SUDÁFRICA, LUCHA MINEROS Y PERSPECTIVAS

La Lucha de los Mineros Abre Nueva Etapa Social

Cambiar la Sociedad es la Alternativa

 

Salvador PEREZ

             Este fin de semana van ha ser enterrados los mineros de la mina de platino de Marikana propiedad de la multinacional británica Lonmin, que fueron acribillados a tiros, premeditadamente, por la policía sudafricana. La tensión social continua en aumento en Sudáfrica y los entierros este fin de semana solo contribuirán a aumentarla justificadamente.

             Parece a simple vista del todo irracional que un conflicto laboral, en el que se pedía razonablemente un aumento de unos míseros salarios llevara al gobierno del Congreso Nacional Africano a ‘pactar con la empresa’ (este extremo ha sido negado en persona ante los mineros por el Presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, pero es algo que todo el mundo, dentro y fuera del país da por cierto),  el asesinato de decenas de mineros en huelga.

             Tras el asesinato de los mineros muchos de los cuerpos fueron ‘quitados de en medio’ por las llamadas autoridades. De hecho, el entierro de los mineros muertos también servirá para saber algo de lo que muchos trabajadores en Sudáfrica tienen dudas: ¿Cuál es el número exacto de los muertos, si los 44 que oficialmente dicen se ha producido desde el inicio del conflicto o si como se sospecha son mucho más?. Estas sospechas además están fundamentadas en las propias ‘pruebas periciales’ que la policía que investiga los acontecimientos han recogido en el lugar de la masacre que cometió la policía: más de 300 casquillos de munición.

             Ahora hace ya once días que el conflicto en la mina de Marikana estalló. Pero en estos momentos seria ridículo hablar de un conflicto local, o limitado a una mina de una multinacional, la Lonmin británica. El movimiento de huelga entre los trabajadores, comenzando por los mineros, se esta extendiendo rápidamente a otras minas, a otras empresas, a otras zonas del país.

            De hecho es correcto y exacto afirmar que la tensión social, que la agitación del movimiento obrero, se esta extendiendo a toda Sudáfrica. El conflicto que comenzó en Marikana, en una mina de platino, ha servido de hecho objetivamente para abrir la ‘Caja de Pandora’ y podemos afirmar que en estos mismos momentos ya esta significando junto al entierro de los muertos por la violencia policial, el entierro simbólico de la ‘PAZ SOCIAL’ que la burguesía sudafricana logro con la abolición del régimen del apartheid en 1994 y la victoria electoral aquel mismo año del Congreso Nacional Africano, ANC, que convirtió a Nelson Mandela en Presidente de Sudáfrica. 

       Hoy, en agosto de 2012, los herederos de Nelson Mandela en el Congreso Nacional Africano, ANC, presididos por Jacob Zuma (quien es el presidente negro de los blancos burgueses sudafricanos), han perdido gran parte del ‘crédito social’ del que disponían. De hecho, una de las consecuencias más importantes de la masacre de los mineros de la Lonmin ha sido la absoluta perdida de credibilidad del Gobierno ante las masas trabajadoras. En la situación concreta que ha comenzado a vivir Sudáfrica el ANC en el gobierno parece a punto de perder el control de la situación en el país, totalmente, en lo que amenaza con convertirse en una autentica explosión social, cuyas consecuencias serán profundas e impredecibles para el gobierno, para la burguesía.

 

             Los estrategas de la clase dominante sudafricana e internacional tienen la certeza de que cada hora que pasa, en estas situaciones concretas actuales, aumentan las posibilidades de que se produzca una generalización de revueltas sociales por todo el país. Y ello no cae del cielo, sino que tiene sus raíces en las bases objetivas de la propia economía y sociedad.

             El proceso molecular de toma de conciencia de la clase obrera sudafricana esta claramente avanzando. Los trabajadores han aprendido de toda la experiencia desde el final del apartheid y ahora aprenden rápidamente en las propias luchas que están llevando a cabo por intentar vivir con unos salarios algo más dignos.

           Los trabajadores están ya cansados de todas las ‘promesas vacías’ de sus dirigentes sindicales y políticos, que han sido encumbrados al propio gobierno. Estos mismos dirigentes que desde el poder ahora como se sienten realmente cómodos no es atendiendo las demandas y reivindicaciones de quienes los han elegido, sino sentados al lado, juntos, a los grandes empresarios.

           Esta es una idea que se esta generalizando entre las masas sudafricanas y que corresponde con la realidad objetiva. Y a ello que duda cabe ha contribuido imágenes como las que han podido ver por televisión, esa ‘terribles imágenes’ de los policías del gobierno y la patronal abriendo fuego armado contra cientos, miles, de mineros, bajo el asqueroso argumento de que algunos de ellos estaban ‘armados con machetes’, con los cuales solo pretendían defenderse de los ataques de los provocadores de la patronal.

          La actuación de la policía, los disparos a ráfagas, los muertos, todo ello en su conjunto ha evocado en la conciencia de las masas los recuerdos aún frescos de la época del apartheid, donde el único y razonable argumento que tenían en el gobernó de los blancos, con relación a la mayoría negra de la población, eran los argumentos ‘serios, razonados y firmes’ de los fusiles, pistolas y las balas contra la población, los trabajadores.

          Aquí, ¿existen diferencias entre lo que ocurre ahora y lo que ocurría antes del año 94?. Ninguna de fondo, nosotros continuamos viviendo miserablemente y cuando reclamamos una vida mejor, mas justa, nos asesinan igual que antes lo hacían. Esto es justo lo que piensan en estos momentos un número cada vez más importantes de trabajadores sudafricanos.

            Mandela, a sus 94 años, esta desconectado de la realidad social. Lo tienen aislado, por así decirlo, dedicado a dar de vez en cuando ‘conferencias’ en campañas contra el SIDA, por ejemplo.  Es una suerte para el mismo que ello le ocurra, igual. Oficialmente Sudáfrica es gobernada por un Presidente del ANC, Jacob Zuma, que aunque tiene su piel negra, tiene intereses materiales, que refleja en su política, de un claro color ‘blanco’, coincidentes con los de la minoría blanca del país, la clase dominante burguesa sudafricana. Hoy en día, objetivamente la dirección del ANC es una dirección que claudico absolutamente ante la clase dominante en la lucha por la igualdad, por los derechos democráticos de la mayoría de la sociedad y de la lucha por unas mejores condiciones de vida para los trabajadores negros sudafricanos. La dirección del ANC ha traicionado uno a uno todos los principios en los que se basaba en el pasado.

            Y ello ha ocurrido en un proceso que se remonta a antes del año 1994, cuando la minoría blanca se vio obligada a reformar el sistema por arriba, aboliendo el odiado apartheid, a cambio del compromiso de los dirigentes del ANC de ‘ser gente razonable, dialogante y de acuerdos sociales”, con la minoría blanca. Han sido tan ‘razonables’, negándose a cuestionar los privilegios económicos y sociales de la minoría blanca que han terminado incrustándose en esos mismos privilegios, aún con el color negro de su piel. En la cúpula del CNA, un reducido grupo de nuevos ricos negros centralizan todo el poder.

              A todo esto se ha llegado en Sudáfrica y es todo ello lo que explica de una forma objetiva por qué Sudáfrica enfrenta un próximo periodo que estará marcado por la ebullición social, con explosiones que veremos periódicamente y que marcan el inicio de una nueva etapa de la revolución socialista en el país, en el continente.

             Y como no podía ser de otra forma, ello se esta desarrollando desde abajo, desde las entrañas del propio movimiento obrero. Hasta ahora los sindicatos ligados políticamente al Congreso Nacional Africano han gozado de unas posiciones casi, diríamos, hegemónicas en el movimiento. También esto se esta comenzando a romper, como azucarillos que caen en una taza de café, todo esto comienza a disolverse en la situación.

              En la empresa multinacional Lonmin también se produjo una primera frustración entre los mineros, que sacudió poco a poco la conciencia de los trabajadores hasta lograr hacerla avanzar. Los mineros observaban como los dirigentes del Sindicato de toda su vida, el Sindicato Nacional de Mineros, NUM por sus siglas en ingles, eran meros cómplices, compinches, de una situación que los condenaba a trabajar duramente, a ritmos de trabajo inhumanos y por salarios de hambre.

              Es en esta situación en la que tenemos que comprender por qué nació de las entrañas de los pozos mineros un nuevo sindicato para luchar, la Asociación de Mineros y de la Construcción (AMCU), que igual aún carecía de una ideología definida, una habilidad para desarrollar tácticas de lucha,… pero que reflejó desde el principio la necesidad de los trabajadores de luchar por mejorar sus condiciones de trabajo y salario. Y salieron a la lucha, se declararon en huelga y estuvieron como históricamente siempre han estado: los mineros en una barricada, la empresa en la otra, junto al gobierno, a los dirigentes sindicales del gubernamental NUM y por supuesto, a la policía que disparó indiscriminadamente en contra de los huelguistas, como siempre hicieron bajo el apartheid, provocando decenas de muertos.

             Los mineros se habían unido al nuevo sindicato y este ya formará parte viva de ellos, como organización de su lucha, una lucha que ya les ha costado vidas en sus hermanos de clases caídos a manos de la policía del gobierno y la patronal. Y ello ocurría mientras los mineros aprendían, conocían con exactitud, que los dirigentes del que era su sindicato, el NUM, viven en la empresa como ‘reyezuelos’ y que el precio de ello era tener a los trabajadores paralizados en sus demandas frente a la empresa.

           Los mineros se unían en la lucha al nuevo sindicato, AMCU y conocían que el Presidente de la NUM esta ganando un salario veinticinco (25) veces superior al de los mineros normales de la Lonmin y el resto de las minas en Sudáfrica, casi todas ellas propiedad de grandes multinacionales. Cuando el Presidente del sindicato NUM apareció por la mina de la Lonmin en Marikana, después de los acontecimientos de la masacre donde fueron asesinados más de 34 mineros por la policía, “no se atrevió a salir del coche de Policía que lo estaba transportando al lugar, por miedo y temor a que los mineros lo mataran”.

           En el proceso de la lucha de clases, en un proceso de huelgas, luchas, manifestaciones y explosiones sociales, en el proceso vivo de la revolución que está escribiendo en estos momentos nuevas páginas en la historia de Sudáfrica, los trabajadores aprenden en semanas, incluso en días, lo que en etapas ‘normales’ no aprenden en años. La clase obrera aprende de su experiencia, no de libros, folletos o periódicos. Y en estos momentos esta aprendiendo que necesita de nuevo organizarse como clase frente a la burguesía, al gobierno, para aspirar a una vida mejor, a una sociedad que se base en la verdadera justicia e igualdad.

            Durante los últimos 20 – 30 años en Sudáfrica las organizaciones que han estado al frente, en la vanguardia de la lucha de los trabajadores negros contra el apartheid tenían un referente político en el Congreso Nacional Africano (ANC). Con el final del régimen de segregación racial, que como hemos explicado fue una ‘reforma por arriba’ que realizó en un momento dado la burguesía, al objeto de evitar una revolución social por debajo, de los trabajadores negros, que podría haber barrido incluso los ‘sagrados principios de la propiedad capitalista’, la burguesía como ocurre en todos los países capitalistas ‘compro’, literalmente, a la elite política en las instituciones de la denominada ‘democracia burguesa’. Los dirigentes del ANC pasaron ha ser meros políticos, que basaban su apoyo en las masas trabajadoras, pero representaban en el parlamento y en el gobierno de Sudáfrica, no a las masas trabajadoras, sino a la burguesía sudafricana.

           Y esto en el mundo laboral tuvo su traslación. Los dirigentes más importantes de los sindicatos que se habían sido construidos por los trabajadores en la lucha contra el apartheid y unas mejores condiciones de trabajo y de vida, claudicaron política y sindicalmente, hasta tal punto que hoy son prácticamente órganos para frenar las luchas obreras.

           Podemos personificar este proceso en la figura del fundador en 1982 del Sindicato Nacional de Mineros, el NUM, un tal mal nacido llamado Cyril Ramaphosa, quien fue uno de los ‘negociadores’ del Congreso Nacional Africano, ANC, durante la llamada ‘transición del apartheid’. Ahora mismo este personaje es, desde principios de los años 90, un ‘nuevo negro rico’, con una fortuna personal calculada en cientos de millones de euros. Vaya, alguien colocado definitivamente al otro lado de las barricadas de los trabajadores.

           Habremos de aportar el dato que este mal nacido llamado Ramaphosa era el hombre favorito de Nelson Mandela para sustituirle al frente del ANC y como no, haberlo sustituido como Presidente de Sudáfrica. Curiosidades de la vida, no llegó a sustituir a Mandela, pero en el momento del conflicto y lucha en la multinacional Lonmin, este individuo es un destacado miembro de la Junta Directiva de la multinacional británica y es considerado por los mineros como uno de sus repugnantes explotadores.

           Para las masas trabajadoras la cúpula del Congreso Nacional Africano, en donde pululan todo tipo de personajes como Ramaphosa, grupos reducidos de políticos profesionales, de sindicalistas corruptos y de ‘nuevos empresarios negros’, todos ellos comienzan ha ser vistos como parte de los enemigos de clase, como los representantes de los ‘nuevos ricos’, que al fin y al cabo centralizan el poder en beneficio propio. Y las masas necesitan de una algo bien distinto a esto.

             Un hecho es de vital importancia en estos momentos: los trabajadores sudafricanos se están moviendo en línea a la lucha, a la movilización y para ello necesitan contar con organizaciones que dirijan estas movilizaciones, que les den un cauce organizado. Esto es impepinable, pese a los estúpidos argumentos de muchos que dicen ser anarquistas, que niegan la importancia de la organización, aunque lo primero que hacen es organizarse para crear desorganización, los trabajadores sudafricanos o bien tiran por la borda, literalmente, a los dirigentes corruptos de las organizaciones que crearon en estas décadas pasadas y las dotan de nuevos y luchadores dirigentes, o como ha sido en el caso de los mineros de la Lonmin, cran nuevos sindicatos y organizaciones para establecer esa lucha. No hay vías intermedias.

             Y a nivel político esto tendrá su reflejo, inevitablemente, en el propio gubernamental Congreso Nacional Africano, que era visto y sentido por las masas como su organización para la lucha por cambiar la sociedad. Las masa en Sudáfrica necesitan de un claro referente político que les permita luchar por cambiar radicalmente el estado de cosas reinante.

             A través de la lucha los trabajadores irán probando, descartando, corrigiendo y dotándose de las ideas, los métodos y el programa correcto, en una búsqueda que instintivamente les llevará hacia las genuinas ideas y programa del socialismo científico, del marxismo,  el único capaz de hacer realidad una transformación radical de la sociedad.

           Colocar las palancas fundamentales de la economía en manos de los desposeídos por el capitalismo, de los trabajadores, lejos de las garras avarientas de los estrechos intereses del beneficio privado, al objeto de poder satisfacer el conjunto de la enormes necesidades sociales que existen, es la única lucha que puede garantizar una sociedad basada en la justicia y la igualdad social de todos, con independencia del color de la piel de cada uno.