EGIPTO: LA PRIMAVERA REVOLUCIONARIA BLOQUEADA

* Momentos Claves en la lucha por Prosperidad, Democracia e Igualdad en Egipto.

* Solo la Lucha por Cambiar la Sociedad radicalmente Ofrecer Salida  Impases

Salvador PEREZ

              Una de las características más destacadas de toda la situación económica, social y política a escala mundial en el último periodo es el gran grado de volatilidad que ha adquirido todo. Sin exagerar podemos afirmar que no hay un solo rincón el planeta que no esté afectado, a diferentes ritmos, de una colosal inestabilidad, lo cual es por cierto una de las características de todas las épocas revolucionarias en la historia. Las relaciones sociales, económicas, culturales, científicas, familiares,… todo se ve afectado por esta situación, en donde el vejo orden establecido por las clases dominantes se ve periódicamente sacudido por virulentos acontecimientos.

           Parece que fue ayer mismo, pero la última gran crisis que sacudió a Egipto, antes de la actual, fue en la primavera pasada, cuando los Tribunales procedieron a disolver un Parlamento que estaba de forma amplia dominado por los elementos islamistas.

         Unas cuantas estaciones climatológicas mas, unas cuantas medidas de tipo bonapartistas nuevas tomadas por el Presidente actual de Egipto, Muhammad Mursi, que el jueves pasado aprobó un Decreto Presidencial para aumentar sus poderes, en una situación en donde ya controla efectivamente todo el poder Legislativo, Ejecutivo y Judicial, ha servido para volver a encender las chispas revolucionarias en entre las masas del país.

         La oposición liberal ha comenzado a gritar histérica, con el grito entre el cielo y Ala, pero en el fondo está paralizada sin saber bien que hacer, por la sencilla razón de que ellos finalmente tienen más miedo a las acciones de las masas egipcias que a los propios poderes dictatoriales de Mursi. La pregunta ahora es saber ¿qué dirección van a tomar los acontecimientos, hacia donde se desarrollara la crisis social que se ha abierto de nuevo y que lleva ya prolongándose tiempo, sin perspectivas de solución de forma inmediata o a medio plazo?

           Es característico de toda situación revolucionaria el abrir profundas divisiones en el seno de la clase dominante y de sus representantes políticos. Los trabajadores, los jóvenes y oprimidos están saliendo de nuevo en masa a las calles a protestar, a ocupar las plazas y ello ya está mostrando un primer reflejo en una profunda división entre los partidarios del Presidente Mursi y los llamados Liberales.

            Personajillos como Mohamed ElBaradei o Amr Musa, quienes se manifiestan siempre que pueden y con la boquita pequeña como profundamente antiislamistas, han afirmado que no ‘dialogaran con el Presidente’, que como hemos dicho tiene en sus manos el poder oficial de justicia, Gobierno y Legislativo. Sin embargo, muy bien, no dialogaran, pero el poder continuara en manos del islamista Mursi y ello les llevara en un momento u otro a buscar acuerdos, con los que justificar su negativa a encabezar ninguna lucha seria de las masas de Egipto por el poder. Islamistas y Liberales dicen estar bastante alejados entre sí, pero ambos lo están mucho más de los intereses materiales de las masas, necesitadas de una dirección seria y revolucionaria para transformar toda la realidad.

              Paradojas de la vida, en teoría el decreto que aumenta los poderes de Mursi es de carácter temporal, hasta que se constituya el nuevo parlamento. El anterior parlamento fue disuelto por los jueces que había nombrado el dictador Mubarak, al lado del cual parece que ahora se están posicionando todos estos cobardes que gustan de llamarse a sí mismo de Liberales. Por muy paradójica que resulte, al margen de la acción en lucha y revolucionaria de las masas en contra de una cada vez más horribles condiciones de vida, la única institución del Estado egipcio que podría ser considerada como ‘democrática’ es la propia presidencia de Mursi, salida de las últimas elecciones.

           Así fue que en las pasadas elecciones los islamistas obtuvieron el 70 por ciento de los escaños y tal y como ahora recalca cada vez que puede el propio Mursi, él ha sido el único elegido democráticamente y considera que su deber es defender la revolución de las fuerzas del régimen antiguo de Mubarak. El presidente Mursi acusa de a los seguidores del antiguo régimen de intentar “bloquear la revolución” y es toda una paradoja de la vida que estos llamados a sí mismos como demócratas y Liberales estén posicionados al lado de los estamentos de la antigua dictadura, en contra de Mursi.

            En realidad lo que estamos viendo es todo un espectáculo de circo político, una verdadera tragicomedia, en donde los Liberales quieren que ver a los Islamistas comportarse como Liberales, al tiempo que los Islamistas quisieran ver a los Liberales comportarse como Islamistas. Así piensan todo estaría perfecto, en un mundo perfecto.

            Los Liberales, que están alineados junto a los restos de la dictadura de Mubarak, se presentan una y otra vez como los demócratas, frente a los islamistas, a los cuales presentan como dictatoriales. En el fondo los Liberales tienen un pequeño problema más que los islamistas: perdieron las elecciones y ello intentan olvidarlo con gritos y quejas.

             Pero ambos tienen un problema y no es de índole institucional simplemente. La situación en Egipto para las masas es cada vez peor. Las condiciones de vida continúan disminuyendo, las perspectivas en un futuro de prosperidad y democracia se desvanecen por horas y todo ello está empujando a los trabajadores, a la juventud y al conjunto de los oprimidos, una y otra vez, en un perfecto proceso dialectico revolucionario, por la senda de la lucha y la movilización.

               Hoy por hoy solo hay un obstáculo serio para que las masas en Egipto, al igual que en otros muchos países de la zona, puedan acceder al poder real de la sociedad, al control de la economía y su planificación para poner fin a la barbarie creciente que representa el capitalismo: este problema no es otro que la extrema debilidad, la necesidad de que sea creada con urgencia, de una genuina dirección revolucionaria, armada con la roca firme del programa, las ideas y los métodos del socialismo revolucionario, del marxismo, que transformaría toda la situación rápidamente.