bandas Paramilitares es la Lucha por Cambiar la Sociedad

Salvador PEREZ

         Ayer fue el 1º de Mayo, el día internacional de los trabajadores. Las manifestaciones cubrieron el planeta, de punta a punta, en señal de que la lucha de los trabajadores es una misma lucha, más allá de la nacionalidad, raza, idioma,… La clase obrera tiene el objetivo común en todo el mundo de liberarse como clase de la opresión capitalista, de levantar un nuevo mundo libre de explotación e injusticia, un mundo donde la igualdad y la justicia social sean la divisa que guie todos los demás aspectos de la vida.

       En 1886, el 1 de mayo, arranco una huelga en EEUU, que sacudió al país de Costa a Costa, en reivindicación de la jornada de 8 horas, Como se decía entonces, habrá que ir tomando nota para volver a reivindicarlo, 8 horas para trabajar, 8 horas para dormir y 8 horas para la vida familiar, descansar, comer y el resto de asuntos. La clase obrera norteamericana se convertía así en la punta de lanza de la lucha por mejorar las condiciones de vida que se tenían entonces. Más de 5.000 fabricas, afectando a mas de 340.000 obreros hicieron seguimiento de la huelga y salieron a las calles a manifestarse ese 1 de mayo, exigiendo la aprobación legal de esa reivindicación obrera.

        Sin embargo el sistema no estaba por escuchar las reivindicaciones de los trabajadores, sino como fue en el caso de Chicago, abordaron una fuerte represión sobre el movimiento de lucha. En la Plaza de Haymarket, el 4 de mayo de 1886, la clase dominante intento dar un primer escarmentó a los huelguistas, masacrando a los manifestantes en la plaza. Posteriormente realizaron un juicio basado en las mentiras y el odio de clase, en el que condenaron con pruebas falsas a los dirigentes del movimiento de huelga, a socialistas y anarquistas de Chicago, cuyo único delito real era ser dirigentes de la huelga de los trabajadores. Cuatro de estos dirigentes obreros fueron ahorcados un año y medio después de la huelga.

        Arranco la lucha por la jornada de 8 horas que duro décadas, en América y Europa, que finalmente fue ganada por la clase trabajadora, que a partir de los asesinatos de la clase dominante de los trabajadores de Chicago, estos pasaron a ocupar un papel de mártires del proletariado internacional. Desde aquí arranca la celebración del “Día Internacional de los Trabajadores”, nada que ver con los mezquinos intentos posteriores de la propia patronal y gobiernos en muchos países de convertir el día en ‘un mero día festivo del calendario’.

       Pero al igual que ocurrió en la huelga de los trabajadores en EEUU, con el asesinato por parte de la clase dominante de trabajadores y sus dirigentes sindicales, hoy en día ser un luchador de clase, un sindicalista comprometido y luchador, no está al margen de enormes peligros, no solo de poder perder la libertad, sino incluso la propia vida, a manos de la clase dominante y los esbirros de la patronal en muchos países del planeta.

       Y sin lugar a duda, aunque el gobierno intente de mil formas presentar el país como una democracia, uno de los casos más espeluznantes que existe ahora mismo a nivel mundial es el de Colombia, en donde estar afiliado, ser delegado o dirigente de un sindicato de clase automáticamente te convierte en el ‘centro de la diana’ a donde disparan los sicarios de la patronal y el gobierno, ser objetivo a batir y eliminar por las bandas reaccionarias de los paramilitares.

       Colombia padece una situación laboral atroz. Solamente el 30 por ciento de los trabajadores tienen un contrato laboral. Más del 70 por ciento, pues, de los trabajadores carecen de unas mínimas condiciones legales de trabajo. Todo ello es origen de todo tipo de situaciones de violencia de todo tipo contra los trabajadores por parte de los empresarios.

        Todos los organismos internacionales constatan que Colombia es “el país más peligroso que existe a nivel internacional para ser sindicalista”. Miles de trabajadores ya han sido asesinados por esos auténticos ‘escuadrones de la muerte fascistas, los paracos’, por los sicarios a sueldo de una clase empresarial que solo entiende el obtener el máximo beneficio, a costa de sobreexplotar hasta límites no humanos a sus trabajadores, a los cuales niegan cualquier tipo de derechos laborales.

       Desde el año 1997 hasta la fecha, mas de 3.000 sindicalistas han sido muertos en Colombia, con la no reconocida complicidad del gobierno, que cuando no ha sido cómplice de esos mismos asesinatos, ha mirado para otro lado al objeto de no detener y juzgar a los asesinos de esos sindicalistas. Hace unos días la cadena televisiva BBC-Mundo emitía un reportaje en donde daba a conocer algunos de los nombres de esos héroes de la clase trabajadores colombiana, caídos a manos de la reacción. Sirvan los siguientes ejemplos como ilustración del asunto:

       “Fermín Amaya, asesinado por el ejército, durante el transcurso de la Huelga de trabajadores petroleros de 1971. Manuel Chacón, igualmente trabajador afiliado a Unión Sindical Obrera (USO), el sindicato de los trabajadores de la industria petrolera, que fue asesinado por la Armada, en 1988. En la sede del sindicato están sus dos lapidas, junto a la de Rafael Jaimes, quien fue asesinado en marzo de 2002 por el Grupo Paramilitar que controlaba la región en aquel momento”.

        El número de sindicalistas que han sido asesinados en Colombia desde 2002 asciende a no menos de 791. El trascurrir de los años y las promesas de mejorar la situación de libertades desde el gobierno no tienen demasiados efectos prácticos en este terreno. El pasado año murieron asesinados, oficialmente, más de 20 trabajadores afiliados o dirigentes sindicales. Este año, en los primeros meses, ya va por una cifra de 4 sindicalistas muertos, cifra que aumentara en los próximos meses, toda vez que hay un número significativos de sindicalistas que están recibiendo amenazas y ‘avisos’ de muerte’, ante la pasividad total de las autoridades. Solo unos ejemplos de un largo historial de asesinatos de la patronal y el gobierno.

        Las bandas paramilitares continúan, en lo fundamental, intactas. No han sido desmanteladas como pretendió hacer ver el gobierno en un momento dado. Estas bandas están u existen para garantizar las cómodas existencias, además de los mafiosos a las que sirven, al conjunto de la clase dominante, como instrumentos auxiliares del Estado burgués corrupto que está levantado sobre una sociedad con unas estructuras frágiles y débiles.

        La lucha de clases es objetivamente inevitable. De esta verdad tiene que desprenderse la necesidad para el movimiento obrero de buscar y encontrar todas las formas correctas para la lucha de masas y poder auto defenderse de los matones fascistas y del Estado.

        La clase dominante nunca ha regalado nada al movimiento obrero, nada que no hayamos conquistado por la vía de la lucha y la movilización. En Colombia tampoco la clase dominante parasita regalara nada sin pelea. Por ello nuestra lucha es la de Cambiar la sociedad de abajo arriba y de arriba abajo, la lucha por el socialismo. En esta lucha los trabajadores colombianos están acompañados por sus hermanos de clase en el continente e internacionalmente, como el ejemplo de Venezuela viene mejor que ningún otro a constatar.